Las enseñanzas de san Juan Pablo II sobre patriotismo y nacionalismo

Juan Pablo II
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Karol Wojtyła fue testigo de como, tanto los nazis como los comunistas, invadieron su país natal, Polonia. Muchos afirman que la oración del Papa polaco jugó un papel fundamental en la caída del muro de Berlín y en el fin del comunismo en el este de Europa. Quizá por eso, durante su pontificado se esmeró en numerosas ocasiones en diferenciar entre el recto y sano ejercicio virtuoso de amar a la patria y el pecado de odiar al prójimo.

Por eso, recatamos algunos mensajes de Juan Pablo II que giran en torno a los conceptos de patria, nación y nacionalismo.

Sobre patriotismo y unidad Juan Pablo II afirmó “el amor de la patria nos une y debe unirnos por encima de cualquier divergencia. Esto nada tiene que ver con un rígido nacionalismo o chovinismo, sino que surge de la ley del corazón humano. Es la medida de la nobleza del hombre. Medida puesta a prueba muchas veces durante nuestra nada fácil historia.” (Carta a los polacos, 23 de octubre de 1978).

En referencia al patriotismo y universalidad dijo lo siguiente: “El Pueblo de Dios, precisamente porque es unidad en la variedad, comunidad de hombres y pueblos diversos —“linguarum multarum”, para decirlo con palabras de la liturgia de Pentecostés— que no pierden su diversidad, aparece como presagio y figura; más aún, como germen y principio vital de la paz universal. Porque la comunión armoniosa en la diversidad que se da en el Pueblo de Dios, provoca el deseo de que suceda lo mismo en el universo. Más aún: lo que acontece en el Pueblo de Dios, sirve de base para que se cree lo mismo entre los hombres. En este sentido, la universalidad, dimensión esencial en el Pueblo de Dios, no se opone al patriotismo ni entra en conflicto con él. Al contrario, lo integra, reforzando en el mismo los valores que tiene; sobre todo el amor a la propia patria, llevado, si es necesario, hasta el sacrificio; pero al mismo tiempo abriendo el patriotismo de cada uno al patriotismo de los otros, para que se intercomuniquen y enriquezcan. La paz verdadera y durable tiene que ser fruto maduro de una lograda integración de patriotismo y universalidad“. (Discurso a los Obispos de Argentina, Buenos Aires, 12 de junio de 1982).

Uniendo los conceptos de patriotismo y solidaridad Wojtyła sostiene que “entre las muchas consideraciones que aquí se podrían hacer, el Papa quiere referirse a una concreta: la piedad en la vida civil, conocida en nuestro tiempo como amor a la propia patria o patriotismo.
Para un cristiano se trata de una manifestación, con hechos, del amor cristiano; es también el cumplimiento del cuarto mandamiento, pues la piedad, en el sentido que venimos diciendo incluye –como nos enseña Santo Tomás de Aquino– (Summa Theologiae, IIª-IIæ, q. 101, a. 3, ad 1) honrar a los padres, a los antepasados, a la patria.
El Concilio Vaticano II ha dejado, también a este respecto, una enseñanza luminosa. Dice así: “Cultiven los ciudadanos con magnanimidad y lealtad el amor a la patria, pero sin estrechez de espíritu, de suerte que miren siempre también por el bien de toda la familia humana, unida por toda clase de vínculos entre las razas, los pueblos y las naciones” (Gaudium et spes, 75).
Considerad, pues, que el amor a Dios Padre, proyectado en el amor a la patria, os debe llevar a sentiros unidos y solidarios con todos los hombres. Repito: ¡Con todos! Pensad también que la mejor manera de conservar la libertad que vuestros padres os legaron se arraiga, sobre todo, en acrecentar aquellas virtudes –como la tenacidad, el espíritu de iniciativa, la amplitud de miras– que contribuyen a hacer de vuestra tierra un lugar más próspero, fraterno y acogedor”. (Homilía en el Aeropuerto Benjamín Matienzo de Tucumán durante su viaje apostólico a Uruguay, Chile y Argentina, 8 de abril de 1987).

