El sacerdote Ivan Brient ha renunciado a su misión como Obispo Auxiliar de Rennes. A través de un comunicado publicado por la diócesis francesa, el que iba a ser obispo auxiliar de la misma ha informado de su renuncia antes de haber tomado posesión del cargo.
«El 7 de octubre se publicó oficialmente que el Papa Francisco me nombró obispo auxiliar de Rennes. En efecto, el 2 de octubre había respondido favorablemente a esta llamada con espíritu de servicio, feliz de poder contribuir en esta nueva misión a hacer nuestra Iglesia cada vez más fiel al Evangelio de Cristo», comienza diciendo Ivan Brient en la carta.
En los días siguientes se trabajó con el obispo d’Ornellas y los equipos diocesanos en la organización de los preparativos para la ordenación y la reflexión sobre su futura misión. A pesar de que los preparativos estaban en marcha, el sacerdote asegura que «unos días después, los problemas de salud me alertaron y me impulsaron a mirar más de cerca este compromiso».
Los resultados médicos le diagnosticaron «signos alarmantes de agotamiento». «Estos signos me permitieron comprender que, por un lado, estaba cansado y, por otro lado, temía las tensiones que esta misión me iba a causar y que tendría dificultades para enfrentarlas. Dos médicos me recomendaron encarecidamente que dejara de hacerlo de inmediato, de lo contrario me quemaría. Lo hablé con el Nuncio y con Monseñor d’Ornellas a quienes agradezco su escucha fraterna y su ayuda», cuenta el sacerdote.
Tras un proceso de discernimiento, el que fue elegido obispo auxiliar de Rennes afirma que lo más prudente era renunciar a la misión que se le había encomendado. «La carga me parecía demasiado pesada y no quería correr el riesgo de tener que desfallecer en el camino, ni de no poder cumplir debidamente esta misión de obispo auxiliar», agrega el sacerdote.
«Con pesar, pero en paz, tomé la decisión de renunciar a esta misión, como le escribí al Papa Francisco el 28 de octubre para informarle. Con pesar, porque tengo el sentimiento de abandonaros incluso antes de haber servido a vuestra hermosa Iglesia diocesana; En paz, porque sé que el Señor siempre sabe abrir caminos nuevos, incluso cuando pensamos que estamos en un callejón sin salida», cuenta el cura que ha confirmado que esta semana recibió la aceptación de su renuncia por parte del Papa Francisco.
El sacerdote concluye su misiva pidiendo disculpas «por este percance que os puede sorprender». Al mismo tiempo, reconoce que cometió el error «de responder que sí al Santo Padre sin haber medido suficientemente mi cansancio».
Precisamente, hace poco más de un mes en Suiza otro obispo dimitió por causas parecidas con 59 años. Valerio Lazzeri, ahora obispo emérito de Lugano, afirmó que «especialmente en los últimos dos años ha ido creciendo dentro de mí un cansancio interior que me ha quitado progresivamente el impulso y la serenidad necesaria para guiar adecuadamente a la Iglesia que está en Lugano».
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