El Papa ‘sueña’ con una comunicación eclesial «que no separe nunca la verdad de la caridad»

papa Francisco (Vatican Media)
|

En la festividad de San Francisco de Sales, santo patrón de los periodistas y de los escritores desde 1923, el Papa Francisco ha publicado el mensaje de la 57 Jornada Mundial de las  Comunicaciones Sociales.

Les ofrecemos el mensaje completo del Santo Padre para esta jornada:

Queridos hermanos y hermanas:

Después de haber reflexionado, en años anteriores, sobre los verbos “ir, ver” y “escuchar” como condiciones para una buena comunicación, en este Mensaje para la LVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales quisiera centrarme en “hablar con el corazón”. Es el corazón el que nos ha movido a ir, ver y escuchar; y es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora. Tras habernos ejercitado en la escucha —que requiere espera y paciencia, así como la renuncia a afirmar de modo prejuicioso nuestro punto de vista—, podemos entrar en la dinámica del diálogo y el intercambio, que es precisamente la de comunicar cordialmente. Una vez que hayamos escuchado al otro con corazón puro, lograremos hablar «en la verdad y en el amor» (cf. Ef 4,15). No debemos tener miedo a proclamar la verdad, aunque a veces sea incómoda, sino a hacerlo sin caridad, sin corazón. Porque «el programa del cristiano —como escribió Benedicto XVI— es un “corazón que ve”» [1]. Un corazón que, con su latido, revela la verdad de nuestro ser, y que por eso hay que escucharlo. Esto lleva a quien escucha a sintonizarse en la misma longitud de onda, hasta el punto de que se llega a sentir en el propio corazón el latido del otro. Entonces se hace posible el milagro del encuentro, que nos permite mirarnos los unos a los otros con compasión, acogiendo con respeto las fragilidades de cada uno, en lugar de juzgar de oídas y sembrar discordia y divisiones.

Jesús nos recuerda que cada árbol se reconoce por su fruto (cf. Lc 6,44), y advierte que «el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, de su mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca» (v. 45). Por eso, para poder comunicar «en la verdad y en el amor» es necesario purificar el corazón. Sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos que, también en el campo de la información, no nos ayudan a discernir en la complejidad del mundo en que vivimos. La llamada a hablar con el corazón interpela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e instrumentaliza la verdad.

Comunicar cordialmente

Comunicar cordialmente quiere decir que quien nos lee o nos escucha capta nuestra participación en las alegrías y los miedos, en las esperanzas y en los sufrimientos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo. Quien habla así quiere bien al otro, porque se preocupa por él y custodia su libertad sin violarla. Podemos ver este estilo en el misterioso Peregrino que dialoga con los discípulos que van hacia Emaús después de la tragedia consumada en el Gólgota. Jesús resucitado les habla con el corazón, acompañando con respeto el camino de su dolor, proponiéndose y no imponiéndose, abriéndoles la mente con amor a la comprensión del sentido profundo de lo sucedido. De hecho, ellos pueden exclamar con alegría que el corazón les ardía en el pecho mientras Él conversaba con ellos a lo largo del camino y les explicaba las Escrituras (cf. Lc 24,32).

En un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones —de las que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune—, el compromiso por una comunicación “con el corazón y con los brazos abiertos” no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a decir la verdad, y a hacerlo con caridad. A los cristianos, en especial, se nos exhorta continuamente a guardar la lengua del mal (cf. Sal 34,14), ya que, como enseña la Escritura, con la lengua podemos bendecir al Señor y maldecir a los hombres creados a semejanza de Dios (cf. St 3,9). De nuestra boca no deberían salir palabras malas, sino más bien palabras buenas «que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan» (Ef 4,29).

A veces, el hablar amablemente abre una brecha incluso en los corazones más endurecidos. Tenemos prueba de esto en la literatura. Pienso en aquella página memorable del capítulo XXI de Los novios, en el que Lucía habla con el corazón al Innominado hasta que éste, desarmado y atormentado por una benéfica crisis interior, cede a la fuerza gentil del amor. Lo experimentamos en la convivencia cívica, en la que la amabilidad no es solamente cuestión de buenas maneras, sino un verdadero antídoto contra la crueldad que, lamentablemente, puede envenenar los corazones e intoxicar las relaciones. La necesitamos en el ámbito de los medios para que la comunicación no fomente el rencor que exaspera, genera rabia y lleva al enfrentamiento, sino que ayude a las personas a reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso, la realidad en la que viven.

