En su discurso en italiano, el Papa, continuando el nuevo ciclo de catequesis: “Vicios y virtudes”, centró su meditación en el tema: ”la acedia«. (Lectura: Mt 26, 36.40-41).
La acedia o más comúnmente conocida como la pereza, «es más un efecto que una causa» ha dicho el Papa Francisco. El Santo Padre ha advertido que «cuando una persona permanece inactiva, indolente, apática, nosotros decimos que es perezosa. Pero, como enseña la sabiduría de los antiguos padres del desierto, a menudo la raíz de esta pereza es la acedia, en griego significa literalmente “falta de cuidado”».
El Papa ha alertado de que «se trata de una tentación muy peligrosa» y que «quien cae víctima de este vicio es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte».
El Obispo de Roma ha lamentado que «para quienes están atenazados por la acedia, la vida pierde su sentido, rezar es aburrido, cada batalla parece carecer de significado».
Les ofrecemos la catequesis completa pronunciada por el Papa Francisco:
[El siguiente texto también incorpora partes no leídas que se consideran pronunciadas]
Catequesis. Vicios y virtudes. 8. La acedia.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Entre todos los vicios capitales hay uno que a menudo pasa inadvertido, quizás en virtud de su nombre, que a muchos les resulta poco comprensible: estoy hablando de la acedia. Por eso, en el catálogo de los vicios, el término acedia está a menudo sustituido por otro de uso mucho más común: la pereza. En realidad, la pereza es más un efecto que una causa. Cuando una persona permanece inactiva, indolente, apática, nosotros decimos que es perezosa. Pero, como enseña la sabiduría de los antiguos padres del desierto, a menudo la raíz de esta pereza es la acedia, en griego significa literalmente “falta de cuidado”.
Se trata de una tentación muy peligrosa, con la que no se debe jugar. Quien cae víctima de este vicio es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios se le vuelve aburrida; y también los actos más santos, los que le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles. La persona empieza a lamentar el paso del tiempo y la juventud que queda irremediablemente atrás.
La acedia ha sido definida como “el demonio del mediodía”: nos atrapa en mitad del día, cuando la fatiga está en su ápice y las horas que nos esperan nos parecen monótonas, imposibles de vivir. En una célebre descripción, el monje Evagrio representa así esta tentación: «El ojo del acidioso se fija en las ventanas continuamente y en su mente imagina visitantes […] Cuando lee, el acidioso bosteza a menudo y se deja llevar fácilmente por el sueño, se frota los ojos, se refriega las manos y, apartando la mirada del libro, la fija en la pared; después, dirigiéndola nuevamente al libro, lee un poco más […]; finalmente, inclinando la cabeza, coloca el libro debajo de ella y se duerme en un sueño ligero, hasta que el hambre lo despierta y le apremia a atender sus necesidades»; en conclusión, «el acidioso no realiza con solicitud la obra de Dios»
Los lectores contemporáneos advierten en estas descripciones algo que recuerda mucho el mal de la depresión, tanto desde el punto de vista psicológico como filosófico. En efecto, para quienes están atenazados por la acedia, la vida pierde su sentido, rezar es aburrido, cada batalla parece carecer de significado. Las pasiones que alimentamos en la juventud ahora nos parecen ilógicas, sueños que no nos hicieron felices. Así que nos dejamos llevar y la distracción, el no pensar, parecen ser la única salida: a uno le gustaría estar aturdido, tener la mente completamente vacía… Es un poco como morir anticipadamente, y es feo.
Contra este vicio, del que nos damos cuenta que es tan peligroso, los maestros de espiritualidad prevén varios remedios. Me gustaría señalar el que me parece más importante y que yo llamaría la paciencia de la fe. Aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre es estar «en otra parte», escapar de la realidad, hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi «aquí y ahora», en mi situación tal como y es, la presencia de Dios. Los monjes dicen que para ellos la celda es la mejor maestra de vida, porque es el lugar que concreta y cotidianamente te habla de tu historia de amor con el Señor. El demonio de la acedia quiere destruir precisamente esta alegría sencilla del aquí y ahora, este asombro agradecido ante la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni por nadie. En la vida encontramos gente “acidiosa”, personas de las que decimos: “¡Pero este es aburrido!”, y no nos gusta estar con ellas; personas que incluso tienen una actitud de aburrimiento que contagia. Eso es la acedia.
