Concluye en Praga la Asamblea continental europea del Sínodo que ha reunido a 200 delegados en representación de las distintas Conferencias Episcopales de Europa.
Fruto de los trabajos de los ‘sinodalistas’, se ha publicado las conclusiones de esta Asamblea a la espera de conocer el documento oficial.
«Hemos vivido cuatro días de escucha y diálogo a partir de las resonancias suscitadas por el Documento de Trabajo para la Etapa Continental en las Iglesias de las que venimos. Como Asamblea Continental Europea, nos damos cuenta de que hemos tenido una experiencia profundamente espiritual a través del método sinodal», dice la nota.
Los participantes destacan que el trabajo «ha sido rico y apasionante, aunque no exento de problemas y dificultades». «Sentimos que la amamos aún más, a pesar de las heridas que ha infligido, por las que necesita pedir perdón para poder avanzar en la reconciliación, la curación de la memoria y la acogida de los heridos. Estamos convencidos de que estos sentimientos también llenan el corazón de todas las personas que se han involucrado en el camino del Sínodo 2021-2024 desde septiembre de 2021», recoge el documento.
Los representantes sinodales ponen especial énfasis en que «necesitamos amar la variedad dentro de nuestra Iglesia y apoyarnos unos a otros en la estima mutua, fortalecidos por nuestra fe en el Señor y el poder de su Espíritu».
«Queremos que esta Asamblea Continental no se quede en una experiencia aislada, sino que se convierta en una cita periódica, basada en la adopción general del método sinodal que impregne todas nuestras estructuras y procedimientos a todos los niveles. En este estilo, será posible abordar los temas en los que nuestros esfuerzos necesitan madurar e intensificarse: el acompañamiento de los heridos, el ‘protagonismo’ de los jóvenes y mujeres, el aprendizaje de las personas marginadas», reclaman los sinodalistas.
El documento resumen destaca las dos principales tensiones que se han avivado estos días en Praga. Por un lado «favorecer la unidad en la diversidad, escapando a la tentación de la uniformidad» y «la disponibilidad para acoger como testimonio del amor incondicional del Padre por sus hijos con la valentía de anunciar la verdad del Evangelio en su totalidad», en claro guiño al colectivo LGTB.
Los participantes de la Asamblea han dejado por escrito algunas prioridades sobre las que pretenden avanzar en el Sínodo 2021-2024 y que son las siguientes:
- Profundizar la práctica, la teología y la hermenéutica de la sinodalidad. Tenemos que redescubrir algo que es antiguo, pertenece a la naturaleza de la Iglesia y es siempre nuevo. Esta es una tarea para nosotros. Estamos dando los primeros pasos de un camino que se abre a medida que lo recorremos;
- Abordar la cuestión de una Iglesia todo ministerial, como horizonte de una reflexión sobre los carismas y ministerios (ordenados y no ordenados) y las relaciones entre ellos;
- Explorar las formas de un ejercicio sinodal de la autoridad, es decir, el servicio de acompañar a la comunidad y salvaguardar la unidad;
- Aclarar los criterios de discernimiento sobre el proceso sinodal y qué decisiones pertenecen a qué nivel, desde lo local hasta lo universal.
- Tomar decisiones concretas y valientes sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia y sobre su mayor participación a todos los niveles, también en la toma de decisiones y en los procesos de toma de decisiones;
- Considerar las tensiones en torno a la liturgia, para volver a comprender sinodalmente la Eucaristía como fuente de comunión;
- Promover la formación para la sinodalidad de todo el Pueblo de Dios, con especial atención al discernimiento de los signos de los tiempos con vistas al cumplimiento de la misión común;
- Renovar un sentido vivo de misión, salvando la brecha entre fe y cultura para llevar el Evangelio de vuelta al sentir de las personas, encontrando un lenguaje capaz de articular tradición y aggiornamento, pero sobre todo, caminando con las personas en lugar de hablar de ellas o para ellas. El Espíritu nos pide que escuchemos el grito de los pobres y de la tierra en Europa, y en particular el grito desesperado de las víctimas de la guerra que reclaman una paz justa.
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