Los obispos españoles lamentan que «familias que se dicen cristianas se opongan a la vocación de sus hijos al sacerdocio»

Asamblea Plenaria obispos españoles abril 2022
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La Iglesia celebra el viernes 30 de diciembre la Jornada de la Sagrada Familia este año con el lema, “La familia, cuna de la vocación al amor”. La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida es la encargada de editar los materiales para este día, que incluye un folleto para orar en familia esta Navidad.

Además, los obispos españoles ha publicado un mensaje para esta jornada poniendo en valor el núcleo familiar como lugar primordial donde han de surgir las vocaciones futuras de jóvenes que quieran entregarse por entero a Dios.

Les ofrecemos la carta completa:

«LA FAMILIA, CUNA DE LA VOCACIÓN AL AMOR»

Mensaje para la Jornada de la Sagrada Familia 2022

30 de diciembre de 2022

En esta fiesta de la Sagrada Familia nos acercamos a contemplar de la mano de la Virgen María y de san José el misterio del Dios encarnado por amor a nosotros, pidiéndoles que nos ayuden a descubrir la familia como lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación al amor.

En estos momentos en los que atravesamos un invierno vocacional, no solo en referencia al sacerdocio y a la vida consagrada, sino incluso al matrimonio cristiano, estamos convencidos de que buena parte de esta crisis está producida por la pérdida de la cultura vocacional, ese “humus” en el cual el planteamiento de la vida como vocación resulta algo normal.

Ante esta situación, no queremos instalarnos en una queja estéril que contempla pasivamente este ocaso de las vocaciones, precisamente porque estamos convencidos de que la felicidad de cada persona pasa por el descubrimiento y vivencia en plenitud de la vocación que Dios ha soñado para ella desde toda la eternidad. Recordemos que «El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo redentor […] revela plenamente el hombre al mismo hombre» [1].

La familia, célula vital de la sociedad y de la Iglesia, es fundamental en la formación de los niños y jóvenes que en un futuro serán llamados a abrazar una vocación concreta, partiendo de la base de la vocación bautismal. Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia. Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera el derecho que tienen los padres de trasmitir a sus hijos una educación conforme a sus valores y creencias.

A la luz de las claves que el papa ofrece en la exhortación Christus vivit queremos dar algunas pautas importantes para el discernimiento de la vocación y reflexionar sobre la educación en familia para facilitar a los hijos el proceso de discernimiento de la vocación.

1. En primer lugar, queremos reafirmar que la familia es el ámbito privilegiado para escuchar la llamada del Señor y para aprender a responderle con generosidad, por ser el ámbito en que uno es amado por sí mismo, no por lo que produce o por lo que tiene. Es evidente que aquellos que han colaborado con Dios a engendrar vida son los que mejor pueden ayudar a los hijos a reconocer la voz del que es la Vida.

2. Un aspecto esencial es la educación en la fe de los hijos. Facilitará mucho que los padres tengan presente que esta vida es un peregrinar hacia el cielo. En familia es donde mejor pueden aprender de manera sencilla y espontánea esa relación con Jesucristo vivo, como el miembro más importante de la familia, a quien se consultan los temas importantes, a quien se le confían todas las situaciones, a quien se le pide perdón cuando hemos fallado. La oración en familia es un medio privilegiado para aprender a tratar con este amigo que nunca falla, así como la participación frecuente en los sacramentos.

3. Del mismo modo, se debe cuidar la formación en las virtudes para que los llamados puedan dar su sí generoso al Señor y mantenerse fieles a este sí. De manera particular, deberán ser forjados en la virtud de la fortaleza para poder ir contracorriente frente a esta sociedad del bienestar que invita a disfrutar del momento presente sin pensar en los demás y sin pensar en las consecuencias de nuestras acciones. Esta formación también incluye la afectividad y la sexualidad en el ámbito más amplio del amor verdadero.

4. También es capital la experiencia de encuentro con Cristo vivo, con quien se puede tener una verdadera relación de amistad, aprendiendo a escuchar su Palabra y a reconocer su voz por medio del discernimiento, ya que «especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento» [2]. Para que el discernimiento pueda ser adecuado debe estar abierto a la posibilidad de consagrarse a Dios en el sacerdocio o en la vida consagrada.

5. Una idea que los padres deben tener muy presente en la formación de sus hijos es que «no somos dueños del don sino sus administradores cuidadosos» [3]. El episodio de la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo nos muestra cómo también san José y la Virgen María fueron dolorosamente purificados para que pudieran acoger que, estando ellos encargados de custodiar a su Hijo, Jesús debía estar en las cosas de su Padre.

6. Los padres deben enseñar a sus hijos a reconocerse como don, lo que reclama de ellos hacer una verdadera ofrenda de los hijos, renunciando a la posesión. Aun cuando los padres lo puedan ver muy claro no pueden romper la libertad de los hijos ni su modo de dar respuesta al Señor. Los padres deben acompañar a los hijos en este discernimiento, pero no tomar las decisiones por ellos. Una tarea que deben realizar los padres es iniciar a los hijos en el discernimiento en la vida diaria.