¡Cuánta gente, presa en las garras de la acedia, movida por una inquietud sin rostro, ha abandonado tontamente el camino del bien que había emprendido! La de la acedia es una batalla decisiva que hay que ganar a toda costa. Y es una batalla de la que no se han librado ni siquiera a los santos, porque en muchos de sus diarios hay páginas que revelan momentos tremendos, verdaderas noches de fe en las que todo parecía oscuro. Estos santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomiendan, bajo la opresión de la acedia, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano y, al mismo tiempo, resistir y perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación.
La fe atormentada por la prueba de la acedia no pierde su valor. Al contrario, es la fe verdadera, la humanísima fe que, a pesar de todo, a pesar de la oscuridad que la ciega, sigue humildemente creyendo. Es esa fe que permanece en el corazón, como las brasas bajo las cenizas. Siempre permanece. Y si alguno de nosotros cae en este vicio o en la tentación de la acedia, que intente mirar en su interior y custodiar las brasas de la fe: así es como se sigue adelante.
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Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy, Miércoles de ceniza, comenzamos la Cuaresma. Los invito durante este tiempo a acompañar a Jesús en el desierto con la oración, el ayuno y la limosna, dando testimonio de la fe con alegría y humildad. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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En vez de afrontar los grandes retos de hoy, Francisco prefiere mirar hacia otro lado y hablar sólo de lo políticamente correcto, y por eso sigue sin querer hacer catequesis morales contra la ideología de género que nos la imponen por todas partes y que ha confundido a muchos católicos, ni contra el aborto, que se expande cada vez más en los sistemas legislativos, ni contra el reinicio económico que están promoviendo las élites globalistas, etc.
Francisco hace como los centinelas mudos que son reprobados en la Biblia (Is 56,10).
Tío, tu pareces mal de la cabeza. Siempre criticando. Él es un Papa ideologizado, progre, que acierta e yerra en proporción distinta de otros pontífices pero que es hombre como los anteriores. Si Francisco habla de ecología, se da sus protestantizadas etc… le caemos em cima. Si hace una catequesis sobre unos Padres también o sobre vícios y virtudes, no te gusta. El Papa en su pontificado habló más de cinco veces sobre el género en cuanto construcción cultural y colonización cultural. Pudo hablar más pero tampoco es obrigado. Recuerde que la DDF también tiene esa tarea. Si el Papa se queda repitiendo cosas, genera resistencias y cansa.
Sobre el texto: lamento que no haya mencionado que es necesario distinguir acedia y depresión. Y veo un equívoco considerar noche oscura como batalla contra la acedia. La pereza espiritual no es la noche oscura de los santos. Son casi antípodas porque la noche y la lucha suele ser preparación para una unión mística más intensa.
Don Rodrigo: Francisco no sólo calla ante el aborto y la ideología de género, sino que los fomenta cuando pronueve la Agenda 2030, la obediencia a la ONU, el pacto de educación, el globalismo, etc. Así como cuando nombra promotores de esos pecados en cargos del Vaticano (como Mazzucato o James Martin).
Si alguna rara vez ha hablado de esos temas, es sólo para disimular, y siempre de pasada, sin entrar en materia ni dar argumentos en contra.
Consejos vendo y para mi no tengo.
Pereza para contestar las Dubia, pereza para recibir al Cardenal Zen, pereza para execrar proféticamente el aborto, etcétera. ¡Ay, bergoglión!
Creo que empezó bien y terminó siendo playito, por otro lado me parece que confunde la noche oscura de los santos con la acedia.
Con respecto al tema me quedo con el padre Bojorge