El Papa: «La envidia está muy presente en las comunidades sacerdotales»

Papa Francisco envidia sacerdotes El Papa Francisco en el simposio sobre el sacerdocio (Vatican Media).
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Lo advirtió el Papa Francisco en el Aula Pablo VI del Vaticano durante la inauguración del Simposio ‘Hacia una teología fundamental del sacerdocio’.

«Por la envidia, la envidia del diablo, entró el pecado al mundo, es la puerta, es la puerta para la destrucción. Y sobre esto debemos hablar claro: en nuestros presbiterios existe la envidia, no todos son envidiosos, pero existe la tentación de la envidia, estemos atentos, y de la envidia a las habladurías», alertó el Santo Padre.

Para sentirnos parte de la comunidad «no hace falta ponernos máscaras que muestran sólo una imagen triunfante de nosotros». «No tenemos necesidad de presumir, ni mucho menos de pavonearnos o, peor aún, de asumir actitudes violentas, faltando el respeto a quien está junto a nosotros. Porque también existen formas clericales de bullying», señaló Su Santidad.

Si de algo tiene que presumir un sacerdote «es de la misericordia del Señor», porque el sacerdote conoce «su pecado, su miseria y sus límites», si tiene presente esto «no puede ser envidioso».

El Papa reveló algo «muy triste» que sucede en los nombramientos de obipsos: «El amor verdadero se complace en la verdad y considera un pecado grave ir contra ella y contra la dignidad de los hermanos con calumnias, maledicencias y las habladurías. El origen es la envidia y se llega también a las calumnias para alcanzar un lugar. Esto es muy triste, cuando se solicitan desde aquí informaciones para hacer obispo a alguno y muchas veces, muchas veces, recibimos informaciones enfermas de envidia, y esto es una enfermedad de nuestros presbiterios».

Francisco comenzó su intervención diciendo que vivimos un tiempo que «nos pide no solo detectar el cambio, sino acogerlo con la consciencia de que nos encontramos ante un cambio de época». Esto lo ha confirmado el coronavirus, añadió el Papa.

El cambio presenta diferentes modos de afrontarlo, indicó Su Santidad, «el problema es que muchas acciones y muchas actitudes pueden ser útiles y buenas, pero no todas tienen sabor a Evangelio. Aquí está el núcleo. Cambios y acciones que no tienen sabor a Evangelio, discernir esto», advirtió.

El Santo Padre puso el ejemplo de «buscar formas codificadas, ancladas en el pasado y que nos “garantizan” una forma de protección contra los riesgos, “refugiándonos” en un mundo o en una sociedad que no existe más -si es que alguna vez existió-, como si ese determinado orden sería capaz de poner fin a los conflictos que la historia nos presenta. La crisis del volver hacia atrás para “refugiarse”».

Otro ejemplo sería el «optimismo exacerbado -“todo andará bien”, ir demasiado hacia adelante sin discernimiento y sin las decisiones necesarias». «Son dos tipos de huidas, son las actitudes del asalariado que ve venir al lobo y huye: huye hacia el pasado o huye hacia el futuro», afirmó Su Santidad.

«En cambio, me gusta esa actitud que nace de hacerse cargo con confianza de la realidad anclada en la sabia Tradición viva y viviente de la Iglesia, que puede permitirse remar mar adentro sin miedo», añadió.

«No debemos nunca olvidar que toda vocación específica, incluida la del Orden sagrado, es cumplimiento del Bautismo. Es siempre una gran tentación vivir un sacerdocio sin el Bautismo -existen, hay sacerdotes sin Bautismo- es decir, sin acordarnos que nuestra primera llamada es a la santidad», dijo Francisco.

«Con cuánta razón San Juan Pablo II nos recordaba que «el sacerdote, como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado» (Exort. ap. post sinodal, Pastores dabo vobis, 25 marzo 1992, 26). Ve a decir tú a algún Obispo o un sacerdote que debe ser evangelizado, no entienden, y esto sucede, es el drama de hoy».

El Papa estructuró su dicurso con «las cuatro columnas constitutivas» de la vida sacerdotal, las “cuatro cercanías”.

La primera es la cercanía a Dios. «Un sacerdote es invitado ante todo a cultivar esta cercanía, la llaman intimidad con Dios, y de esta relación podrá obtener todas las fuerzas necesarias para su ministerio», indicó Su Santidad.

«Sin una relación significativa con el Señor nuestro ministerio está destinado a ser estéril», advirtió Francisco. «La cercanía con Jesús, el contacto con su Palabra, nos permite confrontar nuestra vida con la suya y aprender a no escandalizarnos de nada de lo que nos suceda, a defendernos de los “escándalos”».

El Pontífice contó una anécdota de la curia: «Me decía un sacerdote que trabaja aquí en la Curia de poner orden, es joven, me decía que volvía cansado, volvía cansado, pero descansaba antes de ir a la cama delante a la Virgen con el Rosario en la mano. Tenía necesidad de esa cercanía, uno ‘curial’, uno puede decir un empleado del Vaticano. Se critica mucho a la gente de la curia -muchas veces, es verdad- pero también puedo testimoniar que aquí dentro hay santos, y es verdad esto».

Francisco alertó que muchas crisis sacerdotales «tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa».

«Esto quiero distinguir, también en la formación, una cosa es la vida espiritual y otra la práctica religiosa. ‘¿Cómo va tu vida espiritual? Bien, bien, hago la meditación por la mañana, recito el Rosario, rezo la ‘suegra’ -la suegra es el breviario-, rezo el breviario, yo cumplo todo’. Eso es práctica religiosa, pero cómo va tu vida espiritual», explicó el Papa.

«Recuerdo momentos importantes en mi vida donde esta cercanía con el Señor fue crucial para sostenerme. Sostenerme en momentos obscuros, sin la intimidad de la oración, de la vida espiritual, de la cercanía concreta con Dios a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de la Eucaristía, del silencio de la Adoración, de la consagración a la Virgen, del acompañamiento sapiente de un guía, del sacramento de la Reconciliación, sin estas “cercanías” concretas, en definitiva, un sacerdote es, por así decirlo, solo un obrero cansado que no goza de los beneficios de los amigos del Señor», reveló Su Santidad.

«A mí me gustaba, en la otra Diócesis preguntar a los sacerdotes, me contaban sobre los trabajos, dime ¿cómo vas a la cama? -no entendían- en la noche, cómo vas a la cama, voy cansado, como algo y voy a la cama, y delante a la cama la televisión… Y ¿no pasas ante el Señor para al menos darle las buenas noches? Este es el problema. Falta de cercanía, era normal el cansancio del trabajo e ir a descansar, ver televisión que es lícito, pero sin el Señor, sin esto, había recitado el Rosario, había rezado el breviario, pero sin la intimidad del Señor, no sentía la necesidad de decir al Señor ‘adiós, hasta mañana, muchas gracias’. Son pequeños gestos que revelan la actitud de un alma sacerdotal», dijo Francisco.

Francisco señaló que muy a menudo «en la vida sacerdotal se vive la oración sólo como un deber, olvidando que la amistad y el amor no pueden imponerse como una regla externa, sino solo como una elección fundamental de nuestro corazón».

«Si no se sabe sustituir el verbo “hacer” de Marta para aprender el “estar” de María. Es difícil aceptar dejar el activismo que es agotador, muchas veces el activismo es una huída. Es difícil aceptar dejar el activismo que es agotador, porque cuando uno deja de estar ocupado, la paz no llega inmediatamente al corazón, sino la desolación; y para no entrar en desolación, estamos dispuestos a no parar nunca», dijo.

Perseverar en la oración, manifestó el Sucesor de Pedro, «no solo significa permanecer fieles a una práctica, significa no escapar cuando precisamente la oración nos lleva al desierto». «Los acompañamientos espirituales, quienes acompañan a los sacerdotes, deben entender y ayudarles a hacer esta pregunta: ¿tú eres capaz de dejarte conducir al desierto o vas inmediatamente al oasis de la televisión?», añadió.

La segunda es la cercanía al obispo. «Como Iglesia con demasiada frecuencia, e incluso hoy, hemos dado a la obediencia una interpretación lejana al sentir del Evangelio. La obediencia no es un atributo disciplinar sino la característica más profunda de los vínculos que nos unen en comunión. Obedecer, en este caso al Obispo, significa aprender a escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el poseedor de la voluntad de Dios, y que ésta solo puede entenderse a través del discernimiento», dijo Francisco.

«Cuando los sacerdotes se encierran, se encierran, y terminan “solterones”, con todas las manías, las cosas de los “solterones”, no es bonito eso. Y esta cercanía invita, por el contrario, a apelar a otras instancias para encontrar el camino que conduce a la verdad y a la vida».

«El obispo, no es un supervisor de escuela, no es un vigilante, es un padre. Y se debe dar esta cercanía, y el obispo debe intentar comportarse así porque de lo contrario aleja a los sacerdotes o acerca solamente a los ambiciosos», indicó.

«La obediencia es la opción fundamental por acoger a quien ha sido puesto ante nosotros como signo concreto de ese sacramento universal de salvación que es la Iglesia. Obediencia que puede ser confrontación, escucha y, en algunos casos, tensión, pero no se rompe. Esto pide necesariamente que los sacerdotes recen por los obispos y se animen a expresar su parecer con respeto, valentía y sinceridad. Pide también de los obispos, humildad, capacidad de escucha, capacidad de autocrítica y de dejarse ayudar. Si defenderemos este vínculo, avanzaremos con seguridad en nuestro camino», afirmó.

La tercera cercanía es entre los sacerdotes: «También la fraternidad como la obediencia no puede ser una imposición moral externa a nosotros. La fraternidad es escoger deliberadamente, ser santos con los demás y no en soledad, santos con los demás».

«En muchos presbíteros tiene lugar el drama de la soledad, de sentirse solos. Se tiene la sensación de sentirse no dignos de paciencia y de consideración. Más aún, sienten que del otro no pueden esperar el bien, la benignidad, sino sólo el juicio. El otro es incapaz de alegrarse del bien que se nos presenta en la vida, y yo tampoco soy capaz de alegrarme cuando veo el bien en la vida de los demás. Esta incapacidad es la envidia, que tanto atormenta a nuestros ambientes y que es una fatiga en la pedagogía del amor, no simplemente un pecado que se debe confesar. El pecado es lo último, la actitud envidiosa. La envidia está muy presente en las comunidades sacerdotales».

«En la Palabra de Dios se dice que la envidia es la actitud destructora. Por la envidia, la envidia del diablo, entró el pecado al mundo, es la puerta, es la puerta para la destrucción. Y sobre esto debemos hablar claro: en nuestros presbiterios existe la envidia, no todos son envidiosos, pero existe la tentación de la envidia, estemos atentos, y de la envidia a las habladurías», continuó el Pontífice.

«Para sentirnos parte de la comunidad, del “ser de los nuestros”, no hace falta ponernos máscaras que muestran sólo una imagen triunfante de nosotros. No tenemos necesidad de presumir, ni mucho menos de pavonearnos o, peor aún, de asumir actitudes violentas, faltando el respeto a quien está junto a nosotros. Porque también existen formas clericales de bullying. Porque un sacerdote, si de algo tiene que presumir es de la misericordia del Señor; porque el sacerdote mismo conoce su pecado, su miseria y sus límites», afirmó. «Un sacerdote que tiene presente esto no es envidioso, no puede ser envidioso».

