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El Buen Pastor, y los malos pastores…

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Vicente Montesinos

 

 

 

Escuchamos en este Domingo en la Santa Eucaristía como El Buen Pastor, cuida con cariño y esmero de todo su rebaño.

Me venía esta tarde a la cabeza en la Santa Eucaristía el cumplimiento de la antigua profecía de Ezequiel, en la que ante el destrozo que están haciendo los malos pastores de Israel, se afirma: «Yo mismo iré a buscar a mis ovejas, y las redimiré».

Tiempos recios pues, aquellos, y tiempos recios los nuestros; en que Jesús, ante la actitud de los malos pastores, viene Él mismo a salvar a sus ovejas. ¿Cómo no ofrecerle nuestras humildes manos y esfuerzos? ¿Cómo no vencer la comodidad, la tibieza y el respeto humano para suplir, como buenamente podamos, y si necesario fuere, lo que dejen de hacer «los malos pastores de Israel»?

Jesús es el Buen Pastor. Y el Evangelio repite insistentemente que el Buen Pastor da la vida por sus ovejas, y lo distingue muy bien de aquél que hace las cosas no por sentirlas propias, sino a cambio de un salario… ¿Quizá es que gran parte de los pastores son hoy asalariados, y no sienten las ovejas como propias? ¿Cómo se entiende si no el abandono al que nos están sometiendo?

También nos dice el Evangelio que el asalariado, cuando llega el peligro, abandona a sus ovejas… ¿Cuantos pastores ante el peligro de ser misericordiados nos han abandonado?

…y huye, porque no le importan las ovejas… ¿Callarían si les importáramos?

Pero el Buen Pastor da la vida por las ovejas.

Pocas cosas en la vida de Jesús aparecen más claras que su faceta de Buen Pastor, con una entrega generosa, hasta el final; hasta dar la vida por los demás.

Tanta generosidad, tanta entrega, y tanto sacrificio, produjo asombro entre los que con Él convivían, y nos sigue produciendo asombro a nosotros. Un asombro que se hace palpable en el cúlmen de la entrega en el Sacramento-Sacrificio de la Eucaristía.

En este cuarto domingo de Pascua nosotros también conmemoramos a Jesús como nuestro Buen Pastor, y renovamos con Él nuestro entusiasmo y nuestro propósito de luchar, entregarnos y sacrificarnos hasta el final por todas su ovejas. Porque quizá, hoy más que nunca, estamos llamados a ser pastores. ¿O también vamos a callar?

Pedimos a Jesús que no perdamos de vista que Él es el Buen Pastor,  y que nos acompaña en los tiempos difíciles que estamos viviendo.

Cuando nos convencemos de ello, arraiga en nosotros la actitud de la entrega, y esta opción de vida adquiere una claridad meridiana, que es la de dar la vida por las ovejas.

Dar la vida… ¡por las almas…! Da mihi animas, caetera tolle, decía San Juan Bosco (Dadme almas, y llevaos todo lo demás…)

Luchar por salvar la nuestra, y la de todos los demás, contra todo y contra todos si necesario fuere.

De esto se trata. Con El Buen Pastor. Y con la ayuda de los pastores, o sin ella. Ya no cabe otra salida.

Y porque hasta el cielo no paramos, que Dios os bendiga; y Feliz Domingo de El Buen Pastor.

 

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Comentarios
11 comentarios en “El Buen Pastor, y los malos pastores…
  1. Un fray gerundio que conoce la misericorditis y sus tácticas ignífugas a la perfección. Menos mal que Rome Reports-Opus Dei está atenta para apagar fuegos, con esfuerzos ímprobos dignos de mejor causa.
    Política según las encuestas
    20/04/18 2:51 AM por Fray Gerundio
    Como en la vida política mundana, también en el Vaticano hay sus momentos delicados o graves, en los que se aconseja actuar de forma discreta. Se lanzan globos sonda, se deja caer una información, se desliza una propuesta, se guiña un ojo hacia la izquierda, se amenaza un poco hacia la derecha, se transmite una herejía… o todo a la vez, según las circunstancias cambiantes del espacio y del tiempo, tan queridos para Francisco –aunque dejando claro que el espacio es superior al tiempo y el tiempo fluctúa en el espacio-, ¡ no faltaba más !

    En las últimas semanas, las prisas de la máquina diseñada por el Grupo de Saint Gall, ha incurrido en algunas irregularidades (todas voluntarias, por supuesto), que han sido acogidas con extrañeza, sorpresa y estupor, incluso por los más lelos de los espectadores del presente panorama. Nada de extraño. Para eso se van dando pasos todos los días y para eso hemos sido elegidos. El Elegido tiene que dar de sí todo lo que lleva dentro. Y si lo que lleva dentro es destrucción, pues se pone manos a la obra, mientras los bobos-útiles dicen que no pasa nada.

    Claro que las cosas son como son y algunas veces los hechos cantan mucho. Una destrucción sinfónica es mucho más viral que una destrucción de mero solfeo. Pero a veces se pueden complicar un poquito las cosas y hay que dejar la máquina al ralentí, no vaya a ser. Y poner en marcha de inmediato la máquina de propaganda.

    Con muy pocos días de diferencia, se dice que el infierno no existe, que las almas inmortales más malitas van directamente al aniquilatorio, que los ateos van al cielo sin visado o que la guerra es muy mala y la culpa la tienen los que venden las armas (aunque también haya quedado claro estos días, que la Guardia Suiza compra armas. Será a las FARC, lo cual tiene indulgencia).

    Con muy pocos días de diferencia, se celebra el domingo de Ramos hablando de la inmigración (y asociados), el Jueves Santo continuando con la inmigración (y lava-besa-pies cuidadosamente escogidos) y el Viernes Santo penitenciando sobre la inmigración (con textos existenciales de estudiantes), para acabar en el domingo de Resurrección (con advertencias sobre la inmigración)… aburren al personal por muy pro-inmigrante que sea y por muy panoli que se auto-referencie. Y se va vaciando la Plaza de San Pedro. Y bajan las encuestas. Y el ambientillo de los forofos se enfría. Y como en la política mundana, ya se piden dimisiones (pues tal cosa no asusta a la Cristiandad, después de la del Cardenal Emérito Joseph Ratzinger). Es entonces cuando se tiene que poner en marcha la máquina político-reconstructora para dar la impresión de que la bondad brilla como el sol en las altas esferas, que se revisten –momentáneamente-, de ortodoxia.

