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«El que siembra vientos…»

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No pretendo aprovechar la escabechina de Londres para arrimar el ascua a mi sardina, porque lo de Londres el sábado, y lo de los reiterados ataques terroristas en Europa -no solo en Siria, Irak, Afganistán y Filipinas, por poner un poner, porque podría añadir más, por supuesto-, ni son casualidades de la vida cotidiana, ni son un imponderable, ni mucho menos son nada y, aquí, tranquilidad.

O, como han estado cantando: «no tenemos miedo». Pues que guay y qué todo, y que aproveche, porque ahí, en el concierto, es muy fácil cantar, y emocionarse, y aplaudir; pero a la gente que les pilla en medio y sin saber cómo ni por qué, bien que se la ve correr, salir de estampida…, o morir haciendo de héroes porque las fuerzas de seguridad se muestran ineficaces, impotentes, torpes, desprevenidas, incompetentes…, o con las manos atadas, que también podría ser.

A la May, de nombre Theresa, se le ha escapado la verdad -seguramente de modo involuntario, pero la verdad- que todos conocíamos o, como mínimo, nos temíamos: con el islamismo ha habido mucha complacencia y, por qué no decirlo claramente: también mucha connivencia; en Europa, en Inglaterra y, en general, en el mudo occidental. Y hasta tal punto que no es que se nos hayan colado camuflados en un caballo de madera, tipo Troya; para nada: los han metido los nuestros, nuestros políticos occidentales, y les han pagado más que a los propios ciudadanos -quitándoselo a sus propios ciudadanos, no a sus suculentos sueldos de políticos-, con unos privilegios que a los ciudadanos nos cuesta mucho obtener y pagar: porque no se nos da nada gratis, pero a ellos sí.

Por pagárseles, se les paga hasta el sueldo de los imanes que van y envenenan las mentes de sus gentes y de las nuestras. Y se mira para otro lado, además.

Y se les tapan sus desmanes, como ha pasado en Inglaterra, con la red de explotación sexual de menores que se habían montado los musulmanes; la police lo sabía, pero… » a callar» les ordenaron, para no ser tachados de «islamófobos» o de «xenófobos». O como ha pasado también en Alemania y Francia. Y en Bélgica no se les detiene -a los terroristas de París, porque era de noche y, claro, se podían sobresaltar.

Ahora sí va a haber mano dura, dice May, Theresa. Como diría un clásico español, así, y a primera vista: «A buenas horas mangas verdes».

Pero lo peor es que hay ya tantos y tantos incrustados en nuestras sociedades occidentales que, sin cambiar las políticas de acogida, sin modificar las leyes tan positivamente permisivas para con ellos -porque se está discriminando «positivamente» a su favor-, sin expurgar lo que ya está dentro, y sin entrarle de verdad a los guetos o barrios en los que se han blindado…, la guerra terrorista la van a ganar ellos: los terroristas.

Y no pienso entrar al trapo de las guerras de religión porque eso no resiste ni un segundo frente a la verdad de lo que está siendo y lo que está pasando en occidente, con los millones y millones de musulmanes que viven aquí.

Tampoco pretendo decir que son todos iguales; pero esto, que no son todos iguales, son precisamente ellos los que lo tienen que demostrar…, si es que tienen interés en demostrarlo, cosa que hasta ahora no han hecho. De momento, calladitos están.

Porque no somos nosotros los que lo tenemos que demostrar. Y han pasado ya suficientes cosas como para que algo se les empezase a notar; en caso contrario, vamos a empezar a tener muy malas sospechas.

Comentarios
5 comentarios en “«El que siembra vientos…»
  1. Estimado Fray Néstor, cuando le pongan a usted de culo, mirando a La Meca, ya verá usted quién defiende de verdad la violencia. Tontico.

  2. Estamos hartos y más que hartos de este buenismo hipócrita y suicida. Los que defienden la multiculturalidad y la acogida sin límites son unos cobardes estupidos que creen que así se les perdonara su vileza. Nos avergüenza a todos esta infame actitud. Solo merece nuestro desprecio. Y quizá en algún momento, un juicio severo.

  3. Fray Nestor:
    Yo no le voy a decir a usted que no es cristiano, pero sí que es un irresponsable para con su prójimo. Esta bien que ponga la otra mejilla, pero la suya. También usted tiene el deber de evitar en lo que esté en su mano que nadie violente a su prójimo, entre los que hay mujeres y niños. Los buenos padres tienen el deber de defender a sus hijos, y los buenos gobernantes de defender a sus gobernados.

  4. Para variar el Sr. Aberasturi (me resisto a llamarle padre. No es digno de tal nombre), sigue defendiendo la violencia.
    ¿Qué ha sido de la otra mejilla?
    Usted no es cristiano.

  5. » A la May, de nombre Theresa, se le ha escapado la verdad -seguramente de modo involuntario, pero la verdad- que todos conocíamos o, como mínimo, nos temíamos: con el islamismo ha habido mucha complacencia y, por qué no decirlo claramente: también mucha connivencia; en Europa, en Inglaterra y, en general, en el mundo occidental.»
    ¿ Cuando se le escapará la verdad también a quien se empeña incluso en negarla, como es el caso, lamentablemente, de Francisco ?

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