El amor verdadero se complace en la verdad y considera un pecado grave ir contra ella y contra la dignidad de los hermanos con calumnias, maledicencias y las habladurías. El origen es la envidia y se llega también a las calumnias para alcanzar un lugar. Esto es muy triste, cuando se solicitan desde aquí informaciones para hacer obispo a alguno y muchas veces, muchas veces, recibimos informaciones enfermas de envidia, y esto es una enfermedad de nuestros presbiterios. Muchos de ustedes son formadores en los seminarios, tengan en cuenta esto.

«Me atrevería a decir que ahí donde funciona la fraternidad sacerdotal y hay lazos de auténtica amistad, también es posible vivir con más serenidad la elección del celibato. El celibato es un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que para ser vivido como santificación requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo. Sin amigos y sin oración el celibato puede convertirse en un peso insoportable y en un anti testimonio de la hermosura misma del sacerdocio».

La última cercanía sería al pueblo. «Muchas veces he señalado como la relación con el Pueblo Santo de Dios no es un deber para cada uno de nosotros un deber sino una gracia». «La identidad sacerdotal no se puede entender sin la pertenencia al Pueblo de Dios», dijo Su Santidad.

«Estoy convencido que, para comprender de nuevo la identidad del sacerdocio, hoy es importante vivir en estrecha relación con la vida real de la gente, junto a ella, sin ninguna vía de escape».

«Esta pertenencia, a su vez, proporcionará el “antídoto” contra una deformación de la vocación que nace precisamente de olvidarse que la vida sacerdotal se debe a otros -al Señor y a las personas por él encomendadas-. Este olvido está en las raíces del clericalismo, ha hablado el Cardenal Ouellet, y sus consecuencias», indicó el Santo Padre.

Francisco volvió a hablar del clericalismo y la rigidez. «El clericalismo es una perversión -y uno de sus signos es la rigidez, otra perversión- porque se constituye con “lejanías”. Cuando pienso en el clericalismo, pienso también en la clericalización del laicado, esa promoción de una pequeña elite que entorno al cura termina también por desnaturalizar su misión fundamental (cf. Gaudium et spes, 44). Muchos laicos clericalizados, muchos, dicen soy de esta asociación, de tal parroquia… los elegidos, muchos, clericalizados, es una tentación». «Estas cuatro cercanías son una buena escuela para “jugar en la cancha grande” a la que el sacerdote es convocado sin miedos, sin rigidez, sin reducir ni empobrecer la misión».

Les ofrecemos el discurso del Papa, publicado por Aciprensa:

Queridos hermanos, buenos días:

Agradezco la oportunidad de poder compartir con ustedes esta reflexión que nace de lo que el Señor me fue mostrando a lo largo de estos más de 50 años de sacerdocio. No quiero excluir de este recuerdo agradecido a aquellos sacerdotes que, con su vida y testimonio, desde mi niñez me mostraron lo que configura el rostro del Buen Pastor. He meditado sobre qué compartir de la vida del sacerdote hoy y llegué a la conclusión de que la mejor palabra nace del testimonio que recibí de tantos sacerdotes a lo largo de los años. Lo que ofrezco es fruto del ejercicio de pensar en ellos, discernir y contemplar cuáles eran las notas que los distinguían y les brindaban una fuerza, alegría y esperanza singular en su misión pastoral.

A su vez, tengo que decir lo mismo, de aquellos hermanos sacerdotes que tuve que acompañar porque habían perdido el fuego del primer amor y su ministerio se había vuelto estéril, rutinario y sin sentido.

El sacerdote durante su vida pasa por distintos estados y momentos; personalmente he pasado por distintos estados y momentos y rumiando las mociones del espíritu constaté que en algunas situaciones, inclusive en momentos de pruebas, dificultades y desolación, cuando vivía y compartía la vida de determinada manera, permanecía la paz. Soy consciente de que mucho se podría hablar y teorizar sobre el sacerdocio, hoy quiero compartirles esta “pequeña cosecha” para que el sacerdote de hoy, sea cual sea el momento que esté viviendo pueda vivir la paz y la fecundidad que el Espíritu quiere regalar. No sé si estas reflexiones son el “canto del cisne” de mi vida sacerdotal, pero sí puedo asegurar que vienen de mi experiencia. Nada de teorías aquí, hablo de lo que he vivido.

El tiempo que vivimos es un tiempo que nos pide no solo detectar el cambio, sino acogerlo con la consciencia de que nos encontramos ante un cambio de época. Si teníamos dudas sobre esto, el Covid lo hizo más que evidente ya que su irrupción es mucho más que una cuestión sanitaria. Mucho más que un resfrío.

El cambio siempre nos presenta diferentes modos de afrontarlo; el problema es que muchas acciones y muchas actitudes pueden ser útiles y buenas, pero no todas tienen sabor a Evangelio. Aquí está el núcleo. Cambios y acciones que no tienen sabor a Evangelio, discernir esto.

Por ejemplo, buscar formas codificadas, ancladas en el pasado y que nos “garantizan” una forma de protección contra los riesgos, “refugiándonos” en un mundo o en una sociedad que no existe más -si es que alguna vez existió-, como si ese determinado orden sería capaz de poner fin a los conflictos que la historia nos presenta. La crisis del volver hacia atrás para “refugiarse”.

Otra actitud puede ser la de un optimismo exacerbado -“todo andará bien”, ir demasiado hacia adelante sin discernimiento y sin las decisiones necesarias- este optimismo terminará por ignorar los heridos de esta transformación y que no logra aceptar las tensiones, complejidades y ambigüedades propias del tiempo presente y “consagra” la última novedad como lo verdaderamente real, despreciando así la sabiduría de los años.

Son dos tipos de huidas, son las actitudes del asalariado que ve venir al lobo y huye: huye hacia el pasado o huye hacia el futuro. Ninguna de estas actitudes lleva a soluciones maduras. Lo concreto del hoy, allí debemos deternos. Lo concreto del hoy.

En cambio, me gusta esa actitud que nace de hacerse cargo con confianza de la realidad anclada en la sabia Tradición viva y viviente de la Iglesia, que puede permitirse remar mar adentro sin miedo. Siento que en este momento histórico, Jesús nos invita, una vez más, a “remar mar adentro” (cf. Lc 5,4) con la confianza de que Él es el Señor de la historia y que, de su mano, podremos discernir el horizonte a transitar.

Nuestra salvación no es una salvación aséptica, salvación de laboratorio o de espiritualismos desencarnados, es siempre la tentación del gnosticismo, es moderna; discernir la voluntad de Dios es aprender a interpretar la realidad con los ojos del Señor, sin necesidad de evadirnos de lo que acontece a nuestros pueblos y sin la ansiedad que lleva a querer encontrar una salida rápida y tranquilizadora de la mano de una ideología de turno o una respuesta prefabricada, ambas incapaces de asumir los momentos más difíciles e inclusive oscuros de nuestra historia. Estos dos caminos nos llevarían a negar «nuestra historia de Iglesia, que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa» (Exort. ap. Evangelii gaudium, 96).

En este contexto, la vida sacerdotal también se ve afectada por este desafío, y un síntoma de ello es la crisis vocacional que en distintos lugares aflige a nuestras comunidades. Sin embargo, es cierto que esto se ha debido frecuentemente a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, por lo que no inspiran entusiasmo y atracción. Comunidades funcionales, por ejemplo, bien organizadas, pero sin entusiasmo, “todo en orden”, falta el fuego del Espíritu.

Donde hay vida, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas. Incluso en parroquias donde los sacerdotes no están muy comprometidos y ni son alegres, es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que suscita el deseo de consagrarse completamente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esta comunidad activa reza insistentemente por las vocaciones y tiene el valor de proponer a sus jóvenes un camino de especial consagración.

Cuando caemos en el funcionalismo, en la organización pastoral, todo esto, solamente eso, esto no atrae nada, en cambio cuando hay ese sacerdote, esa comunidad, que tiene este fervor cristiano, bautismal, allí hay atracción de nuevas vocaciones.

La vida de un sacerdote es ante todo la historia de salvación de un bautizado. El Cardenal Ouellet ha mencionado la distinción entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio bautismal, nosotros muchas veces olvidamos el Bautismo y el sacerdote se convierte en una “función”, el funcionalismo. Esto es peligroso.

No debemos nunca olvidar que toda vocación específica, incluida la del Orden sagrado, es cumplimiento del Bautismo. Es siempre una gran tentación vivir un sacerdocio sin el Bautismo -existen, hay sacerdotes sin Bautismo- es decir, sin acordarnos que nuestra primera llamada es a la santidad.

Ser santos significa conformarse a Jesús y dejar que nuestra vida palpite con sus mismos sentimientos (cf. Flp 2,15). Solo cuando buscamos amar como Jesús amó, hacemos también visible a Dios y realizamos así nuestra vocación a la santidad. Con cuánta razón San Juan Pablo II nos recordaba que «el sacerdote, como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado» (Exort. ap. post sinodal, Pastores dabo vobis, 25 marzo 1992, 26). Ve a decir tú a algún Obispo o un sacerdote que debe ser evangelizado, no entienden, y esto sucede, es el drama de hoy.

Toda vocación específica se debe someter a este tipo de discernimiento. Nuestra vocación es en primer lugar una respuesta a Aquel que nos amó primero (cf. 1 Jn 4,19). Y esta es la fuente de esperanza ya que, aun en medio de la crisis, el Señor no deja de amar y, por tanto, de llamar. Y de esto cada uno de nosotros es testigo: un día el Señor nos encontró allí donde estábamos y como estábamos, en ambientes contradictorios o con situaciones familiares complejas -a mí me gusta releer Ezequiel 16 y muchas veces identificarme, me ha encontrado aquí, allí y te ha llevado hacia adelante-, pero eso no lo detuvo para querer escribir, por medio de cada uno de nosotros, la historia de salvación. Desde el comienzo fue así pensemos en Pedro y en Pablo, en Mateo, por nombrar algunos. Su elección no nace de una opción ideal sino de un compromiso concreto con cada uno de ellos, compromiso concreto.

Cada uno, mirando su propia humanidad, su propia historia, su propio carácter, no se debe preguntar si una opción vocacional es conveniente o no, sino si en conciencia esa vocación abre en él ese potencial de amor que hemos recibido en el día de nuestro Bautismo.

Durante estos períodos de cambio son muchas las preguntas a afrontar y también las tentaciones que vendrán. Por eso, en mi intervención, quisiera referirme simplemente en lo que me parece decisivo para la vida de una sacerdote hoy, teniendo en cuenta lo que dice Pablo: «en Él -es decir en Cristo- todo el edificio bien cohesionado va creciendo hasta formar un templo consagrado al Señor» (Ef 2,21). Crecer en forma ordenada quiere decir crecer en armonía y crecer en armonía solamente lo puede hacer el Espíritu Santo, como la bella definición de San Basilio, ipse harmonia est, en el número 38 del tratado.

Pienso que cada construcción, para mantenerse en pie, necesita unos cimientos sólidos; por eso quiero compartir las actitudes que dan solidez a la persona del sacerdote, quiero compartir las cuatro columnas constitutivas, cuatro columnas constitutivas de nuestra vida sacerdotal y que llamaremos las “cuatro cercanías”, porque siguen el estilo de Dios, que fundamentalmente es un estilo de cercanía (cf. Dt 4,7).

