El Papa Francisco dedicó la catequesis del día de ayer para repasar su reciente Viaje Apostólico a Baréin.
El Santo Padre explicó que «resulta espontáneo preguntarse: ¿por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima mayoría islámica? Hay muchos países cristianos: ¿por qué no va antes a uno u otro? Quisiera responder a través de tres palabras: diálogo, encuentro y camino».
Sobre esos tres aspectos, giró la predicación del Obispo de Roma y que les ofrecemos a continuación:
El viaje apostólico a Baréin
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Antes de hablar sobre lo que he preparado, quisiera atraer la atención sobre estos dos niños que han venido aquí. Ellos no han pedido permiso, ellos no han dicho: “Ah, tengo miedo”: han venido directamente. Así debemos ser nosotros con Dios: directamente. Nos han dado ejemplo de cómo debemos comportarnos con Dios, con el Señor: ¡ir adelante! Él nos espera siempre. Me ha hecho bien ver la confianza de estos dos niños: ha sido un ejemplo para todos nosotros. Así debemos acercarnos siempre al Señor: con libertad. Gracias.
Hace tres días volví del viaje al Reino de Baréin, que yo no conocía, de verdad: no sabía bien como era, ese reino. Deseo dar las gracias a todos aquellos que han acompañado esta visita con el apoyo de la oración, y renovar mi reconocimiento a su majestad el rey, a las otras autoridades, a la Iglesia local y a la población por la calurosa acogida. Y también, quiero dar las gracias a los organizadores de los viajes: para hacer este viaje hay un movimiento de gente, la Secretaría de Estado trabaja mucho para preparar los discursos, para preparar la logística, todo, se mueven muchos… después, los traductores… y después, el Cuerpo de la Gendarmería, el Cuerpo de la Guardia Suiza, que son muy buenos. ¡Es un trabajo enorme! Todos, a todos quisiera daros las gracias públicamente por todo lo que hacéis para que un viaje del Papa vaya bien. Gracias.
Resulta espontáneo preguntarse: ¿por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima mayoría islámica? Hay muchos países cristianos: ¿por qué no va antes a uno u otro? Quisiera responder a través de tres palabras: diálogo, encuentro y camino.
Diálogo: la ocasión del viaje, deseado desde hace tiempo, fue ofrecida por la invitación del rey a un foro sobre el diálogo entre Oriente y Occidente. Diálogo que sirve para descubrir la riqueza de quien pertenece a otras gentes, otras tradiciones, otros credos. Baréin, un archipiélago formado por muchas islas, nos ha ayudado a entender que no se debe vivir aislándose, sino acercándose. En Baréin, que son islas, se han acercado, se tocan. Lo exige la causa de la paz, y el diálogo es “el oxígeno de la paz”. No os olvidéis de esto: el diálogo es el oxígeno de la paz. También en la paz doméstica. Se ha hecho una guerra ahí, entre marido y mujer, después con el diálogo se va adelante con paz. En familia, dialogar también: dialogar, porque con el diálogo se custodia la paz. Hace casi sesenta años el Concilio Vaticano II, hablando de la construcción del edificio de la paz, afirmaba que tal obra «exige de ellos [los hombres] con toda certeza que amplíen su mente más allá de las fronteras de la propia nación, renuncien al egoísmo nacional ya a la ambición de dominar a otras naciones, alimenten un profundo respeto por toda la humanidad, que corre ya, aunque tan laboriosamente, hacia su mayor unidad» (Gaudium et spes, 82). En Baréin sentí esta necesidad y deseé que, en todo el mundo, los responsables religiosos y civiles sepan mirar más allá de los propios confines, de las propias comunidades, para cuidar del conjunto. Solo así se pueden afrontar ciertos temas universales, por ejemplo, el olvido de Dios, la tragedia del hambre, la custodia de la creación, la paz. Juntos, se piensa esto. En este sentido el Foro del diálogo, titulado “Oriente y Occidente por la convivencia humana”, exhortó a elegir el camino del encuentro y a rechazar el del enfrentamiento. ¡Cuánto lo necesitamos! ¡Cuánto necesitamos encontrarnos! Pienso en la disparatada guerra ―¡disparatada!― de la que es víctima la martirizada Ucrania, y en tantos otros conflictos, que nunca se resolverán a través de la infantil lógica de las armas, sino solo con la fuerza mansa del diálogo. Pero además de Ucrania, que está martirizada, pensemos en las guerras que duran desde hace años, y pensemos en Siria ―¡más de diez años! ― pensemos por ejemplo en Siria, pensemos en los niños de Yemen, pensemos en Myanmar: ¡por todos lados! Ahora, está más cerca Ucrania, ¿qué hacen las guerras? Destruyen, destruyen la humanidad, destruyen todo. Los conflictos no deben ser resueltos a través de la guerra.