    Por eso me he divertido mucho con los reportajes de Rome Reports (guardia pretoriana de estos días), acudiendo a apagar el fuego incendiario de los malos pasos dados previamente. Porque ante las declaraciones sobre el infierno, se monta un reportaje que habla de la cantidad de veces que Bergoglio ha hecho comentarios sobre el infierno.

    Ante el complicado enredo que se puede armar con los chilenos, tras el fracaso del viaje y la respuesta iracunda del Pontífice que dio la vuelta al mundo, ha habido una petición de perdón, –eso sí, echando la culpa a los que le malinformaron-. Que vengan a Roma los obispos chilenos, las víctimas y lo que sea. Que tenemos que aclarar todo y hacer un arreglo para que se arme el menor lío posible, -dejando de lado por un momento la máxima de armar lío-. Porque los Obispos chilenos que han estado siguiendo las instrucciones de Bergoglio en el caso Barros, parece que no están dispuestos ahora a ser los chivos expiatorios del caso Barros, reciclado tras la petición de perdón. En este momento mandan los seglares que pusieron la denuncia. Y está a la baja la credibilidad de Bergoglio, tras el video de marras y su negativa a admitir por tres veces la renuncia del citado Obispo. Estemos atentos a la solución de esto, porque alguna de las partes va a terminar altamente irritada. Estemos atentos a ver cómo se presentará el apañijo-chanchullo.

    Pero lo más gracioso de todo es la postura ante la pregunta tímida de los obispos alemanes sobre administrar la comunión a protestantes cónyuges o cónyuges protestantes. Como si no estuvieran haciendo eso los obispos alemanes (y los párrocos, párrocas y allegados) desde hace tiempo. Como si hubiera que preguntar eso, digo yo, después de abrir el portón a la comunión de adúlteros. No recuerdo que entonces hubiera ningún conflito en la Conferencia Episcopal Alemana con algunos obispos diciendo nein, nein und nein, salvo los de las dubbia y algún otro desaparecido. Por cierto, ¿alguien sabe dónde está Müller? ¿habrá sido misericordieado en la mazmorras de los Borgia?

    Esto explica, que se hayan lanzado todos los titulares a decir que El Papa para los pies a los obispos alemanes o que Doctrina de la Fe para el proyecto de los Obispos alemanes y tampoco me extraña que la Doctrina de la Fe, que hace tiempo que está en el paro haya vuelto a ser el Santo Oficio, por unos minutos. Hace tiempo que a los Obispos alemanes no les para los pies ni las más fuertes callosidades teológicas. Seguro que el cardenal Marx está muerto de miedo y cuando llegue algún protestante a comulgar le dirá: –Lo siento, no puedo darle la comunión porque no me deja el Santo Oficio.

    Mis hermanos frailes dicen que soy un mal pensado. Que si no dicen nada, me quejo. Y si dicen algo, me quejo también. Y es que la base de toda novela policiaca, está en observar y conocer a los personajes. Claro que aquí no estamos en una novela policiaca, sino en una de terror. Que se lo digan al autor de la famosa novela sobre la dictadura papal o a los nuevos misericordiados de Bélgica.

    En fin, política vaticana, aunque mucho más lerda y torpe que en otros tiempos. Lo cierto y verdad es que se ha instalado la ambigüedad en las palabras y la politiquería en los hechos. Tapando agujeros en la barca que se hunde. Al menos, en las encuestas.

  2. Un retrato altamente preocupante de un Bergoglio desequilibrado y vengativo.
    Bergoglio revelado. Dime cómo hablas y te diré quién eres
    BergoglioMariaElena
    Ayer, 1 de marzo, ha sido presentado en Roma en pompa magna, en la curia general de la Compañía de Jesús, el libro «A Pope Francis Lexicon», editado en los Estados Unidos por Liturgical Press, bajo la dirección de Joshua McElwee y Cindy Wooden, último de una nutrida serie de estudios sobre las palabras clave del Papa Francisco, sobre su lenguaje, sobre su estilo comunicativo, efectivamente diversísimo del de sus predecesores.

    También Settimo Cielo, hace pocos días, ha llamado la atención sobre la oratoria de Jorge Mario Bergoglio, en particular sobre la manera tan singular con la que al inicio de esta Cuaresma, hablando de manera improvisada a los sacerdotes de Roma, ha recorrido con el pensamiento la propia vida:

    > Cómo Bergoglio reescribe su propia vida. Los años de la «gran desolación»

    En estas sus alusiones autobiográficas, Francisco ha confesado haber vivido en diferentes momentos sentimientos de omnipotencia y de desolación, de turbación y de deseo de compensación, en un equilibrio psicológico nunca resuelto.

    Y también su relato parecía que se desarrollaba en desorden, a la manera de su pensamiento. Cuando improvisa, Bergoglio no es nunca lineal, sintético, directo, inequívoco. Hace todo lo contrario. Dice y no dice, repite, se contradice.

    Otro ejemplo reciente, lampante, de este modo tortuoso de expresarse, ha sido la conferencia de prensa en el avión de regreso de Perú a Roma:

    > «È stato un viaggio… non so come si dice in italiano, ma in spagnolo…»

    Pero el ejemplo más claro de su lenguaje sibilino –sí, no, no sé, decidid vosotros… – continúa siendo la respuesta que dio en la iglesia luterana de Roma, el 15 de noviembre de 2015, a una mujer protestante que le había preguntado si ella y el marido, católico, podían hacer juntos la comunión:

    > «Non è facile per me risponderle…»

    ¿En qué medida y en qué sentido esta manera de expresarse de Bergoglio revela su personalidad?

    El post de Settimo Cielo sobre el Papa que habla de sí mismo ha estimulado una serie de comentarios a ese propósito.

