Carta de Mrs Mildred Martínez de Prevost desde el cielo a su hijo, el Papa León XIV, en el día de su coronación papal

Carta de Miss Mildred Martínez de Prevost desde el cielo a su hijo, el Papa León XIV, en el día de su coronación papalPapa León XIV saludando al pueblo
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Por Monseñor Alberto Gonzalez Chaves.
Hijo mío:Las campanas resuenan en tu Roma y un eco de gloria atraviesa los cielos. Hoy la Iglesia entera se arrodilla en silencio mientras el Espíritu Santo, como un beso de fortaleza, posa su gracia sobre tu frente. Desde esta morada celestial contemplo tu subida hacia el altar, tus pasos firmes y tu mirada serena, y elevo un cántico de gratitud al Altísimo por el misterio que hoy se cumple en ti.¿Recuerdas, hijo, aquellas tardes en las que juntos encendíamos una vela ante la imagen de la Virgen? Tus manos pequeñas sostenían el rosario con una devoción que iluminaba mi alma. Yo veía en tus ojos la promesa de un corazón entregado, y hoy esa promesa florece ante mis ojos, como un jardín que se abre al primer rayo de sol.

No temas, hijo mío, cuando las tempestades asomen en el horizonte. El cayado que ahora sostienes es el mismo que guió a Pedro sobre las aguas, el mismo que sostuvo a los mártires en sus agonías y a los santos en sus soledades. En tus manos llevas el misterio de Cristo, el Buen Pastor, y en tu corazón la misión de apacentar Su rebaño con amor y misericordia.

El Cielo entero intercede por ti, y la Madre, María Santísima, a quien tanto amábamos en casa, extiende su manto sobre ti. Cuando sientas el peso de la cruz, recuérdaLa junto al pie del Calvario, firme y silenciosa, sosteniendo en Su regazo la promesa de la Resurrección. Allí hallarás consuelo, allí hallarás fuerza.

Desde aquí, mis oraciones son como hilos dorados que te envuelven, que te abrazan y sostienen. Elevo mi súplica a la Trinidad para que seas un faro en medio de la tempestad, un refugio para los heridos, un padre para los que buscan y un testigo de la Verdad en este mundo sediento de luz.

Hijo mío, el Cielo te contempla, y mi corazón de madre late en un susurro eterno: sé santo, sé luz, sé amor para el mundo.

Con un amor que no se apaga, porque es de madre, y es eterno, te quiere

Mamá

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