El obispo de Córdoba, Monseñor Demetrio Fernández afirma en su última carta pastoral que «para un cristiano, mirar al cielo significa dirigir su corazón hacia esa situación feliz que Dios nos tiene preparada para cada uno de nosotros, y en la que Jesús nos precede, según lo que celebramos en esta fiesta».
Demetrio Fernández destaca «dos obstáculos principales nos impiden esta mirada al cielo». Por un lado, «la vida placentera en este mundo nos hace olvidar el cielo, nos parece que estaremos mejor en la tierra disfrutando de lo que la vida nos pueda ofrecer. Si nos hablan del cielo, asentimos, pero pensamos que el cielo puede esperar y ahora que nos dejen disfrutar los bienes de la tierra. Una vida planteada en torno al placer no tiene ningún interés por el cielo; sólo se acuerda del cielo cuando llega la frustración o la contrariedad».
El segundo obstáculo del que advierte «es la visión materialista de la vida y de la historia, que lleva a la negación de Dios y del cielo». Apunta en concreto al marxismo como «una de las ideologías imperantes en nuestros días, en donde hablar del cielo es como una evasión del compromiso por trasformar este mundo. Lo consideran como una alienación, como una rémora para el desarrollo. Y a veces a los cristianos les atrapa esta ideología y les priva del gozo anticipado del cielo que esperamos».
Por otro lado, el obispo de Córdoba incide en que «la fiesta de la Ascensión, es fiesta de gozo para el cristiano, porque sabe que el camino abierto por Jesús es la autopista por la que hemos de caminar nosotros. Y saber que al final nos espera ese gozo, nos hace disfrutarlo ya desde ahora en esperanza. La certeza de la vida más allá de la muerte, y de una vida feliz con Dios para siempre, es un resorte continuo ante las dificultades de la vida, que no faltan».
«En la fiesta de la Ascensión celebramos a Cristo, cabeza de este cuerpo que formamos todos los cristianos y, de alguna manera, toda la humanidad. Lo que ha sucedido en él es un anuncio y una primicia de lo que sucederá en todos nosotros. Ya ha sucedido en su Madre santísima, y así lo celebramos el 15 de agosto: María elevada al cielo en cuerpo y alma, María glorificada incluso en su cuerpo humano, como el nuestro. María es adelanto de toda la humanidad, que un día será glorificada como ella», agrega el obispo.
Además subraya que «la ausencia visible y palpable de Jesús, el ayuno que su ausencia impone a nuestros sentidos, es un bien para nosotros». Monseñor Fernández concluye afirmando que «Jesús es verificable en la historia, el Espíritu trabaja y va transformando esa historia y nuestro corazón desde lo invisible. Os conviene que yo me vaya, nos dice Jesús, para pasar a esa otra dimensión del Espíritu santo, autor de nuestra santificación».
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Perdón , con todo respeto,
¿¿Quién está contento en el mundo??
¿Quién lleva vida placentera?????
Sólo los psicópatas, pero ellos luchan contra el cielo, porque hasta la despreocupada juventud habla de molestias por lo mismo que todos nosotros.
Los satisfechos son los malvados, como siempre..
El pensamiento de CIELO, ya se oye con mucha añoranza.
Los apóstoles debieron sentirse muy tristes, cuando lo vieron irse, nosotros añoramos verlo volver..
Qué ya venga Nuestro Señor Jesucristo. Lo tenemos en la Eucaristía, pero hasta ahí llega la insidia de satanás obstaculizando una tranquila Comunión.
El arzobispo sigue con el viejo error de llamar Cristianismo a lo que es en realidad estoicismo. Lo malo no es el placer, sino el egoísmo. El mandamiento no es “fastidiarás al prójimo como a ti mismo”, sino “amarás al prójimo como a ti mismo”. El placer es bueno y el dar placer al prójimo aun mejor.
Hacía mucho que no sacaba usted su obsesión sexual, que en definitiva debe de ser el origen de todos los disparates doctrinales e históricos de sus comentarios, pues al no aceptar la fe católica y su moral, se ha construido en su cabeza un mundo paralelo para autojustificarse. No, Dios no nos ha creado ni para sentir placer en este mundo, ni para darlo. El placer sexual, ordenado por Dios dentro del matrimonio, es un medio, no un fin. El amor al prójimo no tiene nada que ver con el placer sexual. Y hablando de egoísmo: ¿ya está dando usted el 100% de sus ingresos para financiar la sanidad de todos los países del mundo no existe la «sanidad gratuita» (que son todos) que usted pregona? ¿No? Pues es usted un egoísta y tiene un problema: se llama incoherencia y doble vara de medir (una para usted y otra para los demás).
Donde dice: «…la sanidad de todos los países del mundo no existe la ‘sanidad gratuita'»,
debe decir: «…la sanidad de todos los países del mundo DONDE no existe la ‘sanidad gratuita'».
5. “¿ya está dando usted el 100% de sus ingresos para financiar la sanidad de todos los países del mundo no existe la «sanidad gratuita» (que son todos) que usted pregona? A. Menuda tontería: yo predico que todos aportemos los necesario para que todos tengan sanidad. B. La sanidad universal existe en todos los países civilizados, de los que no formaba parte el EEUU de energúmenos como Trump, que ha celebrado la matanza de Texas apoyando a los fabricantes de armas asesinas.
“su obsesión sexual”. Su obsesión de acusar siempre de las mismas tres o cuatro cosas al que dice lo que a usted no le gusta.2. “pues al no aceptar la fe católica y su moral”. El que no la acepta es usted, porque Jesucristo dijo bien claro que el negar la asistencia médica al que la necesita es el camino al infierno. 3. “No, Dios no nos ha creado ni para sentir placer en este mundo, ni para darlo.” Eso no es Cristianismo sino la paganísima filosofía de los estoicos. Por ejemplo, todas las comparaciones con la Gloria Eterna en el Evangelio, no van de cilicios ni de conventos, sino de bodas, esposos y esposas. 4. “El amor al prójimo no tiene nada que ver con el placer sexual.” ¿Eso de dónde se lo saca, de las demencialidades de S Agustín y San Jerónimo (entre otros)?
Como dijo el Patriarca de Alejandría, Máximos IV, “muchos ateos no creen en un dios en el que tampoco yo creo”. Yo creo en un Dios bondadoso, que es el Bien por antonomasia, que quiere que disfrutemos y hagamos disfrutar a los demás y que lo único que prohíbe es que hagamos daño a nadie. Parece ser que el dios en el que tú crees es en un monigote enrabietado, que nos bombardea a prohibiciones y que, como el placer sexual (el físico y el espiritual), es uno de los mayores placeres, la tiene tomada con él, porque le molesta que seamos felices. El sexo, como todo lo demás, es bueno cuando nos hace felices y hace felices a los demás y es malo, como todo lo demás, cuando con él se hace daño a alguien.