(Lorenzo Bertocchi en Il Timone)-«Las víctimas, y la Iglesia también, merecen justicia, pero no justicialismo». El presidente de la Conferencia Episcopal italiana (CEI), el cardenal Matteo Zuppi, comenta el primer informe de la Iglesia italiana sobre los abusos.
«El dolor por el mal causado y por el escándalo está siempre presente: por el mal que sufrieron las víctimas y por el veneno de la desconfianza que el escándalo vierte sobre las relaciones entre las personas y hacia la Iglesia. Sin embargo, nos queda el camino que estas cifras pueden marcar para erradicar una obscenidad repugnante»; así comienza la conversación con el cardenal Matteo Maria Zuppi. presidente de los obispos italianos, pocos días después de la publicación del primer informe de la red territorial para la protección de menores y personas vulnerables en las diócesis italianas, sobre el fenómeno de los abusos perpetrados en la Iglesia. Estamos en diciembre y el arzobispo de Bolonia, pero romano de Roma, como se suele decir en la capital, que estuvo primero muchos años en el barrio de Trastevere y después en Torre Angela, en la periferia, accede sin filtros a responder a nuestras preguntas sobre un tema escabroso y resbaladizo al mismo tiempo.
Las cifras de un drama
El primer informe se presentó el 18 de noviembre en Roma, tal como se prometió al término de la asamblea de la CEI, en mayo. Desde luego, algunas tareas requieren más tiempo, pero el compromiso es no escapar a ninguna de las investigaciones iniciadas. Algunos han interpretado el hecho de que los resultados no fueran presentados por el presidente como un distanciamiento de la investigación: «En realidad no estaba previsto y responde a un aspecto técnico y profesional, por lo que era justo que lo explicara alguien que tiene toda la competencia para hacerlo y, sobre todo, para contestar a las preguntas con todo detalle, como debe ser. Desde luego, ¡no hemos intentado ocultarlo! La verdad es un bien, aunque sea dolorosa».
El dossier presentado analiza los años 2020-2021 y se refiere al trabajo de los servicios diocesanos establecidos tras la publicación de las Directrices de 2019. Las cifras hablan de 89 víctimas (61 menores), que denuncian casos de abusos -la mitad recientes, la otra mitad del pasado- llevados a cabo por 68 presuntos agresores. No se trata solo de sacerdotes (30) y religiosos (15), sino también de laicos (23), como profesores de religión, sacristanes, animadores de oratorio o de campamentos de verano, responsables de asociaciones, directores de oficinas de la curia, catequistas y presidentes de organizaciones sin ánimo de lucro. El siguiente paso, como ya anunció el propio Zuppi el pasado mes de mayo, poco después de ser elegido al frente de la Conferencia Episcopal italiana, será otro trabajo más amplio de recopilación y análisis de los datos que custodia el dicasterio para la Doctrina de la Fe «para los expedientes abiertos de 2000 a 2021»: los últimos veinte años, desde que todos los obispos del mundo están obligados a comunicar a la Santa Sede las denuncias que han recibido sobre abusos sexuales a menores cometidos por clérigos. El tratamiento de estos datos requiere más tiempo. Además, con los datos del primer informe, también se dio a conocer el número de expedientes, 613, con denuncias de abusos sexuales en la Iglesia, que podrían haber ocurrido varias décadas antes, enviados por las diócesis italianas al dicasterio vaticano en los últimos veinte años.
