Un antídoto para estos tiempos de crisis

Rod Dreher tradicionalismo
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La opción benedictina, de Rod Dreher, esboza una estrategia para vivir en un mundo poscristiano, pero no es la única. También está la de la Reina del Cielo.

En 2018, el libro de Rod Dreher La opción benedictina, despertó gran interés y debate intraeclesial incluso más allá de los confines de la Iglesia. El libro desarrolla una propuesta para los cristianos de nuestro tiempo, la de una especie de «retirada estratégica» del mundo, siguiendo la estela de la elección de Benito de Nursia cuando se retiró dando vida a comunidades en las que todos los aspectos de la vida estaban estructurados en la adhesión total al Evangelio. Gracias a esa intuición, Europa pudo renacer. Dreher ve en la condición del cristianismo actual en Occidente una situación similar a la del Imperio Romano con la llegada de los bárbaros, por lo que propone precisamente seguir a Benito, alejándonos de alguna manera de este imperio del mal para poder vivir plenamente nuestra identidad como cristianos y contribuir al renacimiento de esta sociedad. No se trata – lo hemos escrito también en estas páginas – de una huida del mundo, sino, al contrario, de crear comunidades de verdaderos creyentes, autónomos en la medida de lo posible, que siguen una Regla, teniendo el Evangelio como horizonte de vida. Don Giulio Meiattini, monje benedictino de la abadía de Madonna della Scala en Noci (BA), escribió al respecto: «Se trata, según la analogía utilizada al principio del libro, de preparar un arca cuando se van vislumbrando las nubes de un diluvio próximo. Por tanto, los cristianos de hoy no deben preocuparse tanto por influir directamente en el plano político o macroeconómico, no tienen la fuerza, no existen las condiciones. Retirarse estratégicamente significa renunciar a la cosecha de hoy y asegurar la semilla para tiempos más propicios, defendiendo la identidad cristiana mediante la promoción de una especie de «contracultura» (V. Havel) que proteja al cristianismo mediante la creación de ambientes diferentes respecto al resto de la sociedad».

El camino de María, un camino de una sola dirección

La propuesta de Dreher ha generado decenas de experiencias en pocos años; también hablamos de esto en un reportaje de Il Timone, en abril de 2018. Pero aún son más los creyentes que se han dejado atraer por esta idea sin poder vivirla realmente. Se trata principalmente de familias jóvenes con un gran deseo de radicalidad para ellas y sus hijos. Un deseo que ha ido creciendo en los últimos años, especialmente ante el escenario de incertidumbre al que nos enfrentaron primero la pandemia y luego la guerra. El mundo en el que vivíamos – en el que de alguna manera nos habíamos «acomodado», a pesar de sus evidentes limitaciones – parece que no volverá, y ante el vacío que tenemos delante, en el que todo se cuestiona, el deseo de encontrar una nueva esperanza se ha vuelto más ardiente. Y está claro para todos que la respuesta a esta sensación de desconcierto y angustia no puede venir de la política, la medicina o la cultura, sino sólo del Cielo. 

Entonces es cuando aparece una opción que no sólo no entra en conflicto con la opción benedictina, sino que en cierto sentido la precede en parte y se superpone a ella: es la «opción mariana». Sí, porque en este deseo de volver a lo esencial, la Reina del Cielo juega un papel fundamental. Ella es la que sigue llamando a sus hijos en un mundo en el que la descristianización avanza constantemente. Si la asistencia a la misa atraviesa un período de aridez sin precedentes, los santuarios marianos siguen siendo oasis de fe vivida, casi tangible, de sacramentos celebrados, de personas que vuelven a confesarse, de conversiones: de Lourdes a Fátima, de Medjugorje a La Salette, de Pompeya a Loreto o de Caravaggio al Divino Amor en Roma son sólo algunos de los nombres más famosos de una red mariana que constituye hoy una verdadera línea de resistencia espiritual invisible pero extremadamente poderosa.

Como nos ha recordado a menudo Vittorio Messori en su largo trabajo como apologista, María es la raíz viva del cristianismo, sin la cual Cristo pierde su naturaleza humana y se desvanece en lo indefinido. María es la raíz y el ancla de la verdadera fe. En el mundo, allí donde el cristianismo se diluye hasta disolverse, María no está o su presencia se ha vuelto meramente nominal. En cambio, donde hay amor ardiente por la Virgen, también hay una poderosa barrera contra ciertas derivas. ¿Cuántas familias ha salvado -y cuántas vidas cristianas ha generado- el Rosario que antes se rezaba todas las tardes en familia? Hoy en día, muchas familias han comenzado a rezarlo de nuevo, solas o reunidas con otras familias, muchos grupos se juntan para rezar novenas, hacer peregrinaciones o deciden recorrer el camino de consagración al Corazón Inmaculado de María.