La comunicación de corazón a corazón: “Basta amar bien para decir bien”

Uno de los ejemplos más luminosos y, aún hoy, fascinantes de “hablar con el corazón” está representado en san Francisco de Sales, doctor de la Iglesia, a quien he dedicado recientemente la Carta apostólica Totum amoris est, con motivo de los 400 años de su muerte. Junto a este importante aniversario, me gusta recordar, en esta circunstancia, otro que se celebra en este año 2023: el centenario de su proclamación como patrono de los periodistas católicos por parte de Pío XI con la Encíclica Rerum omnium perturbationem. Intelecto brillante, escritor fecundo, teólogo de gran profundidad, Francisco de Sales fue obispo de Ginebra al inicio del siglo XVII, en años difíciles, marcados por encendidas disputas con los calvinistas. Su actitud apacible, su humanidad, su disposición a dialogar pacientemente con todos, especialmente con quien lo contradecía, lo convirtieron en un testigo extraordinario del amor misericordioso de Dios. De él se podía decir que «las palabras dulces multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones» ( Si 6,5). Por lo demás, una de sus afirmaciones más célebres, «el corazón habla al corazón», ha inspirado a generaciones de fieles, entre ellos san John Henry Newman, que la eligió como lema, Cor ad cor loquitur. «Basta amar bien para decir bien» era una de sus convicciones. Ello demuestra que para él la comunicación nunca debía reducirse a un artificio —a una estrategia de marketing, diríamos hoy—, sino que tenía que ser el reflejo del ánimo, la superficie visible de un núcleo de amor invisible a los ojos. Para san Francisco de Sales, es precisamente «en el corazón y por medio del corazón donde se realiza ese sutil e intenso proceso unitario en virtud del cual el hombre reconoce a Dios» [2]. “Amando bien”, san Francisco logró comunicarse con el sordomudo Martino, haciéndose su amigo; por eso es recordado como el protector de las personas con discapacidades comunicativas.

A partir de este “criterio del amor”, y a través de sus escritos y del testimonio de su vida, el santo obispo de Ginebra nos recuerda que “somos lo que comunicamos”. Una lección que va contracorriente hoy, en un tiempo en el que, como experimentamos sobre todo en las redes sociales, la comunicación frecuentemente se instrumentaliza, para que el mundo nos vea como querríamos ser y no como somos. San Francisco de Sales repartió numerosas copias de sus escritos en la comunidad ginebrina. Esta intuición “periodística” le valió una fama que superó rápidamente el perímetro de su diócesis y que perdura aún en nuestros días. Sus escritos, observó san Pablo VI, suscitan una lectura «sumamente agradable, instructiva, estimulante» [3]. Si vemos el panorama de la comunicación actual, ¿no son precisamente estas características las que debería tener un artículo, un reportaje, un servicio radiotelevisivo o un post en las redes sociales? Que los profesionales de la comunicación se sientan inspirados por este santo de la ternura, buscando y contando la verdad con valor y libertad, pero rechazando la tentación de usar expresiones llamativas y agresivas.

Hablar con el corazón en el proceso sinodal

Como he podido subrayar, «también en la Iglesia hay mucha necesidad de escuchar y de escucharnos. Es el don más precioso y generativo que podemos ofrecernos los unos a los otros» [4]. De una escucha sin prejuicios, atenta y disponible, nace un hablar conforme al estilo de Dios, que se nutre de cercanía, compasión y ternura. En la Iglesia necesitamos urgentemente una comunicación que encienda los corazones, que sea bálsamo sobre las heridas e ilumine el camino de los hermanos y de las hermanas. Sueño una comunicación eclesial que sepa dejarse guiar por el Espíritu Santo, amable y, al mismo tiempo, profética; que sepa encontrar nuevas formas y modalidades para el maravilloso anuncio que está llamada a dar en el tercer milenio. Una comunicación que ponga en el centro la relación con Dios y con el prójimo, especialmente con el más necesitado, y que sepa encender el fuego de la fe en vez de preservar las cenizas de una identidad autorreferencial. Una comunicación cuyas bases sean la humildad en el escuchar y la parresia en el hablar; que no separe nunca la verdad de la caridad.

