Como anunció el martes el servicio secreto nacional SBU, se han presentado cargos contra el metropolitano de la ciudad de Tulchyn, en el oeste de Ucrania, cerca de la frontera con la República de Moldavia. Según los informes, podría enfrentarse hasta ocho años de prisión.
Según los investigadores, se dice que el metropolita Jonathan (73) distribuyó folletos entre los creyentes en los que «pidió la toma del poder y un cambio en las fronteras estatales de Ucrania». También publicó textos en apoyo de la ocupación rusa y sus «crímenes de guerra» en un sitio web de la iglesia. Los funcionarios confiscaron varias pruebas en su apartamento y en las salas de la iglesia.
Según el portal ucraniano lb.ua, el presidente Volodymyr Zelenskyy revocó la ciudadanía ucraniana del metropolitano a fines de diciembre, junto con otros doce clérigos de la iglesia. Todavía no hay confirmación oficial de esto. Según el portal, Jonathan es cercano al patriarca ortodoxo ruso Cirilo I, quien aboga se ha mostrado partidario del ataque de Rusia contra Ucrania.
Desde el otoño, el servicio secreto ha estado realizando redadas dirigidas contra la Iglesia Ortodoxa, que se separó del Patriarcado de Moscú en mayo. El Consejo de Seguridad y Defensa Nacional decidió en diciembre congelar los bienes de 14 obispos durante cinco años. También se les prohibió realizar ciertas transacciones comerciales. A pesar de la guerra, se dice que se pusieron del lado de Rusia. La mayoría de ellos trabajan en áreas de Ucrania ocupadas por tropas rusas.
Hay dos iglesias ortodoxas en competencia en Ucrania. El gobierno apoya a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (OKU), fundada en 2018 con la ayuda del Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Zelensky actúa como un dictador despótico que persigue a los que no piensan como él.
Y esto no es nuevo, sino que basta ver los crímenes de guerra que desde hace años lleva practicando contra la población del Donbass.
Como contestaron a Felipe II los teólogos de Salamanca, con Melchor Cano a la cabeza, ante las hostilidades del Papa: «cuando el Papa se pone el casco se quita la tiara». A Clemente VII le partió la cara Carlos I, y poco le hizo, tenía que haberlo ahorcado, después de que el sinvergüenza se aliara con el francés contra España, aún a sabiendas de que el francés, con tal de debilitar a España, estaba aliado con el turco enemigo de la cristiandad (se han encontrado cañones turcos que llevaban la flor de lis). Luego Carlos I mucho paripé y mucha manifestación de pesar por el saqueo de Roma, pero ya se encargó él de que Roma la saquearan mayoritariamente tercios alemanes a los que les resbalaba la excomunión papal.