En su última biografía, el Papa Francisco recuerda una llamada de teléfono que recibió de un obispo durante la pandemia. El prelado estaba angustiado porque no le permitían entrar en los hospitales ni en las residencias de ancianos para confesar a los enfermos y administrarles los sacramentos. “Tengo un problema —me dijo agitado—, no me dejan entrar en el hospital para confesar, ni en las residencias de ancianos, ¿qué hago?”.
Francisco, en lugar de mostrar comprensión o buscar una solución que permitiera al sacerdote ejercer su ministerio, lo califica de “algo rígido” y le ofrece una respuesta sorprendente. Le sugiere que piense en lo que ocurre en los barcos durante un naufragio: así como un sacerdote a bordo puede dar la absolución general desde la popa sin necesidad de acercarse, él también podía dar la absolución desde la entrada del hospital, desde la portería.
El obispo, aún preocupado, le pregunta: “¿Y la Comunión?”. La respuesta de Francisco no deja lugar a dudas sobre su manera de entender la Eucaristía: “Puedes entregar la Eucaristía en un sobre cerrado a un enfermero, que la suministrará”.
Ese fue el consejo del Papa al pastor que, desesperado, buscaba llevar los sacramentos a los enfermos. En vez de defender el derecho de la Iglesia a asistir espiritualmente a los moribundos, en vez de insistir en la necesidad de la presencia del sacerdote en un momento crucial, Francisco ofrece soluciones improvisadas, despojadas de toda reverencia.
La banalización del sacramento
Convertir la Eucaristía en un objeto que se puede enviar en un sobre es un síntoma claro del desprecio por lo sagrado que caracteriza a este pontificado. La Comunión no es un medicamento que se puede entregar como si fuera una receta médica. No es un objeto intercambiable que se pueda delegar a cualquiera. Es el Cuerpo de Cristo, y la Iglesia ha enseñado siempre que debe ser tratado con la máxima reverencia.
Durante siglos, los sacerdotes han arriesgado sus vidas en guerras y pandemias para llevar la Eucaristía a los enfermos, sabiendo que no es un simple símbolo, sino el centro de la vida cristiana. Pero en la lógica de Francisco, lo importante es la “adaptación”, aunque ello implique reducir el sacramento a un trámite burocrático.
Su forma de resolver el problema no solo minimiza la gravedad de la situación, sino que además ridiculiza la preocupación del obispo llamándolo “algo rígido”. En el lenguaje de Francisco, ser “rígido” es sinónimo de preocuparse demasiado por la doctrina y la liturgia. El sacerdote que se angustia por no poder confesar ni dar la Comunión en persona no es un pastor celoso de su misión, sino un obstinado que no entiende que la Iglesia debe “cambiar” ante las circunstancias.
Pero, ¿por qué esta obsesión con ridiculizar a quienes defienden la tradición y la sacralidad? ¿Por qué la insistencia en presentar la liturgia y los sacramentos como algo secundario frente a la pastoral pragmática? La respuesta es clara: en la Iglesia de Francisco, lo esencial es la asistencia social, no la dimensión sobrenatural de la fe.
Un pontificado de sumisión al mundo
Este episodio refleja algo más profundo que un simple mal consejo: es la confirmación de un pontificado que ha optado por la sumisión total al poder secular. Durante la pandemia, mientras los supermercados permanecían abiertos y los políticos seguían con sus reuniones y fiestas, la Iglesia cerró sus puertas sin resistencia. Se impidió a los fieles asistir a misa, se negó a los moribundos el derecho a recibir los sacramentos, y en lugar de luchar por la libertad de culto, Francisco bendijo todas estas medidas en nombre de la responsabilidad.
Lo más preocupante es que esta mentalidad no se ha quedado en la pandemia. La idea de que la Iglesia debe resignarse a lo que el mundo dicte, sin confrontación, sin exigencias, sigue vigente en cada decisión de este pontificado. La Eucaristía en un sobre no fue solo un gesto desesperado en un momento difícil: es el símbolo de una Iglesia que ha renunciado a su autoridad, que prefiere adaptarse a cualquier precio en vez de defender su misión con valentía.
El futuro de la fe
El cristianismo sin sacralidad, sin liturgia, sin lo sagrado, deja de ser cristianismo para convertirse en una ONG con rezos. La Eucaristía no es un trámite administrativo, ni la confesión puede ser una bendición a distancia desde una portería. Si la Iglesia olvida esto, deja de ser la Iglesia.