    Sobre todo, se ha resuelto la duda de que Bergoglio hable de manera desordenada sólo en italiano pero no en español, la lengua que le es más natural.

    Nos han escrito de Argentina:

    «En español Francisco también es un tanto desordenado en su improvisación, quizás no tanto como en italiano».

    Y de España:

    «Es desordenado y confuso incluso cuando habla en español. A veces no termina las frases. Utiliza muchas expresiones típicas de Argentina, demasiado locales e informales».

    Consolidado esto, un lector italiano ha ido así al núcleo de la cuestión:

    «La improvisación desordenada y negligente de Bergoglio creo que es querida. Sus saltos de un asunto a otro le hacen difícil al interlocutor la posibilidad de una confrontación. Este es el caso, por ejemplo, de las entrevistas en avión, que él piensa y pondera con indudable habilidad política y manipuladora. Pero una habilidad que, al final, se revela sin perspectivas, al menos cuando el periodista le apura.

    «En cuanto a su reciente relato autobiográfico, ya el hecho de que califique como edad de la ‘omnipotencia’ el periodo en que era superior, da qué pensar. Revela una tendencia afectiva al poder que resulta, cuanto menos, problemática. Los periodos de su vida que define ‘oscuros’ son, en la práctica, aquellos en los que no tiene encargos de gobierno».

    De Argentina nos llega este otro análisis:

    «En primer lugar, el desorden metodológico-expositivo de Bergoglio comienza con una idea o un concepto, pero luego pasa a otros en forma a veces forzada. No es una exposición ‘escolástica’, al modo tomista. Como jesuita ha sido formado más bien en el uso de imágenes y representaciones, más que de conceptos.

    «En otras palabras, su exposición es similar a su forma de pensar. Más que reflexionar en forma deductiva ordenada, describe situaciones o momentos que le sirven para extraer o imponer una idea o una imagen, y habla en torno a ellas. Por eso la forma ‘desordenada’ o ‘desorganizada’ de expresarse. Por eso también muchas veces no queda una idea conclusiva, uno mismo debe deducirla.

    «En el fondo, no es un pensador formado, es un intelectual con una penetración psicológica muy aguda, sabe muy bien a quién le habla y qué tiene que decirle. Eso hace que también a la larga termine cansando, porque es muy impactante al formular algo, causa impresión, pero no hay sustancia que se pueda tomar y ‘llenar el alma’.

    «En mi caso particular, no he podido leer a pleno ‘Amoris laetitia’. No puedo hilvanar ni ideas ni conceptos, no tiene un hilo conductor en sus formulaciones. No llega a la altura de los escritos de San Juan Pablo II, ni mucho menos de Benedicto XVI.

    «En el fondo, su pensamiento y su modo de reflexionar no hace escuela ni tiene discípulos. Fíjate en los que lo rodean: son de mediocres para abajo. Sólo brilla él, a diferencia de los otros pontífices, que se rodearon de colaboradores excepcionales, salvo alguna excepción».

    De España hay quien está de acuerdo con este análisis del lector argentino, menos en un punto:

    «Estoy de acuerdo, excepto en el punto sobre la capacidad de Bergoglio de penetrar psicológicamente las personas. Si lo supiera hacer de verdad, comprendería que las personas esperan algo más para continuar escuchándole: no un gran número de palabras juntadas de manera extravagante, sino contenidos claros y verdaderos».

    Y todavía desde Italia:

    «En una mirada de conjunto diría esto. Hay en Bergoglio un elemento formativo-cultural típicamente jesuita, orientado más a la imagen que al concepto, enfatizado por una personalidad que busca impactar más que un compartir real –en coherencia con su autoritarismo–, todo sostenido por una penetración psicológica muy aguda.

    «Pero la manera con que ha contado su vida revela una ambivalencia de fondo. Lo que es ejercicio de un poder de sugestión y de impresión es, al mismo tiempo, expresión de una personalidad no integrada, frágil, con restos de rencor mal digeridos. Las dotes políticas y psicológicas le permiten gestionar socialmente esta inestabilidad. Pero el resultado no es constructivo. Pienso que en el Papa Francisco no se pueda nunca definir de manera clara y neta –y que ni siquiera él lo sepa– hasta dónde llega el ejercicio calculado de un poder lúcidamente desestabilizador, orientado a poner en marcha ‘procesos’, y hasta donde llega, al contrario, la expresión de una personalidad como la suya, inestable y sedienta de compensaciones».

    Y por último, por ahora:

    «Por tantos rasgos, Bergoglio me recuerda a Marcial Maciel, el carismático fundador de los Legionarios de Cristo. También a él, al Papa, hay que descifrarle desde una perspectiva psicológica antes que teológica. Estoy convencido de que parte de su secreto esté en su familia de origen de la que, en definitiva, sabemos poquísimo y de la que él mismo habla poco y de manera evasiva. Me impresiona, entre otras cosas, la figura de la hermana, María Elena [en la foto], con ese aspecto de vagabunda y su extravagante manera de ser.

    Tanto Bergoglio como Maciel tienen, tenían en común una personalidad fuerte, carismática, pero de ese carisma superficial propio de las personalidades inestables. Ambos son, eran alérgicos a la profundización, al trabajo intelectual. Ambos son, eran, maestros del arte de la disimulación y con un instinto especial para aferrar los puntos vulnerables de los interlocutores y doblegarlos a sí mismos. Ambos con una energía psíquica fuera de lo común. Ambos implacables y vengativos con los enemigos, cuando son más débiles que ellos».

  3. Alfie podría ser salvado ¿Por qué Bergoglio no va a Liverpool a gritar «es una vergüenza» como hizo cuando fue a Lampedusa? ¿Por qué no llama a la reina para pedir su intervención? Por qué no va a recoger a Alfie y a su familia para llevarlos a salvo como hizo con tres familias de refugiados sirios (musulmanes) en Lesbos? Por qué no les da la ciudadanía del Vaticano y no los acoge en las estructuras del Vaticano como Pío XII hizo con tantas familias perseguidas durante la guerra? Por qué no hace desaparecer el increíble comunicado de la conferencia episcopal británica que se ha relanzado también en L’Osservatore Romano? Antonio Socci Facebook.
    Es un pastor demasiado selectivo, en sintonía con el pensamiento único. Esto lo añado yo.

