La Comunidad de Lanceros no podía dejar de tratar la enésima “Omellada” que ha traído en danza a la Iglesia y a los medios de comunicación. “Omellada” ha sido la palabra de moda durante estos días pasados en los palacios episcopales. “Omellada”, dícese de lo que hace el cardenal Omella para quedar bien sin necesidad de hacerse el gracioso.
Las “Omelladas” tienen una característica común. Se hacen con luz y taquígrafos en la sede de la Conferencia Episcopal ante personas invitadas por Omella. No vayan a pensar ustedes que el cardenal de Cretas (Teruel) las hace en su palacio de Barcelona. No, ocurren en la calle Añastro sin obispos delante.
Comenzó la época Omella, de las “Omelladas”, con la visita de Pedro Sánchez a la sede de la Conferencia Episcopal.
Y el pasado miércoles, ante la cara de sorpresa de más de un obispo, el Presidente de la Conferencia Episcopal invitó a la hora del café a los miembros de la asociación nacional de víctimas de la pederastia clerical, Infancia Robada. Y solo a esa asociación, como si no hubiera más asociaciones de víctimas en España.
Un asociación que, según nos cuenta uno de los miembros de la Comunidad de Lanceros, está compuesta por un número indescriptible de miembros. La abogada de esta asociación, Leticia de la Hoz, es letrada de la víctima del caso Gaztelueta –Colegio del Opus Dei en el País Vasco-. La víctima del Caso Gaztelueta es el hijo del senador socialista, Juan Catrecasas, fundador de esta asociación. La madre de la víctima, Ana Cuevas, es la actual presidenta de la asociación.
Lo curioso, según añade otro miembro destacado de esta Comunidad de Lanceros, es que el entonces obispo de la Calzada-Logroño, Juan José Omella, es un viejo conocido de la familia del caso Gaztelueta. En aquella época se implicó a fondo en la defensa de la víctima y en la denuncia al profesor y al Colegio.
Fueron frecuentes los viajes a Roma de monseñor Omella para que se aplicara mano dura contra el profesor y contra el Colegio del Opus Dei. Hubo incluso quien dijo que Omella parecía que había sido contratado como abogado defensor de la víctima. Corre el rumor de que otro de los más activos defensores de la víctima, siempre supuesta según el Colegio, aunque la justicia española haya dictado sentencia favorable a favor del joven –también presente en la reunión de Añastro-, fue el jesuita Germán Arana. ¡Cómo no!
La relación de antiguo entre los mandatarios de Infancia Robada con el cardenal Omella habrá facilitado la reunión del pasado miércoles en la Conferencia Episcopal. Una reunión, que como repitieron a la salida del encuentro los miembros de la asociación, tenía como finalidad decirle al cardenal Omella que no iban a colaborar con la investigación que la Conferencia Episcopal encargó al despacho de abogados Cremades&Calvo Sotelo. La razón repetida por la asociación es que el abogado Javier Cremades es miembro destacado del Opus Dei. Investigación, por cierto, que presentó Omella en el despacho del abogado madrileño del Opus Dei.
La pregunta que se hacen los miembros de la Comunidad es si el cardenal Omella, que les dijo a las víctimas que iba a ir a ver al Papa para contarle la visita, les convocó para tener motivos para echar tierra sobre la investigación del abogado Cremades. ¿Tendrá algo que ver en todo esto la presencia del Opus Dei?, se pregunta otro miembro de la Comunidad de Lanceros. Habrá que esperar a la siguiente “Omellada”.
Diego Lanzas
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Las omelladas son casi tan lastimosas como las bergogliadas.
No es omellada, es omegliata…
¡No, por Dios! Las bergogliadas son destructoras.
Con estos pastores no se precisan lobos
Lo más lamentable es que se tiran piedras contra el propio tejado. La falta de visión eclesial es absoluta. Y la cortedad de miras total. No entro a valorar el coeficiente intelectual, que se deja ver por sí mismo. Se puede ser poco inteligente, pero si además falta rectitud, hay poro que hacer.
Ya les vale a los lanzeros con el nombre de la diócesis riojana; pero, no solo a los lanzeros, sino a otros obispos, tipo Osoro, que no saben decir Calahorra y La Calzada-Logroño. Obispado con más de 1.700 años, que, desde el siglo XIII se llama de Calahorra y La Calzada y desde el siglo XX Calahorra y La Calzada-Logroño.