El drama de esta lacra, que se manifiesta en su horror en el seno de la Iglesia católica desde hace al menos veinte años, no admite excepciones. Porque en primer lugar están las víctimas y, después, los numerosos “pequeños”, por utilizar un término evangélico, cuya fe ha sido destruida por el despreciable escándalo suscitado por esta historia, que desgraciadamente corroe el mundo católico, desde Estados Unidos hasta Alemania, desde Francia hasta España, por citar solo algunos países en los que diversos informes han sacado a la luz abundantes cifras y casos en los últimos años. También surge, a veces, la sospecha de algún que otro prurito anticatólico, que impulsa al mundo mediático a meter a todos en el mismo saco y termina, de alguna manera, abusando por segunda vez, no solo de las víctimas, sino también de los muchos que, dentro de la Iglesia, intentan cada día ser auténticos testigos de caridad y esperanza. Las víctimas de todo esto son la justicia y la verdad. «El único consuelo en relación a estos primeros datos, por decirlo de alguna manera, es que lo que hemos puesto en marcha», explica Zuppi, comentando el primer informe italiano, «es decir, los Servicios de Protección de Menores y Personas Vulnerables, los Centros de Escucha y las Directrices, van en la dirección correcta, la de la prevención». Pero el mal permanece y no debe ocultarse. «Desgraciadamente son resultados dolorosamente esperados y desgraciadamente previstos», añade el cardenal, «aún así, en su dramatismo son una referencia muy importante porque son datos reales que deben dar lugar a ulteriores análisis y decisiones. El hecho positivo es que se trata de una imagen realista que ya no pertenece al género de las proyecciones o hipótesis de trabajo, sino que es un punto de partida concreto».
Seriedad de investigación y ningún compromiso
Hay quien, sin embargo, acusa a la Iglesia italiana de detener las investigaciones al año 2000, señalando el riesgo de que se siga ocultando, mientras que, como dice la investigación estadounidense, fue entre los años 70 y 90 cuando se produjeron la mayoría de los abusos. El cardenal Zuppi responde que «la elección de realizar un informe a partir del año 2000 es solo una cuestión de seriedad de investigación, porque para ese período es posible recoger datos de forma más precisa, mientras que retroceder en el tiempo resulta mucho más complejo para una reconstrucción exacta. Es a partir de principios de la década del 2000 cuando podemos contar con procedimientos que nos permiten tener una visión mucho más nítida; me parece un periodo relevante y válido a fin de evitar interpretaciones diferentes y equívocas». E inmediatamente después añade: «No obstante, me gustaría decir que todas las denuncias anteriores al año 2000 se toman en serio, evidentemente; por consiguiente, desde este punto de vista, no hay fecha límite para escuchar y hacer justicia: para nosotros no hay prescripción. No queremos eludir el juicio sobre esos años; repito, dondequiera que haya o hubiera denuncias, esas -y todas- son y serán escuchadas».
El cardenal no quiere dejar zonas opacas. «La primera preocupación», subraya, «es para las víctimas y la justicia, así que no hay compromisos ni encubrimientos. No hay que hacer justicialismo, que por el contrario es peligroso, porque es sumario y confunde el indispensable discernimiento con la opacidad. Hay que hacer justicia y haremos todo lo posible para que así sea. Esta es nuestra primera preocupación y solo así podremos reconstruir una relación de confianza».
El caso de las acusaciones formuladas contra Benedicto XVI -de las que habla con valiente y ejemplar honestidad personal, pero también subrayando que «no soy un mentiroso» y manteniendo la voluntad de aclarar- no oscurece en absoluto el hecho de que fue el propio Joseph Ratzinger quien, más que ninguno, inició en la Iglesia una profunda lucha contra los abusos. Y la acción del papa Francisco se basa precisamente en los cimientos puestos por su predecesor. «En primer lugar», afirma Zuppi a Il Timone, «me gustaría subrayar que las investigaciones que hemos llevado y llevaremos a cabo se realizan no solo para las víctimas, sino también para la Iglesia, que también es víctima. Las víctimas nos recuerdan la confianza traicionada y, en cierto modo, es precisamente la Iglesia la que no puede aceptar que sus representantes la traicionen de esta manera».
En resumen, la Iglesia quiere ser parte activa de esta operación de justicia y ella misma es, en cierto sentido, también víctimas de abusos. «Ya no podemos ocultar la lentitud y los retrasos, incluida la dificultad para enfocar el fenómeno y la complicidad, pero cuando dicen que la Iglesia no es capaz de juzgarse a sí misma», explica Zuppi, «yo respondo que sí es capaz de hacerlo, porque de no ser así significaría que la Iglesia no tiene los anticuerpos para protegerse de distorsiones como la pedofilia y cualquier otro tipo de abuso. Desde luego pedimos y seguiremos pidiendo ayuda. Todos los profesionales, que han sido elegidos por su experiencia y no por complacencia, nos ayudarán a crecer. Como todas las realidades que presentan este tipo de problemas, la Iglesia tiene un interés primordial en dotarse de las herramientas necesarias, pero no puede abdicar de sí misma».
