SM y Vida Nueva: Cuando despiden los progres, no hay lágrimas papales

Dicen que la Iglesia es madre y maestra. Pero hay madres y madres. Está la que cuida, protege y acoge… y luego está la que, como Editorial SM, se deshace de 123 trabajadores con más frialdad que un gobierno tecnócrata de Bruselas.

Mientras los obispos y sus medios afines como Vida Nueva claman por la “acogida incondicional” de cualquier inmigrante que pise territorio español (con los impuestos de los demás, claro), en su propia casa no hay sitio ni para los suyos. ¿Eres un trabajador de SM? Mala suerte, chato. A la calle.

Pero esto no es un despido cualquiera. No, no. Es un ERE de alta gama, con homologación judicial y todo, con el que han salvado el pellejo financiero de la editorial. Un despido inclusivo, sin discriminaciones ni exclusiones: que se queden en paro 123 familias es solo “parte del proceso de reestructuración”, como dirían en la nota de prensa.

Imaginemos por un momento que esto lo hace Vox. Sería una carnicería mediática. Habría comunicados episcopales, declaraciones de condena y lamentos en los púlpitos sobre “el sistema que deshumaniza”. Pero aquí, en este caso, los firmantes del ERE son los dueños de la “Iglesia en salida”, los mismos que pontifican sobre justicia social y dignidad laboral.

Y el Papa Francisco, ¿qué dirá? ¿Habrá llamada a los despedidos? ¿Un mensajito de compasión? ¿Una foto con lágrimas en la Casa Santa Marta? Porque cuando una multinacional malvada hace un ajuste de plantilla, el Pontífice siempre tiene palabras sobre “la crueldad del capitalismo salvaje”. Pero cuando la purga laboral viene de su propio círculo de progresaurios, el silencio es tan espeso como la bruma en la Plaza de San Pedro.

Nada nuevo bajo el sol. La doctrina social de la Iglesia, al parecer, se aplica con flexibilidad según quién pague la nómina.