Es necesario un reinicio ecuménico

Constantinopla Moscú cisma Kiril, patriarca de Moscú (izq) y Bartolomé, patriarca de Constantinopla (dcha).
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(First Things)-A principios de los años 90 conocí a Kirill, ahora patriarca de Moscú y de todas las Rusias, cuando el hombre bautizado como Vladimir Mikhailovich Gundyayev era el principal responsable ecuménico de la Iglesia ortodoxa rusa.

La ocasión fue una cena ofrecida en la Biblioteca del Congreso por el difunto y gran James H. Billington, cuya historia de la cultura rusa, El icono y el hacha, sigue siendo la obra clásica sobre el tema. El metropolitano Kirill, como se le llamaba entonces, me pareció un cosmopolita sofisticado, no ajeno a las cosas buenas de la vida; no había nada de asceta o místico dostoievskiano en él. Y aunque parecía menos un eclesiástico que un diplomático suave y mundano vestido de eclesiástico, uno tenía que estar impresionado por la fría compostura con la que desempeñaba ese papel. Gran parte de la charla en la mesa y la posterior conversación en la sobremesa giró en torno a la posibilidad de que Rusia se convirtiera en una democracia efectiva, una perspectiva respecto a la cual, si la memoria no me falla, Kirill mostró un considerable, aunque moderado, escepticismo.

Al investigar su biografía más tarde, algunas cosas sobre Kirill salieron a relucir con mayor claridad.  

En 1971, con solo veinticinco años de edad, el entonces archimandrita Kirill fue enviado por el patriarcado de Moscú como representante ortodoxo ruso al Consejo ecuménico de las Iglesias en Ginebra. Diez años antes, el régimen soviético, que entonces llevaba a cabo una persecución draconiana que cerró la mitad de las iglesias ortodoxas del país, había «permitido» a la Iglesia ortodoxa rusa participar en el Consejo ecuménico. Sin embargo, los motivos del régimen no eran ecuménicos. Los representantes ortodoxos rusos en el Consejo ecuménico fueron cuidadosamente seleccionados por el KGB, el servicio de inteligencia secreto soviético; su tarea era bloquear cualquier desafío a las violaciones de la libertad religiosa por parte de la Unión Soviética, al tiempo que convertían al Consejo ecuménico en una crítica constante de Occidente. Todo está detallado en The Sword and the Shield: The Mitrokhin Archive and the Secret History of the KGB. Y a partir de ese inestimable recurso, es imposible no concluir que Kirill era, como mínimo, un instrumento del KGB; bien podría haber sido un agente del KGB como otro Vladimir, Putin.

La carrera eclesiástica de Kirill prosperó durante las décadas de Putin y, al parecer, se convirtió en un hombre rico, si no al nivel colosal del propio Putin, sí hasta el punto de que una vez fue fotografiado, para vergüenza suya, llevando un reloj Breguet de 30.000 dólares, convencido de que estaba oculto bajo su túnica. (La Iglesia rusa lanzó una andanada de propaganda sugiriendo que la fotografía había sido manipulada, aunque lo que parece haber sido una foto posteriormente retocada, desplegada en defensa de Kirill, mostraba torpemente el reflejo del reloj en una mesa brillante). Sean cuales sean sus circunstancias financieras, es indiscutible que Kirill ha sido un fiel servidor del Estado ruso desde su elección como patriarca en 2009. Y aunque recibió las críticas de los círculos reaccionarios ortodoxos rusos por su encuentro con el papa Francisco en La Habana en 2016, debía saber que, independientemente de la oposición interna a la que se enfrentaba por parte del clero y los congregantes antirromanos, el Kremlin y su amo -sin cuya luz verde el encuentro de La Habana no se habría producido- le cubrían las espaldas. 

Por lo tanto, no debería sorprender que el patriarca Kirill haya intentado cubrir la agresión brutal y no provocada de Putin contra Ucrania, que Kirill lleva mucho tiempo insistiendo en que forma parte del Russkiy mir, el «mundo ruso». La guerra en Ucrania, dijo el cuarto día de la invasión rusa de su vecino, había sido causada por «poderes externos oscuros y hostiles», las «fuerzas del mal» y «los ataques del maligno».

Que Kirill actúe como instrumento del poder estatal ruso no es nada nuevo. Lleva décadas haciéndolo. Sin embargo, su declaración del 27 de febrero alcanzó un nuevo nivel, al invocar deliberadamente imágenes cristianas para falsear lo que estaba ocurriendo en Ucrania. La palabra técnica para ese uso deliberado y aberrante de las cosas de Dios es blasfemia. La propaganda política profana de Kirill también socava su propia Iglesia en Ucrania, cuyo líder, el metropolitano Onufry, condenó la invasión rusa.