Rigor canónico y responsabilidad
A este respecto, recordemos que el derecho canónico no solo considera delitos los cometidos contra menores, sino que contempla la posibilidad de suspensión y reducción al estado laical de los clérigos para todos los llamados pecados contra sextum, en referencia precisamente al sexto mandamiento: «No cometerás actos impuros». Sin querer obviar la justicia civil, le pregunto a Zuppi si cree que un cumplimiento más rápido y transparente de la justicia canónica ayudaría a resolver el drama de los abusos. «Por supuesto», responde sin dilación. «Hay abusos que conciernen a personas vulnerables, incluso mayores de edad, abusos perpetrados contra mujeres y religiosas; en general, el fenómeno debe ser perseguido también con rigor canónico. Es necesaria una mayor maduración del clero y de los responsables eclesiásticos, tanto en sentido de responsabilidad, como de control».
Le pregunto entonces si cree que existe un problema con la maduración de la afectividad en los seminarios. «Creo que también en este caso», responde, «la labor de prevención debe ser especialmente cuidadosa, y en este sentido las Directrices son muy precisas. También entiendo que en los últimos años, en los seminarios, ha habido una mayor concienciación al respecto, pero es uno de los muchos elementos que esperamos acaben con el fenómeno de los abusos; aunque no es el único, por supuesto. No debemos olvidar que la debilidad humana acompaña a todas las realidades en las que hay seres humanos y, por tanto, en este sentido también a la Iglesia».
«La obra del tentador»
El origen próximo del mal, de este mal en particular, dice el cardenal, «varía». «A veces -dice- se trata de situaciones de patologías personales, algunas son debilidades de las que la persona se vuelve en cierto modo esclava y otras son abusos de poder. También será interesante comparar nuestro trabajo de investigación con otros análisis similares de situaciones abusivas en realidades no eclesiásticas, porque, por desgracia, sabemos que tenemos que hacer justicia y arrepentirnos, pero este fenómeno afecta a muchas otras realidades».
«Pero Eminencia -le pregunto al final- ¿qué decir de este misterio del mal que golpea a la Iglesia?». «La Iglesia siempre está acechada por el gran tentador; sabemos también que cuanto más la Iglesia es ella misma, más experimenta la fuerza del mal que quiere ofenderla y mancharla. Este misterio del mal nos lleva a buscar constantemente la fuerza de la Iglesia, que es confiar en Cristo y en el amor de Dios. La Iglesia debe luchar siempre contra el espíritu del mal, permaneciendo fiel al amor que el Señor le ha confiado. Es la Iglesia sin mancha, pero que también estará siempre marcada por nuestro pecado. Debemos combatirlo, no ocultarlo. Amamos a la Iglesia tal como es, porque genera a Jesús y nos genera a nosotros como cristianos. Todos debemos esforzarnos por ser dignos de Ella».
Publicado por Lorenzo Bertocchi en Il Timone
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana
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Hay un abuso con el tema de los abusos. Se atribuye sistemáticamente a la Iglesia, cuando los abusos están en todos los estamentos sociales; se exageran laa cifras; se conculcan principios del derecho como la presunción de inocencia (véase el triste caso del cardenal Pell que era inocente); se tiende a eliminar la prescripción del delito sin tener en cuenta la conversión de los que cometieron ese pecado; y se aplican penas demasiado severas (en comparación con otros pecados o delitos).
La Iglesia ha de ser misericordiosa en todo, también con este asunto, y no le ha de hacer el juego al mundo.
Frecuentemente el abusado pierde la fe. Es demasiado severa la pena para el abusador?
Usted se encontraría muy incómodo con las penas del Código de Derecho Canónico de 1917. Es evidente que el laxisisimo CDC de 1983 favoreció el encubrimiento, el traslado de abusadores de colegio en colegio para q sigan haciendo de las suyas etc que fue pauta normal.
Esta claro que el mundo odia la Iglesia y amplifica todo lo que la pueda dañar, razón de más para poner las medidas adecuadas para casi extirpar este mal, que es muy inferior a otras comunidades, pero no se puede acusar al mundo de su malicia y seguir en nuestra poltrona misericordiosa sin cambiar nada
Este pajarraco no sólo le hace el juego al mundo,
este se está postulando ya al trono.