7. Una clave muy importante que debe tenerse presente es considerar la vida como ofrenda porque «nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda» [4]. El proceso de la iniciación cristiana debe ayudar a nuestros jóvenes a descubrir la riqueza contenida en la vocación bautismal, desde esta perspectiva de la ofrenda de la vida. Es bueno recordar que «la misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo» [5].

8. Como decía el papa Francisco en la misa de clausura del X Encuentro Mundial de las Familias: «la Palabra de Dios nos muestra el camino: no preservar a los hijos de cualquier malestar y sufrimiento, sino tratar de transmitirles la pasión por la vida, de encender en ellos el deseo de que encuentren su vocación y que abracen la gran misión que Dios ha pensado para ellos» [6]. Esto implica que los hijos deben ser forjados en el camino de las virtudes, especialmente en la caridad. Cubrir todas las necesidades no es lo mismo que cumplir todos los deseos. Además, la familia no es una célula aislada en sí misma, a la que no importa lo que sucede alrededor. Esta dimensión caritativa empieza en la familia ampliada, cuidando especialmente a los abuelos y a los mayores, pero debe estar abierta a las necesidades de los demás.

9. Partiendo de que no se puede amar lo que no se conoce, sería muy deseable que el conocimiento de las diversas vocaciones esté presente en la familia. Gestos sencillos como invitar al sacerdote de la parroquia a visitar la casa o hacer una visita a una comunidad de personas consagradas, facilitarán que en el horizonte vital de los hijos aparezca con naturalidad plantearse si el Señor les puede estar llamando a una especial consagración. En cuanto a la vocación al matrimonio, «el mejor modo de ayudar a otro a seguir su vocación es el de abrazar la propia vocación con amor fiel… no hay nada más estimulante para los hijos que ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia como una misión, con fidelidad y paciencia, a pesar de las dificultades, los momentos tristes y las pruebas» [7]. Pongamos mucho empeño en instaurar una cultura vocacional, que cale en las familias cristianas. Es llamativo que familias que se dicen cristianas se opongan a la vocación de sus hijos al sacerdocio o a la vida consagrada o que les pidan que prioricen su futuro profesional, postergando la llamada del Señor.

10. Como Iglesia, tenemos la misión de acompañar las familias que viven en nuestras comunidades. Por eso es tan importante ayudar a crecer a cada familia. También a las que están en las periferias, tanto materiales como existenciales. Acercarnos a las familias que viven la marginación y la pobreza; tener muy presentes a las familias migrantes; no dejar a un lado a las familias que han sufrido la separación y el divorcio.

Pidamos a la Sagrada Familia de Nazaret impulso misionero para mostrar la belleza de la vocación del amor a la que todos y cada uno hemos sido llamados.

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Comentarios
14 comentarios en “Los obispos españoles lamentan que «familias que se dicen cristianas se opongan a la vocación de sus hijos al sacerdocio»
  1. Estos obispos son unos traidores. La Iglesia, con el Papa Francisco a la cabeza, está inmersa en una grave apostasía, de la que este documento es un ejemplo más. Y digo esto porque es inadmisible que mientras la ideología de género está destruyendo la familia, estos sucesores de Judas abandonen a Cristo y miren hacia otro lado, no queriendo decir ni una palabra sobre el tema.

    1. Por el fondo y la forma que escribes, es evidente que la Navidad no ha llegado a tu corazón.
      Calificar de «traidores» a los obispos porque no escriben sobre el único tema que a tí te interesa es un poco fuerte. Lo digo porque el documento habla de otro tema, la vocación sacerdotal que, curiosamente, a tí no te merece el más mínimo comentario.
      Señalar que son «apóstatas» por tu solo juicio personal es, cuando menos, temerario.

      1. La CEE se entretiene hablando de cosas que todo el mundo sabe y que hoy no constituyen la base del problema de las vocaciones, ya que la verdadera causa es la falta de fe.
        Y mientras, tanto estos obispos cobardes, guardan silencio sobre el verdadero problema de las familias de hoy, que es la ideología lgtbi, que invade las escuelas con su adoctrinamiento, que presiona a través de grandes empresas y que impone su injusticia con leyes infames.
        El truco de esos malos obispos es muy viejo y consiste en distraer la atención con cosas que son ciertas, (pero no las más graves ni muy frecuentes) para no hablar de aquello que les incomoda y que es lo verdaderamente necesario y urgente.

        1. Esos obispos hacen como si un médico de urgencias que recibiera a un grave accidentado en carretera, llamara al odontólogo porque observara que el paciente tiene una caries y mientras tanto descuidara la atención urgente y vital que requiriera ese paciente.