El estilo de Dios es cercanía, es una cercanía especial, compasiva y tierna. Las tres palabras que definen la vida de un sacerdote, de un cristiano también, que proceden del estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura.

Ya en el pasado he hecho referencia de esto, pero hoy quisiera detenerme de forma más extensa ya que el sacerdote más que recetas o teorías necesita herramientas concretas con las que confrontar su ministerio, su misión y su cotidianeidad. San Pablo exhortaba a Timoteo a mantener vivo el don de Dios que recibió por la imposición de sus manos, que no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad (cf. 2 Tm 1,6-7).

Creo que estas cuatro columnas, estas cuatro “cercanías” pueden ayudar de manera práctica, concreta y esperanzadora a reavivar el don y la fecundidad que un día se nos prometió. Mantener vivo aquel don.

Cercanía a Dios

Es decir, cercanía al Señor de las cercanías. «Yo soy la vid, ustedes son las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí no pueden hacer nada. El que no permanece en mí será echado fuera, al igual que la rama que se seca, que luego se recoge, se arroja al fuego y se quema. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá» (Jn 15,5-7).

Un sacerdote es invitado ante todo a cultivar esta cercanía, la llaman intimidad con Dios, y de esta relación podrá obtener todas las fuerzas necesarias para su ministerio. La relación con Dios es, por decirlo así, el injerto que nos mantiene dentro de un vínculo fecundo.

Sin una relación significativa con el Señor nuestro ministerio está destinado a ser estéril. La cercanía con Jesús, el contacto con su Palabra, nos permite confrontar nuestra vida con la suya y aprender a no escandalizarnos de nada de lo que nos suceda, a defendernos de los “escándalos”. Al igual que el Maestro se pasará por momentos de alegría y de boda, de milagros y de curaciones, de multiplicación de los panes y de descanso. Existirán momentos en que se podrá ser alabado, pero también llegarán las horas de ingratitud, de rechazo, de duda y de soledad hasta tener que decir: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).

La cercanía con Jesús nos invita a no temer a ninguna de estas horas no porque seamos fuertes, sino porque lo miramos a Él, nos aferramos a él y le decimos: «¡Señor, no me dejes caer en la tentación! Hazme comprender que estoy viviendo un momento importante en mi vida y que tú estás conmigo para probar mi fe y mi amor» (C. M. Martini, La fuerza de la debilidad. Reflexiones sobre Job, Salterrae 2014, 84). Esta cercanía con Dios a veces tiene un estilo de lucha, luchar con el Señor principalmente en esos momentos donde su ausencia se hace más notoria en la vida sacerdotal o en la vida de las personas a ellos encomendada. Luchar y buscar su bendición hasta el amanecer (cf. Gn 32,25-27), que será fuente de vida para muchos.

A veces es una lucha. Me decía un sacerdote que trabaja aquí en la Curia de poner orden, es joven, me decía que volvía cansado, volvía cansado, pero descansaba antes de ir a la cama delante a la Virgen con el Rosario en la mano. Tenía necesidad de esa cercanía, uno ‘curial’, uno puede decir un empleado del Vaticano. Se critica mucho a la gente de la curia -muchas veces, es verdad- pero también puedo testimoniar que aquí dentro hay santos, y es verdad esto.

Muchas crisis sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa. Esto quiero distinguir, también en la formación, una cosa es la vida espiritual y otra la práctica religiosa. ‘¿Cómo va tu vida espiritual? Bien, bien, hago la meditación por la mañana, recito el Rosario, rezo la ‘suegra’ -la suegra es el breviario-, rezo el breviario, yo cumplo todo’. Eso es práctica religiosa, pero cómo va tu vida espiritual.

Recuerdo momentos importantes en mi vida donde esta cercanía con el Señor fue crucial para sostenerme. Sostenerme en momentos obscuros, sin la intimidad de la oración, de la vida espiritual, de la cercanía concreta con Dios a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de la Eucaristía, del silencio de la Adoración, de la consagración a la Virgen, del acompañamiento sapiente de un guía, del sacramento de la Reconciliación, sin estas “cercanías” concretas, en definitiva, un sacerdote es, por así decirlo, solo un obrero cansado que no goza de los beneficios de los amigos del Señor.

A mí me gustaba, en la otra Diócesis preguntar a los sacerdotes, me contaban sobre los trabajos, dime ¿cómo vas a la cama? -no entendían- en la noche, cómo vas a la cama, voy cansado, como algo y voy a la cama, y delante a la cama la televisión… Y ¿no pasas ante el Señor para al menos darle las buenas noches? Este es el problema. Falta de cercanía, era normal el cansancio del trabajo e ir a descansar, ver televisión que es lícito, pero sin el Señor, sin esto, había recitado el Rosario, había rezado el breviario, pero sin la intimidad del Señor, no sentía la necesidad de decir al Señor ‘adiós, hasta mañana, muchas gracias’. Son pequeños gestos que revelan la actitud de un alma sacerdotal.

Muy a menudo, por ejemplo, en la vida sacerdotal se vive la oración sólo como un deber, olvidando que la amistad y el amor no pueden imponerse como una regla externa, sino solo como una elección fundamental de nuestro corazón. Un sacerdote que reza, permanece en la raíz, no es más que un cristiano que ha comprendido en profundidad el don que ha recibido en el Bautismo. Un sacerdote que reza es un hijo que recuerda continuamente que es hijo y que tiene un Padre que lo ama. Un sacerdote que reza es un hijo que se hace “cercano” al Señor.

Pero todo esto es difícil si no estamos acostumbrados a tener espacios de silencio en nuestro día. Si no se sabe sustituir el verbo “hacer” de Marta para aprender el “estar” de María. Es difícil aceptar dejar el activismo que es agotador, muchas veces el activismo es una huída. Es difícil aceptar dejar el activismo que es agotador, porque cuando uno deja de estar ocupado, la paz no llega inmediatamente al corazón, sino la desolación; y para no entrar en desolación, estamos dispuestos a no parar nunca. Es una distracción el trabajo para no entrar en desolación, y la desolación es un punto de encuentro con Dios.

Pero es precisamente la aceptación de la desolación que viene del silencio, del ayuno de activismo y de palabras, del valor de examinarnos con sinceridad, que todo adquiere una luz y una paz que no se apoyan en nuestras fuerzas y capacidades. Se trata de aprender a dejar que el Señor siga realizando su obra en cada uno y pode todo aquello que es infecundo, estéril y que distorsiona el llamado.

Perseverar en la oración no solo significa permanecer fieles a una práctica, significa no escapar cuando precisamente la oración nos lleva al desierto. El camino del desierto es el camino que conduce a la intimidad con Dios, siempre que no huyamos, que no encontremos maneras para evadir este encuentro. En el desierto “le hablaré a su corazón”, dice el Señor a su pueblo por boca del profeta Oseas (cf. 2,16).

Esta es una cuestión para preguntarse, si es capaz de dejarse conducir al desierto. Los acompañamientos espirituales, quienes acompañan a los sacerdotes, deben entender y ayudarles a hacer esta pregunta: ¿tú eres capaz de dejarte conducir al desierto o vas inmediatamente al oasis de la televisión?

La cercanía con Dios permite al sacerdote tomar contacto con el dolor que hay en nuestro corazón y que, si se acepta, nos desarma hasta hacer posible el encuentro. La oración que como fuego anima la vida del sacerdote es el grito de un corazón quebrantado y humillado, que -nos dice la Palabra- el Señor no desprecia (cf. Sal 50,19). «Cuando uno grita, el Señor lo escucha / y lo libra de sus angustias; / el Señor está cerca de los atribulados, / salva a los abatidos» (Sal 34, 18-19).

Un sacerdote tiene que tener un corazón suficientemente “ensanchado” para dar cabida al dolor del pueblo que le ha sido confiado y, al mismo tiempo, como el centinela, anunciar la aurora de la Gracia de Dios que se manifiesta en ese mismo dolor. Abrazar, aceptar y presentar la propia miseria en cercanía al Señor será la mejor escuela para poder hacer lugar gradualmente a toda la miseria y el dolor que encontrará diariamente en su ministerio hasta que él mismo se vuelva como el corazón de Cristo. Esto preparará al sacerdote también para otras de las cercanías: con el Pueblo de Dios. En la cercanía con Dios el sacerdote fortalece la cercanía con su Pueblo y viceversa. En la cercanía con su pueblo también vive la cercanía con su Señor.

Esta cercanía con Dios a mi me llama la atención, es la primera tarea de los obispos, porque cuando los apóstoles inventan a los diáconos Pedro explica la función: a nosotros -los obispos- nos corresponde rezar y anunciar la Palabra. Y esto lo debe aprender también el sacerdote, rezar. «Es necesario que Él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30), decía Juan Bautista. La intimidad con Dios hace posible todo esto, porque en la oración se experimenta ser grandes a sus ojos, y ya no es un problema para los sacerdotes cercanos al Señor hacerse pequeños a los ojos del mundo. Y ahí, en esa cercanía, ya no da miedo conformarse con Jesús crucificado, como se nos pide en el rito de la ordenación sacerdotal. Que es muy bonito pero lo olvidamos a menudo.

Cercanía al Obispo

Esta segunda cercanía durante mucho tiempo solo se leía en forma unilateral. Como Iglesia con demasiada frecuencia, e incluso hoy, hemos dado a la obediencia una interpretación lejana al sentir del Evangelio. La obediencia no es un atributo disciplinar sino la característica más profunda de los vínculos que nos unen en comunión. Obedecer, en este caso al Obispo, significa aprender a escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el poseedor de la voluntad de Dios, y que ésta solo puede entenderse a través del discernimiento. La obediencia, por tanto, es escuchar la voluntad de Dios, que se discierne precisamente en un vínculo. Esta actitud de escucha permite madurar la idea de que cada uno no es el principio y fundamento de la vida, sino que necesariamente debe confrontarse con otros. Esta lógica de las cercanías -en este caso con el Obispo, pero que también rige para las otras- posibilita romper toda tentación de encierro, de autojustificación y de llevar una vida “de soltero o de solteros”.

Cuando los sacerdotes se encierran, se encierran, y terminan “solterones”, con todas las manías, las cosas de los “solterones”, no es bonito eso. Y esta cercanía invita, por el contrario, a apelar a otras instancias para encontrar el camino que conduce a la verdad y a la vida.

El obispo, no es un supervisor de escuela, no es un vigilante, es un padre. Y se debe dar esta cercanía, y el obispo debe intentar comportarse así porque de lo contrario aleja a los sacerdotes o acerca solamente a los ambiciosos.

El obispo, sea quien sea, permanece para cada presbítero y para cada Iglesia particular como un vínculo que ayuda a discernir la voluntad de Dios. Pero no debemos olvidar que el obispo mismo solo puede ser instrumento de este discernimiento si también él se pone a la escucha de la realidad de sus presbíteros y del pueblo santo de Dios que le ha sido confiado. Cito la Evangelii gaudium: «Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida» (n. 171).