Una solución para todas las crisis  

La opción mariana no consiste en crear comunidades en las que se guarda la semilla, sino que interviene antes arando ese terreno en el que sembrar. Está al alcance de todos porque es la única manera de vivir este tiempo como cristianos. No es un rito mágico, no es un camino que devolverá nuestras vidas a la «tranquilidad» que existía antes de la pandemia o de la guerra, entre otras cosas porque – incluso entonces – el mundo intentaba expulsar la fe de la dimensión pública.

En un momento de la historia en el que la idea misma de hombre y mujer es cuestionada constantemente, cuando no subvertida a base de ideologías. María es un muro contra la revolución de género y una invitación perenne a entrar en el misterio de lo masculino y lo femenino para sustraerlos del delirio que los quiere fluidos. María, como mujer, no fue creada «sacerdote» por Dios; el Cielo le concedió mucho más: fue preservada del pecado original, albergó al Salvador en su seno y Dios la elevó más alto que a cualquier criatura, tanto que es la Reina de los Ángeles.

En un momento en el que la mentira parece haber tomado la forma de un manto que no nos deja respirar, la opción mariana es la única forma de abrazar, especialmente en este mes de mayo, la esperanza que salva de verdad, el antídoto para estos tiempos oscuros, la única «solución» a todas las crisis, una barrera contra el mal.

Publicado por Raffaella Frullone en Il Timone

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
5 comentarios en “Un antídoto para estos tiempos de crisis
  1. Muy bonito lo que dice.
    A veces parecemos los extras de una gran película, por supuesto Hollywoodense.
    Sin que buscaremos trabajar en ella, nos incluyeron.
    Nos manejan como trapos . A su Vil y Klaus antojo.
    En la Iglesia, en la calle, en nuestras casas, le vamos pidiendo a Nuestro Señor que frene tanto mal, pero también se comprende que Él está sentido con nosotros. No consideramos TODO lo que hizo por Amor a los hombres.
    Sólo intercediendo su querida mamá por nosotros, podemos ir tímidamente a pedirle que le diga a su Hijito, que nos perdone, que somos pecadores pero lo amamos, miserables, pero lo amamos, que tenga todavía con nosotros, más compasión, pues a medida que se hace viejo el mundo, más aumentan los pecados.
    La Virgen María es refugio de pecadores, en Ella, bajo su manto es el sitio más seguro para encontrarnos con Cristo.
    Nuestro Rey.

  2. Suena bonito, pero cuidado con lo bonito, «… que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (II Corintios 11:14). Un monje piensa como monje, y la línea de su vocación con una «huida del mundo» puede llegar a ser muy difusa. María llama a sus santos de los últimos días a dar la batalla en el mundo. Cristo, a pesar de lo que diga quien funge de Pedro, no nos ha eximido de hacer prosélitos suyos cuando la cosa se pone fea. Lo importante es no perder el Norte, que es María, y no hacer del apostolado activo nuestra única tarea, no ser como el leñador que, en su afán por talar más árboles, no tenía tiempo de afilar el hacha; «ora et labora», nos dice precisamente el lema benedictino. Somos levadura y la levadura no puede hacer fermentar la masa si no se mezcla con ella; no se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín (Mateo 5:25). «El mejor predicador es Fray Ejemplo», pero el ejemplo requiere de la vista como la fe requiere del oído (Romanos 10:17).

  3. Suena bonito, pero cuidado con lo bonito, «… que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (II Corintios 11:14). Un monje piensa como monje, y la línea de su vocación con una «huida del mundo» puede llegar a ser muy difusa. María llama a sus santos de los últimos días a dar la batalla en el mundo. Cristo, a pesar de lo que diga Bergoglio, no nos ha eximido de hacer prosélitos suyos cuando la cosa se pone fea. Lo importante es no perder el Norte, que es María, y no hacer del apostolado activo nuestra única tarea, no ser como el leñador que, en su afán por talar más árboles, no tenía tiempo de afilar el hacha; «ora et labora», nos dice precisamente el lema benedictino. Somos levadura y la levadura no puede hacer fermentar la masa si no se mezcla con ella; no se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín (Mateo 5:25). «El mejor predicador es Fray Ejemplo», pero el ejemplo requiere de la vista como la fe requiere del oído (Romanos 10:17).

  4. Todo ese tipo de propuestas son meras quimeras y deformaciones de los hechos históricos y sociales.

    ¿Qué comunidades ni gaitas?. Dreher aplica una mentalidad de los USA de los 80. En Europa el Estado fiscaliza todos y cada uno de los movimientos que haces. No te deja ni poner un enchufe en tu casa sin su visto bueno, y ¿alguien piensa que va a permitir que un grupo de personas se organicen y prosperen de forma alternativa?

    No te permitiría ni sitio físico dónde vivir, ni dejarte a tus hijos para educarlos, ni tener medios de los cuales vivir, ni nada, tal y cómo están las cosas ahora mismo. El laico solo tiene la opción se ser un peón al servicio del Estado. Punto.

    Lo que nadie dice es que, hoy, los conventos no pueden mantenerse por si mismos. Ni los benedictinos ni ningún otro. Lo hacen con ayuda externa. ¿Hasta cuándo?. Solo Dios lo sabe.

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