El episodio que Francisco narra con orgullo es, en realidad, una triste metáfora de lo que ha sido su pontificado: una fe diluida, una pastoral de la resignación, una Iglesia que ya no cree en su propio papel y que se pliega sin resistencia a los dictados del mundo. Pero la verdadera Iglesia, la que entiende que Cristo no es negociable, sigue ahí, aunque a Francisco le moleste. Y, como siempre, sobrevivirá
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Bergoglio, con sus ocurrencias y carencia de sentido de lo sagrado,
dejará la Iglesia en ruinas. HAY PRECEDENTES: esa misma «ideología» ha derruido la Compañía de Jesús.
Es evidente que su consigna es «jesuitizar» la Iglesia. El programa de su pontificado es el mismo programa de las últimas Congregaciones Generales de la Compañía, basta leer sus actas. El daño que la Compañía no logró hacer a toda la Iglesia, durante todo el generalato de Arrupe y que estaba letente desde antes, está consiguiendo hacerlo ahora, a la vista y paciencia complica de la enorme mayoría de obispos, que no cumplen con su obligación de defender el depósito de la fe, acoquinados por el carácter y los modos de hacer del Pontífice. No va a ser fácil salir de esto. La enorme cantidad de obispos religiosos y de la propia Compañía que el Papa ha nombrado por todo el mundo lo harán muy dificil.
No se prohibió a la gente solo comulgar, se les robó todo derecho y libertad hasta el de salir de sus casas, hasta el de decidir qué se introducían en su cuerpo, hasta el de negarse a introducir una sustancia sobre la que solo se dijeron mentiras y de la que no había ninguna garantía.
Ahora se niegan a pagar indemnizaciones de secuelas del pinchazo diciendo que no era obligatorio. Las narices no lo era.
Se obligó a la gente a taparse la cara, también a los niños sin ningún efecto positivo y muchos negativos. Robert Koch Institut Files. Tremendo escándalo.
Especialmente abyectos en todo esto fueron periodistas de la COPE como Antonio Naranjo o Ángel Expósito.
Y esto fue posible porque lo aceptamos como borregos.
Leí hace tiempo una historia de un pueblecito suizo (creo que en el siglo XIX).
Se desató un gran incendio en la iglesia, de madera, que amenazaba con destruirla.
Ante la ausencia del cura, los files estaban preocupadísimos por rescatar el Santísimo. Como no se consideraban dignos de tan siquiera tocar el copón, recurrieron al Alcalde, por ser la más persona de mayor dignidad, pero él tampoco se consideró digno.
Finalmente, cogieron en brazos a un niño de 5 años y él retiró el copón con el Preciosísimo Cuerpo del Señor.
Pasaron los años y llegó Pablito VI, de nefasta memoria en no pocas cosas, quien hizo realidad el sueño que el masón y luciferino Roca compartía por correspondencia con otro afamado masón: ¡Que los católicos comulguen de pie y en la mano!
A partir de ahí: cuesta abajo y sin frenos, y si en la bici va Bergo…
Más le hubiera valido a Montini que le comiera la mano un c erd o, antes que firmar “Memoriale Domini”.
¿Ve lo que pone justo debajo del nombre del autor de este artículo y de la fecha? Pone: Papa Francisco. De eso trata, no de papas muertos, cansino.
!Vete al guano, pagafantas!
Decía el Señor que unos son los que siembran y otros los que siegan.
Ellos empezaron a excavar los cimientos de la Iglesia, con mandil compás y escuadra, y este hereje viene a rematar la faena.
«El viejo mal educado hace al niño desvergonzado».
Entiendo que hay gente como tú, con muchas tragaderas, dispuesta a autoconvencerse de que Bergoglio ha surgido por generacion espontánea.
Los que ya tenemos canas, hemos visto en la iglesia comulgar en modo autoservicio, cogiendo la comunión con la mano y mojando en el cáliz.
Eso con tu amado Montini.
Por cierto, ya que se menciona en el artículo, con absolución general incluida.
Como dice la Escritura: «no hay nada nuevo bajo el sol».
Donde dice *cogiendo la comunión», debe decir: «cogiendo la Sagrada Hostia».
No interesa, pagatónicas.
Si es verdad eso que usted cuenta, que el Papa dijo, dales la absolución desde la puerta y la comunión en un sobre, es q el Papa no tiene fé. No imagino a ningún santo que se hubiera resignado a tales medidas.
La auténtica devoción a la Eucaristía nos llevará a buen puerto. Reparemos tantos sacrilegios con nuestra piedad.
Nunca había escuchado esto. Lo que sí escuché y viví (negándome a ello) fue que en el Camino Neocatecumenal dejaban en el buzón de casa al Señor en un sobre cerrado y, tú lo recogías. La Pascua de ese año fue así.
