Desde el cardenal Hollerich a su colega Marx, pasando por buena parte de la cúpula episcopal alemana, aumentan las voces de quienes pretenden que la Iglesia vea lícito el sexo homosexual. Pero Eric Tilch, empleado de la Diócesis de Limburgo, la misma que preside el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, quiere ir más lejos: que se acepte no solo su actividad homosexual, sino el hecho de que pueda cambiar de pareja a voluntad.
Tilch, que trabaja en el departamento de Educación de la Juventud de la diócesis de Limburgo, les está dinamitando el argumento a los obispos modernistas que quieren cambiar la doctrina en moral sexual de la Iglesia, postulando una equiparación del matrimonio heterosexual (el único con algún sentido) con una pareja “comprometida y fiel” de personas del mismo sexo.
Porque Tilch, como dijo en un panel de debate recientemente, no se sentirá ‘aceptado’ por la Iglesia hasta que se acepte su vida de promiscuidad. “Solo voy a sentirme aceptado como homosexual por la Iglesia si también se acepta que cambie de pareja”.
Eric, naturalmente, tiene toda la razón. Si se acepta algo que ha sido considerado como moralmente abominable de forma unánime por la Iglesia desde el principio, y antes por el Pueblo de Israel, no tiene mucho sentido pararse ahí.
Quienes estamos convencidos de que eso de la “pendiente resbaladiza” no es ninguna falacia esperábamos algo así. Cuando algunos prelados empezaron a hablar de admitir el sexo homosexual “en parejas comprometidas”, sabíamos que aquello no era el final. Que no hay final, en realidad.
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Es cuando un cardenal, un obispo, un sacerdote, un fiel exhibe una tremenda ignorancia de la fe que representa. ¿Es la Iglesia quien puede declarar lícito lo que Dios desde los cielos y desde la Tierra han declarado ilícito. Saben que no. Lo estudiaron y fueron formados en ello. Cometen traición a la fe que les dice «ser perseguidos» por seguir a Jesús. Lejos de ello, son populistas de la fe; caen simpáticos y, cómo todo populista, te llevan a la condenación.
Desde luego, si Dios habló en las Sagradas Escrituras y creó un hombre y una mujer, la iglesia puede aceptar lo que quiera o o disimular o hacerse el sordo y transigir. Pero la Ley de Dios es la Ley de Dios. Y a la larga las personas que van contra la Ley de Dios, generalmente lo pagarán antes o después, a veces muchos antes de lo que se piensa. Y esto va para todos que somos presa de nuestros propios pecados, y que al final siempre nos rebotan como un boomerang.
Todo es surrealista… Sobre todo, que el Sr. Tilch trabaje en el Departamento de Educaciòn de la Juventud de la Universidad…! Por supuesto, querìan equiparaciòn de derechos civiles con las parejas hetero, se aprobaron. Luego, bendiciòn de parejas, se aprobaron y efectuaron. Ahora, aprobaciòn del cambio de parejas, aparentemente sin lìmites… Pobre gente…!
Simplemente son infiltrados a cambio de algo y puestos por alguien. No hay que razonar mucho para darse cuenta.
La tradicional táctica quintacolumnista de siempre está ya muy vista. Siempre son los mismos.
Es cierto, pero nadie sabe quién es su jefe directo, o sea, el que les da las órdenes.
Una vez se rompe el dique, la inundación es total. El Papa Francisco ha roto el dique con su deliberado silencio de nueve años, y también al dar alas a los promotores del lgtbi, y ahora no podrá contener la ola.
Esto ya sólo lo puede arreglar otro Papa. ¡Francisco: dimisión!
Silencio ???????????????????
Ningún Papa en 2000 años hablo tanto como Francisco
Muy cierto,, no lo había pensado.
Es un plan como el de la pareja que mandó hacer su pastel de novios a una persona cristiana.
La señora se negó, se le vino el mundo encima.
Ahora éste show del gay coqueto,
Se harán los remolones un tiempo, ( hay que disimular) y luego aceptan lo que propongan todos, todas y todes.
Por m´´as que argumentemos en contra de las actividades homosexuales jamás nos darán la razón. Llega un momento en que ya no aceptan buscar la verdad juntos, sino en no quedar por debajo del otro y por lo tanto no se impondrá la verdad sino la soberbia del poder.
En el fondo la jerarquïa tiene miedo de que se le vayan de la iglesia esos grupúsculos, tienen miedo de quedarse solos. Pero si ya están solos porque las iglesias se están quedando vacías. Mejor solos con Cristo,que acompañados de personas que no creen en Cristo. Es una abominación que se ha adueñado del santuario. Cómo es posible que un obispo quiera bendecir las orgías? Ese señor, que no obispo, debería ser expulsado de la Iglesia. Puede que él mismo haya probado varias parejas y quiera justificarlo. La Iglesia requiere una renovacion total de la Iglesia. El domingo de Ramos en la celebración de la Plaza de San Pedro, en primera fila había dos banderas arcoiris desplegadas, las únicas.Es una repetición de Sodoma y Gomorra. Al final el Señor mandará fuego en forma de bombas atómicas para purificar esta sociedad manchada. Que Dios encuentre al menos 10 justos que nos salven de la debaacle.
Yo no sé si la iglesia tienen miedo o no de que se vayan estos grupúsculos, o lo hacen a propósito. Pongo un ejemplo. Hace muchos años cuando yo era joven. Comenzaron a contratar en los colegios concertados religiosos, a profesores, que yo me quedaba alucinada. De iglesia nada de nada. Como se casaban por la iglesia, porque entonces la mayoría lo hacían, pero ese era el último que iban a la iglesia, desde la primera comunión que hicieron a los 9 años. Era público y notorio que no tenían nada que ver con la iglesia, no hacía falta interrogarles. Y a pesar de todo los contrataban como churros, dejando a profesores, que si acudían a la iglesia y que en apariencia eran católicos practicantes. Y ahora se lamentan de que los colegios católicos no tienen nada de católicos. Yo creo que lo hicieron a propósitos, porque a muchos frailes y monjas les hacía gracia este tipo de personas tan abiertas. Por no pensar algo peor.
No tiene ningún sentido exigir indisolubilidad en parejas homosexuales, ni fidelidad tampoco. Eso es necesario para el matrimonio, con el fin de salvaguardar a la prole.
Ahora bien, no se entiende la necesidad de publicitar sus relaciones íntimas. Que vivan con quien les dé la gana y punto, sin tener por qué dar explicaciones.
Y vuelvo a decir, la homosexualidad es un don de Dios que se da en la Creación por voluntad del Sumo Hacedor, no sólo para los homosexuales, sino también para los heterosexuales en determinadas ocasiones. No siempre tiene por qué llevar aparejada una actividad genital. Es la expresión sexual del amor al prójimo como a uno mismo. No es Dios quien la condenó, sino la cultura ancestral, primitiva y bárbara de algunos antepasados nuestros de hace miles de años.
«Y vuelvo a decir, la homosexualidad es un don de Dios que se da en la Creación por voluntad del Sumo Hacedor, no sólo para los homosexuales, sino también para los heterosexuales en determinadas ocasiones»
Los asesinatos en serie también se dan en la creación. Y la ceguera. Y el cáncer. Y el abuso infantil… ¿Todo es voluntad de Dios? ¿Se lo ha dicho Dios a usted personalmente? ¡Madre mía, los disparates que hay que leer!
«No es Dios quien la condenó, sino la cultura ancestral, primitiva y bárbara de algunos antepasados nuestros de hace miles de años»
Más bien al contrario: usted quiere volver a la cultura ancestral, primitiva y bárbara precristiana para poder dar rienda suelta a sus bajos instintos. Vamos, «progresar» hacia atrás, como el cangrejo. Y aquí tiene usted la condena divina expresa: «No te ayuntarás con varón como con mujer; es una abominación» (Lv 18,22). Palabra de Dios.
Veníamos bien, hasta que apareció este comentario abominable.
Si no eres católico, nada tienes que hacer aquí.
Se fomenta esta depravación en escuelas, les dicen que antes no se les explicaba por ideología. La gente que se traga que es por humanidad y paz, no se lo cree que después viene la aceptación de la pedofilia.
Hace décadas hubiese sido impensable que se acepte la perversión de la homosexualidad.
Todo porque no se reproducen y el hombre pervertido es más esclavo y más instrumentalizable por las elites masónicas.
Mauricio Pinay, se quedó corto cuando escribió «Complot contra la Iglesia».