Damián Galerón
El cardenal Müller, cometió un error personal de gran “magnitud” desde el momento en que, un buen día, Francisco le dijo que tenía que despedir a tres de sus mejores colaboradores, que eran tras sacerdotes cuyos nombres no recuerdo en este momento.
En 2016, cuando Francisco firmó el documento “Amoris Laetitia”, ya antes, el propio Francisco había recibido una serie de rectificaciones a dicho documento y, estas numerosas correcciones de tipo doctrinal, venían firmadas por el presidente de la congregación para asuntos de la fe, cardenal Müller. Francisco ignoró, en sentido “olímpico”, todas estas correcciones y dio orden de que dicho documento se editara.
A partir de aquí, la suerte del cardenal alemán, ya estaba sentenciada. Müller, no calibró bien la retorcida personalidad de Francisco; es decir, pensó que el Papa, no llevaría adelante un documento plagado de graves errores doctrinales, los cuales, ya se le habían notificado por vía oficial.
Pues bien, esta actitud claramente ingenua del prefecto para la doctrina de la Fe, fue el principio del fin de Müller. Dicho de otra forma, Francisco sabía que, si dejaba en su puesto al cardenal Müller, tarde o temprano acabaría afirmando que, el documento “Amoris Laetitia”, rompía toda la Doctrina y el Magisterio de la Iglesia. Si esto fuera así, es decir, si en un momento dado el prefecto para asuntos de la fe, confirmaba públicamente que dicho documento venía a romper lo dicho por todos los Concilios y Papas de la Iglesia, (aparte de que contradice frontalmente lo dicho por Cristo en el evangelio), en ese caso, el Papa argentino tenía los días contados.
Francisco, sospechando que tarde o temprano el Prefecto para temas de la fe podía hablar y dejarle en evidencia, antes de que esto sucediera, en una hábil maniobra, no dudó en expulsarlo de forma fulminante y, además, sin darle explicaciones, teniendo en cuenta que todavía no había finalizado el plazo de tiempo establecido como responsable de la Prefectura.
Y todo esto que relato, viene a cuento de que el vaticanista Marco Tossati confirma que Bergoglio le ordenó al prefecto de la Fe, el cardenal Müller, que detuviera la investigación contra el cardenal Murphy O´connor por encubrimiento de delitos sexuales mientras fue arzobispo de Westminster.
Hay que tener en cuenta que Murphy O´Connor, formaba parte de la «Mafia de San Galo”, es decir, la mafia que amenazó a Benedicto XVI para que renunciara como Papa, y para colocar en su lugar al cardenal argentino, que era el candidato elegido por esta mafia de cardenales masones.
Esta orden dada personalmente por Francisco al cardenal Müller, ordenándole detener la investigación contra Murphy O´Connor, es de especial gravedad, en cuanto que personas totalmente allegadas a Francisco como es el caso de Austen Ivereigh que, curiosamente, fue en su día ayudante del propio cardenal Murphy O´Connor, relata que días previos al cónclave donde fue elegido Bergoglio, fue el propio cardenal Murphy O´Connor quien le comunicó personalmente al argentino el “plan” que ya tenían para elegirlo como Papa.
Esto nos viene a confirmar que todos los acontecimientos que estamos viviendo de caos “romano”, no son fruto de ninguna casualidad, sino que detrás de los bastidores que encubren la política vaticana, viene a resultar evidente que ya tienen preparando el golpe definitivo.
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Damián, buen artículo. Pero creo que decir que Muller peco de ingenuidad, es excesivo. Hizo lo que tenía que hacer, y le cortaron la cabeza. Un mártir.