China «cry»

Papa acuerdo China
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Resulta cuando menos sorprendente el blanqueamiento de la política china que se está llevando a cabo por parte del mundo civilizado. Pero resulta más sorprendente aún que ese ejercicio de blanqueamiento sea compartido por el Vaticano.

Para el que esto suscribe, es una verdadera incógnita. Evidentemente, lo digo por los pactos a los que Roma ha llegado con el régimen comunista y que, según parece, no han servido para nada (léase todo lo relativo al cardenal Zen o la Iglesia patriótica); pero también a extrañas declaraciones del sumo pontífice sobre el país oriental que me llenan de confusión (verbigracia: «No es fácil entender la mentalidad china, pero hay que respetarla. Calificar a China de democracia o antidemocracia no me parece, porque es un país muy complejo», del 15 de septiembre de 2022; o bien: «Son los comunistas los que piensan como los cristianos», del 11 de noviembre de 2016, en el diario La República). No entiendo a qué se deben estas palabras

Sea como fuere, toda esta deriva que ha involucrado a China y el Vaticano me recuerda a una película que deberían ver en Roma, aunque entiendo que se trata de un filme prácticamente perdido y que, como ya nadie hace arqueología cinematográfica, sino que recurre a la inmediatez de las plataformas digitales, es probable que no la vean. Se trata de China Cry. A True Story (James F. Collier, 1990), que en España se tituló en un primer momento ¡Dejadme ser libre!, pero que después volvió al inglés original (el título español se debe a su primera edición en VHS, y el inglés al que volvió, a una pequeña edición en DVD imposible de encontrar hoy en nuestro suelo). Versa sobre una joven cristiana que se adhiere incondicionalmente a la Revolución china de Mao Zedong, pero que poco a poco se va desengañando de ella, puesto que descubre que su fundamento era una gran mentira; además, por profesar la fe cristiana, es doblemente perseguida y repudiada por el régimen que ella ha defendido con tanto ahínco, así que se ve en la tesitura de elegir entre la cruz o la hoz y el martillo.

A decir verdad, la parte netamente cristiana de la obra no está muy bien conseguida, porque intenta profundizar en la fe de la protagonista, pero con muy poco éxito: a mi juicio, se queda en la epidermis de una vivencia que penetra hasta lo más hondo del alma humana. En cambio, sí está muy lograda la recreación de la vida oculta que llevan los cristianos chinos y que se asemeja con mucho a la de los primeros creyentes (recordemos el libro de los Hechos de los Apóstoles: «Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común: vendían posesiones y bienes, y los repartían entre todos según la necesidad de cada uno», algo que queda de manifiesto en el filme). Tanto es así, que hay escenas que quedarán grabadas para siempre en la retina del espectador, como aquella que muestra a los fieles cantando en silencio para evitar ser detectados por las autoridades comunistas.

La parte netamente política de la cinta sí merece la pena, pues muestra la vivencia de los chinos después de la Revolución: cómo pasó de ser un país próspero a ser una nación llena de miserias. En esta intrahistoria, descubrimos de qué forma el régimen comunista intentó separar familias y amistades mediante la delación, la traición, la sospecha, la mentira y el largo etcétera que ha caracterizado —y caracteriza— a todos los Estados marxistas (en este sentido, me recuerda a otro gran filme: Los gritos del silencio, donde también somos partícipes de la destrucción de la familia); vemos cómo los ciudadanos son tratados igual que esclavos en campos de trabajo independientemente de su sexo o condición (aún me estremezco cuando recuerdo a la protagonista siendo pateada y vejada…, a pesar de estar embarazada), o se nos muestra el odio inherente hacia la religión —especialmente a la cristiana— del que está embebido la ideología roja (que, paradójicamente, se presenta a sí misma como respetuosa y liberadora).

Sin duda, entiendo que las cosas cambian, y que tal vez la China de los años cuarenta no es la misma que la de la década que estamos viviendo, pero en lo sustancial no debe de haber cambiado mucho. Y a las pruebas me remito. Un buen amigo mío, misionero en China, me espeta lo difícil que es ahora —más que antes de los pactos con Roma— vivir la fe cristiana allí: antes eran tolerados, pero ahora son perseguidos; antes era conveniente pertenecer a la Iglesia patriótica, pero ahora es obligatorio; antes tenían permiso para celebrar la santa misa, aunque limitadamente, pero ahora no. También conozco a familias del Camino Neocatecumenal que han desistido en su obra evangelizadora, porque están siendo constantemente vigiladas por las autoridades, algo que no era tan común antes de los pactos con Roma. Por tanto, el odio a la religión cristiana parece que sigue siendo inherente a esa ideología que el papa califica de “compleja”.

No pretendo indagar en la mente del Santo Padre, pues tal vez quiera guardar cierto silencio respecto a lo que en China se está viviendo para evitar desgracias mayores; pero me parece poco afortunado afirmar que se trata de una realidad compleja, puesto que es de lo más simple que podemos encontrar: el comunismo odia, persigue y mata a los cristianos. Antes, el mundo occidental sabía esto y lo propugnaba, y hasta el séptimo arte se hacía eco de esta verdad con películas excepcionales —Camarada X, la citada Los gritos del silencio, El prisionero, Acusado de alta traición, Cerca del cielo, etc.—, pero hoy queremos pensar que nos hemos equivocado y que, en el fondo, no es tan malo, sino que lo hemos entendido mal. A mi juicio, el diablo ha hecho un buen trabajo: presentarse como ángel de luz (cfr. 2 Cor 11, 14) y engañarnos con sus palabras melifluas, algo que, por cierto, lleva haciendo desde el principio de los tiempos (recordemos Gén 3).