Qué autoridad moral tiene un s.vza que escribe el prólogo al libro del sodomita y homosexualista P. Martin SJ?
Usted siempre tan indulgente con esos pecadillos clericales…
Eso no son «pecadillos clericales», sino justo lo contrario: sin entrar en las falsas denuncias, los pocos que los cometen lo hacen a pesar de ser clérigos (no por serlo) y contra la castidad que voluntariamente aceptaron cuando se ordenaron (a lo que nadie les obligó). Dicho lo cual, sorprende que usted sea tan indulgente con otros «pecadillos clericales» y no se le haya leído nada al respecto en noticias sobre, por ejemplo, James Martín, SJ o los sinodales alemanes, por ejemplo (que además está relacionado, si tanto le preocupa la castidad clerical).
Cuando digo «pecadillos clericales» no digo que sean exclusivos del clero, sino que el tipo ese que funge de sacerdote por aquí es muy indulgente cuando los que los perpetran son clérigos. Que no sean muchos clérigos los que los cometen —¡solo faltaba, Mari Carmen! ¿Hay que darles las gracias— no significa que sean pecados monstruosos que, cometidos por personas consagradas, se agravan. Y da verdadera repugnancia ver al que funge de cura y a sus monaguillos quitarles importancia.
Por otro lado, has vuelto a caer en el viejo error de pensar que todos los que critican tus desvaríos o los de tus cuentas afines somos rojos modernistas a favor del mareconesmo de Yeims Martin o de los obispos heréticos alemanes.
«Cuando digo «pecadillos clericales» no digo que sean exclusivos del clero»
Da igual lo que diga: no dice que sean exclusivos del clero, pero usted no condena los actos homosexuales, que los sinodales alemanes están empeñados en que la Iglesia acepte como moralmente lícitos (lo cual es imposible), y estos «pecadillos clericales» que acabo de señalarle tampoco son «exclusivos del clero». Por tanto, mi afirmación es cierta: usted es muy indulgente con según qué «pecadillos clericales», ante los cuales no dice ni mú (quien calla otorga).
«da verdadera repugnancia ver al que funge de cura y…»
Lo que da verdadera vergüenza es lo pésimo que es usted trolleando y los disparates que escribe (siempre los mismos). A usted lo que le causa repugnancia es la fe católica, como ha demostrado en todas sus intervenciones a lo largo de años. Y no sólo con este nick. ¿Verdad que me entiende «histericvs»? Cualquier día se va a llevar una buena sorpresa.
Si no estuvieras para encerrar te darías cuenta de que tu forma de argumentar es absolutamente demente y sectaria: «Si no nos doras la píldora a mis «sacerdotes» comentaristas y a mí, entonces estás a favor del Sínodo alemán y del gayer Martin». No eres más que un patético zumbado que no termina de asimilar que no le dejaran ordenarse y que juega a ser Torquemada en blogs. No eres nadie, no te debo ninguna explicación. Puedo decir que el tío ese que funge de cura por aquí es lamentable cuando rebaja la gravedad de los pecados clericales contra el sexto sin tener que pedirte permiso ni perdón. Espabila.
Y sí, claro que me suena «histericvs», como me suena «boomericvs» (mi favorito) o «lunaticvs» o «catohólicvs» u «oligofrenicvs». Todos esos nombrecillos te los he puesto yo con mi nick, y me alegro de que otros comentaristas también los utilicen. Probablemente lo harían menos si no demostraras lo mucho que te fastidian.
«Si no nos doras la píldora a mis «sacerdotes» comentaristas y a mí…»
Con esa forma de razonar, se entiende lo de «histéricvs» y demás idioteces infantiloides: además de ignorante y no saber escribir, es un inmaduro con muy poquitas luces.
«No eres más que un patético zumbado que no termina de asimilar que no le dejaran ordenarse»
Y usted todo un «vidente»: jamás he querido ordenarme, además de que usted no sabe si estoy casado y con 9 hijos. Además de un chalado que usa diferentes nicks para «reforzar» sus ridículas creencias (o increencias), es, simplemente, es un bocazas.
