(Giuliano Guzzo en Il Timone)-Durante décadas se ha considerado que los pastores y fieles que no hacen concesiones al mundo no tendrían futuro, pero la realidad es que resisten o incluso avanzan. Análisis de un imprevisto que influirá en las próximas décadas.
«La derecha religiosa se globalizará», escribió en noviembre de 2015 Neil J. Young, un intelectual que puede presumir de destacadas colaboraciones editoriales en publicaciones periodísticas como el Washington Post y el New York Times. Ahora bien, incluso pasando por alto la expresión «derecha religiosa», en la que es difícil no vislumbrar un perfil despectivo, independientemente de las intenciones de quienes la utilizan, lo que profetizó el erudito estadounidense plantea una pregunta: ¿será así? ¿De verdad las posturas conservadoras en materia de fe -y quienes las defienden- no solo perdurarán, sino que incluso se extenderán? Para responder a esto, primero hay que hacer una aclaración: no se trata de una pregunta nueva. De hecho, hace años, incluso décadas, que se debate esta cuestión, incluso en el mundo católico, compartiendo al final la sensación de que el camino liberal -guste o no- será tarde o temprano la vía obligada; en consecuencia, quienes persisten, quienes permanecen unidos a una fe y una moral de impronta tradicional, son vistos como destinados a desaparecer.
La intuición de un libro
Los que hoy en día son llamados «ultracatólicos» serían, por consiguiente, los últimos centinelas de un mundo en decadencia. Lástima que las pruebas digan exactamente lo contrario; y no desde ahora, porque hace ya tiempo que se ha comprobado que la fe fuerte, por así decirlo, tiende a mantenerse, o incluso a crecer en la sociedad. Uno de los primeros testimonios de esto es Why Conservative Churches are Growing, un libro de 1972 de Dean M. Kelley, sociólogo y dirigente del Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, que en este volumen, con referencia al contexto estadounidense, constataba un fenómeno políticamente, o más bien eclesialmente, equivocado, pero respaldado por las cifras: es decir los índices de crecimiento de las confesiones «conservadoras» -especialmente en lo que se refiere a las exigencias morales y a la afirmación de una identidad fuerte- a costa de similares, si no más fuertes, índices de declive de las confesiones «progresistas», es decir, aquellas que, en la jerga periodísticas, son inclines a las «aperturas». El libro de Kelley levantó un escándalo, pero los datos posteriores confirmaron lo que afirmaba ese texto. Consultando las páginas del Yearbook of American and Canadian Churces, que son una garantía para las estadísticas religiosas, comparando los años entre 1962 y 1992, se puede ver cómo en EE.UU. las congregaciones progresistas, por así decirlo, disminuyeron hasta un 50%, mientras que las más conservadoras han ido creciendo, a veces en más de un 200%.
Ganas de Don Camilo
Otras investigaciones en los últimos años han constatado también la eficacia de una propuesta religiosa fuerte en detrimento de una liberal, que atrae más a los medios de comunicación que a los fieles. Un estudio publicado en 2016 en Review of Religious Research, realizado sobre una muestra de 2.250 fieles repartidos entre veintidós congregaciones -trece en declive y nueve en expansión-, concluyó que el conservadurismo teológico del clero y de los fieles es un factor predictivo del crecimiento de una iglesia. En 2017 una encuesta realizada por el sociólogo de Harvard Sean Bock concluyó de forma similar que solo la «religión moderada» está en «declive», mientras que los evangélicos conservadores y los que abrazan creencias anacrónicas a la cultura dominante se mantienen estables, cuando no avanzan. Los datos recogidos en Italia también coinciden con lo dicho hasta aquí. En su tesis de licenciatura en teología, un sacerdote que los lectores del Timone conocen bien, el boloñés don Massimo Vacchetti, informó por ejemplo de una encuesta realizada en un instituto de ciencias religiosas: a la pregunta «¿Le gustaría tener un sacerdote como Don Camilo en su parroquia?», el 90% de los encuestados respondió afirmativamente, un porcentaje enorme.
