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«Los mudos, hablan»

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Esta era una de las señales mesiánicas que estaban anunciadas: que los mudos hablarían, lo mismo que los sordos oirían y que los muertos resucitarían.

Y los mudos han hablado. Bueno, uno, el obispo de Vich, que es el Ordinario en el que la susodicha con hábito parece ser que pertenece: estar no está, pero sí pertenece.

No puedo por menos que aplaudir, al menos un poco, que el ser obispo se haya dignado abrir la boca, para salir al paso de la mamarrachadas de esta sujeta con rigoroso hábito, sin el cual no le haría caso nadie, y menos en los medios por los que se prodiga: sin el hábito no hay morbo, porque gilipolleces o herejías son de ordinaria administración, tal como están las cosas.

¿Y cómo están las cosas? Pues como las ha «despachado» -con cuatro líneas- el señor obispo de Vich: que se pueden decir públicamente herejías -negando públicamente verdades de Fe recogidas en cualquier Credo de la Iglesia Católica- y «seguir siendo católica», como si uno hubiese hablado del partido de fútbol de esta tarde. Partidazo, por cierto.

Porque, a fin de cuentas, lo que ha hecho es señor obispo ha sido «recordar la doctrina de la Iglesia», lo que, tal y como están las cosas no es poco -hay obispos que la niegan y combaten, también públicamente, y ahí están de obispos-; y ha dicho que lamenta la «confusión» que hayan podido causar las palabras de la del hábito.

O sea, que ni siquiera le ha dado un «pellizquito»: de monja, por supuesto. No se ha atrevido a más, el pobre. Lo que también demuestra, palpablemente, cómo están las cosas.

Estos señores obispos nuestros -¡qué habremos hecho: perdónanos Señor!-, tan muditos ellos y tan delicados en sus «pellizquitos» cuando ya no tienen más remedio que hablar, han olvidado que una de las «Obras de Misericordia» es -como nos ha explicado por extenso y durante todo un año el Papa-, «corregir al que yerra».

Pues lo han olvidado. Se les ha quedado tan clavado en el corazón lo de la «MIsericordia» que no han ido más allá: ni han entrado en el listado. Porque en las palabras del señor obispo de Vich, ni media corrección, oiga. Ni asomo. Ni la puntita nada más. Nada.

Con lo cual, vuelvo a la afirmación anterior: se puede ser públicamente hereje y seguir siendo católico…, hasta con hábito.

Algo así como Lutero, que siempre nos lo enseñan vestido de fraile. Si con la vuelta de los años y con las vueltas que da la vida el Lutero es un auténtico «testigo del Evangelio», ¡qué no será la susodicha -que, por cierto, chochea más que la Carmena- ¡si hasta sabe de cocina! ¡Igual fue cocinera antes que «fraila»!

O después, que me da lo mismo.

Comentarios
1 comentarios en “«Los mudos, hablan»
  1. Excelente post Pero creo saber que el Obispo ya intento anteriormente pararale los pies pues ya empezaba a ir de desfrenada y «Alguien» le impidio que le corrigiera y todo elo con el aplauso y la bendicion de Bergolio

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