«Y sí, claro que me suena «histericvs», como me suena «boomericvs» (mi favorito) o «lunaticvs» o «catohólicvs» u «oligofrenicvs». Todos esos nombrecillos te los he puesto yo con mi nick»
¿Y se siente orgulloso? Seguro que hasta se le cae la baba presumiendo de tamaña hazaña.
«me alegro de que otros comentaristas también los utilicen»
No lo hacen.
«lo mucho que te fastidian»
¿Fastidiarme sus neurosis e infantilismo? Lo dicho: está usted hecho todo un «vidente». Y como además cumple con uno de los requisitos para serlo (ser inculto hasta cotas estratosféricas), debería ir pensando en poner consulta, aunque intuyo que se va a morir de hambre.
La persona que se esconde bajo los nicks Cofrade y Pedro Antonio (y no sólo: también Edu, Juan Nadie, etc.), es la misma, y ya ha demostrado su catadura moral y lo loco que está. «Soy tan ingenioso que todos los supuestos comentaristas heterodoxos que aparecen por aquí, me copian el infantilismo de cambiar los nicks ajenos». Sí, sí: y los mismos giros idiomáticos y frases enteras, por lo visto:
Fulanito (persona a la que ataca) + «no es más que» + algo que considera negativo («un jubilado», «un patético zumbado») + «que no termina de aceptar/asimilar» + una situación que considera mala, atribuyéndosela a la persona a la que ataca. Ejemplo:
COFRADE, 10 enero, 2023 a las 3:04 am:
«Muller NO ES MÁS QUE un jubilado QUE NO TERMINA DE aceptar su triste situación».
PEDRO ANTONIO, 15 enero, 2023 a las 10:15 pm:
«NO ERES MÁS QUE un patético zumbado QUE NO TERMINA DE asimilar que no le dejaran ordenarse y que juega a ser Torquemada en blogs».
Está usted necesitadísimo de un exorcismo, troll. Eso es evidente. Pero sacarle al demonio del cuerpo no va a ser suficiente, pues está usted realmente de psiquiátrico (más que por las cosas que dice -que también-, por las que hace).
Este tío se ha quedado hasta las tres y media de la mañana comparando comentarios LOL
¿Sus tres y media de la mañana, dice? ¿En qué huso horario estoy yo, troll? No creo que le cueste mucho saberlo: como es usted «vidente»…
Igual se creía que cubría tan bien sus huellas que se necesitaba hacer un sesudo estudio comparativo, ¿no? ¡Pero si es usted de lo más descarado! No hace falta ni remontarse años: bastan sus últimas deposiciones. Total: siempre dice las mismas idioteces, comete las mismas faltas ortográficas, usa las mismas gracietas pueriles y, como ve, la misma forma de expresarse, poniendo no sólo las mismas expresiones y giros idiomáticos, sino las frases calcadas. Por más que finja siempre se le van a escapar, aunque intente evitarlo. Y como además no es usted demasiado inteligente…
Conclusión: exorcismo y psiquiatra, por ese orden. Si no, lo suyo no tiene cura.
Un subnormal que quisiera extirpar lo antes posible los abusos en la Iglesia, muy inferiores a cualquier otra comunidad, lo primero que haría sería poner policías antuhomosexualidad en seminarios, conventos y demás. Pero el Zuppi ni menciona la homosexualidad, porque nos toman el pelo. Y de Dios nadie se ríe. Los abusos seguirán aumentando, Francisco se rodea y protege a abusadores.
Habla del mayor número de abusos en los 70 y 90. Tengo claro que son castigos de Dios por papados ignominiosos en este aspecto. Pero la verdad tampoco la quieren oír los fanáticos de Pablo vi, JP2 y algo de BXVI. Casi todos rechazan la verdad completa en este asunto, salvo los tradicionalistas. Seguirá el flagelo
También estoy de acuerdo en que la Iglesia debe ser misericoediosa en todo. De ahí, que entiendo, que hubo cierta prudencia en cuando a la denuncia de los primeros casos, al mismo tiempo que, por tratarse de un delito tan repugnante, muchos, mínimamente normales, ni siquiere se lo creíran.
Pero, hay explotación, del mundo, hay…aunque Ella , también actualmente, no se merece la Protección de Dios.
