Las virtudes del modelo Orbán

Orban
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(Mériadec Raffray en Valeurs Actuelles)-En diez años, Viktor Orbán ha conseguido impulsar la natalidad y los matrimonios gracias a una potente y amplia política profamilia. No todo vuelve a ser de color de rosa en el país de los húsares, pero las parejas han recuperado la confianza en el futuro.

Sí, admite Viktor Orbán ante los representantes de los medios de comunicación conservadores europeos reunidos a mediados de enero para un intercambio en su despacho del antiguo convento carmelita con vistas a la perla del Danubio: «La brecha entre Budapest y Bruselas es enorme. Y el abismo es cada vez mayor […]. Por ejemplo, en el tema de la inmigración: la mayoría de los gobiernos se preguntan cómo coexistir con una gran minoría musulmana. Hungría no tiene que plantearse esta cuestión». De hecho, la gran mayoría de los 600.000 inmigrantes contabilizados por Eurostat en el país pertenecen a la diáspora húngara, porque las autoridades han bloqueado el flujo de inmigrantes procedentes del sur. La contrapartida de esta firmeza, el primer ministro también lo sabe, es que debe ganar su lucha contra el «invierno demográfico» que azotó al país a principios de los años 80. Esta lucha se plasma en la «política familiar integral» lanzada al inicio de su segundo mandato, en 2011, y que se ha llevado adelante sin interrupción desde entonces, gracias a la confianza de los húngaros. Sus conciudadanos le reeligieron ampliamente en 2022 para un cuarto mandato consecutivo.

Desde su pico demográfico de 10,7 millones de habitantes en 1981, Hungría sufre una lenta hemorragia de sus fuerzas vivas bajo el efecto combinado de un desplome de los nacimientos y un envejecimiento de la población. En 2021, el país contaba con 9,73 millones de habitantes, el 20% de los cuales mayores de 65 años. En cuarenta años, por tanto, sin contar los fenómenos migratorios, ha perdido cerca del 10% de su población.

En sus discursos, Viktor Orbán explica lo que le impulsó a actuar: «Si las familias fracasan, si no hay hijos, entonces una comunidad nacional puede desaparecer. Quizá esto no sea obvio para un australiano, que forma parte de la gran familia del mundo anglosajón […] , pero para comunidades del tamaño de los checos, los serbios o los húngaros, es matemáticamente fácil reconocer […] que podría haber un último hombre».

Drama nacional desde la desintegración del Imperio austrohúngaro a principios del siglo XX, la disminución de la población húngara ha sido abordada por casi todos los regímenes, incluido el comunista, que en esa época se acercó a los responsables de la política de natalidad francesa. Sin embargo, tras la caída del Telón de Acero, la crisis económica y el empobrecimiento de los hogares echaron por tierra todos sus resultados.

En la actualidad, según el primer ministro, para que la política familiar surta efecto se requieren tres condiciones principales: el fortalecimiento del cristianismo en Europa, sin el cual Hungría sería una «isla aislada»; una economía floreciente que genere recursos financieros; y «mantenerse firmes». «Hemos apostado a largo plazo», insistía Katalin Novák en entrevistas antes de ser elegida presidenta de Hungría el año pasado.

Pilar de Fidesz, el partido de Orbán, en el gobierno de 2014 a 2021, esta diplomática políglota, que estudió en la Universidad francesa, ha dirigido la puesta en marcha del programa «Una Hungría familiar»: «Hace falta un enfoque familiar en todas partes. Si tratas con respeto a quienes tienen hijos y les haces sentir que son valiosos y que se valora su contribución a nuestro futuro, fomentas el sueño de tener una familia».

En este asunto, el método es tan importante como el contenido. La primera decisión del Gobierno fue consagrar el modelo de familia tradicional, con un padre y una madre, en la Constitución (2012) para protegerla de las «decisiones judiciales contrarias a la familia» o de los grupos de presión extranjeros. La segunda fue reactivar la economía para crear confianza en el futuro, sin la cual el fracaso está asegurado. La tercera (en 2014) fue separar las políticas sociales, dirigidas a los más pobres, de las políticas familiares, esencialmente universales.

Objetivo: una tasa de fecundidad de 2,1 hijos por mujer para 2030

«Nuestro objetivo», dice Victor Orbán, «es que la decisión de tener un hijo contribuya a elevar el nivel de vida». El gobierno está cosechando los beneficios de una década de esfuerzos, ayudados por un crecimiento económico constante. La tasa de natalidad ha pasado de un mínimo de 1,23 en 2011, el más bajo de la Unión Europea, a 1,55, situándose en el puesto 15 de 27 países. En 2020 nacieron más bebés (92.200) que entre 2016 y 2019, el 61% de ellos dentro de parejas casadas. El número de matrimonios -alentados como «un lugar seguro para la procreación» (Katalin Novák)- casi se ha duplicado. Al mismo tiempo, ha descendido el número de abortos (25.900) y divorcios (67.300). Y la tasa de empleo femenino ha aumentado un 13%; en un mercado laboral muy tenso por falta de mano de obra, los empresarios han podido beneficiarse.

El objetivo del gobierno es alcanzar una tasa de natalidad de 2,1 hijos por mujer en 2030. Actualmente, el número de nacimientos tiende a estancarse, al disminuir el número de mujeres en edad fértil. Pero sin las leyes profamilia de Orbán, 115.000 niños no habrían nacido desde 2010, han calculado sus expertos. El siguiente obstáculo es la financiación de esta política familiar. Asolada por una inflación galopante (26%), la economía húngara está estancada.

 

Publicado por Mériadec Raffray en Valeurs Actuelles

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
4 comentarios en “Las virtudes del modelo Orbán
  1. A ver cuándo se dan cuenta los políticos de Europa que, si no quieren que en unos años el continente en gran parte sea musulmán o con gran parte de su población sin raíces europeas, que las políticas del gobierno húngaro son positivas a medio y largo plazo.
    En lugar de políticas que fomentan el aborto, el enfrentamiento (artificial) entre sexos, el «adoctrinamiento» de los niños desde la infancia con la inestabilidad emocional que esto ocasiona, la eutanasia (la eliminación de los «no útiles o productivos») y a no tardar mucho la zoofilia y la pederastia.
    Deberían fomentar políticas muy diferentes pero parece que no está entre los objetivos del nuevo orden mundial y la ingeniería social imperante, cuyos efectos se notarán a medio plazo y, en mi opinión que puede ser errónea, se empezarán a notar pronto.

  2. Ignacio C.
    25.000 abortos en 10.000.000 de habitante
    en Hungría
    100.000abortos en 43.000.000de habitante
    España
    Tiene trabajo Orban
    España Quo Vadis

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