Nada de sopas recalentadas
Sin embargo, no se puede decir que el sacerdote que salió de la pluma de Guareschi, aunque respetuoso con la humanidad de los demás, incluidos los comunistas, fuera tan tierno. Pero tanto el hecho de que siga gustando como la continuidad de los «creyentes fuertes», por así decirlo, documentada por los testimonios citados -a los que se podrían añadir muchos otros-, no puede sino plantear, ahora, la pregunta de por qué existe este fenómeno. Un fenómeno contraintuitivo pero, en realidad, con una explicación sencilla: el deseo, incluso la necesidad, de solidez y referencias. En un mundo transformado y líquido, en palabras de Zygmunt Bauman, el corazón del hombre es el mismo de siempre y sigue sediento de cosas grandes y puras. Por eso, la sopa recalentada -es decir, las propuestas religiosas aguadas y confusas, incapaces de «dar razón para la esperanza»- tienen un sabor decepcionante: el de un déjà-vu. Por el contrario, confrontarse con un cristianismo auténtico, que propone a los fieles el encuentro con Aquel que dice ser «el Camino, la Verdad y la Vida», no deja indiferente. De acuerdo, pero si la fe fuerte se ha mantenido hasta ahora, ¿qué pasará en el futuro? La curiosidad se vuelve legítima aquí; para responder, hay que observar lo que ya está ocurriendo.
Más sorpresas por venir
En Estados Unidos, gracias a los datos examinados por el sociólogo Mark Regnerus, sabemos que los sacerdotes son ahora menos abiertos sobre el aborto o la homosexualidad que hace unos años. En Europa, por otra parte, vemos, especialmente en los países nórdicos, cómo las iglesias protestantes alineadas con la agenda liberal en materia de derechos LGBT y demás pierden constantemente creyentes; por el contrario, las iglesias conservadoras muestran signos de crecimiento. Es sin duda el caso del catolicismo, cuyos fieles han aumentado tanto en Suecia -en los años 50 había 5.000, hoy son 110.000 – como en Noruega, donde solo de 2015 a 2019 se registró un aumento de 96.000 a más de 160.000, un crecimiento explicado solo en parte por la inmigración de bautizados de Polonia y Lituania. Sin embargo, a nivel mundial, llama la atención A World Divided, un reciente informe de la Universidad de Cambridge, que señala que «mientras las sociedades occidentales son cada vez más liberales, el resto del mundo no las sigue», permaneciendo conservadoras y esta «brecha se ha ampliado con el tiempo»; este es un factor de peso, ya que las sociedades occidentales son las que tienen un futuro demográfico más incierto, en comparación con otras. Si a esto añadimos otro hecho global, a saber, que las familias que viven la fe son las más prolíficas y las que mejor transmiten los valores a sus hijos, podemos concluir que, sí, en el futuro, veremos cosas buenas. Y adiós a los «ultralaicos».
Publicado por Giuliano Guzzo en Il Timone
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana
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Es un pensamiento audaz y observando la situación actual de Europa se diría que errado … Más si aquello que se afirma de que los extremos se tocan es cierto, entonces bien podría hacerse realidad. Argumentos no le faltan.
Jesucristo y su Iglesia siguen trabajando para que todos sean UNO. Y sabemos que Él ya ha vencido, una vez y para siempre.
Simplemente hay que ver la fuerza del Islam, que incluso atrae a occidentales hartos de «sopas recalentadas»… El ser humano aspira a Dios, «nuestro corazón fue hecho para Dios, y no estará en paz hasta que no descanse en Él…»
Creo que cuando la sociedad reaccione y pretenda recuperar la Tradición usurpada por la estafa conciliar, será demasiado tarde. Creo que ya lo es, por lo menos en algunas naciones antes ejemplo de defensa de fe católica como España, cuando era Luz de Trento en la contra reforma y martillo de herejes. La iglesia española, lleva en retroceso y muriéndose desde el siglo XIX, cuando las exclaustraciones, matanzas de frailes, incluso en la guerra civil, con las matanzas de religiosos,y profanaciones de templos, de santos, y de la Eucaristía, pues aún en esas circunstancias, no eran raros los prelados y algún sacerdote que estuvieran a favor del verdugo y en contra de los mártires. Pues imaginen ahora la caterva de renegados.
CONTRARREVOLUCIÓN YA, AHORA O NUNCA.
Lean el libro Los antimodernos.
Los más grandes escritores fueron antimodernos y fueron silenciados por el Pensamiento Único.