  4. Juan Suárez Falcó

    “Si hablamos explícitamente de comunión para los divorciados vueltos a casar no sabemos qué lío [casino] nos van a armar. Así que no lo mencionemos directamente… Haz que las premisas estén puestas y yo sacaré las Conclusiones”.
    (Francisco al obispo Bruno Forte, Arzobispo de Chieti-Vasto, Secretario especial del Sínodo de obispos sobre la familia)

    “Típico de un jesuita”, contestó Mons. Forte, riendo…1
    He querido empezar este artículo recordando la confidencia que Mons. Bruno Forte (Arzobispo modernista y Secretario especial del Sínodo de la Familia por designación de quien viste de papa) hizo respecto de lo que le dijo Francisco durante el Sínodo y que expresa mejor que todo lo que yo pueda decir quién es realmente Bergoglio y a lo que ha venido a la Iglesia: a destruirla.

    Alguien que le dice al que maneja el Sínodo bajo sus órdenes que su estrategia y objetivo final era la de dar la comunión a los adúlteros (sin arrepentimiento), pero que no podía decirlo así abiertamente y que el plan a seguir era estratagema malvada de ocultar sus verdaderas intenciones se califica a sí mismo como un hipócrita y falso pastor, uno vestido de oveja, pero que es lobo.

  5. THE REMNANT
    Papa Francisco: un Luterano-Pelagiano
    20/04/18 6:16 PM por Christopher A. Ferrara
    Imagen: “Entonces el pobre niño, al que Bergoglio ordenó que se acercara y le susurrara al oído, fue prácticamente arrastrado hasta la silla papal, donde, ahora llorando, fue inducido a abrazar al Papa como a un Papa Noel de alguna tienda por departamentos”.

    Nota del editor: Otro número de The Remnant le trae otro diagnóstico de lo que el Papa Bergoglio ha hecho esta semana para socavar la Fe. A los lectores que se preguntan por qué debemos continuar este ejercicio, les respondemos: no tenemos otra opción en este asunto. El ocupante actual de la Cátedra de Pedro está montando un asalto determinado en cada aspecto de la enseñanza y práctica católica que encuentra desagradable, incluida la enseñanza de sus propios predecesores inmediatos sobre cuestiones morales fundamentales. En resumen, tenemos un Papa que está literalmente atacando a la Iglesia.

    Sería un abandono del deber no expresar nuestra continua oposición al programa radicalmente modernista de “un Papa dictador” que los Católicos de todo el mundo ahora reconocen “está comprometido en un esfuerzo deliberado por cambiar lo que la Iglesia enseña“, un verdadero “pastor perdido”. “Quién está engañando a su rebaño “. Ignorar al Papa Bergoglio cuando uno está en condiciones de ofrecer cualquier forma de oposición efectiva, incluso si solo es una advertencia saludable sobre sus errores, es ignorar el bien común de la Iglesia a favor de tranquilidad personal. Esto no lo podemos hacer.

    Incluso desde una perspectiva puramente periodística, ignorar la historia del ascenso del Bergoglianismo sería aún más absurdo que ignorar la historia de la II Guerra Mundial, mientras estaba ocurriendo. Y las consecuencias espirituales de lo que la Hermana Lucía de Fátima llamó “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás”, ahora claramente en curso, son infinitamente más pesadas que las consecuencias de la guerra meramente terrenal.

    Y entonces nuestra cobertura de este desastre continuo debe continuar. Hasta que se termine. MJM

    ***

    Papa Francisco: un Luterano-Pelagiano

    El Papa Bergoglio ha pasado los últimos cinco años condenando el neo-Pelagianismo, que él describe falsamente en Evangelii Gaudium (EG) como “cumplir determinadas normas o [ser] inquebrantablemente fieles a cierto estilo Católico propio del pasado[1]” o, en Gaudete et Exsultate, como “la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia[2]”. En otras palabras, para la mentalidad modernista de Bergoglio, el Pelagianismo es un fuerte apego a la doctrina católica y la liturgia – en realidad, un fuerte apego al Catolicismo como tal.

    Como gran parte de lo que dice Bergoglio en asuntos teológicos, esto es lo opuesto a la verdad. El Pelagiano, a diferencia del Católico ortodoxo, niega la existencia del Pecado Original y sostiene que el esfuerzo humano por sí solo (asistido por cualquier gracia divina que sea inherente a la naturaleza creada) es capaz de alcanzar la beatitud final. La “quinta esencia del Pelagianismo”[3], como lo observa la Enciclopedia Católica, se puede resumir en estas proposiciones:

    Aun si Adán no hubiera pecado, habría muerto.
    El pecado de Adán lo perjudicó sólo a él, no a la humanidad entera.
    Los niños recién nacidos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída.
    La humanidad entera ni murió a través del pecado o de la muerte de Adán, ni resucitó a través de la resurrección de Cristo.
    La ley mosaica es tan buena guía para el cielo como el Evangelio.
    Antes de la venida de Cristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado. [4]
    Teniendo en cuenta estas características del Pelagianismo, debería ser obvio que en realidad es el Papa Bergoglio quien tiene una visión Pelagiana de la salvación y que, como tantas de las acusaciones que lanza a otros, esta se aplica ante todo a él. Las pruebas de esto han sido abundantes en los últimos cinco años de sus declaraciones en el sentido de que ser Católico y tener la gracia de los sacramentos no hace una diferencia crucial para la salvación porque todas las “buenas personas”, incluso los ateos, se salvan sin importar en lo que crean.

    Tres ejemplos recientes, sin embargo, son suficientes para reforzar el punto.

