Harry y Meghan encarnan un mundo sin fe

Harry y Meghan Harry y Meghan
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(Catholic Herald/Katherine Bennett)-Todo el mundo que ve Netflix está últimamente hablando de Harry y Meghan. El hecho de que su documental, titulado –sí, lo han adivinado- «Harry y Meghan», haya arrasado en los índices de audiencia de Netflix en el Reino Unido en tan solo 24 horas nos dice que, como cristianos, deberíamos prestar atención a este hecho, porque esto nos dice algo muy profundo sobre nuestro tiempo.

Harry y Meghan le dice a una cultura empapada de victimismo justo lo que quiere oír. Quiere oír que la vida no es justa, que es desigual, opresiva, autoritaria, jerárquica, fuera de lugar y que hay que hacerla pedazos. Cualquiera en una posición de poder percibido es parte del problema, y el pináculo de ese poder es la Monarquía. Harry y Meghan la tienen en el punto de mira.

Lo que han hecho es tomar y abusar de lo más preciado que tienen los cristianos y lo están usando como caballo de Troya para conseguir poder y venganza.

Esto debería importar a los cristianos porque intoxica y pervierte cómo opera el verdadero amor.  El amor pone la otra mejilla, el amor perdona, el amor se sacrifica por el bien del otro. El miedo no puede poner la otra mejilla, no puede perdonar. El miedo sacrifica al otro por el bien propio.

Y esto es lo que Harry y Meghan están haciendo bajo su disfraz de victimismo. Por eso debemos desconfiar. Es un discurso de «dar el dinero a los pobres» ante las cámaras, mientras que se lo embolsan para ellos mismos en cuanto dejan de rodar.

Cualquiera que se preocupe por la verdad debería no caer en este engaño, tal y como no cayó en él Juan el Bautista. Su mensaje de advertencia, a diferencia del de Harry y Meghan, no era refinado ni egoísta.  Era directo y certero. No buscaba la fama ni la fortuna, sino la verdad y el arrepentimiento, y pagó por ello con su vida. Este fue el hombre que Dios eligió para presentar a Su Hijo, para presentar a la víctima perfecta.

Cristo, como víctima perfecta, no puede ser objeto de manipulación o control a menos que consienta en serlo. Este consentimiento culmina, no en la venganza y el poder, sino en la crucifixión y la muerte: «Nadie me la quita [la vida], sino que yo la doy libremente» (Jn 10,18). Esta es la paradoja del amor y la respuesta al victimismo a la que debemos prestar atención.

Todos somos víctimas de un modo u otro. Todos sufrimos los golpes de la fortuna y necesitamos saber cómo lidiar con ellos. Las cifras de audiencia de la serie nos están diciendo cuántas personas pueden ser engañadas para buscar soluciones en el lugar equivocado; pero sólo hay un lugar para encontrar la solución al perenne problema del victimismo y no está en Netflix, está en Cristo en la cruz.

Harry y Meghan personifican un mundo que ha perdido la fe. El incrédulo sigue la agenda del diablo, una agenda que dice: haz lo que quieras, consigue lo que es tuyo, di tu verdad, no confíes en nadie, todo gira en torno a ti.

Aquellos que creen siguen, por el contrario, a Cristo, que dice: confía en mí, ayuna, entrega tu vida para que otros puedan vivir. Él dice: tú no eres tan importante, sirve, sufre y sacrifícate por amor a los demás.

¿Es de extrañar que el enemigo se esté llevando a todos los hijos de Dios? Con herramientas de marketing tan glamurosas como los Sussex, ¿cómo puede competir un Jesús comiendo langostas y miel?

Bueno, ya sabemos cómo acaba la historia.  No hay competencia real porque una es mentira y la otra es verdad. Una lleva a la vida y la otra a la muerte. Sólo hay un camino para que una víctima pase del sufrimiento a la curación, del pecado a la redención, de la muerte a la vida, y es el camino de la cruz.