    2. Esto de las vocaciones es una puñe tera estafa como todo lo que hacen en la nueva iglesia conciliar ahora sinodal.
      ¿Qué las familias impiden las vocaciones de los hijos? Eso es un bulo como el concilio pastoral es otro bulo del demonio.
      La vocación de esta gente consiste en una comedura de olla a menores de edad a los que ellos proponen y deciden otorgarles o retirarles una supuesta vocación sobrenatural que ellos mismos fabrican aprovechando la estupidez mental a ciertas edades.

      1. ¿Vocaciones para qué, si todos se salvan con su libertad religiosa que Dios ha dado?
        Como no les ha salido bien el tinglado, el problema ahora son las familias que son muy malas y no les dan los hijos ni dan dineros para engrosar el modernismo. Porque ellos nunca han hecho nada malo.

    3. Ciertamente, es evidente que miran hacia otro lado y evitan criticar todo lo que PSOETA diga que está bien. Es triste esta deriva progre, cobarde y anticristiana de la jerarquía eclesiástica española…

  2. Aquí el que se opone a la vocación de sus hijos al sacerdocio es el Padre eterno, por la pésima formación que se da en los Seminarios. De haber sacerdotes malos vale más que sean pocos. Que los obispos den a los candidatos al sacerdocio una sólida y ortodoxa formación en la doctrina católica así como una sincera piedad y las vocaciones florecerán como setas. ¿Qué se habían pensado, que Dios es tonto?

  3. «La familia, célula vital de la sociedad y de la Iglesia, es fundamental en la formación de los niños y jóvenes».

    Y las clases de religión en la enseñanza pública y la catequesis en vuestras diócesis. No hace mucho, en los comentarios de una noticia en un periódico de Ceuta, sostenía quien afirmaba ser catequista, que la fiesta musulmana del sacrificio del cordero es un sacramento. En la fiesta de primera comunión de una niña la pregunte: «¿estás contenta?, ¿sabes lo que has recibido al comulgar? R: «sí, una especie de galleta reseca que está asquerosa y parece que te estás comiendo un billete». No voy a decir la diócesis porque a algunos se le caerían los palos del sombrajo.
    Menos cartitas pastorales que no se leen ni los sacerdotes de vuestra diócesis y más hacer lo que tiene que hacer un obispo: «vigilar», que eso significa vuestro nombre (epískopos; literalmente ‘inspector’, ‘supervisor’).
    ¡Recogéis lo que sembráis!

    1. Queréis oler a oveja para que las ovejas os acepten, en lugar de oler a pastor (a Cristo), actuando como tal;
      a veces caminando delante de ellas, otras guiándolas con vuestro callado, protegiéndolas de los lobos, y, cuando haga falta, dándole un garrotazo en el lomo a la borra modorra que marcha hacia el barranco y trata de arrastrar con ella a las demás.

  4. Son tiempos complicados, y el sacramento del orden sacerdotal es cosa seria, muy seria, no me atrevería yo a lanzar valoraciones generales sobre las familias católicas. Me parece más prudente valorar caso por caso.

    Por descontado, si alguno de mis hijos varones decidiera recibir tal sacramento, si yo como padre apreciase que su vocación es libre e idónea, pocas cosas representarían para mi un honor mayor que tener un hijo sacerdote, para mí, pobre pecador, sería sin duda una fuente constante de gracia de Dios.

    Pero esa vocación especial y singular sólo a Dios debo dejarla, Él proveerá para mis hijos como mejor sea, y yo procuraré acatar y agradecer su voluntad.

  5. Oraciones del típico clero hipócrita:
    «Danos Señor vocaciones santas, pero que no haya ni libertad para entrar ni libertad para salir, sino que danos 50 para seleccionar a tres sobrinos»
    Anda so payasos. Cuando Dios pasa de vosotros, algo habréis hecho: poner otra religión por ejemplo.

  6. Dado el estado de la mayoría de los seminarios HACE DÉCADAS no tienen los Obispos -responsables del funcionamineto de esos centros- derecho alguno a quejarse del presunto rechazo de las familias a la vocación de sus hijos. Y si a eso añadimos que no hay semana que no salga alguna noticia -verdadera o falsa- de abusos por parte del clero es normal que los padres no vean con buenos ojos que uno de sus hijos se sume a un cuerpo tan desacreditado. Por eso es justificado el apelativo de traidores para quienes son responsables de elevar tronos a los principios y cadalsos a las consecuencias echando, además, la culpa a las familias.

  7. Solo las instituciones tradicionalistas de acreditado prestigio están capacitadas para formar a un joven para el sacerdocio. Antes enviaría a mi hijo a Moscú, al seminario mas duro de la iglesia ortodoxa rusa que cualquier seminario español. En España deberían cerrar los seminarios que quedan, son centros de adoctrinamiento modernista, donde los chavales salen herejes y amariconados. AÑASTRO NUMERO UNO, cerrado a cal y canto estarían los católicos mucho mejor. Anda que no.

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