No es casualidad que el mal, para destruir la fecundidad de la acción de la Iglesia, busca socavar los vínculos que nos constituyen. Defender los vínculos del sacerdote con la Iglesia particular, con el instituto a que se pertenece y con su propio obispo hace que la vida sacerdotal sea digna de crédito, defender el vínculo. La obediencia es la opción fundamental por acoger a quien ha sido puesto ante nosotros como signo concreto de ese sacramento universal de salvación que es la Iglesia. Obediencia que puede ser confrontación, escucha y, en algunos casos, tensión, pero no se rompe. Esto pide necesariamente que los sacerdotes recen por los obispos y se animen a expresar su parecer con respeto, valentía y sinceridad. Pide también de los obispos, humildad, capacidad de escucha, capacidad de autocrítica y de dejarse ayudar. Si defenderemos este vínculo, avanzaremos con seguridad en nuestro camino.

Cercanía entre los sacerdotes

Es precisamente a partir de la comunión con el obispo que se abre la tercera cercanía, que es la de la fraternidad. Jesús se manifiesta allí donde hay hermanos dispuestos a amarse: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt 18,20). También la fraternidad como la obediencia no puede ser una imposición moral externa a nosotros. La fraternidad es escoger deliberadamente, ser santos con los demás y no en soledad, santos con los demás.

Un proverbio africano dice: “Si quieres ir rápido tienes que ir solo, mientras que si quieres ir lejos tienes que ir con otros”. A veces parece que la Iglesia es lenta -y es verdad-, pero me gusta pensar que es la lentitud de quien ha decidido caminar en fraternidad. Incluso acompañando a los últimos, siempre en fraternidad.

Las características de la fraternidad son las del amor. San Pablo, en la Primera Carta a los Corintios (cap. 13), nos ha dejado un “mapa” claro del amor y, en cierto sentido, nos ha indicado a qué debe aspirar la fraternidad. En primer lugar, a aprender la paciencia, que es la capacidad de sentirnos responsables de los demás, de cargar sus pesos, de sufrir, en cierto modo, con ellos. Lo contrario a la paciencia es la indiferencia, la distancia que creamos con los demás para no sentirnos involucrados en su vida. En muchos presbíteros tiene lugar el drama de la soledad, de sentirse solos. Se tiene la sensación de sentirse no dignos de paciencia y de consideración. Más aún, sienten que del otro no pueden esperar el bien, la benignidad, sino sólo el juicio. El otro es incapaz de alegrarse del bien que se nos presenta en la vida, y yo tampoco soy capaz de alegrarme cuando veo el bien en la vida de los demás. Esta incapacidad es la envidia, que tanto atormenta a nuestros ambientes y que es una fatiga en la pedagogía del amor, no simplemente un pecado que se debe confesar. El pecado es lo último, la actitud envidiosa. La envidia está muy presente en las comunidades sacerdotales.

En la Palabra de Dios se dice que la envidia es la actitud destructora. Por la envidia, la envidia del diablo, entró el pecado al mundo, es la puerta, es la puerta para la destrucción. Y sobre esto debemos hablar claro: en nuestros presbiterios existe la envidia, no todos son envidiosos, pero existe la tentación de la envidia, estemos atentos, y de la envidia a las habladurías.

Para sentirnos parte de la comunidad, del “ser de los nuestros”, no hace falta ponernos máscaras que muestran sólo una imagen triunfante de nosotros. No tenemos necesidad de presumir, ni mucho menos de pavonearnos o, peor aún, de asumir actitudes violentas, faltando el respeto a quien está junto a nosotros. Porque también existen formas clericales de bullying. Porque un sacerdote, si de algo tiene que presumir es de la misericordia del Señor; porque el sacerdote mismo conoce su pecado, su miseria y sus límites, pero hizo experiencia que donde abundó el pecado sobre abundó la gracia (cf. Rm 5,20); y esa es su mejor buena noticia. Un sacerdote que tiene presente esto no es envidioso, no puede ser envidioso.

El amor fraterno no busca el propio interés, no deja espacio a la ira, al resentimiento, como si el hermano que está a mi lado me hubiera defraudado de alguna manera. Y cuando encuentro la miseria del otro, estoy dispuesto a olvidar para siempre el mal recibido, a no convertirlo en el único criterio de juicio, hasta el punto de gozar quizás de la injusticia cuando se refiere precisamente a quien me ha hecho sufrir. El amor verdadero se complace en la verdad y considera un pecado grave ir contra ella y contra la dignidad de los hermanos con calumnias, maledicencias y las habladurías. El origen es la envidia y se llega también a las calumnias para alcanzar un lugar. Esto es muy triste, cuando se solicitan desde aquí informaciones para hacer obispo a alguno y muchas veces, muchas veces, recibimos informaciones enfermas de envidia, y esto es una enfermedad de nuestros presbiterios. Muchos de ustedes son formadores en los seminarios, tengan en cuenta esto.

Pero, en este sentido no se puede permitir que se crea que el amor fraterno es una utopía, menos aún un “lugar común” para suscitar bellos sentimientos o palabras de circunstancias en un discurso tranquilizador, ¡no! Todos sabemos lo difícil que puede ser vivir en comunidad, o en presbiterio, algún santo decía la vida comunitaria es mi penitencia, no, compartir el día a día con aquellos que hemos querido reconocer como hermanos. El amor fraterno, si no queremos endulzarlo, acomodarlo, disminuirlo es “la gran profecía” que en esta sociedad del descarte estamos llamados a vivir. Me gusta pensar al amor fraterno como un gimnasio del espíritu donde día a día nos confrontamos con nosotros mismos y tenemos el termómetro de nuestra vida espiritual. Hoy la profecía de la fraternidad sigue viva y necesita anunciadores; necesita personas que conscientes de sus límites y de las dificultades que se presentan se dejen tocar, cuestionar y movilizar por las palabras del Señor: «Todos conocerán que son mis discípulos si se aman unos a otros» (Jn 13,35).

El amor fraterno para los presbíteros no queda encerrado en un pequeño grupo, sino que se declina como caridad pastoral (cf. Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 23), que impulsa a vivirlo concretamente en la misión. Podemos decir que amamos si aprendemos a declinar esa caridad pastoral en la manera que la describe san Pablo. Y solo quien busca amar está a salvo. Quien vive con el síndrome de Caín, con la convicción de que no puede amar porque siente siempre no haber sido amado, valorizado, tenido en la justa consideración, al final vive siempre como un vagabundo, sin sentirse nunca a casa, y por eso mismo está más expuesto al mal, a hacerse daño y hacer daño a los demás. Por eso el amor en el presbiterio tiene una función de protección, protección mutua.

Me atrevería a decir que ahí donde funciona la fraternidad sacerdotal y hay lazos de auténtica amistad, también es posible vivir con más serenidad la elección del celibato. El celibato es un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que para ser vivido como santificación requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo. Sin amigos y sin oración el celibato puede convertirse en un peso insoportable y en un anti testimonio de la hermosura misma del sacerdocio.

Cercanía al pueblo

Nos hará bien leer la Lumen Gentium, el número 8 y el número 12. Muchas veces he señalado como la relación con el Pueblo Santo de Dios no es un deber para cada uno de nosotros un deber sino una gracia. «El amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 272). Es por eso que el lugar de todo sacerdote está en medio de la gente, en una relación de cercanía con el pueblo. He señalado en la Evangelii gaudium que «para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene, pero allí mismo, si no somos ciegos, empezamos a percibir que esa mirada de Jesús se amplía y se dirige llena de cariño y de ardor hacia todo su pueblo fiel. Así redescubrimos que Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado. Jesús quiere servirse de los sacerdotes para llegar más cerca al Pueblo de Dios. Nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia» (n. 268). La identidad sacerdotal no se puede entender sin la pertenencia al Pueblo de Dios.

Estoy convencido que, para comprender de nuevo la identidad del sacerdocio, hoy es importante vivir en estrecha relación con la vida real de la gente, junto a ella, sin ninguna vía de escape. «A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo» (ibíd, 270). El pueblo no es una categoría lógica, solamente para entenderlo es necesario acercarse como una categoría mítica.

Cercanía al Pueblo de Dios. Una cercanía que, enriquecida con las “otras cercanías”, invita y en cierta medida exige desarrollar el estilo del Señor, que es estilo de cercanía, de compasión y de ternura porque capaz de caminar no como un juez sino como el Buen Samaritano que reconoce las heridas de su pueblo, el sufrimiento vivido en silencio, la abnegación y sacrificios de tantos padres y madres por llevar adelante sus familias, y también las consecuencias de la violencia, la corrupción y de la indiferencia que a su paso intenta silenciar toda esperanza. Cercanía que permite ungir las heridas y proclamar un año de gracia en el Señor (cf. Is 61,2).

Es clave recordar que el Pueblo de Dios espera encontrar “pastores” al estilo de Jesús -y no tanto “clérigos de estado”. Recordemos en aquella época en Francia con el cura de Ars. El Pueblo de Dios nos pide pastores del Pueblo y no “clérigos de estado” o “profesionales de lo sagrado”- ; pastores que sepan de compasión, de oportunidad; hombres con valentía capaces de detenerse ante el caído y tender su mano; hombres contemplativos que en la cercanía con su pueblo puedan anunciar en las llagas del mundo la fuerza operante de la Resurrección.

Una de las características cruciales de nuestra sociedad de “redes” es que abunda el sentimiento de orfandad. Conectados a todo y a todos falta la experiencia de “pertenencia” que es mucho más que una conexión. Con la “cercanía” del pastor se puede convocar a la comunidad y ayudar a crecer el sentimiento de pertenencia; pertenecemos al Santo Pueblo fiel de Dios que está llamado a ser signo de la irrupción del Reino de Dios en el hoy de la historia. Si el pastor anda disperso, lejano, las ovejas también se dispersarán y quedarán al alcance de cualquier lobo.

Esta pertenencia, a su vez, proporcionará el “antídoto” contra una deformación de la vocación que nace precisamente de olvidarse que la vida sacerdotal se debe a otros -al Señor y a las personas por él encomendadas-. Este olvido está en las raíces del clericalismo, ha hablado el Cardenal Ouellet, y sus consecuencias.

El clericalismo es una perversión -y uno de sus signos es la rigidez, otra perversión- porque se constituye con “lejanías”. Cuando pienso en el clericalismo, pienso también en la clericalización del laicado, esa promoción de una pequeña elite que entorno al cura termina también por desnaturalizar su misión fundamental (cf. Gaudium et spes, 44). Muchos laicos clericalizados, muchos, dicen soy de esta asociación, de tal parroquia… los elegidos, muchos, clericalizados, es una tentación.

Recordemos que «la misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 273).

Me gustaría relacionar esta cercanía al Pueblo de Dios con la cercanía con Dios, ya que la oración del Pastor, se nutre y encarna en el corazón del Pueblo de Dios. Cuando reza, el pastor lleva las marcas de las heridas y las alegrías de su gente a la que presenta desde el silencio al Señor para que las unja con el don del Espíritu Santo. Es la esperanza del pastor que confía y lucha para que el Señor bendiga a su Pueblo.

Siguiendo -concluyo- la enseñanza de San Ignacio «porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, más el sentir y gustar de las cosas internamente» (Ejercicios Espirituales, Anotaciones, 2), a los Obispos y sacerdotes hará bien preguntarse “cómo están mis cercanías”, cómo estoy viviendo estas cuatro dimensiones que configuran mi ser sacerdotal de manera transversal y que me permiten “gestionar” las tensiones y “desequilibrios” que a diario tenemos que manejar.

