Francisco: «No hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia y la cerrazón»

Papa ángelus (Vatican Media)
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El Papa Francisco, como cada domingo, salió al balcón de San Pedro para rezar el ángelus con los fieles congregados en la plaza.

Ayer, cuarto y último domingo de Adviento, la liturgia presentaba la figura de San José. «Es un hombre justo que está a punto de casarse. Podemos imaginar sus sueños para el futuro: una hermosa familia, con una esposa afectuosa, muchos hijos buenos y un trabajo digno; sueños simples y buenos, sueños de la gente simple y buena. Sin embargo, de pronto estos sueños se rompen contra un descubrimiento desconcertante: ¡María, su prometida, espera un niño, y ese niño no es suyo! ¿Qué pudo haber sentido José? Desconcierto, dolor, desorientación, quizá también enojo y desilusión… ¡Siente que el mundo se derrumba, se le viene encima! ¿Qué podía hacer?», dijo Francisco.

El Papa narró como la Ley le ofrecía dos posibilidades. «La primera, denunciar a María y hacerle pagar el precio de una presunta infidelidad. La segunda, anular su compromiso en secreto, sin exponer a María al escándalo y a graves consecuencias, tomando sobre sí el peso de la vergüenza. Y José escoge esta segunda vía, que es la vía de la misericordia».

«Y he aquí que, en el centro de la crisis, precisamente mientras piensa y evalúa todo esto, Dios enciende en su corazón una luz nueva: en sueños, le anuncia que la maternidad de María no procede de una traición, sino que es obra del Espíritu Santo, y el niño que nacerá es el Salvador (cfr. v. 20-21); María será la madre del Mesías y él será su custodio. Al despertar, José comprende que el mayor sueño de todo pío israelita -ser el padre del Mesías- se está haciendo realidad en él de modo absolutamente inesperado», afirmó el Pontífice.

El Papa Francisco subrayó sobre san José, que para «realizarlo no le bastará con pertenecer a la estirpe de David y observar fielmente la Ley, sino que deberá fiarse de Dios por encima de todo, acoger a María y a su hijo de modo completamente distinto de como se lo esperaba, distinto de lo que se había hecho siempre. En otras palabras, José deberá renunciar a sus confortantes certezas, a sus planes perfectos, a sus legítimas expectativas, y abrirse a un futuro enteramente por descubrir. Y a Dios, que estropea sus planes y le pide que se fíe de Él, José responde . La valentía de José es heroica y se realiza en el silencio: su valentía consiste en fiarse, él se fía, acoge, se hace disponible, no pide más garantías».

«¿Qué nos dice José hoy a nosotros?», se preguntaba el Santo Padre a lo que respondió con lo siguiente: «También nosotros tenemos nuestros sueños, y quizá en Navidad pensamos más en ellos, los discutimos juntos. Quizá añoramos algunos sueños rotos, y vemos que las mejores esperanzas a menudo deben enfrentarse a situaciones inesperadas, desconcertantes. Y cuando esto sucede, José nos indica el camino: no hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia y la cerrazón, ¡este es un camino equivocado! Por el contrario, debemos acoger las sorpresas, las sorpresas de la vida, incluidas las crisis, teniendo en cuenta que cuando se está en crisis no hay que decidir apresuradamente, según el instinto, sino pasar por la criba, como hizo José, “considerar todas las cosas” (cfr. v. 20) y apoyarse en el criterio principal: la misericordia de Dios».

Por último, el Papa terminó su comentario del evangelio del domingo asegurando que «cuando se habita la crisis sin ceder a la cerrazón, a la rabia y al miedo, teniendo la puerta abierta a Dios, Él puede intervenir. Él es experto en transformar las crisis en sueños: sí, Dios abre las crisis a perspectivas nuevas que no imaginábamos, quizá no como nosotros nos esperamos, sino como Él sabe. Y estos son, hermanos y hermanas, los horizontes de Dios: sorprendentes, pero infinitamente más amplios y hermosos que los nuestros. Que la Virgen María nos ayude a vivir abiertos a las sorpresas de Dios».

Preocupación por la situación en el Cáucaso

Tras el rezo del Ángelus, Francisco mostró su preocupación por la situación que se ha creado en el Corredor de Lachin, en el Cáucaso Meridional. «En particular, estoy preocupado por las precarias condiciones humanitarias de las poblaciones, que pueden deteriorarse aún más durante la estación invernal. Pido a todos los que están implicados que se esfuercen por encontrar soluciones pacíficas por el bien de las personas», dijo el Papa.

«Y recemos también por la paz, para que cesen las violencias en el país y se emprenda la vía del diálogo con el fin de superar la crisis política y social que aflige a la población», concluyó el Pontífice.

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Comentarios
3 comentarios en “Francisco: «No hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia y la cerrazón»
  1. Para esta bestia del apocalipsis es fácil, porque tiene a la masonería para hacer la faena que sea necesaria. Como por ejemplo, su biógrafo no oficial que fue liquidado en un «desgraciado accidente» Omar Bello, El verdadero Francisco.

  2. A los pecados, no hay que ceder a los pecados.

    El pecado es noción objetiva, eterna y canónica, que da certeza y reconforta al pecador.

    Los sentimientos son noción subjetiva, cambiante y extracanónica, no dan certeza sino inseguridad, y no reconfortan al pecador necesitado de conversión y comunión permanentes con Cristo.

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