Harry y Meghan han elegido un camino diferente, han elegido el camino del resentimiento, del poder y del yo. Han dado la espalda a su familia y se han marchado hacia California cantando lo que Peter Kreeft llama el «himno nacional del infierno», ese viejo clásico de Sinatra: «Lo hice a mi manera».

Cualquier recompensa que obtengan en el aquí y ahora desaparecerá en un abrir y cerrar de ojos, y debemos preguntarnos, ¿merece la pena? En el cielo, los que más brillarán no serán los que brillaron en la tierra.  Así nos lo ha prometido la más alta autoridad.

En este Adviento, los Sussex brindan a los cristianos la oportunidad de hablar de la propuesta de Cristo frente a la propuesta del mundo; de hablar de amor y perdón, y de perforar la pulida burbuja del glamour con la áspera sabiduría de los profetas, que nos dicen que produzcamos frutos acordes con nuestro arrepentimiento. A veces se trata de una cuestión de perspectiva, de pasar de la ventana al espejo.

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Comentarios
9 comentarios en “Harry y Meghan encarnan un mundo sin fe
  1. Que unos privilegiados cargados de millones, que se hagan las víctimas, porque no tienen todo que quiere, es la imagen de la caradura y catadura moral de buena parte de las elites actuales.
    No viajes en coche para ir a trabajar porque contaminas, pero yo uso el jet privado para ir a donde me plazca. Estupideces y tomaduras de pelo como estas hay a montones.
    Lo grave no es sólo que los poderosos tomen el pelo a la gente, lo grave es que la gente trague con lo que haga falta.

  2. Habría que ver la serie para entender el largo artículo. Estas líneas intentan hacer una comparación de la figura del Bautista con la pareja de la casa real británica en el contexto de advierto. Infelizmente, entre comentarios que no han ahondan en la serie y las menciones a San Juan, hay mucho de expresiones del tipo: mundo sin fe, egoísta, que no cree en nadie, etc… y pocos elementos concretos. El texto me ha parecido simplorio y aburrido. No voy a perder mi tiempo viendo una serie sobre personajes que no me interesan del mismo modo que todo el resto de esta casa real. Así que seguiré sin entender con más profundidad lo que el texto intentó evaluar.

    1. Buen artículo, vale la pena leerlo, no hace falta ver la serie, nos habla del egocentrismo y el relativismo; también lo aplicaría en el otro artículo sobre los ordenados homosexuales. Creo que el internet nos ha minado la conciencia y el discernimiento Cristiano.

      1. Lo siento pero concuerdo con Rodrigo. Yo no he visto la serie ni se de qué trata y me he quedado un poco frío leyendo el artículo y al final he sentido que me faltaba información para comprender toda la situación. Que este sea un buen medio no quita que este artículo necesitaría una transcripción o pequeño resumen de lo dicho o sucedido en la la serie.

    2. Que estemos hablando de ellos, ya les acredita importancia. En el mundo de los malos y los buenos, HyM si han resultado bastante egocéntricos; pero finalmente son otro objeto de consumo.

  3. Fernando.
    Que comentario más absurdo, aún no se que tratan de decir ,solo estar en contra de una pareja que hablan desde dentro sobre los obstáculos y precio que se pagan por pertenecer a la familia real, sin importar los sentimientos , esto debió acabarse hace mucho tiempo, pero como los pacatos con dinero pagan para mantener al mundo en este dilema siguen metiendo el dedo en la llaga, pensando que ellos son dueños de la verdad y el resto nos existe, Harry y Megan hablan con el corazón y punto.

    1. Fernando, puro sentimentalismo irracional, desprovisto de razones, de argumentos y de lógica.

      Estos dos personajillos que van por la vida de víctimas y de llorones, mientras llevan un tren de vida palaciego, son el paradigma del «cero deberes, cero responsabilidades» que el postmodernismo va pregonando.

      Se quejan de ser familiares del rey, pero querían participar de los privilegios de tal condición sin asumir los deberes correspondientes. Nada más lógico y normal que indicarles la puerta de salida e invitarles a renunciar a los derechos sucesorios. Pero que no echen la culpa a otros de las consecuencias de sus propias decisiones.

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