    Primero, en Gaudium et Exsultate, leemos las siguientes proposiciones notables, para las cuales la única autoridad citada en 2,000 años de historia de la Iglesia son las propias opiniones de Bergoglio:

    “Los que responden a esta mentalidad Pelagiana o semi-Pelagiana, aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados «en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo Católico propio del pasado[5].» [citando EG]. Cuando algunos de ellos se dirigen a los débiles diciéndoles que todo se puede con la gracia de Dios, en el fondo suelen transmitir la idea de que todo se puede con la voluntad humana, como si ella fuera algo puro, perfecto, omnipotente, a lo que se añade la gracia. Se pretende ignorar que «no todos pueden todo», y que en esta vida las fragilidades humanas no son sanadas completa y definitivamente por la gracia…

    La gracia, precisamente porque supone nuestra naturaleza, no nos hace superhombres de golpe. Pretenderlo sería confiar demasiado en nosotros mismos. En este caso, detrás de la ortodoxia, nuestras actitudes pueden no corresponder a lo que afirmamos sobre la necesidad de la gracia, y en los hechos terminamos confiando poco en ella. Porque si no advertimos nuestra realidad concreta y limitada, tampoco podremos ver los pasos reales y posibles que el Señor nos pide en cada momento, después de habernos capacitado y cautivado con su don. La gracia actúa históricamente y, de ordinario, nos toma y transforma de una forma progresiva.”[6]

    Aparte de su habitual caricatura de enseñanza católica – aquí reducida al dibujo de hombre palito de que la gracia no convierte instantáneamente a los hombres en superhombres – los pasajes citados están incrustados con el pensamiento Pelagiano sobre el papel de la gracia en la vida moral. Para explicar esto, primero debo “descomprimir” el tratamiento de Bergoglio de la debilidad moral, lo que parecería contrarrestar el Pelagianismo, pero finalmente lo favorece.

    En primer lugar, por “los débiles” Bergoglio se refiere a aquellos que habitualmente cometen pecados de la carne, donde todo su pontificado ha sido un ejercicio de acomodo, particularmente en el caso de los divorciados y “casados” y otros que viven en lo que él llama “situaciones irregulares”. De hecho, el título mismo del infame Capítulo 8 de Amoris Laetitia es “Acompañar, Discernir E Integrar La Fragilidad”. Citando a Bergoglio en su entrevista de larga duración Politique et Société (pp. 249-250) (traducción del autor)

    “Los pecados más pequeños son los pecados de la carne. Los pecados de la carne no son necesariamente los más graves. Porque la carne es débil. Los pecados más peligrosos son los del espíritu. Hablé del angelismo: el orgullo, la vanidad son pecados del angelismo. Entendí tu pregunta. La Iglesia es la Iglesia. Los sacerdotes han tenido la tentación, no todos, sino muchos, de centrarse en los pecados de la sexualidad. Esto es de lo que ya te he hablado: lo que llamo moralidad bajo el cinturón. Los pecados más graves están en otro lado.”

    [Les péchés les plus légers sont les péchés de la chair. Les péchés de la chair ne sont pas forcément les plus graves. Parce que la chair est faible. Les péchés les plus dangereux sont ceux de l’esprit. J’ai parlé d’angélisme : l’orgueil, la vanité sont des péchés d’angélisme. J’ai compris votre question. L’Église est l’Église. Les prêtres ont eu la tentation – pas tous, mais beaucoup – de se focaliser sur les péchés de la sexualité. C’est ce dont je vous ai déjà parlé : ce que j’appelle la morale sous la ceinture. Les péchés les plus graves sont ailleurs.]

    Además, destruyendo otro concepto teológico para satisfacer sus necesidades retóricas, Bergoglio equipara el angelismo, que niega o minimiza la concupiscencia como si los hombres fueran ángeles, con orgullo y vanidad (aparentemente confundiendo el orgullo del Diablo y sus ángeles con el angelismo como un error teológico). De ese modo, él elimina del verdadero significado del angelismo el papel de la concupiscencia, y por lo tanto del Pecado Original, cambiándolo por la lujuria y los pecados de la carne, que él considera “los pecados más ligeros”. La Beata Jacinta de Fátima, directamente informada por la Madre de Dios, difiere con Bergoglio de Buenos Aires: “Más almas van al Infierno por los pecados de la carne que por cualquier otra razón … Se introducirán ciertas modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor. Ay de las mujeres que carecen de modestia”.

    Con estos dos puntos de vista, podemos ver cómo la complacencia de la “debilidad” en la teología Bergogliana en realidad favorece una visión Pelagiana de la moralidad. Porque si “el débil”, incluso con la asistencia de la gracia de Dios, no se puede esperar que se abstenga del adulterio y la fornicación, mientras que “el fuerte”, también asistido por la gracia, puede evitar estos pecados, como lo hacen muchos de los fieles y, para el caso, incluso muchos no Católicos, entonces lo que Bergoglio realmente está diciendo es que no es la gracia, sino la fuerza particular de la voluntad humana individual, lo que es el factor decisivo para evitar los pecados de la carne. Esa es al menos una visión semi-Pelagiana de la naturaleza humana, minimizando el papel de la gracia y exagerando el papel de la voluntad sin ayuda mientras se elimina el Pecado Original del cuadro junto con la acción de la gracia divina para superar la concupiscencia post-bautismal.

    Trayendo completa deshonra al oficio Petrino, Bergoglio sitúa a los Católicos “débiles”, que tienen acceso a la gracia de los sacramentos, a un nivel inferior de moralidad sexual que el exhibido por los protestantes evangélicos que se toman en serio el seguir el Evangelio tal como lo entienden y que imploran la gracia de Dios lo mejor que pueden sin las ayudas de la Iglesia, sabiendo que caerán sin ella. Para Bergoglio, absurdamente, a quien mucho se le da menos se espera en términos de moralidad sexual.

    En segundo lugar, de una manera claramente Pelagiana, Bergoglio aparentemente niega el papel del Bautismo en la traducción de la naturaleza humana caída, debilitada por el Pecado Original, en el estado de gracia santificante por la cual somos hechos hijos de Dios. Evidentemente, él cree que todos los hombres ya son “hijos de Dios”, sin importar lo que crean o hagan, y que el Bautismo simplemente mejora el parentesco divino preexistente de alguna manera vaga. Eso es exactamente lo que acaba de decir a un grupo de niños impresionables en una parroquia romana durante uno de esos eventos en los que utiliza preguntas preparadas por niños para propagar la teología Bergogliana, y luego exige que los niños expresen su consentimiento a sus errores de la manera de un encuentro motivacional:

    Carlotta: ¡Hola papa Francisco! Cuando recibimos el Bautismo, nos convertimos en hijos de Dios. ¿Y las personas que no están bautizadas no son hijos de Dios?

