El nuevo nuncio apostólico en España y Andora, mons. Piero Pioppo, celebró su primera Misa pública con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, patrona de España. Según informó COPE, La liturgia tuvo lugar en la Basílica Pontificia de San Miguel, en Madrid, donde el representante pontificio transmitió la “bendición y el cariño” del papa León XIV y dirigió un saludo respetuoso a los Reyes y a las autoridades nacionales.
“España, nación noble que eligió bien a la Virgen como patrona”
En su homilía, mons. Pioppo subrayó el profundo vínculo histórico de España con la Virgen María, afirmando que “España, nuestra noble nación, eligió bien a la Virgen como su patrona”. Recordó también la misión evangelizadora del país, al que definió como una “Nación de héroes que llevó la fe al mundo”.
El nuncio centró su mensaje en la figura de la Inmaculada Concepción como signo de la gracia divina. La presentó como “la cumbre de la gracia de Dios”, y explicó que, al contemplarla, los fieles encuentran la “garantía” de la acción transformadora de Dios: una gracia que “nos justifica, que nos permite pedir perdón y perdonar”.
La necesidad de paz, diálogo y estima recíproca
Mons. Pioppo insistió en que el mundo actual reclama valores firmes y espirituales:
“Hoy día hace falta paz, hace falta diálogo, hace falta estima recíproca en todo el mundo”, afirmó.
Aunque estas metas parezcan inalcanzables desde una perspectiva puramente humana, el nuncio recordó que “es posible por la gracia de Dios” construir una convivencia marcada por la justicia y el bien auténtico.
Llegada a España como servicio y aprendizaje
Procedente de Indonesia, el diplomático italiano dijo llegar al país “como un estudiante”, consciente de la hondura histórica de la Iglesia española, que “luce de la fe de los mártires de los primeros siglos, de los grandes doctores y pastores”. Subrayó que su misión será un servicio al Santo Padre y a los “hermanos y hermanas más débiles y desamparados”.
Recordó también su trayectoria en destinos considerados de misión, donde percibió una necesidad común:
“En todo el mundo hace falta de Dios, y hace falta de amor y hace falta de paz”.
Afirmó que estos anhelos encuentran su plenitud en la Virgen y, a través de ella, son accesibles para todos los fieles.
Agradecimiento y memoria personal
Al concluir la celebración, mons. Pioppo agradeció la “acogida tan cariñosa” y pidió oraciones para el servicio que ahora comienza. Compartió además un gesto personal: la Misa fue ofrecida por los profesores y superiores españoles que lo formaron, y especialmente por su predecesor, el cardenal Luigi D’Adallio, a quien definió como “un gran nuncio en tiempos no fáciles” y quien lo alentó en su vocación diplomática.
