Con esa prosa magistral que caracteriza al arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz se ha pronunciado esta semana en su carta dominical contra el peligro de que el «carnaval y otras fanfarrias» nos despisten del comienzo de la Cuaresma.
«De nuevo aparecen las charangas con sus comparsas y notas de desenfado con más o menos gusto e ingenio en el carnaval de estas fechas. Es tiempo de asomamos a las cenizas y carnavales del comienzo de la cuaresma, y podría parecer que los cristianos estamos ante una pugna, con ese pulso que cada año dicen que volvemos a plantear frente a todos», comienza diciendo el arzobispo franciscano.
Monseñor Jesús Sanz Montes lamenta que algunos tratan de vender que «la cuaresma es como una especie de secular venganza de la Iglesia contra la alegría, contra la visión optimista y juguetona de la existencia. Llega la cuaresma cristiana y su mensaje sigue resultando extraño para tanta gente».
Sanz Montes afirma que «algunos organizan su correspondiente vacuna folclórica» como respuesta a la Cuaresma que se resume en «disfraces y caretas, caravanas divertidas, bacanales a medida, desenfrenos de encargo y orgías pagables con tarjeta de crédito negras o multicolor».
En su escrito semanal, el arzobispo de Oviedo invita a los cristianos a pensar en si «somos tan extraños y obsoletos de verdad».» ¿Nos embarca la Iglesia cada año a un viaje tan triste y sin final? No faltarán los que, alardeando de cuatro ideas religiosas prendidas del baúl de sus pretéritos, digan incluso: pero ¿no os ha resucitado Cristo ya? ¿A qué vienen, pues, todas estas alharacas cenicientas en las que la Iglesia se empeña cada año? Y surge casi inevitable la inevitable conclusión: que los cristianos han perdido el tren de la vida, repiten sus trasnochadas cantinelas, y sus musas son sirenas de la nada», agrega el prelado asturiano.
El arzobispo explica que los cristianos creemos que Cristo ha resucitado «pero nosotros no» por lo que nos invita a vivir «el camino cuaresmal con la alegría del evidente realismo que deja fuera cualquier hipocresía, sin disfraces ni caretas: necesitamos resucitar también nosotros».
«Creemos en una alegría que es fruto de la verdad, de la verdad de nuestra vida, porque sólo la verdad nos hace libres y nos da esa alegría que nadie nos podrá arrebatar (cf. Jn 16, 22). Por eso no nos disfrazamos en carnaval, porque tenemos bastante indumentaria con nuestra humilde realidad que reclama una verdadera y gozosa transformación», afirma Sanz Montes.
Sobre el periodo cuaresmal en el que estamos ahora inmersos, el arzobispo de Oviedo señala que «es un camino por el que volvemos a tomar el sendero que habíamos perdido, la paz que habíamos quebrado, la belleza que habíamos manchado, la bondad que habíamos embrutecido y la fidelidad que habíamos traicionado».
«Por eso, tras las fanfarrias carnavaleras, seguimos humildemente el camino que nos conduce a la luz pascual, donde la bondad y la verdad se besan, y la belleza nos quita el luto en la fiesta que no se acaba jamás», concluye la carta de Sanz Montes.
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Gracias Monseñor Sanz por estar ahí. Ya quedan pocos Obispos como Vd., leal servidor de Cristo, ni siquiera podemos confiar en Munilla que antes era un baluarte.
Lo triste de todo esto es que ya no respetan ni la cuaresma, y no me refiero a los que no comen jamón si no a los de aquí. Empieza la cuaresma, el día 5, pero en muchos sitios siguen con los carnavales, como este fin de semana en mi ciudad.
En fin, no me extraña que Dios permita lo que nos pasa y lo que vendrá, sino la 3ª G.M.
Efectivamente la Cuaresma ha caído en el olvido. Se habla lo justito de ella, pues forma parte del calendario litúrgico, pero la práctica cuaresmal apenas se practica… Sólo algunos religiosos serios la divulgan y explican, como Mons. Jesús Sanz que siempre es defensor de la verdad. Incluso si miramos este espacio de comentarios de Infovaticana vemos se queda vacío con este tema… y en cambio todos nos apresuraremos rápidamente a opinar acerca la última mamarrachada de turno. Con los años se logra comprender perfectamente aquel mensaje de la Virgen de Garabandal en 1962: «muchos Sacerdotes, Obispos y Cardenales… irán por el camino de la perdición… y arrastrarán a muchas almas…». En aquellos años esa advertencia era escándalosa, parecía impensable, hasta sonaba a blasfemia, pero con el tiempo vemos su cumplimiento.