Estas cuatro cercanías son una buena escuela para “jugar en la cancha grande” a la que el sacerdote es convocado sin miedos, sin rigidez, sin reducir ni empobrecer la misión. Un corazón sacerdotal sabe de cercanías porque el primero que quiso ser cercano fue el Señor. Que Él visite a sus sacerdotes en la oración, en el Obispo, en los hermanos presbíteros y en su pueblo. Que Él altere las rutinas e incomode un poco, despierte la inquietud -como en el tiempo del primer amor- ponga en movimiento todas las capacidades para que nuestros pueblos tengan vida y vida en abundancia (cf. Jn 10,10).

Las cercanías del Señor no son una carga más sino son un regalo que Él hace para mantener viva y fecunda la vocación. Frente a la tentación de encerrarnos en discursos y discusiones interminables sobre la teología del sacerdocio o sobre teorías de lo que debería ser, el Señor mira con ternura y compasión y ofrece a los sacerdotes las coordenadas desde donde discernir y mantener vivo el ardor por la misión: cercanía, que es compasiva y tierna, cercanía con Dios, con el Obispo, con los hermanos presbíteros y con el pueblo que le fue confiado. Cercanía con el estilo de Dios que es cercano con compasión y ternura. Y gracias a ustedes por su cercanía y su paciencia, gracias.

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Comentarios
129 comentarios en “El Papa: «La envidia está muy presente en las comunidades sacerdotales»
  1. Un discurso lamentable en el que se echa en falta una sólida teología, en el que sobran las obsesiones sobre lo que Francisco entiende por clericalismo y rigidez, y en el que omite una exhortación fundamental para el sacerdote de hoy: proclamar la verdad aún entre las amenazas y la persecución del mundo.

    1. En el discurso sobran reiteradas expresiones que no reflejan los retos principales del sacerdocio de hoy ni sus mayores d e m a n d a
      s, que no digo que no se den, pero que no constituyen los principales temas a la hora de abordar la realidad del sacerdocio.

    2. Encima el Papa hace proclamas a favor del cambio por el cambio (con esa manía de modificarlo todo) y rechaza despectivamente lo que él llama “formas codificadas, ancladas en el pasado.”

    3. Y hablando “del asalariado que ve venir al lobo y huye”, Francisco es de los que no quiere entrar abiertamente y con eficacia en temas difíciles, urgentes y muy graves como aborto e ideología de género, cuando debería hacerlo él, y exhortar a los sacerdotes a que también lo hagan.

      1. Que gran papa nos estamos perdiendo con este «sacerdote» mariano. Ojalá nuestro Señor lo lleve pronto a la sede de Pedro para que nos confirme en la verdadera fe, nos anime a predicar lo central del mensaje de cristo: No al aborto y a la ideologia de género y así volver a lo profundo del evangelio.

        1. «…nos anime a predicar lo central del mensaje de cristo: No al aborto y a la ideologia de género y así volver a lo profundo del evangelio.»

          ¡Qué va, hombre! ¿Cómo se le ocurre a usted decir que lo central del mensaje de Cristo es el aborto y la ideología de género? Lo central y lo profundo del evangelio es, como todo el mundo sabe, promocionar la inmigración ilegal; condenar la rigidez de los «cuenta-rosarios» (esa extraña y selectiva rigidez de espalda o rodillas que impide arrodillarse ante el Santísimo, pero sí permite hacerlo ante cualquier «pastor» hereje, es «rigidez» de la buena); el llanto de la pobre Pachamama, que sufre y se venga por no reciclar; la religión universal en la que «todos, todos» nos iremos al cielo; e implementar las medidas de organismos como la cristianísima ONU (Agenda 2030 con su aborto incluido, feminismo radical, ideología de género y LGBTIxyz, etc.).

          1. Son dos tipos de huidas, son las actitudes del asalariado que ve venir al lobo y huye: huye hacia el pasado o huye hacia el futuro. Ninguna de estas actitudes lleva a soluciones maduras. Lo concreto del hoy, allí debemos deternos. Lo concreto del hoy.

          2. El mensaje central del Evangelio y de Cristo no es «lo cocreto de hoy», como usted dice. Él dijo muy claramente para lo que vino: «Yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz» (Jn 18,38). Su mensaje es atemporal y vale igual para ayer, para hoy y para mañana, pues Cristo, que es el Camino, la Verdad, y la Vida, no cambia: «Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas varias y extrañas…» (HHeb 13,8-9). La misión primera y principal de la Iglesia es conservar íntegramente y transmitir el depósito de la fe, para gloria de Dios y salvación de las almas. Lo demás, o se deriva de ese fin y está subordinado a él, o no sirve para nada (cuando no es perjudicial para cumplir con dicho fin).

          3. Donde he escrito (HHeb 13,8-9) se refiere a la epístola a los hebreos (he duplicado la H por error).

          4. Legionario, arregla primero tus problemas en la congregación a la que perteneces, que lleváis años dándole vueltas a algo que no tiene más vueltas. Te has expresado con esa “superioridad” que os caracteriza (no a todos, claro). Cálmate, un poquito de humildad y tendrás la respuesta a todo.

          5. El mensaje principal de JHS es «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo» en esto se resume la Ley y los Prof. Está claro que el que ama al prójimo no aborta y está clarísimo que la ideología de género es la última batalla de Satán y cía, al negar la misma naturaleza de las cosas (pero no te preocupes, caerán estos defensores de tal estercolero intelectual…al tiempo) pero los flujos migratorios hay que controlarlos – nadie entra en la casa de uno porque quiere – puesto que la capacidad de asimilación de España es limitada, y se crean bolsas de marginalidad, pero la Iglesia no puede ser la lacaya del Gobierno: a todo inmigrante que entre en sus instituciones, se debe atender y acoger. Yo sé la labor tan buen que hace la fundación Don Bosco con esta gente – de distinta raza y religión – y he visto en muchos de ellos un sincero y profundo agradecimiento. Tenemos que ser – la Iglesia – a nivel mundial un ejemplo de humanidad.

          6. De un artículo que habla sobre la supuesta envidia de los sacerdotes (que Francisco ha medido no se sabe cómo), acaba usted hablando de la inmigración, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que alguien lo ha citado en plan irónico. Desde luego, la principal misión de la Iglesia no es amar al prójimo en absoluto, aunque haya que amarlo. Usted confunde una consecuencia de la caridad (que es amar a Dios, y al prójimo por Dios, no por merecimientos propios), con la finalidad de la Iglesia, que es la gloria de Dios y salvación de las almas. Cristo no se encarnó para que tuviéramos buen rollito y nos amáramos mucho y viviéramos bien en este mundo. Su mensaje es transcendente y con la vista puesta en el cielo. Lo otro son medios, no fines, ni lo principal.

          7. Pero qué animal eres. No tienes por donde salvarte. Primero: hablo de lo que me apetece, sin dar explicaciones de ello a un tipo que ni veo ni me imagino, punto. ¿ No hay que amar en absoluto al prójimo haya que amarlo? jeje. No te enteras ni tú de lo que pones. Efectivamente no podemos amar en absoluto porque es patrimonio de YHWH-Adonai-Elohim. Su Palabra nos manda amar al prójimo – sólo – como a nosotros mismos. Es como hablar con un colegial….no deja de tener su gracia. No comento sus frases de tipo «buen rollito», tengo una categoría. ¿Que el mensaje de JHS es trascendente con vistas en el cielo? ok. Te admito esa premisa, ¿pero sólo hay esa? ¿Es una Iglesia que mira arriba desentendida de las necesidades espirituales y humanas y centrada en el rito y desentendida de los hermanos necesitados? ¿A qué conclusión se llega pensando así? tremendo. ¿Qué Iglesia resultaría?

          8. Lo dijo JHS: «en esto se resume la Ley y los Profetas: amar a Dios sobre todas las cosas ( Un Pilar) y al prójimo como a nosotros mismos ( segundo Pilar) Sobre estos dos pilares se debe edificar la Iglesia. No caer en la filantropía (una perversión del mensaje evangélico) y no caer en una Iglesia de personas desentendidas del mundo, centrada en el rito o que relega a un fin lo que JHS instituyo como pilar. Amar a Dios sí, pero no se puede amar a Dios desde una torre de marfil: hay que salir y ayudar en las medidas de nuestras posibilidades: en las necesidades espirituales y materiales si procede, porque están muchas veces interconectadas y teniendo en cuenta, que desde la constitución del estado social de derecho , es a él al que le compete principalmente la realización de ambiciosas pol´íticas públicas de promoción social.

          9. «Pero qué animal eres»

            Empieza usted mal. No me voy a rebajar a su nivel dedicándole un descalificativo bien merecido: ya se descalifica usted solo.

            «hablo de lo que me apetece, sin dar explicaciones de ello a un tipo que ni veo ni me imagino, punto»

            Yo también y contesto a quien me apetece. Y si no quiere que le repliquen, no escriba. Punto.

            «¿ No hay que amar en absoluto al prójimo haya que amarlo? jeje. No te enteras ni tú de lo que pones»

            Esa frase se la ha inventado usted para hacer su «gracieta» y burlarse de algo inexistente, ante su evidente falta de argumentos. ¿Yo quë culpa tengo de que la lectura comprensiva no sea lo suyo, o de que sea usted «cortito» o, peor aún, un manipulador (bien malo, por cierto)? Es usted quien no se entera de lo que lee, o finge no enterarse. (SIGUE)

          10. Como le he dicho, yo no he escrito la frase que me atribuye, sino ésta otra: «la principal misión de la Iglesia no es amar al prójimo en absoluto, aunque haya que amarlo». Si no la entiende le hago un mapa, y así se ahorra que se le vuelva a caer la baba cuando emita otra risa tonta del tipo «jeje» sin motivo alguno.

            «Es como hablar con un colegial….no deja de tener su gracia»

            Cierto: hablar con usted es como hacerlo con un colegial, siendo además gracioso que diga dicha frase, que le describe a usted como tal colegial.

            «tengo una categoría»

            Como todo el mundo. Salvo que su categoría es ínfima, acorde con sus ideas y los disparates que escribe. (SIGUE)

          11. «¿Es una Iglesia que mira arriba desentendida de las necesidades espirituales y humanas y centrada en el rito y desentendida de los hermanos necesitados?»

            No, no lo es. Y como nadie ha dicho tal cosa, es imposible que usted refute un argumento que nadie ha sostenido. Pruebe otra cosa, que las «falacias del hombre de paja» ya están muy vistas.

            «Sobre estos dos pilares se debe edificar la Iglesia»

            Porque usted lo diga. Sigue confundiendo medios con fines, que es lo que se ha comentado (aunque no sea el tema de esta noticia y usted se haya propuesto hacer el ridículo y demostrar su evidente ignorancia.

            «…es a él al que le compete principalmente la realización de ambiciosas pol´íticas públicas de promoción social»

            ¿A quién dice que le competen las políticas públicas de promoción social? ¿Ya va a abrir otro melón para seguir diciendo disparates y desviar el tema de la noticia y los comentarios porque no le gustan? ¡Pues estamos apañados!