Desarmar los ánimos promoviendo un lenguaje de paz

«Una lengua suave quiebra hasta un hueso», dice el libro de los Proverbios (25,15). Hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz allí donde hay guerra; para abrir senderos que permitan el diálogo y la reconciliación allí donde el odio y la enemistad causan estragos. En el dramático contexto del conflicto global que estamos viviendo, es urgente afirmar una comunicación no hostil. Es necesario vencer «la costumbre de desacreditar rápidamente al adversario aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso» [5]. Necesitamos comunicadores dispuestos a dialogar, comprometidos a favorecer un desarme integral y que se esfuercen por desmantelar la psicosis bélica que se anida en nuestros corazones; como exhortaba proféticamente san Juan XXIII en la Encíclica Pacem in terris, la paz «verdadera […] puede apoyarse […] únicamente en la confianza recíproca» (n. 113). Una confianza que necesita comunicadores no ensimismados, sino audaces y creativos, dispuestos a arriesgarse para hallar un terreno común donde encontrarse. Como hace sesenta años, vivimos una hora oscura en la que la humanidad teme una escalada bélica que se ha de frenar cuanto antes, también a nivel comunicativo. Uno se queda horrorizado al escuchar con qué facilidad se pronuncian palabras que claman por la destrucción de pueblos y territorios. Palabras que, desgraciadamente, se convierten a menudo en acciones bélicas de cruel violencia. He aquí por qué se ha de rechazar toda retórica belicista, así como cualquier forma de propaganda que manipule la verdad, desfigurándola por razones ideológicas. Se debe promover, en cambio, en todos los niveles, una comunicación que ayude a crear las condiciones para resolver las controversias entre los pueblos.

En cuanto cristianos, sabemos que es precisamente la conversión del corazón la que decide el destino de la paz, ya que el virus de la guerra procede del interior del corazón humano [6]. Del corazón brotan las palabras capaces de disipar las sombras de un mundo cerrado y dividido, para edificar una civilización mejor que la que hemos recibido. Es un esfuerzo que se nos pide a cada uno de nosotros, pero que apela especialmente al sentido de responsabilidad de los operadores de la comunicación, a fin de que desarrollen su profesión como una misión.

Que el Señor Jesús, Palabra pura que surge del corazón del Padre, nos ayude a hacer nuestra comunicación libre, limpia y cordial.

Que el Señor Jesús, Palabra que se hizo carne, nos ayude a escuchar el latido de los corazones, para redescubrirnos hermanos y hermanas, y desarmar la hostilidad que nos divide.

Que el Señor Jesús, Palabra de verdad y de amor, nos ayude a decir la verdad en la caridad, para sentirnos custodios los unos de los otros.

Roma, San Juan de Letrán, 24 de enero de 2023, memoria de san Francisco de Sales.

FRANCISCO

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
20 comentarios en “El Papa ‘sueña’ con una comunicación eclesial «que no separe nunca la verdad de la caridad»
  1. Francisco manipula las palabras. No hay caridad sin verdad. Por eso San Francisco de Sales predicó la verdad y porque hizo proselitismo convirtió a miles de calvinistas a la religión católica. Si San Francisco de Sales hubiera seguido el ecumenismo del Papa Francisco, con su absurda teoría de que no hay que convencer a los demáa cristianos, entonces el obispo de Ginebra no hubiera logrado esas conversiones.

    1. ¡Verdad sacerdote! El Papa replica a Romano Amerio y Benedicto XVI que comentan sobre los Padres de la Iglesia. «La Caridad sin la verdad es sólo sentimentalismo – Benedicto XVI». Madre teresa lo sabia, porque decia que la mayor desgracia de la India es no conocer a Cristo. Sin embargo, el Papa desvía de la frase para adaptar su ideología mundana y afirmarse moralmente superior e inflamar su ego.