Pero no puede haber diálogo sin ―segunda palabra― encuentro. En Baréin nos hemos encontrado, y muchas veces he sentido emerger el deseo de que aumenten los encuentros entre cristianos y musulmanes, que se construyan relaciones más fuertes, que se preocupen más los unos de los otros. En Baréin ―como se hace en oriente― las personas se llevan la mano al corazón cuando saludan a alguien. Yo también lo hice, para dar espacio dentro de mí a quien encontraba. Porque, sin acogida, el diálogo queda vacío, aparente, permanece cuestión de ideas y no de realidad. Entre los muchos encuentros, pienso en el del querido hermano, el gran imán de Al-Azhar ―¡querido hermano!―; y con los jóvenes de la Escuela del Sagrado Corazón, estudiantes que nos han dado una gran enseñanza: estudian juntos, cristianos y musulmanes. Es necesario conocerse desde jóvenes, adolescentes, niños, para que el encuentro fraterno prevalezca sobre las divisiones ideológicas. Y aquí quiero dar las gracias a la Escuela del Sagrado Corazón, dar las gracias a sor Rosalyn que ha llevado adelante esta escuela tan bien, y a los chicos que han participado con los discursos, con las oraciones, el baile, el canto: ¡lo recuerdo bien! Muchas gracias. Pero también los ancianos han ofrecido un testimonio de sabiduría fraterno: pienso en el encuentro con el Consejo Musulmán de Ancianos, una organización internacional nacida hace pocos años, que promueve buenas relaciones entre las comunidades islámicas, en nombre del respeto, de la moderación y de la paz, oponiéndose al integrismo y a la violencia.
Así vamos hacia la tercera palabra: camino. El viaje en Baréin no hay que verlo como un episodio aislado, forma parte de un recorrido, inaugurado por san Juan Pablo II cuando viajó a Marruecos. Así, la primera visita de un Papa a Baréin ha representado un nuevo paso en el camino entre creyentes cristianos y musulmanes: no para confundirnos o aguar la fe, no: el diálogo no desvirtúa; sino para construir alianzas fraternas en el nombre del padre Abraham, que fue peregrino en la tierra bajo la mirada misericordiosa del único Dios del Cielo, Dios de la paz. Por esto el lema del viaje era: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. ¿Y por qué digo que el diálogo no desvirtúa? Porque para dialogar es necesario tener identidad propia, se debe partir de la propia identidad. Si tú no tienes identidad, tú no puedes dialogar, porque no entiendes ni siquiera tú qué eres. Para que un diálogo sea bueno, se debe partir siempre de la propia identidad, ser conscientes de la propia identidad, y así se puede dialogar.
Diálogo, encuentro y camino en Baréin se realizaron también entre los cristianos: por ejemplo, el primer encuentro, de hecho, fue ecuménico, de oración por la paz, con el querido patriarca y hermano Bartolomé y con los hermanos y hermanas de varias confesiones y ritos. Tuvo lugar en la Catedral, dedicada a Nuestra Señora de Arabia, cuya estructura evoca una tienda, esa en la que, según la Biblia, Dios encontraba a Moisés en el desierto, a lo largo del camino. Los hermanos y las hermanas en la fe, que he encontrado en Baréin, viven realmente “en camino”: la mayor parte son trabajadores inmigrantes que, lejos de casa, encuentran sus raíces en el Pueblo de Dios y su familia en la gran familia de la Iglesia. Es maravilloso ver estos migrantes, filipinos, indios y de otros lugares, cristianos que se reúnen y se apoyan en la fe. Y van adelante con alegría, en la certeza de que la esperanza de Dios no decepcionada (cf. Rm 5,5). En la reunión con los pastores, los consagrados y las consagradas, los agentes pastorales y, en la festiva y conmovedora misa celebrada en el estadio, con muchos fieles procedentes también de otros países del Golfo, llevé el afecto de toda la Iglesia. Este ha sido el viaje.