Desde principios de la década de 1960, el Vaticano se ha encaprichado con la idea de una entente bilateral con la ortodoxia rusa. Sean cuales sean sus nobles intenciones, ha sido un error y ahora haga llegado el momento de un reinicio ecuménico. Si dos de las organizaciones más venales y corruptas del planeta -el Comité Olímpico Internacional y la FIFA, la potencia hegemónica del fútbol mundial- pueden romper sus relaciones con Rusia debido a su agresión letal, el Vaticano seguramente puede informar al patriarca Kirill de que los contactos ecuménicos de la Santa Sede con la ortodoxia rusa se suspenden hasta que Kirill condene la invasión de Ucrania, demostrando así que no es una marioneta de Putin.

Publicado por George Weigel en First Things

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
9 comentarios en “Es necesario un reinicio ecuménico
  1. Hay tres errores del articulista en su frase: «agresión brutal y no provocada de Putin contra Ucrania.» No es agresión , sino una operación militar que no va contra la población; no es brutal, porque no agrede a civiles ni comete crímenes de guerra; y es provocada, pues Ucrania, la UE y EEUU han desencadenado la respuesta de Putin, debido a sus bombardeos en Donbass, su asfixia económica a Rusia, y la amenaza de instalar misiles nucleares en la frontera.

    1. Coincido con el patriarca de Moscú, en que la campaña rusa ha sido la reacción frente a «poderes externos oscuros y hostiles», y «los ataques del maligno», ante los cuales Rusia se está defendiendo. Lo dijo también el arzobispo Viganó, al afirmar: «Los globalistas han fomentado la guerra en Ucrania para establecer la tiranía del NOM.»

  2. Ya sé que la Historia no detiene su camino, que las culturas dejan su peso y su poso, y todo eso. Pero cada vez que veo a prelados cristianos de diversas obediencias y ramas históricas, disfrazados con ropajes ampulosos, tocados con bonetes que parecen minaretes o con mitras que en realidad son la evolución del divino prepucio egipcio y con un bastón de mando, de diversas formas y materiales, intento imaginar al Señor de esa guisa y me entra la risa floja. En el siglo VI a.C., Confucio decía en la compilación del Lun-Yu, algo perfectamente aplicable a tanto majadero actual, de diverso dentaje, cornaje y pelaje: «Autoridad es mirar con severo desafío, sentarse en alto y diferenciarse de los súbditos con ropajes y atributos lujosos». No mencionaba ni la legitimidad, ni el servicio a la Comunidad ni el respeto a las personas. Era listo el buen maestro Kung.

  3. Artículo totalmente subjetivo y que no explica ni poco, ni mucho, ni nada, la intervención militar en curso. A nadie le interesa qué reloj lleva Kirill (que puede ser un regalo), como tampoco interesa cuánto dinero hay en la cuenta suiza de Francisco (o sí, pero no para hablar de este tema).

    «…el Vaticano seguramente puede informar al patriarca Kirill de que los contactos ecuménicos de la Santa Sede con la ortodoxia rusa se suspenden hasta que Kirill condene la invasión de Ucrania, demostrando así que no es una marioneta de Putin»

    George Weigel no ha debido de enterarse de que ni el Papa, ni la Santa Sede en su nombre, han emitido condena alguna a Putin ni a Rusia. Se ha limitado a lamentar la guerra y las víctimas que provoca. ¡Faltaría más! Pero, ¿cómo va a decir a nadie que rompe las relaciones ecuménicas por no condenar lo que desde la parte católica tampoco se ha condenado?

  4. Pero ¿cuál Iglesia le debería retirar su apoyo?
    Porque ya desde hace varios santos, han dicho que iba a haber, y luego que ya hay dos Iglesia en la misma Iglesia Católica.
    ¿Cuál de ellas debe decirle, o dices ésto, o ya no te juntas con nosotros?
    Ellos, los ortodoxos, están igual,
    (Habrá que admitir que el demonio ha hecho muy buen trabajo,, ha desunido todo lo que le ha convenido)
    Si éste señor Kirill, no es lo que corresponde, ¿ Acá si?
    ¿Quién va a tirar la piedra?
    Marcos y el Vigía,, ni se apunten

  5. Perdón, otra cosa.
    Me parece chocante que se juzgue a una persona por traer un reloj muy caro, no creo que él mismo se lo comprara , debió ser un regalo,, igual les regalan automóviles.
    Aunque nunca es bueno que acepten para ellos mismos cosas lujosas. Aunque no tengan voto de pobreza, si tienen voto de lealtad a Dios, que vino al mundo como pobre, y así vivió y murió,
    Todo lo que sea, pero para repartirlo en otros lados.

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