Si los abusos fueran una lacra de la Iglesia y tan numerosa como dicen los enemigos de Cristo, todos conoceríamos víctimas, y sin embargo, a pesar de llevar muchos años como sacerdote, nunca he conocido ningún caso. Y la inmensa mayoría de católicos no conoce ninguna víctima. Por tanto la consecuencia lógica es pensar que se trata de un bulo para difamar a la Iglesia.
Prueba de que son bulos, el suceso de «los romanones» de Granada.
¿Qué paso con los acusadores? ¿Cómo se limpio la honra de los difamados?
Eso de que “la inmensa mayoría de los católicos no conoce ninguna víctima” es indemostrable. Le hago la pregunta que alguno suele hacer por aquí ante afirmaciones como la suya: ¿y usted cómo lo sabe? ¿nos ha preguntado a todos los católicos del mundo para elaborar un juicio como ese?
Los abusos a menores -sean cuantos sean- constituyen un pecado muy grave; quien los lleva a cabo tiene en su contra que ya Nuestro Señor Jesucristo aconsejara la muerte para su autor, de modo que, sin anticipar en ningún caso el juicio Divino sobre sobre aquél, siempre he sostenido el máximo rigor en las sanciones, por supuesto respetando la presunción de inocencia y sin defender la pena de muerte. Quizá una muy larga estancia en prisión facilite una reflexión serena y una contrición perfecta para un arrepentimiento futuro. Nada menos que está en juego la condenación eterna.
Afirmo que la inmensa mayoría de católicos no conoce ninguna víctima, porque hablo con mucha gente, y cuando ha salido este tema, todos coinciden en decir que no conocen de cerca ningún caso de abusos, y que los únicos que conocen es por los medios de comunicación.
Y por cierto, en el día del juicio de Dios, no me gustaría estar en el lugar de los periodistas que publican esos supuestos casos para atacar al Cuerpo Místico de Cristo.
«Eso de que “la inmensa mayoría de los católicos no conoce ninguna víctima” es indemostrable»
No, no es indemostrable. El propio sentido común lo demuestra. Lea más abajo.
«Le hago la pregunta que alguno suele hacer por aquí ante afirmaciones como la suya: ¿y usted cómo lo sabe? ¿nos ha preguntado a todos los católicos del mundo para elaborar un juicio como ese?»
Por alusiones, le contesta el «alguno que suele hacer por aquí» esas preguntas: hago esas preguntas retóricas cuando se hacen afirmaciones indemostrables, tipo: «todos los fieles aman a Francisco». Como amar a alguien es algo subjetivo, habría que preguntar uno por uno para poder hacer tal afirmación, lo cual es imposible de hacer. En cambio, afirmar que la mayoría de los católicos no conocen directamente casos de abusos no es imposible de demostrar, puesto que para saber que existen alguien los tiene que denunciar, y las denuncias se contabilizan, y contabilizadas hay…
…poquísimas, por lo que, por estadística y por pura lógica, es imposible que la mayoría de los católicos conozcan casos de abuso. Lo mismo que si dijera que la mayoría de los católicos no conocen directamente a una persona que les haya tocado la lotería. ¿Por qué? Porque, por estadística, hay muy poca gente a la que le toque la lotería y es imposible que la mayoría conozca a esas personas.
«Los abusos a menores -sean cuantos sean- constituyen un pecado muy grave»
Naturalmente. Y los abusos a mayores, que son los mayoritarios, también (caso Zanchetta, por ejemplo). Tenga en cuenta que, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito familiar, en el ámbito clerical son rarísimos los abusos a niños pequeños pre-púberes: los abusadores homosexuales que los cometen, que son la práctica totalidad, los prefieren ya creciditos para satisfacer su instinto (homo)sexual, aunque sean menores (un bigardo de 17 años, con 1,90 de altura y 80 kg es…
…un menor, pero aunque físicamente sea un hombre, psicológicamente aún no lo es y es más fácil de manipular, coaccionar y amenazar para que guarde silencio, que si fuera un adulto de la misma edad que el «abusador», que lo que quiere ocultar suele ser: que práctica sexo pese al celibato y que es homosexual. De ahí que recurra a «menores» que biológicamente no lo son (y conste que doy una explicación, no una justificación, que no la tiene). Casos de abusos de niños pequeños, son muy raros entre los ya raros de por sí casos de abusos.