    Papa Francisco: Quédate allí. ¿Cuál es tu nombre?

    Carlotta: Carlotta.

    Papa Francisco: Carlotta. Dime Carlotta, si te pregunto de regreso: ¿qué piensas? ¿Hay personas que no son bautizadas, hijas de Dios o no hijas de Dios? ¿Qué te dice tu corazón?

    Carolotta: Sí.

    Papa Francisco: Sí. Aquí, ahora ella explica. Ella respondió bien, ¡ella tiene un don cristiano! Todos somos hijos de Dios. Todos, todos. ¿Incluso los no bautizados? Sí. ¿Incluso aquellos que creen en otras religiones, muy lejanas, que tienen ídolos? Sí, son hijos de Dios. ¿Son los mafiosos también hijos de Dios? … No estás seguro … Sí, incluso los mafiosos son hijos de Dios. Prefieren comportarse como hijos del diablo, pero son hijos de Dios. Todos, todos son hijos de Dios, todos.

    Pero, ¿cuál es la diferencia [con el Bautismo]? Dios creó a todos, amó a todos y puso conciencia en el corazón para reconocer el bien y distinguirlo del mal. Todos los hombres tienen esto. Saben, perciben lo que es bueno y lo que es saludable; incluso las personas que no conocen a Jesús, que no conocen el cristianismo, todos tienen esto en el alma, porque esto ha sido sembrado por Dios. Pero cuando fuiste bautizado, en esa conciencia el Espíritu Santo entró y fortaleció tu pertenencia a Dios y en ese sentido te has hecho más hija de Dios, porque eres hija de Dios como todos, pero también con el poder del Espíritu Santo que ha entrado adentro.

    Papa Francisco: ¿Entendiste, Carlotta? Pregunto, todos respondan: ¿Todos los hombres son hijos de Dios?

    Niños: ¡Sí!

    Papa Francisco: Las buenas personas, ¿son hijos de Dios?

    Niños: ¡Sí!

    Papa Francisco: Las malas personas, ¿son hijos de Dios?

    Niños: ¡Sí!

    Papa Francisco: Sí. ¿Las personas que no conocen a Jesús y tienen otras religiones distantes, tienen ídolos, son hijos de Dios?

    Niños: ¡Sí!

    Pobres los niños que fueron engañados para que expresen su asentimiento a este disparate herético. Si todos los hombres, sin excepción, son hijos de Dios, entonces nadie está bajo el dominio de Satanás a causa del Pecado Original, en cuyo caso la Redención sería inútil. Tampoco se puede defender a Bergoglio sobre la base de que estaba usando la frase “hijos de Dios” equívocamente para significar “creado por Dios” y que no estaba negando la enseñanza infalible de la Iglesia de que el Bautismo confiere el don de la adopción divina. Por el contrario, declara explícitamente que todos los hombres ya son hijos adoptivos de Dios y que el Bautismo simplemente hace a uno “más hija de Dios … pero también con el poder del Espíritu Santo”, sea lo que sea que eso signifique.

    La noción de que el Bautismo, de alguna manera vaga, nos hace “más” hijo de Dios que a los otros “hijos de Dios”, es decir, a toda la humanidad, es una absurda invención teológica propia del Bergoglianismo. Además, Bergoglio descuidó instruir a los niños sobre la doctrina católica de que el Bautismo y el estado de gracia santificante implican algo más que un vago “poder del Espíritu Santo”, sino la morada de la Santísima Trinidad y la consecuente divinización de los bautizados (a menos que posteriormente caigan en el pecado moral), que es todo menos un estado universal entre los hombres. Como dice el difunto, el gran padre John Hardon:

    “La Iglesia comúnmente enseña a distinguir entre la presencia de Dios y su morada interna. La morada, a diferencia de la omnipresencia, no es natural sino súper – más allá de lo natural. La morada no es universal, sino particular, muy particular. La morada no es simplemente la presencia de Dios en el mundo, sino que es la forma especial en que la Santísima Trinidad mora en las almas de aquellos que están en gracia santificante. Vemos de inmediato cuán selectiva es la morada en contraste con la omnipresencia …

    ¿Cómo explica la Iglesia esta morada? La Iglesia nos dice que la morada es única; existe solo en las almas de los creyentes que están en la amistad de Dios. Esta morada, se nos dice, viene a nosotros a través del Bautismo … Que en el análisis final es lo que hace a una persona santa, por lo que un niño recién bautizado y que ha recibido en el Bautismo la morada divina, es santo …

    La morada divina puede describirse como una intimidad especial de Dios con el alma, produciendo un conocimiento y amor extraordinarios de Dios. Solo aquellos que poseen la morada divina pueden conocer a Dios como Dios quiere ser conocido; son capaces de amar a Dios como Dios quiere ser amado.”

    En ninguna parte de la explicación Bergogliana de los efectos del Bautismo hay indicios de que remite el Pecado Original, infunde las virtudes sobrenaturales de la fe, la esperanza y la caridad, hace que el alma sea apta para que more la Trinidad en ella y por eso es la puerta de entrada a la salvación. Con el mismo Pelagio, Bergoglio parece negar que el Bautismo traduzca el alma de su estado caído al estado de adopción divina mediante el cual, si uno “persevera hasta el fin (Mateo 24:13)”, uno es salvo. No para Bergoglio, aparentemente, es la enseñanza de Cristo, de quien se supone que es el Vicario: “ El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará” (Marcos 16:16).… “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Juan 3:5).