          12. «la principal misión de la Iglesia no es amar al prójimo en absoluto, aunque haya que amarlo» esta es su frase. jjeje es de primero de absurdez. La principal misión de la Iglesia es lo que dijo JHS como resumen de la ley Mosaica: «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo» De estas dos afirmaciones penden, o deberían al menos, las actuaciones de la Iglesia. Por una parte el culto directo a Dios y el cuidado por la liturgia y por el otro la atención a los hermanos, porque no se puede amar a Dios si desatendemos al próximo e intentamos que todos vivan mejor, aquí en este mundo. No es falacia el sostener que posturas como la tuya, pueden dar lugar a una Iglesia pura, perfecta pero ausente de la problemática social. Hoy en día, la labor social ya es asumida en buena parte por los estados modernos, pero esa faceta de justicia social o de caridad, siempre debe de estar presente en la Iglesia, como de hecho lo está.

          13. Lo demás es puro y simple alambique, teología de sacristía, parda. Insisto: personajes de este pelaje deben, por ultramontanos y por rozar con el sedevacantismo, estar fuera de cualquier cargo de responsabilidad en la Iglesia y por supuesto, nunca NUNCA dejar en sus manos la formación de niños , puesto que les podr´ía con sus opiniones, causar traumas y mucho sufrimiento. Y lo digo en serio: es por una mera cuestión de higiene eclesiástica y lo digo sin ánimo de ofender, porque intento ser manso y humilde, pero a las manzanas podrías hay que sacarlas del tiesto, aunque le duela.

          14. «la principal misión de la Iglesia no es amar al prójimo en absoluto, aunque haya que amarlo» esta es su frase»

            Eso ya se lo he dicho yo: esa es mi frase, y no la idiotez que se ha inventado en su anterior comentario y que me achacaba.

            «jjeje es de primero de absurdez»

            Lo que es absurdo es que alguien que no entiende esa frase se ponga tan digno y finja una condescendencia que no le corresponde, pues demuestra que es un zote. Se la voy a explicar de otra forma para que alguien de su «categoría» la entienda: Hay que amar al prójimo, pero ésa no es la principal misión de la Iglesia. Da igual si usted, en su ignorancia, está de acuerdo o no con tal airmación, pero ¿que no la entienda o diga que es absurda? En fin… (SIGUE)

          15. «La principal misión de la Iglesia es…»

            Nuevamente: porque usted lo diga. Nuestro Señor dijo muchas cosas, y no todas ellas son «la principal misión de la Iglesia». Si usted, a la manera protestante, ha decidido inventarse cuál es esa misión, ignorando lo que la propia Iglesia ha dicho de sí misma y su misión a través de dos milenios de magisterio, el problema es suyo, no mío. Se arregla leyendo, no sólo soltando lo primero que se le pasa a uno por la cabeza, como es su caso.

            Y de nuevo: por más que esgrima una falacia del hombre de paja, no va a tener más razón: es imposible refutar lo que nadie ha sostenido, así que no se esfuerce en decir que hay que atender al prójimo, que nadie ha dicho lo contrario. (SIGUE)

          16. «No es falacia el sostener que posturas como la tuya, pueden dar lugar a una Iglesia pura, perfecta…»

            Fíjese si la Iglesia es pura y perfecta, que es SANTA, como los católicos decimos al recitar el Credo. Que usted no lo comparta sólo demuestra que usted no profesa la fe católica, no que tal creencia sea algo horrible, como usted parece indicar.

            «…pero ausente de la problemática social»

            ¡Y vuelta la burra al trigo! Pero, ¿quién le ha dicho que la Iglesia no se ocupe de quienes tienen necesidad? ¡Si lo ha hecho siempre! Para eso jamás ha hecho falta negar la doctrina ni descuidar la liturgia, porque son compatibles. Así que, quienes lo que buscan es convertir a la Iglesia en una ONG ajena a su principal misión (dar gloria a Dios y salvar almas), se tendrán que inventar otra cosa, no decir que quienes cuidan todos los aspectos dando a cada uno la prioridad que le corresponde, no quiera atender a los desfavorecidos. (SIGUE)

          17. Es, simplemente, una mentira.

            «Lo demás es puro y simple alambique, teología de sacristía, parda»

            Lo suyo, en cambio, no es teología de ningún tipo: es la herejía modernista de siempre, que ya se está quedando bastante viejuno (y sin reemplazo generacional).

            «Insisto: personajes de este pelaje deben, por ultramontanos y por rozar con el sedevacantismo, estar fuera de cualquier cargo de responsabilidad en la Iglesia y por supuesto, nunca NUNCA dejar en sus manos la formación de niños , puesto que les podr´ía con sus opiniones, causar traumas y mucho sufrimiento. Y lo digo en serio: es por una mera cuestión de higiene eclesiástica y lo digo sin ánimo de ofender, porque intento ser manso y humilde, pero a las manzanas podrías hay que sacarlas del tiesto, aunque le duela» (SIGUE)

          18. Ante tal sarta de memeces, echando espumarajos por la boca, sólo queda claro algo: usted no es católico, es bastante inculto y, como tal, o precisamente por ello, un auténtico sectario.

            Y si ya se ha quedado a gusto, no sea tan pesado y deje de desviar el tema de la noticia.

          19. respuesta 1ª: pero mira que eres animal ¡niños, no os acerquéis a este tipejo rarito! ¿zote? ¿hablo con un tipo de las colonias? ya en serio:Lo que sostengo es que – sin entrar en prelaciones – no se puede amar a Dios si se desentiende uno de los necesitados. Tú no has dicho que haya que desentenderse de éstos, pero las personas que tienen la mente tan deformada y enferma como la tuya, corren el riesgo hacer de la Iglesia un lugar de culto a Dios – que en sí está bien y es lo suyo – pero ya está, sin mirar al otro. Sí al inmigrante. La actitud con el inmigrante – el acogerlo, el ayudarlo – es totalmente bíblica, porque «inmigrante fuiste…» La Iglesia, como siempre ha hecho, tiene que abrirse al otro y mancharse con los otros para salvar de la miseria espiritual y/o humana a otros HERMANOS. Porque hay una hermandad creatural que nos unen a todos los hombres como creación de YHWH-Adonai- Elohim-Jehova. Qué bien me lo paso contigo. Eres mi sparring.

          20. Respuesta 2ª: yo no me he inventado cual es la misión de la Iglesia católica. Insisto que la labor de todo cristiano y la misión de un perfecto hebreo es o debe de ser conforme al resumen o compendio que JHS estableció como síntesis de la Ley de Moisés: AMAR a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo. Esa es la frase donde cada cristiano de debe de reflejar y la Iglesia, hace suya la propuesta que JHS aplica a un sólo individuo. El que sea fin , medio, causa o consecuencia es una cuestión que los teólogos de sacristía discuten pero yo no me «mancho de arina» Sólo me limito a decir y a repetir para que los retrasados culturales como tú lo tengan claro, el siguiente principio – que es donde me muevo -: no se puede amar a Dios si no hay un amor, cuidado, atención del «otro» negro, musulmán, travesti, inmigrante…

          21. Respuesta 3: ¿que yo no comparta que la Iglesia es pura, perfecta SANTA ( así, con mayúsculas ejeje)?¿que eso demuestra que no profeso la fe católica? pedazo de sinvergüenza meapilas! ¿quién te crees que eres para ni tan siquiera atreverte a decir lo que yo comparto o la fe que profeso? ¿y hablas de falacias y hombres de paja? Lo tuyo es puro prejuicio falaz. Es un cúmulo de serrín y estiercol, que es lo único que eres capaz de producir: un estercolero intelectual. Y lo digo sin acritud y con mucha paz. En ningún momento he sostenido, ni comparto que la Iglesia sea una ONG: puro activismo, pura labor filantrópica. Toda acción debe de fundamentarse en la oración, en la p´ráctica frecuente de sacramentos. Pero no se puede amar a Dios sólamente: oración y acción.

          22. Respuesta 4ª: la respuesta al mensaje que empieza por «Es, simplemente, una mentira.» ni me molesto. Es una pura basura intelectual, prejuicio, reiteración de tu mensaje anterior. Lo dicho: sinvergüenza y estercolero intelectual ultramontano. ¿modernista yo? ¿Qué has visto de modernista en mis replicas? ponme un ejemplo, venga!

          23. «Lo que sostengo es que – sin entrar en prelaciones – no se puede amar a Dios si se desentiende uno de los necesitados»

            Como sostienen todos los católicos. Así que, ¿a quién se supone que está refutando? A nadie, porque nadie ha dicho lo contrario. Ya le he dicho que la falacia del hombre de paja no es un recurso que se le dé muy bien a usted.

            «…las personas que tienen la mente tan deformada y enferma como la tuya»

            Ya le he dicho: sus descalificativos, ante la evidente falta de argumentos, le retratan a usted, no a mí. Y sus disparates también le retratan como ligeramente «taradito» (por ser caritativo) a usted, no a mí. Y no sea repipi y diga «Dios», que parece de una secta.

            Sobre la misión de la Iglesia: ¿entiende usted el significado de «primera» y de «principal»? Porque parece que no. Consulte el diccionario de la RAE. (SIGUE)

          24. «…yo no me «mancho de arina» Sólo me limito a decir y a repetir para que los retrasados culturales como tú lo tengan claro»

            ¿No se mancha de «ARINA»? ¿En serio? ¿»Retrasados culturales», dice? Si en vez de a través de comentarios de internet, su charla fuera en directo, habría que concluir que se trata de una cámara oculta de la gala «Inocente, inocente». Una auténtica broma.

            «pedazo de sinvergüenza meapilas! ¿quién te crees que eres para ni tan siquiera atreverte a decir lo que yo comparto o la fe que profeso?»

            Yo también le quiero. Pero cálmese, que le va a dar un ictus. Las rabietas son muy peligrosas a su edad, y se arriesga a que los progresaurios primaverales se queden sin otro representante (otro más). Y son ya tan pocos… (SIGUE)

          25. «Lo tuyo es puro prejuicio falaz. Es un cúmulo de serrín y estiercol, que es lo único que eres capaz de producir: un estercolero intelectual»

            Menuda boca de cloaca tiene usted. ¡Qué léxico! pero, ya se sabe: «de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6:45).

            «Pero no se puede amar a Dios sólamente: oración y acción»

            Pues como sostienen todos los católicos, yo incluido. ¿Para que insiste en la misma falacia del hombre de paja? Imposible que usted refute un argumento que nadie a sostenido.

            «Es una pura basura intelectual […] sinvergüenza y estercolero intelectual ultramontano…»

            ¡Bah! Más pateleta modernista de un boca-cloaca, que vuelve a corroborar el Evangelio: «de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6:45).