      1. Entrevista de la madre Teresa con la revista Time el año 1989 – ¡Ella ama todas las religiones!:
        “Time: ¿Qué piensa del hinduismo?
        “Madre Teresa: Yo amo todas las religiones, pero estoy particularmente enamorada de la mía. Sin duda alguna. Eso es lo que tenemos que demostrarles a ellos. Al ver lo que hago, se dan cuenta de que estoy enamorada de Jesús”36.

        Me tranquiliza esta respuesta y me da serenidad a la vez. Pongo esta cita para que sirva de contraste con lo que, según el Inspector Wadson, decía Madre Teresa del Hinduismo en India.

        1. Preguntada la Madre Teresa en una entrevista por, según ella, cuál era el peor mal de nuestro tiempo, contestó: «…el peor mal de nuestro tiempo es la Comunión en la mano.” (The Wanderer, 23 de marzo de 1982). ¡Cómo se ve que cogemos la citas que queremos! Sobre lo de que amó todas las religiones: ¿amaba también las precolombinas con los sacrificios humanos? ¿Amaba el Islam, que niega que Cristo es hijo de Dios y por lo tanto conforme a I Juan 2:22 sus seguidores son anticristos? ¿Amaba el actual judaísmo talmúdico, descendiente de la sinagoga de Satanás, que sostiene lindezas como que la Santísima Virgen era pu*a; engendró a Jesús, adulterando y durante la menstruación, con un soldado romano llamado Pantera; que Cristo practicaba la magia negra y murió apedreado y después fue ahorcado; y que ahora está en el infierno en medio de estiércol hirviente?
          Eso le pasa por leerse herejías como la Mostrar Aetate.

          1. tranquilo. Era sólo una cita.

            Respecto a los que creen las barbaridades que has puesto, ciertamente tienen dif´ícil ir al cielo…vamos…que no van si no se convierten.

            dónde vienen esas barbaridades del judaísmo talmúdico?

          2. Busque, infórmese de que es el Talmud (no lo que dicen los judíos que es); cuántos procesos ha tenido la Iglesia contra el Talmud y cuántas veces lo ha quemado públicamente; qué opinan del Talmud pensadores católicos como Leonardo Castellani , etc. Yo le puedo pasar las citas directamente pero, cúrreselo usted un poquito, así entenderá usted, por ejemplo, porque cuando el Señor pone a prueba a la mujer sirio fenicia le dice que «no se debe dar el pan de los hijos a los perros». De entrada eche un ojo al siguiente libro publicado en 1892: «El Talmud desenmascarado» del
            Rev. Iustinus Bonaventura Pranaitis. Sacerdote católico romano; Maestría en Teología y Profesor de la Lengua Hebrea en la Academia Eclesiástica Imperial de la Iglesia Católica Romana en el Viejo San Petersburgo.
            IMPRIMÁTUR San Petersburgo, 13 de abril de 1892 KOZLOWSKY ARZOBISPO METROPOLITANO DE MOGHILEFF».

          3. Si le parece mucho para empezar, lea el artículo de «Octavio da Cunha Botelho, Universidade Federal de Uberlândia (UFU) | UFU · Instituto de Filosofía (IFILO): «Jesús en el Talmud».
            Al final del artículo tiene biografía sobre el asunto.

    2. San Agustín dijo aquello de que
      “In dubiis libertas, in necesariis unitas, in omnia charitas”,
      Esto es, también en la duda o en asuntos controvertidos hay que practicar la caridad, la cual no se vincula necesariamente a la verdad en todo caso.

      1. ¿De dónde deduce usted de una frase de San Agustín, sacada de contexto, que la caridad no se vincule a la verdad? Menuda imaginación. Y qué poco uso de la lógica: no hay, ni puede haber, caridad en la mentira. ¿Por qué le gusta a usted tanto llevar la contraria siempre? Parece que a usted la fe y la moral católicas le gustan poquito y siempre tiene que buscar tres pies al gato y poner la guinda (y siempre erróneamente).