Francisco lo habrá aprendido de ahí y ellos de los jesuitas
Increíble pero cierto, los neocatecumenales hacen cosas muy escandalosas en sus misas, y lo de menos es el bailecito del final
El baile les sobra, pero ¿escandalosas? Toman al Señor bajo las dos especies: la Sangre, bebida; el Cuerpo, comido. ¿El escándalo? Si me dice la mano se equivoca. Usted puede pasarse por iglesias donde sus fieles toman al Señor en la mano. En Medinaceli lo dan como caramelo o galleta, les falta tirarla al aire y que la cojan.
Cosas de esas se han hecho en momentos difíciles, de persecución (por ejemplo, a los claretisnos de Barbastro les pasaban la Comunión como podían). Lo malo no es la idea, sino presentarla con ligereza, y, sobre todo, no haberse puesto firme con el derecho a recibir atención religiosa.
El Santísimo Sacramento en un sobre recuerda al Santísimo Sacramento en vasos de plástico, lo cual se ha visto en misas multitudinarias como las de las JMJs.
En tiempos cristianos de epidemia, los sacerdotes no dejaron de llevar el consuelo de los sacramentos a los moribundos por muy contagiosos que fueran.
Gracias, Gurpegui, por lo bien que estás desenmascarando para los lectores el nuevo libreto del mal comediante. Lástima, de todas formas, el dinero que has tenido que desperdiciar en ese bodrio…
Bergoglio puede decir, lo que decía Voltaire de sí mismo:» Yo soy un gran demoledor «
Pero aún alguien se pregunta porque hace o deja de hacer. Estamos ante una persona que no cree en la divinidad de Nuestro Señor, dicho por Scalfaro.Como va a creer en la presencia real bajo las especies del pan y el vino. Tb ha negado la
TRANSUBTANCIACION, para el permanecen el pan y el vino. Dicho por el en una audiencia general. Herejía dicha y no corregida.
Este ni cree, ni es católico, ni es papa. Que a estas alturas se trate de dar explicación desde la fe, de lo dicho o hecho, no tiene pase.
«Pagará por su pena» msj de la
Stsima Virgen en Umbe.
Por su bocaza solo suelta… Y sus acciones son las de un hombre injusto.
«Su acto de amor», es un acto del mismo demonio. Sus medidas coacción violentaron la conciencia de tantos. Ya puede ir preparando el pasaporte COVID, y esperar la respuesta de San Pedro.
Magnífica reflexión, Jaime Gupergui. Dios le bendiga.
Magnífica reflexión de Jaime Gupergui, que recoge el sentir de muchos católicos que quedamos muy defraudados y tristes ante la ausencia y la huida de nuestros sacerdotes y jerarquía durante el COVID.
Dios le bendiga.
Es un ser nefasto y diabólico. ¿Pero de qué persona fue la idea de que él ocupara la silla de Pedro? Por supuesto que el diablo no fue en persona, pero alguien inspirado por él sí fue.
¿Quién es en realidad Bergoglio?
Lo sorprendente es que mientras fue arzobispo de Buenos Aires, no se le veía el plumero, es que sencillamente no se lo veía y practicamente ni se lo oía: En muy contadas ocasiones se pronunció sobre algo, nunca en los términos y del modo en que lo hace ahora. Ser adusto, mal encarado, nada sociable ni cercano, fue siempre. Vivía solo, cuando dijo que se quedaba en Santa Marta porque el necesitaba estar en comunidad, nos miramos perplejos. Cuando iba a Roma vivía en la casa internacional del clero, no en una casa jesuita. Se sabe que ni siquiera solía visitar la Casa General. Vivió agazapado.
Magnifico artículo que recoge el sentir de muchos católicos que nos sentimos abandonados durante el COVID por nuestros OBISPOS y sacerdotes; iglesias cerradas, supresión de la eucaristía y sacramentos durante mucho tiempo… En fin… » A quién mucho se le dió más se le pedirá…»
Excelente articulo. En una anecdota se explica toda la falta de Fe y desacralizacion que se ha extendido por toda la Iglesia desde arriba a bajo.
El «Santo de los Santos», tratado como una galleta. Que Dios tenga piedad de nosotros, por estas infamias.
Me trae a la mente un personaje ficticio que suele aparecer en estas situaciones: Queca Brown.
Ahora sabemos porque no se arrodilla ante la Presencial real de Jesucristo en la Eucaristía, pero en cambio se arrodillaba ante dos presidentes africanos en un sonrojante gesto.
Cuanto menos publicidad mejor, si no se va a popularizar el método. Todo esto que está pasando es increíble. Voy a ir a la misa de los lefebrianos mañana por primera vez.