    Es razonable preguntarse si Bergoglio incluso cree en el dogma del Pecado Original o en la enseñanza infalible de la Iglesia sobre la naturaleza y los efectos del Bautismo. No parece así, al menos no en el sentido Católico. Pero incluso si él cree en lo que la Iglesia enseña, él falló completamente en su deber de instruir a esos niños impresionables sobre el privilegio divino conferido a los recipientes del Bautismo y solo sobre ellos como hijos adoptivos de Dios.

    En tercer lugar, sin dejar dudas sobre su posición, Bergoglio empleó a otro niño en la misma ocasión para señalar que el Bautismo no es necesario para la salvación de las “buenas personas”, incluso de los ateos. Cuando un muchacho de seis o siete años llamado Emanuele fue llevado al micrófono para plantear su pregunta escenificada, estaba tan asustado que no podía hablar, por lo que Francisco lo instó vulgarmente a hacer su papel: “¡Dai! Dai! Dai! ¡Dai! “(¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!), A lo que el pequeño Emanuele respondió: “No puedo hacerlo” (Non ce lo faccio!). Entonces el pobre niño, al que Bergoglio ordenó que se acercara y le susurrara al oído, fue prácticamente arrastrado hasta la silla papal, donde, ahora llorando, fue inducido a abrazar al Papa como a un Papa Noel de alguna tienda por departamentos. Se espera que creamos que este niño de seis o siete años participó en la siguiente discusión con Bergoglio, todo mientras le susurraba al oído, que Bergoglio relató inmediatamente después:

    Tal vez todos nosotros, podríamos llorar como Emanuele cuando tenemos un dolor como el que tiene en su corazón. Lloró por su padre y tuvo el coraje de hacerlo frente a nosotros, porque en su corazón hay amor por su padre. [Como muestra el video, él estaba llorando porque estaba mortificado y aterrado.]

    Le pedí a Emanuele permiso para decir la pregunta en público y me dijo que sí. Es por eso que te diré [es decir, Bergoglio extrajo “permiso” de un niño traumatizado para revelar su embarazoso secreto al mundo entero]:

    “Hace poco tiempo, mi padre murió. Era un ateo, pero hizo bautizar a sus cuatro niños. Él fue un buen hombre. ¿Mi papá está en el cielo?”

    Qué bueno que un hijo dice de su padre: “Él era bueno”. Hermoso testimonio que el hombre le dio a sus hijos, porque sus hijos podrán decir: “Era un buen hombre”.

    Es un bello testimonio del hijo que heredó la fortaleza de su padre y, además, tuvo el coraje de llorar delante de todos nosotros [de hecho, lo habían hecho llorar por haberlo traumatizarlo]. Si ese hombre fue capaz de hacer niños así, es cierto, él era un buen hombre. El fue un buen hombre.

    Ese hombre no tenía el don de la fe, no era creyente, pero bautizó a sus hijos. Él tenía buen corazón. Y él [Emanuele] tiene dudas de que su padre, que no era un creyente, esté en el Cielo.

    Luego vino la demanda de Bergoglio de que los niños aceptaran su error:

    “Quien dice quién va al Cielo es Dios. ¿Pero cómo es el corazón de Dios ante un padre así? ¿Cómo es? ¿Cómo te parece? … ¡El corazón de papá! Dios tiene el corazón de un padre. Y ante un padre no creyente, que fue capaz de bautizar a sus hijos y hacer esa gran cosa [bravura] para sus hijos, ¿crees que Dios podría dejarlo lejos de Sí mismo?”

    ¿Piensan esto? … [solicitando la respuesta de los niños, pero solo provocando un “no” débil de algunos] ¡Fuerte, con coraje!

    Todos: ¡No!

    Papa Francisco: ¿Dios abandona a sus hijos?

    Todos: ¡No!

    Papa Francisco: ¿Dios abandona a sus hijos que son buenos?

    Todos: ¡No!

    Papa Francisco: Aquí, Emanuele, esta es la respuesta. Dios seguramente estaba orgulloso de tu padre, porque es más fácil ser creyente, bautizar a los niños que bautizarlos como incrédulos. Sin duda, esto es agradable a Dios. Habla con tu padre [apuntando hacia el cielo], reza a tu padre. Gracias Emanuele por tu valor.

    Hubiera sido una cosa si Bergoglio le hubiera dicho a Emanuele que podría tener esperanza por su padre, a pesar de su aparente falta de fe, porque Dios lee cada corazón y nadie más que Él puede conocer la disposición final de un alma, que es capaz de convertirse incluso en el momento de la muerte en respuesta a la gracia de Dios. Pero era otra cosa utilizar al niño como un apoyo para la promoción de la noción de Bergoglio de la salvación universal de todas las “buenas personas”, incluso si, como en el caso del padre de Emanuele, “no tenían el don de la fe”, sino eran “buenas personas” (como Bergoglio simplemente presume, como si pudiera leer el alma de un extraño para un niño que perdió a su padre).

    También llamativamente ausente de los consejos de Bergoglio para el niño, estaba incluso una pista de que el Purgatorio podría estar involucrado en el destino eterno del padre del niño o de cualquier otra persona que haya pasado de este mundo al siguiente. No puedo pensar en una sola referencia al dogma católico sobre el Purgatorio en las muchas declaraciones de este Papa sobre el tema de la salvación. Parecería que, para Francisco, incluso los ateos que son “buenas personas” entran directamente en la beatitud: ¡adorar a un Dios en quien nunca creyeron!

    Tanto por la enseñanza contraria de la Iglesia, reafirmada con tanta fuerza por el Papa Gregorio XVI en Mirari Vos:

    Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha[7].

    En general, Bergoglio es una especie de hiper-Pelagiano. Porque incluso Pelagio afirmó que el bautismo confiere la adopción divina y, por lo tanto, es necesario para la salvación y la remisión de los pecados personales, aunque negó el Pecado Original. Al refutar los errores de los pelagianos, San Agustín señaló que “no niegan que en esa fuente de regeneración ellos [los bautizados] son adoptados pasando de hijos de los hombres a hijos de Dios”, aunque no tenían una explicación sensata de por qué la ceremonia bautismal debe conferir el privilegio de la adopción divina si no remite el Pecado Original, produce el estado de gracia santificante, infunde las virtudes sobrenaturales y hace posible la morada de la Trinidad.