«.. ya Nuestro Señor Jesucristo aconsejara la muerte para su autor»
Ese pasaje y esa enseñanza del Señor no se refiere a los niños per se, sino que toma a éstos de ejemplo, ya que son el caso perfecto de inocencia espiritual, para su enseñanza sobre la gravedad del «escándalo» (procurar la ruina espiritual del prójimo), que, como he dicho, no es algo exclusivo de los niños.
Hay personas que escandalizan más y usted no se queja de ello (más bien al contrario).
Donde dice: «procurar la ruina espiritual del prójimo»,
debe decir: «provocar la ruina espiritual del prójimo» (causarla).
Por desgracia los casos de abusos no denunciados existen y esos no constan en ningún registro oficial. En todo caso, coincidimos en la gravedad del pecado, como cualquier persona de bien, entre las que incluyo a todo comentarista de esta web hasta que se demuestre lo contrario.
He querido subrayar que, haya pocos casos, muchos o regulares, el pecado es grave y repugnante, más aún que una agresión cualquiera porque se trata de niños.
Y eso que ha afirmado usted al final de que “hay personas que escandalizan más y usted no se queja de ello (más bien al contrario)”, simplemente no es verdad y no lo puedo aceptar. El hecho de no comentar una noticia -y recuerdo habérselo dicho hace no mucho tiempo, como también que usted me respondió que tomaba nota de ello- no implica que disienta de lo que dice acerca de ella. A veces simplemente es que no he tenido tiempo de leer la entrada y no me he podido formular un juicio (SIGUE)
(CONTINÚA)
…acerca de ella, pero como no soy masoquista, resulta evidente que para leer muy frecuentemente tanto las entradas como sus comentarios es porque coincido y asumo sustancialmente el contenido de la web.
«Por desgracia los casos de abusos no denunciados existen y esos no constan en ningún registro oficial»
A ese tipo de afirmaciones es a lo que suelo preguntar»¿y usted cómo lo sabe?». Porque su afirmación no es que no la demuestre la estadística, sino tampoco la lógica: ¿es ontológicamente necesario que existan abusos? No. Por lo tanto, es una afirmación gratuita: como no tiene por qué haberlos (no es necesario que los haya, pues perfectamente puede no haberlos y el mundo sigue girando), si no hay constancia, no existen (salvo en su «intuición»: algo subjetivo y, por tanto, indemostrable).
«En todo caso, coincidimos en la gravedad del pecado»
Hombre, ¡faltaría más! Incluso en los casos en que se sabe que se ha encubierto, el encubridor no lo hacía porque le pareciera bien, sino porque ante los hechos consumados pretendía, acertada o equivocadamente, evitar otro mal (el escándalo, que algunos fieles pierdan la fe, o el ataque injusto…
…a la Iglesia, por ejemplo) que, de producirse, no evitaba el anterior, que es irreversible, pues no se puede evitar que pase lo que ya ha pasado.
«He querido subrayar que, haya pocos casos, muchos o regulares, el pecado es grave y repugnante, más aún que una agresión cualquiera porque se trata de niños»
Naturalmente que lo es, pero ya le he dicho que no es porque se trate de niños, porque la mayoría no lo son, sino por el escándalo y el abuso en sí mismo que supone la superioridad debida a la edad, el cargo, etc. (aunque se trate de adultos, como el caso de seminaristas, susceptibles de ser víctimas del escándalo).
«El hecho de no comentar una noticia -y recuerdo habérselo dicho hace no mucho tiempo, como también que usted me respondió que tomaba nota de ello- no implica que disienta de lo que dice acerca de ella»
No he dicho que le parezcan bien otros escándalos más frecuentes, más graves y provenientes de personas que aumentan…
…dicha gravedad: sólo que no he leído sus quejas (un hecho constatable), sin entrar en sus motivos (que sólo sabe usted).
Se utiliza el tema de los abusos para degradar y destruir la Iglesia católica, es muy evidente. Y los masones que están dentro de ella, buena cuenta hacen del tema para seguir en la destrucción. Pero luego hay curas herejes promocionando lo gay, y esos son muy bien tolerados por la sociedad progre globalista (y por Bergo, como no). En fin…