Y hoy quisiera transmitiros su alegría genuina, sencilla y hermosa. Encontrándonos y rezando juntos, nos hemos sentido un corazón solo y un alma sola. Pensando en su camino, en su experiencia cotidiana de diálogo, sintámonos todos llamados a ampliar los horizontes: por favor, corazones amplios, no corazones cerrados, duros. Abrid los corazones, porque todos somos hermanos y porque esta fraternidad humana vaya más adelante. Ampliar los horizontes, abrir, ampliar los intereses y dedicarnos al conocimiento de los otros. Si tú te dedicas al conocimiento de los otros, nunca te sentirás amenazado. Pero si tienes miedo de los otros, tú mismo serás para ellos una amenaza. El camino de la fraternidad y de la paz necesita de todos y cada uno para continuar. Yo doy la mano, pero si del otro lado no hay otra mano, no sirve. ¡Que la Virgen nos ayude en este camino! ¡Gracias!
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El Señor no nos ha enviado a dialogar sino a hacer proselitismo. El verdadero encuentro es el de la conversión (cosa que no ha propiciado el Papa). Y no hay senda de salvación en las religiones falsas porque sólo Cristo es el camino.
Y encima en el viaje, Francisco ha inoculado sus habituales errores, con lo cual no sólo ha sido una pérdida de tiempo, sino un trabajo contra el Espíritu Santo.
Oremos para que el Señor nos libre pronto de este pontificado demoledor.
Con todos los respetos, pero creo que usted, al igual que el Sumo Pontífice, tiene un serio problema en entender que es el PROSELITISMO, la cual cosa NO es a lo que Jesucristo envió a sus apostoles por el mundo y por ende a la Iglesia por Él fundada. Creo que una visita al diccionario no le vendría mal, naturalmente esta sugerencia también se hace extensiva al dicho Sumo Pontífice.
Robustiano: Cristo SÍ mandó hacer proselitismo. Y no como opción, sino obligatoriamente. Precisamente lo aclara el diccionario, cuya definición he transcrito muchas veces.
La palabra proselitismo es un término peyorativo, el cual quiere decir captar adeptos. Es más bien referido a un partido político o a una ideología en concreto. Jesucristo envío a la iglesia a evangelizar a todos los pueblos haciéndolos hijos de Dios por el bautismo conferido. Por eso digo que tanto el Papa como ustedes aplican mal el término proselitismo. El Papa porque evidentemente lo que quiere decir es que las personas y pueblos que no han sido evangelizados, no les hace falta serlo para salvarse, esto es algo gravísimo, por supuesto. Por eso utiliza el término proselitismo como algo peyorativo. No es proselitismo por tanto lo que la iglesia ha hecho a lo largo de estos dos mil años, sino EVANGELIZAR, algo bien distinto. Creo que ahí está el error.
Proselitismo no es lo que usted dice, ni tiene ninguna connotación peyorativa.
Diccionario de la Real Academia Española:
Proselitismo: Celo de ganar prosélitos.
Celo: Cuidado, diligencia, esmero que alguien pone al hacer algo.
Prosélito: Persona incorporada a una religión.
El proselitismo es, pues, el esmero o diligencia por conseguir que nuevas personas se incorporen a la Iglesia católica. Vamos, lo que siempre se ha llamado «evangelizar» o «predicar el evangelio», cuyo propósito no es entretener a esas personas con un relato, sino convertirlas y que se incorporen a la Iglesia católica, fundada por Cristo y única religión verdadera, para que se salven.
¿Qué tiene, pues, de peyorativo? Nada de nada. Francisco habla del proselitismo como algo negativo porque no cree que las personas de otras religiones deban incorporarse a la Iglesia católica, pese al mandato de Cristo (no porque la palabra tenga ningún significado malo o negativo).
Por cierto que veo que hace días no aparecen los comentarios del Troll o Trolls habituales, no hace falta ni mencionar sus apodos; pero si Infovaticana ha tenido a bien retirar e impedir que estos tipos vomiten aquí su odio e iniquidad, quedo profundamente agradecido con la redacción. Supongo que la inmensa mayoría de lectores y comentaristas pensaran igual. Es un gran bien que se le hace a la página.