    Además, incluso para los niños, los Pelagianos defendieron que el Bautismo era necesario para entrar en el eterno “Reino de Dios” después de la muerte, pero no para la “vida eterna” como tal (es decir, sin los dolores del infierno). Para citar la Enciclopedia Católica: “Respecto al bautismo de los infantes, Pelagio afirma que les debe ser administrado en la misma forma que a los adultos, no para limpiar a los niños de un reato original, sino para asegurar su entrada “en el reino de Dios. Los niños no bautizados, estima, podrían ser excluidos del “reino de Dios” después de su muerte, pero no de la “vida eterna.[8]”

    De hecho, Pelagio se adaptó esencialmente para su sistema (tal como era), algo así como la doctrina católica sobre el Limbo, que el sínodo herético de Pistoia condenó erróneamente como una “fábula Pelagiana” a pesar de que era la enseñanza común de los teólogos. Como ha señalado el Padre Brian Harrison en estas páginas, el Papa Pío VI, reprochando los errores del Sínodo, “rechazó esta visión Jansenista del Limbo como una mera ‘fábula Pelagiana’ marcando [ese rechazo] como ‘falso, temerario e injurioso para las escuelas católicas’”. El Limbo, escribe el padre Harrison, “era la doctrina católica tradicional no una mera hipótesis. No, nunca fue definido dogmáticamente. Pero la única pregunta es si la doctrina era infalible en virtud del magisterio universal y ordinario, o simplemente ‘auténtico’”.

    Bergoglio, sin embargo, no solo prescinde del Limbo (según el pensamiento novedoso de los últimos cincuenta años) sino que, incluso más allá de Pelagio, declara que todas las personas buenas van al cielo con o sin el Bautismo u otros Sacramentos. Por lo tanto, coquetea con el anatema del Concilio de Trento:

    “CAN. IV. Si alguno dijere, que los Sacramentos de la nueva ley no son necesarios, sino superfluos para salvarse; y que los hombres sin ellos, o sin el deseo de ellos, alcanzan de Dios por sola la fe, la gracia de la justificación; bien que no todos sean necesarios a cada particular; sea excomulgado.[9]”

    Peor aún, Bergoglio va más allá de Pelagio y Lutero al declarar que incluso sin fe, las “buenas personas”, incluidos los ateos, pueden salvarse solo porque son “buenas personas”. Aquí vemos que Bergoglio logra incorporar elementos tanto Pelagianos como Luteranos en su propia mezcla teológica peculiar.

    En cuanto a Lutero, en un ejercicio de su Magisterio de Aviones, Bergoglio ha declarado infamemente que “hoy los luteranos y los católicos, los protestantes, todos estamos de acuerdo en la doctrina de la justificación. En este punto, que es muy importante, él [Lutero] no se equivocó.” Entonces, según Bergoglio, Lutero estaba en lo cierto al sostener que un cristiano se justifica solo por la fe. Pero, según el mismo Bergoglio, el no cristiano, incluido el ateo, se justifica por ser una “buena persona” con “un buen corazón”, incluso si, como dijo del padre fallecido de Emanuele, “ese hombre no tenía el don de la fe, no era un creyente”. Así tenemos en Bergoglio el increíble espectáculo del pensamiento Pelagiano-Luterano, según la audiencia a la que se dirija en el momento.

    Por otra parte – ¿quién sabe? – la semana próxima Bergoglio puede decir algo consistente con la doctrina y el dogma que negó durante su visita a la parroquia. Pero, cualesquiera que sean las intenciones subjetivas de Bergoglio, su enseñanza desordenada y contradictoria exhibe precisamente lo que San Vicente de Paúl condenó respecto de Calvino y otros innovadores (cortesía de Antonio Socci, traducción del autor):

    “Calvino, quien veinte veces negó que Dios sea el autor del pecado, en otro lugar hizo todo lo posible para demostrar esta máxima detestable. Todos los innovadores actúan de la misma manera: en sus libros plantan contradicciones, de modo que, cuando son atacados en un punto, tienen un escape listo, declarando que en otro lugar han sostenido lo contrario.”

    En resumen, según la teología del Bergoglianismo: (1) los efectos del Pecado Original no tienen importancia; (2) El Bautismo no remite el Pecado Original y libera un alma del dominio de Satanás al estado de adopción divina, sino que simplemente mejora una adopción divina universal ya existente para cualquiera que se bautice; (3) solo la fe justifica al cristiano, sin necesidad de la Iglesia y sus sacramentos, pero (4) ser una “buena persona” es suficiente para la salvación de los no cristianos e incluso de los ateos. En ese caso, ¿qué necesidad tiene alguien, creyente o no creyente, del Papa Bergoglio o la religión que presenta como auténtico catolicismo?

    Como se señaló al principio de este artículo, no podemos abstenernos de documentar el curso de este desastroso papado, como ninguno en toda la historia de la Iglesia, incluidos los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II. Tampoco podemos ignorar la conclusión obvia después de cinco años de esta locura: que la Cátedra de Pedro está actualmente ocupada por un promotor de múltiples herejías que no respeta ninguna enseñanza de la Iglesia que contradiga su mezcla idiosincrásica de piedad populista y medio cocida del Modernismo.

    Solo Dios, o tal vez un futuro Papa o Concilio, algún día podría juzgar si Bergoglio cayó de su cargo a causa de la herejía o si su elección fue válida en primer lugar. Mientras tanto, debemos hacer frente a los efectos ruinosos de este pontificado mientras oramos por su terminación misericordiosa, fracasando en la conversión de un Papa que se ha convertido en el ojo de un huracán neo-modernista que ahora se enfrenta contra la casa de la Fe.

  6. ¡ Qué pocos buenos pastores tenemos en la Iglesia Católica de hoy, con ese chupóptero, llamado misericorditis, que la está matando desde Roma ! ¡ Qué pocos alzan su voz contra el caos doctrinal, moral y litúrgico actual ! ¡ Qué pocos están dispuestos al martirio diario ! ¡ Señor, no nos dejes desamparados, mándanos buenos pastores !

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