  2. En lo de escuchar cordialmente seguiremos su ejemplo con el Obispo Livieres, al que se negó a recibir, mientras que recibió encantado al ejemplar Maradona y algún jugador de fútbol con su barragana actriz erótica, con la que se hizo fotitos cogido de la cintura.
    Precisamente porque Jesús nos dijo que el árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos, y que por los frutos los conoceremos, te conocemos a ti, y conjugando los verbos ir, ver y escuchar, te decimos algunos: qué bueno sería para la Santa madre Iglesia verte IR, donde no te volviéramos a VER, y no te volviéramos a ESCUCHAR decir las herejías que dices. Lo digo desde la caridad (amor a Dios sobre todas las cosas por ser quien es y al prójimo como uno mismo por amor a Dios) en la verdad (Cristo, al que tú niegas, pero sin las lágrimas de Pedro), porque fuera de esas razones el señor Bergoglio ni me va ni me viene.

  3. No hay caridad sin verdad, ni verdad sin caridad. Pero cada vez que hemos defendido la Verdad con paciencia y caridad, se nos acusa de ser la «Iglesia aduana».

  4. Iba a decir lo mismo que «sacerdote»: La Verdad nunca va separada de la caridad. El lenguaje del Papa no es catellano. Se lia y nos lia.

    1. La lengua de Francisco SÍ es el castellano, es la única lengua que conoce; parece ser que tuvo que hacer cursos acelerados para aprender italiano cuando fue elegido. En su casa y en su familia siempre se había hablado castellano de argentina, digamoslo así, el italiano solo se lo habría escuchado a su abuela italiana y tendría una ligera idea, nada más, pero el castellano ha sido y es su única lengua de referencia, aunque sea el castellano argentino, llamado lunfardo o algo asi……….Quiero decir, que el problema de este sujeto no radica en la lengua, la cual conoce y practica perfectamente; el problema es su maldad intrínseca que le hace decir esas barbaridades las cuales forman parte de su ideario particular desde tiempos remotos.

    1. Sí, hoy he leido en alguna parte una maldad que tiene su miga…. Dicen que lo primero que hizo Cristo al comenzar su vida pública, fue invitar a 12 proselitos a que le siguieran. Y, para mas «inri», los 12 eran judios.
      A dia de hoy, esto seria anatema en el Vaticano

  5. Lo que el Papa afirma en el titular de la noticia lo veo coherente con la praxis habitual del Vaticano en los últimos tiempos, es decir, comportarse con muy poca caridad con quienes defienden la verdad. De este modo se une la falta de verdad a la falta de caridad.

  6. Con el tiempo la sinodalidad se convertirá en parlamentarismo puro y duro. Es el sueño de los modernistas copiar el modelo revolucionario liberal e implantarlo en la iglesia. Mucho se ha avanzado, ahora con el sínodo se ha impuesto la soberanía popular para que cada uno diga la sandez que le parezca, y después de todas las patochadas que se digan en la asamblea de analfabetos se sacará una nueva doctrina. La Verdad revelada quedó obsoleta. Dice Francisco que eso será maravilloso, que lo guiará el Espíritu Santo, una comunicación cuyas bases sean la humildad en el escuchar y la parresia en el hablar, que no se separe nunca la verdad de la caridad. Un proceso que llevará a la iglesia al tiro de gracia. Algunas veces pienso cuando habla, que ha sido abducido por los marcianos, otras que está colocao flipando en colores y otras que se le fue el perol. No creo que sea malo, es que no da mas de si.

    1. No cabe duda que la Sinolidad es el caballo de troya por el que nos quieren meter el progresismo, la T de la Liberacion y el 2030, todo junto . Pensar que desde el Vaticano solo nos pueden venir cosas buenas, pertenece al pasado.

  7. Una pregunta: Cuál Papa? Que yo sepa el Santo Padre Benedicto XVI reposa en la mansión de los muertos…
    Complemento: Hay varios impostores mequetrefes que se hacen pasar por primera autoridad en la Iglesia…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles