¿Hacia dónde camina la Iglesia?

por redaccioninfovaticana | 06 diciembre, 2022

El Sínodo de la sinodalidad, que se ha prolongado durante un año más por decisión del Papa Francisco, ha comenzado su fase continental.

Mientras este proceso de escucha mundial, que se está celebrando en el seno de la Iglesia, vemos como distintas Iglesias locales deciden apostar por caminos bien distintos. El caso más evidente es la dirección que parece haber tomado la Iglesia de Estados Unidos, con los recientes nombramientos del presidente, vicepresidente y secretario general de la Conferencia Episcopal del país, y la actitud demostrada por los obispos alemanes durante estos últimos días.

La Iglesia de Estados Unidos está preocupada por cuestiones como la defensa de la vida, la defensa del matrimonio hombre-mujer, o la afirmación de la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Además de la hoja de ruta que se marcan las conferencias episcopales de cada país, algunos purpurados también deciden tomar partido y apostar por el modelo de Iglesia que desean promover y defender.

En estos momentos el cardenal Müller y el cardenal Sarah han decidido enarbolar la bandera de la defensa de la Iglesia íntegra y pura y volver a las cuestiones trascendentales y al origen y esencia de lo que es la Iglesia.

Ambos purpurados, vienen denunciando en entrevistas y discursos públicos la actual instrumentalización en la que parece haber caído la Iglesia, más centrada en la labor social propia de una ONG, en cuestiones diplomáticas, migratorias o ecológicas, dejando en un segundo plano el anuncio y defensa del evangelio.

Sarah y la defensa de la liturgia y los sacramentos

En el caso del cardenal Sarah, es prefecto del Culto Divino, su apuesta se basa en reforzar los mensajes sobre la defensa de la liturgia, los sacramentos, la oración y el silencio en la vida de diaria de los católicos.

En una reciente entrevista, el purpurado guineano pide volver a redescubrir el valor de los sacramentos y no reducirlos a «reuniones familiares». «Cada uno de los siete sacramentos es un don de la Iglesia, para iluminar cómo Dios interviene en nuestras vidas en aras de nuestra salvación», agrega Sarah.

En esa misma entrevista, Sarah sostiene que «debemos tener más cuidado, cuando estamos reunidos para la Eucaristía en la Misa, de no transformar la sagrada Misa en un espectáculo o un drama, o un fenómeno de reunión de personas porque son amigos, sino, más bien, para adorar Dios. Y cuando adoramos a Dios en silencio, entonces Dios transformará nuestras vidas», argumenta el cardenal.

Sarah ha destacado en numerosas ocasiones la importancia del silencio para llegar a Dios. En otra entrevista que dio el pasado verano,  destacó que «sin el silencio, todo lo que hacemos es superficial. Porque en el silencio podemos volver a lo más profundo de nosotros mismos. La experiencia puede ser aterradora. Algunas personas ya no pueden soportar este momento de verdad en el que lo que somos ya no está enmascarado por ningún disfraz. En el silencio, ya no hay forma de escapar a la verdad del corazón».

«Será la oración diaria, el rosario, la vida al ritmo de la liturgia. Pero debemos ser claros: esto requiere una verdadera lucha externa e interna. La forma más fácil es dejarse llevar por el ruido, por el flujo incesante de información. Si no nos obligamos, seremos abrumados y tragados por el tsunami de noticias y solicitudes. El silencio es ascetismo. Sin duda, la ascesis más característica de nuestro tiempo. El ayuno de la comida es necesario, pero el ayuno del ruido, la charla y la conmoción es vital», aseguró el cardenal en otra entrevista en mayo del 2022.

La claridad y contundencia del cardenal Müller

Por su parte, el cardenal Müller también lleva unos meses bastante activo denunciando las herejías del camino sinodal alemán. En octubre de este año, el cardenal alemán subrayó que «no se pueden introducir ideologías materialistas, comunistas o posthumanistas en la Iglesia». «La mayoría de sus tesis son falsas, contrarias a la fe católica», agregó el purpurado.

En este sentido, llamó a «rechazar al 100% esas ideologías que están en contra de la doctrina cristiana» y destacó que «es tarea del Papa y de la Iglesia romana resistir y llamarlos a la obediencia de la fe cristiana».

Aunque expresó estar «muy disgustado» con los integrantes del camino sinodal, se mostró convencido de que no llevarán a término sus propuestas: «Regresarán porque son cobardes ante la opinión pública y lo serán ante el Papa. Si el Papa habla claro, ellos obedecerán», sentenció el cardenal.

En relación a la bendición de parejas homosexuales, el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe afirmó que “ningún obispo tiene autoridad para bendecir cosas o comportamientos que estén en contra de la voluntad de nuestro Creador y Redentor. Tenemos que ayudar a estas personas en la pastoral a encontrar su camino, pero el camino de Jesucristo y no según las ideologías de este mundo”.

En su reciente participación en el Congreso del CEU en Madrid, Müller desarrolló en tres ideas su «programa» para la Iglesia de hoy: «la Iglesia sirve con el evangelio, los sacramentos y los obispos y es a través de la Iglesia donde Dios realiza la tarea salvífica», «los obispos no pueden reinterpretar la fe revelada a su gusto» y por tanto, «la Iglesia no es un partido político; no se basa en las ideologías de las personas sino que vive de la promesa de Dios», «los temas centrales de la Iglesia no deberían ser el cambio climático o la política migratoria, sino el evangelio de Jesucristo».

Los «mundanizadores» de la Iglesia

Frente a los cardenales, obispos y sacerdotes que se dedican a custodiar, defender y promulgar la fe tal cual la recibieron, encontramos otro grupúsculo con cada vez más fuerza dentro de la Iglesia.

Son aquellos que tienen sus iglesias vacías, sin vocaciones y desnortados. En vez de hablar de Dios, prefieren hablar de cuestiones de género, homosexualidad, celibato, ordenación de mujeres etc…

Ante los problemas a los que se enfrentan, promueven recetas fáciles y a su vez erróneas. Son aquellos que siguen a pies juntillas el refrán que dice «si no puedes con ellos, únete». Son aquellos que prefieren amoldar las enseñanzas de la Iglesia a las propuestas mundanas para contentar a un pequeño grupo, pero ruidoso, tal y como les reprochó el cardenal Ouellet a los obispos alemanes.

Cardenales como Marx (Alemania), De Kesel (Bélgica) o Hollerich (Luxemburgo) son quienes abanderan todas estas recetas heréticas y alejadas de la fe. Olvidan hablar de Cristo, de los sacramentos, de la oración, de la salvación, de la Vida Eterna o del infierno.

Han sustituido los mandamientos, la Tradición y el catecismo por ideologías mundanas. Bajo el pretexto de querer acercar la Iglesia a los alejados, acaban alejándose ellos mismos de la Iglesia porque lo que quizá olvidan es que la Iglesia siempre prevalecerá, a pesar de los errores humanos de quienes conforman – y conformamos- la Iglesia.

Por tanto, en esta tesitura no caben las medias tintas. Lo que está en juego es el futuro del modelo de Iglesia que queremos. Frente al modelo de Iglesia mundanizada, preocupada solo por aspectos ecológicos o de asistencia social, está el modelo de Iglesia tradicional, como camino y fuente de vida y salvación para todos los hombres.

Frente al modelo Marx, Hollerich, De Kesel o Bätzing, queda el modelo espiritual de Sarah, intelectual y teológico de Müller o el que padece persecución en silencio como el de Zen.