          26. Yo estaré hasta el infinito hablando con tipos como tú, para que quede muestra de tus planteamientos y tus trampas en las respuestas y de tu creencia firme de que millones de budistas, taoístas, sintoístas, musulmanes, judíos, niños no nacidos van al infierno. Lo digo para en un mensaje dejar claro la diferencia de categoría entre tú y Yo. A vueltas con el hombre de paja (espantapájaros por simplificar ejeje) Esta frase dijiste: «Fíjese si la Iglesia es pura y perfecta, que es SANTA, como los católicos decimos al recitar el Credo. Que usted no lo comparta sólo demuestra que usted no profesa la fe católica, no que tal creencia sea algo horrible, como usted parece indicar.» No analizas tu osadía de atribuirme que no comparto lo que dicen en el Credo niceno… y dices que no profeso la fe católica. Eso es una falacia, un prejuicio y cuando te pido que me digas una afirmación heterodoxa ( aún la estoy esperando) te callas y ….(SIGO)

          27. Lo tuyo es una pura maniobra de distracción: no me respondes a las preguntas que te formulo. Hablas de falacia y me atribuyes sin conocer mis creencias, el no compartir el credo niceno… y fe católica. ¡dime que afirmación mía es susceptibles de esas acusaciones! ´Céntrate en esas cuestiones y no vengas con los insultos que te digo, porque son descriptivos al necesitar muy poca vergüenza para atribuir y acusar de no compartir la fe católica. Meapilas me deriva la rae a santurrón y santurrón a gazmoño: Que afecta devoción, escrúpulos y virtudes que no tiene. ¿acaso tu imagen no es fiel reflejo de esta definición? No es nada personal. Tú no eres nada más que letras en un determinado orden, pero debo combatir a opiniones como la tuya hasta el infinito, pudiendo estar horas, días, años, décadas. No me puedo retirar porque la lucha está en el campo de las ideas, previas a toda actuación. Punto.

          28. «Yo estaré hasta el infinito hablando con tipos como tú, para…»

            Hombre, hasta el infinito no: usted se va a morir, le guste o no. ¿O cree que se va a quedar aquí para simiente de rábanos? Además, cuanto más escribe disparates, más queda en evidencia usted. Y, además, se va a cansar usted antes que yo. Pero, usted mismo.

            No hace falta que siga repitiendo más veces que ustd niega dogmas de fe católica definidos «ex cathedra» por un Concilio Ecuménico, que ya ha dejado suficientemente claro que usted no es católico. No entiendo tanto empeño, si se le ha entendido a la primera.

            «…y cuando te pido que me digas una afirmación heterodoxa ( aún la estoy esperando) te callas»

            Qué contradictorio y qué falsa rabieta: ¡Pero si lo está diciendo usted mismo! Usted niega un dogma de fe… ¡e insulta y condena a quien lo cree! (el mundo al revés). En fin…

          29. «…no vengas con los insultos que te digo, porque son descriptivos»

            Sí: describen su boca de cloaca, porque «de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6:45).

            «debo combatir a opiniones como la tuya hasta el infinito, pudiendo estar horas, días, años, décadas. No me puedo retirar porque la lucha está en el campo de las ideas, previas a toda actuación. Punto».

            Pierde el tiempo, además de estar en el bando equivocado. Ya le dije: los herejes como usted, que niegan dogmas de fe, pueden ganar batallas, pero perderán la guerra, como está profetizado. No le arriendo la ganancia. Además, sus ideas demuestran que es un progresaurio y, por ley de vida, estirará la pata antes que yo, sobre todo porque veo que le sube mucho la tensión, lo cual es muy peligroso a su edad. Así que, deje de amenazar con escribir hasta el infinito, no le vaya a dar un patatús ahora mismo (no tiente a Dios). Punto.

          30. Yo no niego ningún dogma de fe: creo absolutamente en todos los dogmas establecidos por la Iglesia. Creo en el credo nicenoconstanti…en todo. En el purgatorio y en el sitio donde van los que no aman a Dios definitivamente. En relación con este tema, lo que no sostengo que van a ir al infierno millones de pesonas…cientos de miles de millones de personas que sencillamente no son católicos porque creen que su religión es la verdadera. No creo que las almas de miles de millones de no nacidos no ven la Gloria de la Beata y Santísima Trinidad de Dios. No creo que el pueblo de la Antigua Alianza vaya después del crematorio de Auschwitz al infierno. No creo que los miembros de las sectas protestantes o de la ortodoxia griega vayan al infierno. Podrán ir porque sean condenados en el Justo Juicio de Dios, pero no por el hecho de profesar la fe que tienen. ¿cuántos se condenarían según tú? ¡Bestia, infrahumano! (SIGO)

          31. En relación con las almas de la mayoría de los hombres (puesto que hay más no-católicos que católicos en el mundo y a en la historia, me limito estrictamente a afirmar lo que dice sobre este punto el Catecismo de la Iglesia católica, en concreto, en los puntos que tratan sobre este particular que te cité en otros mensajes anteriores. Según ésto, no puedo ser sectario , modernista o heterodoxo puesto que suscribo lo que aprobó un Papa, Santo y Grande: Johan Paulus II. Este Papa firmó el catecismo, lo aprobó y en esos apartados apunta en este tema en la dirección que yo sigo. ¿Cayó en herejía el Papa? ¿en heterodoxia? pero no puede ser hereje..¡.si ha sido santificado! ¡pero si la Iglesia es infalible en este punto!¿como puede santificar a un heterodoxo? (sigo)

          32. Se vé, intuyo que la cuestión es más compleja. Las afirmaciones que el Catecismo de la Iglesia católica sobre la salvación de «los otros» van en contra de tus postulados. Tú en consecuencia, vas en contra del criterio de la Iglesia católica en este punto establecido en el catecismo y en la L.G. del CVII: creo según ésto que tú, para romper la incoherencia en que te hallas, no aceptas la autoridad de los Papas del CVII y los postconciliares. Creo que – no estoy afirmando nada, son suposiciones mías – tú según el derecho de la Iglesia, estás en herejía y eres un lefvebriano. En resumen: un sedevacantista. Es la única forma de resolver tu posición. ¿aceptas la autoridad y lo establecido por estos Papas en sus distintos documentos? documentos que no pocos tratan del ecumenismo ¿aceptas en su integridad lo escrito en el Catecismo de la Iglesia católica? preguntas concretas, respuestas concretas quiero. Así ya diluyes posibles dudas que le puedan surgir al que te lea.

          33. Te costó públicamente reconocer la creencias tuyas sobre la salvación de los «otros» y te pregunté hace semanas en repetidos mensajes sobre ello y tú eludiendo la respuesta porque no querías – pienso yo – mostrarlas en esta web que se autodenomina católica. Una persona que le da vergüenza de sus creencias, creo que no las tiene muy asentadas en su interior y ni está convencido ¿puedes ser sedevacantista por propia convicción o producto de las influencias ambientales de tu entorno? son preguntas que me hago. ¿Qué dice en catecismo sobre el destino de lo suicidas? ¿ van ipso facto al infierno según el catecismo? compartes lo que allí se dice? ¡responde a mis preguntas de este mensaje y a las del inmediatamente anterior? demuestra tu catolicidad y tu comunión con la Roma postconciliar.

          34. «Yo no niego ningún dogma de fe»

            Claro que lo hace. Y, encima, ataca a quien sí los cree (hay que tener la cara de cemento armado).

            «…y en el sitio donde van los que no aman a Dios definitivamente»

            No sea tímido, y dígalo: el infierno, cuya existencia es dogma de fe, y al que irán todos los que mueren en pecado mortal actual o sólo el original, aunque allí tengan penas desiguales, como definió el Concilio de Florencia, «ex cathedra». En cuanto a quienes están fuera de la Iglesia usted también la inerrancia de las Sagradas Escrituras y las propias palabras de Cristo (como en aquel tiempo no había grabadoras…), que mandó a sus Apóstoles (y no como «opción») lo siguiente: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará».

            Es innecesario que nos cuente sus «creencias»: son suyas, pero no es la fe católica.

          35. «¡pero si la Iglesia es infalible en este punto!»

            Esta frase suya es bastante cómica: es ‘infalible’ para lo que usted quiere, pero todo el magisterio que no le gusta lo rechaza, qué risa.

            ¿Le gustan los catecismos y los Papas santos? Pues aquí tiene:

            «225. ¿Quiénes son los que no pertenecen a la comunión de los Santos? No pertenecen a la comunión de los santos en la otra vida los condenados, y en ésta, los que están fuera de la verdadera Iglesia.
            226. ¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? Están fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados» (Catecismo Mayor de San Pío X, capítulo 10, punto 6).

            Le aseguro que la verdad no cambia, así que será usted quien deba conciliar lo que cree, o deja de creer, con estas verdades siempre enseñadas por la Iglesia.

          36. Si a usted le parece que algún Papa dice otra cosa, es usted quien tendrá que explicar por qué tal Papa contradice (según usted) lo que siempre, por todos, y en todas partes se ha creído (esa es la regla de la fe). Si no, es que usted lo ha entendido mal.

            «no estoy afirmando nada, son suposiciones mías – tú según el derecho de la Iglesia, estás en herejía y eres un lefvebriano»

            Pues sí: son suposiciones suyas, como sus extrañas creencias sobre los Novísimos. No conozco absolutamente a nadie de la FSSPX, con cuyo Superior General se ha reunido el Papa Francisco el pasado 8 de febrero, dicho sea de paso. Es usted tan ignorante que llama «hereje» a quienes no lo son (son bastante más católicos que usted, que no lo es en absoluto), y estaría en las nubes cuando el propio Francisco dijo que no son cismáticos, sino católicos. Pero claro, a usted sólo le gusta Francisco cuando dice lo que usted quiere. Anda que no se le ve a usted el plumero.

          37. Me parece que usted ha pinchado en hueso conmigo. Váyase a «convertir» a los de «Herejía Digital» (donde no profesan la fe católica, niegan la virginidad de María, o la Transubstanciación… pero están en «comunión con Roma»… hasta que llegue otro Papa que no sea de su cuerda y vuelvan a dejar de estarlo), que aquí somos católicos y va a convencer a pocos.

            «Una persona que le da vergüenza de sus creencias…»

            A mí no me da vergüenza la fe católica que profeso. Me dan vergüenza ajena sus creencias falsas y su sectarismo. Pero allá usted, si no tiene sentido del ridículo y no le importa contradecirse a sí mismo. Ya ha quedado retratado hace muchos comentarios. Aunque usted se crea un Séneca, sus comentarios son para meterse debajo de la mesa -o de la cama- y no salir (vergüenza ajena es decir poco). Y cuanto más escribe, peor queda. Pero de masoquistas está el mundo lleno…

          38. En mi primer comentario de hoy de respuesta a sus disparates,

            donde pone: «…usted también la inerrancia de las Sagradas Escrituras…»,
            debe decir: «usted también NIEGA la inerrancia de las Sagradas Escrituras…»

          39. Prosigo 1: bueno jeje, para no ser de la Congregación de San Pio X sabes demasiadas cosas sobre las reuniones que tiene su líder con el Papa Francisco. Veo que no utilizas y manejas el catecismo aprobado por el papa Juan Pablo II, y sí: pienso que te da vergüenza afirmar tu idea tan restrictiva de la salvación y te costó declararlas después de varios peticiones mías en distintos mensajes. En el fondo sabes que escandaliza y te escondes – una actitud muy valiente por tu parte – Sigues si responder también ahora: ¿aceptas lo establecido por los papas del CVII y del postconcilio sobre ecumenismo y la visión da el catecismo de la salvación de «los otros» en el catecismo? No … ciertamente no eres hereje, pero no estás con Roma ni con los papas del concilio y del postconcilio en cuanto a la salvación de «los otros»: si no eres cismático, sabes demasiado para no serlo sobre esta gente. ¡¡Responde a mi pregunta concreta! ¡¡retrátate públicamente!!

