El cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Colonia, ha vuelto a su sede tras un periodo ‘sabático’ dedicado a la oración y ha vuelto a presentar su renuncia al Papa. Y ahora el episcopado alemán, inmerso en un revolucionario ‘camino sinodal’ y que ve en el conservador Woelki un obstáculo, pide públicamente al Papa que tome ya una decisión sobre su renuncia.
Su sede, Colonia, anda revolucionada. Entre sus colaboradores abundan los que quieren que el arzobispo se vaya de una vez, y critican que en sus comunicaciones no haya confesado ninguna culpa concreta por la situación y las acusaciones de mala gestión en casos de abusos sexuales clericales. También se le critica que presente su renuncia con la boca pequeña, porque al mismo tiempo pide una “segunda oportunidad”.
Pero por debajo y al margen de las acusaciones concretas -que afectan a muchos más obispados alemanes, por otra parte-, parece haber una irritación contra Woelki que poco o nada tiene que ver con los abusos. En concreto, muchos en la archidiócesis le piden que, de rechazar el Papa su dimisión, deberá al menos cambiar radicalmente su modo de ejercer el ministerio, dando más peso a las opiniones de comités y grupos de fieles. Es decir, que se rinda a la imparable marea renovadora.
Y es que Woelki es una piedra en el zapato de los renovadores del ‘camino sinodal’, empezando por su cabeza, el obispo de Limburgo Georg Bätzing. Porque Woelki ha alertado a menudo del riesgo de cisma que supone el proceso iniciado por sus colegas alemanes.
Y Bätzing ha saltado. El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana ha urgido al Papa Francisco ha que tome ya una decisión sobre qué va a ser de Woelki y del arzobispado. Cuál deba ser esta decisión no lo dijo explícitamente Bätzing, pero no hace falta ser un hacha leyendo entre líneas para imaginarla.
De hecho, el jefe de los obispos alemanes ha añadido que, si bien el Cardenal Woelki envió una “poderosa señal” al presentar su renuncia, el ambiente en la archidiócesis, en muchos sentidos la más importante de Alemania, sigue estando muy tenso. Pocas palabras para un buen entendedor.
Ahora la pelota está en el tejado de Roma, vino a decir Bätzing ante los periodistas, “y no creo que puedan demorar la situación mucho más tiempo”. Agregó, pío, que espera que se alcance un alto el fuego entre los fieles de Colonia y su ordinario pero que, de no ser así, “el Papa debe actuar”.
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