Patriotismo VS nacionalismo

¿Cuál es el mensaje que lanzó Juan Pablo II para distinguir el patriotismo del separatismo? “Es preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada.
Se trata de una solidaridad que debe vivirse no sólo dentro del país, sino también con respecto a toda Europa y al tercer mundo. El amor a la propia nación y la solidaridad con la humanidad entera no contradicen el vínculo del hombre con la región y con la comunidad local, en que ha nacido, y las obligaciones que tiene hacia ellas.
La solidaridad, más bien, pasa a través de todas las comunidades en que el hombre vive: en primer lugar, la familia, la comunidad local y regional, la nación, el continente, la humanidad entera: la solidaridad las anima, vinculándolas entre sí según el principio de subsidiariedad, que atribuye a cada una de ellas el grado correcto de autonomía”. (Mensaje a los Obispos italianos sobre las responsabilidades de los católicos ante los desafíos del momento histórico actual, 6 de enero de 1994).

La gran diferencia que hace el Papa Juan Pablo II entre patriotismo frente a nacionalismo: “En este contexto es necesario aclarar la divergencia esencial entre una forma peligrosa de nacionalismo, que predica el desprecio por las otras naciones o culturas, y el patriotismo, que es, en cambio, el justo amor por el propio país de origen.
Un verdadero patriotismo nunca trata de promover el bien de la propia nación en perjuicio de otras. En efecto, esto terminaría por acarrear daño también a la propia nación, produciendo efectos perniciosos tanto para el agresor como para la víctima.
El nacionalismo, especialmente en sus expresiones más radicales, se opone por tanto al verdadero patriotismo, y hoy debemos empeñarnos en hacer que el nacionalismo exacerbado no continúe proponiendo con formas nuevas las aberraciones del totalitarismo”. (Discurso a la quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 5 de octubre de 1995).

Por último, en el libro «Memoria e identidad» el San Padre vuelve a alertar de los peligros del nacionalismo. Afirma que «la patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, es decir, el conjunto de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados. Incluye el territorio y los elementos espirituales. El lugar del patriotismo en el decálogo es el cuarto mandamiento, que nos exige honrar al padre y a la madre porque representan para nosotros a Dios creador, pues la patria es verdaderamente una madre para cada uno (…). La identidad cultural e histórica de las sociedades se protege y anima por lo que integra el concepto de nación. Naturalmente, se debe evitar absolutamente un peligro: que la función insustituible de la nación degenere en el nacionalismo. En este aspecto, el siglo XX nos ha proporcionado experiencias sumamente instructivas, haciéndonos ver también sus dramáticas consecuencias. ¿Cómo se puede evitar este riesgo? Pienso que un modo apropiado es el patriotismo. En efecto, el nacionalismo se caracteriza porque reconoce y pretende únicamente el bien de su propia nación, sin contar con los derechos de las demás. Por el contrario, el patriotismo, en cuanto amor por la patria, reconoce a todas las otras naciones los mismos derechos que reclama para la propia y, por tanto, es una forma de amor social ordenado. El patriotismo, como sentimiento de apego a la propia nación y a la patria, debe evitar transformarse en nacionalismo».

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Comentarios
3 comentarios en “Las enseñanzas de san Juan Pablo II sobre patriotismo y nacionalismo
  1. Un buen ejemplo de lo que decía San Juan Pablo II, es que el nacionalismo llevó a la independencia de Ucrania de la madre patria que era Rusia, y luego se complicó con las pretensiones de Crimea, Donbass y Lugansk. Todo lo cual
    ha contribuido a desencadenar el conflicto actual entre Rusia y Ucrania. Si bien se dan otros factores como la expansión hegemónica de EEUU, la actitud de la UE, la extensión de la OTAN a territorios fronterizos con Rusia, etc.

  2. Que los EE.UU. de América no son una perita en dulce ya lo sabemos, como también sabemos que está corrompida Europa, atea y masónica, ni tiene agallas para defenderse ella sola y, cuando el peligro azota a territorios europeos tienen que venir los americanos para dejar la vida de sus soldados para salvar a los territorios de la antigua Yugoslavia después de un genocidio que duró cinco años. Entonces Su Santidad San Juan Pablo II pidió angustiado que se terminará aludo genocidio y violaciones de religiosa y barbaridades sin cuenta. Dentro de toda su maldad, tienen algo aprovechable. ¿Pero que tiene la Rusia de ese asesino de Putin?

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