Creo sinceramente que en Occidente al final nos hemos dejado seducir por todos estos años de persuasivas palabras, por las palabras bonitas que siempre ha sabido proferir el comunismo, por sus grandes pero falsos ideales, por su propaganda y, en definitiva, por su ideología que, aun pareciendo buena, es intrínsecamente perversa. Ya nadie lee, ya nadie estudia y, por eso, ya nadie recuerda que la misma Iglesia condenó el comunismo y que hasta la tildó de “nefanda doctrina, contraria al derecho natural y que echa por tierra los derechos de todos” (cfr. Qui Pluribus, Pío IX). Eso se ve muy bien en la película que estamos tratando, donde se detalla que la vida humana no vale nada y que la religión continúa siendo una lacra para este ideario que pretende ser su (maligno) sustituto. Por eso harían muy bien en Roma en verla y reflexionar sobre ella.

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Comentarios
19 comentarios en “China «cry»
  1. «No es fácil entender la mentalidad china, pero hay que respetarla. Calificar a China de democracia o antidemocracia no me parece, porque es un país muy complejo», del 15 de septiembre de 2022

    Se entiende si se pone esto:

    «No es fácil entender la mentalidad italiana, alemana, rusa y japonesa de Mussolini, Hitler, Stalin y Tojo, pero hay que respetarla. Calificar a Italia, Alemania, Rusia y Japón de democracia o antidemocracia no me parece, porque son unos países muy complejos»

    – Hacer de tripas corazón, y cada día que pasa, acorta el año…

    «Son los comunistas los que piensan como los cristianos», del 11 de noviembre de 2016, en el diario La República»

    China y Yo somos dos monarquías absolutas… 🙂

  2. No. No es cierto en absoluto. Se ha dado un paso importante. Un primer paso de carácter religioso que consiste en el reconocimiento por parte del Vaticano de los obispos nombrados por el régimen durante las últimas décadas y en acordar los futuros nombramientos. Se pone fin así a las dos iglesias que convivían hasta la fecha: la oficial y la clandestina. A cambio, Pekín reconoce al Papa como jefe único, lo cual es importantísimo.

    Por tanto, no estoy de acuerdo con la opinión vertida.

    Bendiciones.

        1. Probe Migue: tiene usted demasiada obsesión con las braguetas. Más le valdría a usted reprimirse un poco si quiere seguir fingiendo ser católico (no sé para qué, pero si le hace ilusión…). Y faltar, lo que se dice faltar, sólo a usted le falta algo: fe y sentido del ridículo.

          1. No me vais a echar , te lo digo yo. Con una mano tengo bastante para todos vosotros. Si lo sabré yo. Pero que conste que yo no venia a esto.

          2. Es usted eficacísssssssimo como troll… pero no es católico. Así que, déjese de infantilismos y conviértase a la fe católica en vez de dar la murga.

    1. «…el reconocimiento por parte del Vaticano de los obispos nombrados por el régimen durante las últimas décadas y en acordar los futuros nombramientos»

      ¡Guau! Qué gran paso: la Santa Sede reconoce como obispos a agentes del régimen comunista chino y a cambio permite oficialmente y sin protestar la persecución de los verdaderos. Es un paso tan importante como el que uno da cuando está al borde del precipio, con el consiguiente resultado: precipitarse en el vacío.

      «Se pone fin así a las dos iglesias que convivían hasta la fecha: la oficial y la clandestina»

      ¡Guau! Qué buena solución: ahora ya sólo queda la falsa «iglesia» formada por agentes comunistas, mientras la clandestina sigue igual, en la clandestinidad, pero sin una sola protesta por parte de Roma.

      «A cambio, Pekín reconoce al Papa como jefe único, lo cual es importantísimo»

      ¡No vea! Le reconocen tanto como jefe que a los ‘obispos’ los sigue nombrando el Partido Comunista.

      1. Qué triste lo que está pasando. Bergoglio se somete al poderoso dictador chino, porque así se lo instruye el NOM y la Agenda 2030. Los católicos le importan un rábano. Es lo mismo que pretende hacer con el sínodo de la sinodalidad… Callar la boca a los católicos de siempre e instaurar toda la farsa de la nueva Iglesia pro-NOM para Occidente. Y la mayoría de obispos callan, ya no digo nada de los laicos… Está resultando muy fácil destruir la Iglesia de Cristo…

  3. Francisco no cree en la «Qui Pluribus», porque él parte de cero y preconiza su ideología, sin tener en cuenta a sus predecesores. El pensamiento del Papa actual con quien está en sintonía, es con el NOM, y por eso trata tan bien a la cruel dictadura china a pesar de que persigue a los cristianos con más fuerza que antes.

    1. No es así. Gracias al Acuerdo Provisional firmado en 2018, cuyo texto es actualmente confidencial, se sanó la situación de la Iglesia católica en China al volver a la plena comunión con Roma a los obispos nombrados sin mandato papal. El Acuerdo, que prevé un camino compartido para llegar al nombramiento de los nuevos obispos, deja al Pontífice la última palabra.

      Enterese y no diga tonterías.

      1. Es tan confidencial el documento, que usted conoce el contenido, jajajajaja. ¡Qué cómico! Deje de hacer cortapegas absurdos y de defender lo indefendible. Además, sólo el hecho de que a usted le parezca bien, es prueba inequívoca de que es malo para la Iglesia.

    1. ¡Pero si usted mismo ha escrito que «su texto es confidencial»! ¿Qué es lo que ha visto usted de él? ¿Los dibujos? ¡Qué hilarante!

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