Yo también agradezco a la redacción que hayan censurado a esos maleducados. Esta medida ayuda a realzar la apreciada web de Infovaticana.
Me temo que el troll ha escrito cada día, lamentablemente.
Apreciado Don Robustiano Matamoros. Agradezco sus amables comentarios, y me gustaría matizar que la definición de la RAE dice: Proselitismo: Celo de ganar prosélitos.
Y la palabra prosélito, (que viene del latín tardío prosely̆tus, y éste del griego προσήλυτος prosḗlytos), la define como:
1. m. y f. Persona incorporada a una religión.
2. m. y f. Partidario que se gana para una facción, parcialidad o doctrina.
Es evidente, que con estas definiciones, lo que Cristo mandó el día de la Ascensión es hacer proselitismo, pues dijo: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes.» (Mt 28,19).
El proselitismo aparece en diversos pasajes de las Escrituras, como en Hch 6, 5, en que leemos que uno de los primeros siete diáconos es «Nicolás, prosélito de Antioquía». El sentido positivo del ser prosélito es evidente: los siete fueron elegidos por su buena fama, por estar llenos del Espíritu Santo y por su sabiduría (Hch 6,3)
Muchos santos han exhortado explícitamente a favor del proselitismo. Así por ejemplo, San Justino decía en su Diálogo con Trifón (n. 22): “Os queda poco tiempo para haceros prosélitos nuestros.”
También hablaron de los prosélitos en un sentido positivo S. Juan Crisóstomo, Eusebio de Cesarea, Epifanio de Salamina, Procopio y Teodoreto. (Véase como ejemplo: Crisóstomo: Exp. in Psalmos, CXIX, 2, 5: PG 55, 341).
San Agustín considera que hacer prosélitos es como engendrar hijos (Contra Faustum, 16,29: PL 42, 336).
San Josemaría Escrivá de Balaguer, en su libro “Camino”, dedica todo un capítulo a la necesidad de hacer proselitismo, como lo vemos en los números 790 a 812, y como él mismo dice: “Proselitismo. -Es la señal cierta del celo verdadero.”
San Josemaría afirmó con razón: “Ese afán de proselitismo que te come las entrañas, es señal cierta de tu entregamiento.”
El que algunos, como el Papa Francisco, asocien a la palabra proselitismo una connotación negativa, es un error suyo, y no debemos por ello, dejar de utilizar este término tan antiguo y claramente positivo en la literatura cristiana.
Efectivamente, el término proselitismo es correcto para referirse a la acción de atraer discípulos a la Iglesia. El proselitismo no implica coartar la libertad de nadie, porque consiste en la argumentación para convencer «a tiempo y a destiempo» como dice la Biblia.
Además, desde la antigüedad se hacían prosélitos. No recuerdo exactamente en qué libro del Pentateuco se decía que quien deseaba formar parte de Israel podía hacerlo.
Si no hubiera habido prosélitos, no se hubiera conocido la Septuaginta. ¿O acaso los griegos formaban parte del pueblo elegido?
Por esas frases que dice, llenas de vacuidad, me recuerda muchísimo a la prédica que hace el dalai Lama.
No lo debiera oír más, pero es necesario hacerlo, para resaltar algo que dijo, para prevenir al incauto, como cuando hace algún tiempo, ha dicho que no debemos defender nuestra fe, o algo así.
El dios de los musulmanes les permite la poligamia, una aberración propia de una religión falsa.
Basta de identificar al Dios que nos revela Jesucristo con los dioses inventados por hombres o ángeles caídos.
Bergoglio es un masón disfrazado de católico y ha ido a hablar con los masones de Barheim disfrazados de musulmanes, de sus cosas de masones.
No puede haber diálogo entre partes sin una visión comùn del mundo y en su caso, es la visión masónica
Yo me pregunto:¿Cuál es el fin(final) del diálogo? ¿Que pasará con los principios irreconciliables?
Pues lo mismo de siempre: que el católico acabe claudicando, que parece ser que para Bergo el buen católico es un individuo pusilánime, miedoso, cobarde y sumiso, rendido a los poderes más inicuos del estilo de la Agenda 2030 y adicto a las vacunas experimentales. En fin…
Hablá con los talibanes y contanos después.