          40. no…no me vas a pillar con tus maniobras de distracción. Aquí no estoy poniendo en tela de juicio las creencias que profesas – así, en general- porque s´é que crees en el dogmas de la Inmaculada Concepci´ón de María. No no voy por allí: mis preguntas muy concretas sobre los papas del CVII y del postconcilio. NO se trata de TUS CREENCIAS ( así, en mayúsculas, como te gusta a tí poner) No soy un Séneca, pero tú no eres un Santo Tom´`as tampoco jejejej. Eres un pobre hombre con una idea perversa, de la Justicia de Dios, y que supone que de facto, millones de musulmanes, protestantes, hombres de creencias animistas, taoistas, niños no nacidos no vean la Gloria de Dios ( o como te cuesta decir: vayan al infierno) Me da asco comunicarme con un tipo que piensa así.

          41. Por otra parte, t´ú has cometido el error de llamarme hereje, puesto que comparto sobre la salvación de «los otros» lo establecido en el CVII y en el Catecismo de la Iglesia católica aprobado por el Santo Papa y Grande, Juan Pablo II. ¡En el fondo eres un mediocre meapilas que imputas herejía a una persona que sigue al punto la doctrina católica sobre estos temas y que no niega ningún dogma, incluido el de ese lugar jeje. Tú si eres cismático o próximo o muy cercano a los cismáticos de don Marcelino. ¡Responde a mis preguntas! ¡¡¡retrátate y así no podrás ser confundido con esos cismáticos!!!! Que conste que no soy – como también me quieres imputar…y luego hablamos de espantapájaros – defensor a ultranza de la labor de gobierno del Santo Padre Francisco (otro pre-juicio tuyo). Caes en lo que criticas: no eres serio.

          42. «para no ser de la Congregación de San Pio X sabes demasiadas cosas sobre las reuniones que tiene su líder con el Papa Francisco»

            A eso se le llama estar informado, y evita decir bobadas (por ejemplo). Le vendría bien a usted.

            «veo que no utilizas y manejas el catecismo aprobado por el papa Juan Pablo II»

            se equivoca usted: lo utilizo mucho más que el que he citado, a pesar de que éste último es mucho más pedagógico por el formato de preguntas y respuestas.

            «…tu idea tan restrictiva de la salvación…»

            Sobre la salvación creo lo que dicen las Sagradas Escrituras, como siempre las ha interpretado la Iglesia durante toda su historia, así como todos los dogmas definidos por la Iglesia (cosa que usted parece no hacer).

          43. «¿aceptas lo establecido por los papas del CVII y del postconcilio sobre ecumenismo y la visión da el catecismo de la salvación de «los otros» en el catecismo?»

            Naturalmente: tanto el CVII como el magisterio posconciliar (léase la ‘Dominus Iesus’, mandada publicar por Juan Pablo II en 2000, por ejemplo), confirman la fe que la Iglesia ha profesado siempre: fuera de la Iglesia no hay salvación. A saber de dónde se habrá sacado usted la idea herética contraria.

            «ciertamente no eres hereje, pero no estás con Roma ni con los papas del concilio y del postconcilio»

            Claro que no soy hereje, ¡menudo descubrimiento! ¿Y quién le ha dicho que yo no «esté» con los Papas posconciliares? Use el buscador o lea mi blog, verá todo el magisterio que he puesto de esos Papas (Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II…). Habla sin saber.

          44. «t´ú has cometido el error de llamarme hereje»

            Usted se ha puesto en dicha tesitura al negar un dogma de fe. Que yo lo constate es lo que menos le debería preocupar.

            «…comparto sobre la salvación de «los otros» lo establecido en el CVII y en el Catecismo de la Iglesia católica aprobado por el Santo Papa y Grande, Juan Pablo II»

            Usted cree, erróneamente, que el CVII (un concilio pastoral, no dogmático) o Juan Pablo II pueden modificar lo que siempre ha creído la Iglesia. Pero, además, es que no han modificado nada, como ya le he dicho. Infórmese mejor y deje de creer chorradas.

            «¡En el fondo eres un mediocre meapilas […] Tú si eres cismático…»

            Yo también le quiero.

          45. Prosigo: No mira, a mi no me confundes. Una cosa es leer o sabe de esos documentos y otras distinta es estar conforme con los mismos. Tú no puedes decir que estás en disconformidad con esos documentos, porque incurrías públicamente en lo que interiormente eres: un cismático. Dices que el catecismo de la iglesia pone – ciertamente – la frase «fuera de la Iglesia no hay salvación» pero la concepción – clarísima – de la salvación de los otros que defiende el CVII y el catecismo es claramente inclusivista. La visi´ón que tienes pre-conciliar y compartida con los lefrevianos, que rechazan hasta el ecumenismo, es claramente restrictiva, reducida, exclusivista y totalmente ajena a lo dispuesto en el Catecismo – te puedo citar los ordinales para que te refresques la memoria. A mi no me confundes, a tus lacayos sí. La frase está dicha, ciertamente, pero hay más. Vete a mis anteriores mensajes y rumia lo que allí se pone (sigo)

          46. No se puede aceptar la cuadratura del círculo. No puedes decir que estás con los Papas del concilio y del postconcilio, sacar la frase esa traída «por los pelos» y tratar por esta frase sólo, de demostrar que la concepción del la salvación «del otro» establecida en el CVII y el Cat.Ig.Cat. es tan restrictiva como la tuya, porque no es cierto y mientes. Quieres confundir y yo te pongo en evidencia. Éste es tu problema. Vamos a centrarnos en el Papa Juan Pablo II el Magno: dime un documento suyo donde afirme TAXATIVAMENTE que no se salva ni el judío, ni los luteranos con sus innúmeras sectas, los musulmanes, los taoístas…los niños abortados y otras barbaridades tuyas más. Venga: si te sabes esos documentos – y no sólo los nombres – del papa polaco, dime, donde se sostiene el exclusivismo repugnante en lo relativo a la salvación «del otro» que tu sostienes:¡DIMELO!

          47. «incurrías públicamente en lo que interiormente eres: un cismático»

            Deje de decir paridas, que se supone que es adulto: usted no puede ver, y mucho menos juzgar, el interior de las personas (sin incurrir en juicio temerario, que es lo que está haciendo).

            Usted es un hereje y punto. Acepte los dogmas definidos «ex cathedra» y déjese de cuentos. Además, es evidente que necesita un psiquiatra. A mí no me pagan por aguantar sus idioteces. Así que, o se comporta como una persona normal (aunque tenga que fingir que lo es) o se va a quedar con tres palmos de narices. Si su único interés es insultar, puede practicar con su señor padre (cuando le conozca).

          48. me encanta. He tardado, pero he lo he logrado, el que muestre la verdadera cara que hay detrás de tu meapilismo. Ya no hay argumentos. Te he cogido la argucia, el ardid y ya empiezas con los insultos personales: me gusta. Así se marca la diferencia de categoría entre tú y yo. Por un momento me llegué a creer que era imposible, llamándome loco y aconsejándome que insulte a mi padre cuando le conozca ( es decir: como un hijo de … – no cero que sea difícil imaginarse la palabra que viene -) Soy experto en quitar máscaras a foreros «pluscuamperfectos». Lo conseguí. Todos derivamos de la estirpe de Caín…jejeje. SIGO:

          49. ´Tú, meapilas ¿acaso no es un juicio temerario el decir que yo soy un hereje? ¡eres increible!¡caes en lo que criticas! Me dices que es un juicio temerario decirte cismático – os encanta poner etiquetas a los teólogos de sacristía – pero como tu conocimiento es puramente memorístico, no rumias – como los herbívoros – no dominas su aplicación y caes en lo que me criticas: ¿no es un juicio temerario, acaso, decirme hereje? PREGUNTA 1: dime que afirmación mía es herética. PREGUNTA 2: dime un texto, documento magisterial o de homilías /documentos más informales donde se pueda ver, apreciar, intuir una concepción exclusivista de la salvación de «los otros» y dime una cita del cat.Igle. Cat del JPII donde también se pueda deducir que comparte tu idea criminal de la salvación. Te lo pongo fácil. Responde con citas y se acaba todo ésto.

          50. «He tardado, pero he lo he logrado…»

            Si le hace ilusión creerlo, aunque sea una idiotez… (creer es gratis, aunque lo que se crea sea falso), pues nada: al salir pase por caja y que le paguen el premio.

            «Ya no hay argumentos»

            Usted no los ha tenido nunca: es un hereje que no profesa la fe católica y que se cree muy ingenioso, pese a sus evidentes carencias doctrinales y culturales. Le dije que perdía el tiempo, pero como es suyo, piérdalo como guste.

            «…la diferencia de categoría entre tú y yo»

            La única diferencia es que yo soy católico y usted no. Su categoría es ínfima, como ya le dije.

            «¿acaso no es un juicio temerario el decir que yo soy un hereje?»

            No: el que sostiene herejías es hereje. Yo sólo lo confirmo.

          51. «dime que afirmación mía es herética»

            Que exista salvación fuera de la Iglesia, negado por un dogma de fe definido «ex cathedra» y confirmado por todo el magisterio de la Iglesia hasta el día de hoy (incluyendo el del CVII y los Papas posconciliares, que o usted no conoce, o retuerce. Y además es tan absurda su creencia, que no se da cuenta en la contradicción en la que cae:

            1) Si usted no cree en la inerrancia de las Sagradas Escrituras, no es católico, sino un hereje.

            2) Si, por el contrario, sí cree, o acepta lo dicho por Cristo y recogido por las Sagradas Escrituras (que es la Palabra de Dios y una de las dos fuentes de la Revelación), o es un hereje.

            3) Si cree en lo que dice Cristo, debe aceptar el mandato dado por Él a sus apóstoles (que no era optativo): «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará» (Mc 16,15).

          52. 4) Si cree a Cristo, debe aceptar su Palabra, porque si no, le deja por mentiroso.

            5) Si Cristo dijo la verdad, hay que predicar el evangelio y quien no crea y se bautice se condenará.

            6) Si usted, contrariamente a la afirmación de Cristo, cree que los no bautizados se salvan, sólo caben dos posibilidades: o Cristo mintió, o es cruel e injusto, porque si quienes no conocen el Evangelio se salvan por el único mérito de ser ignorantes (como si éso fuera mérito suficiente para tener el inexistente «derecho» a gozar de la visión beatífica, de la que estaba privado todo el género humano por el pecado original), entonces es una crueldad y una injusticia ordenar que se les evangelice: mejor dejarles en la ignorancia para que todos se salven, ¿no? ¿Se da cuenta del absurdo?

          53. La Iglesia jamás ha creído tal cosa y por eso los dogmas definidos y el magisterio posterior es acorde con esta verdad de fe revelada por el mismo Cristo: nadie se salva fuera de la Iglesia, pues no hay otro camino que Cristo: «Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie va a la Padre sino por mi» (Jn 14,6), por más que usted repita como un papagayo los mantras «CVII», «Papas posconciliares»… porque ni en un caso, ni en el otro, comparten su errónea creencia. Simplemente, usted se la ha inventado o no entiende (o tergiversa) el magisterio de la Iglesia (también el posconciliar), y sostiene creencias ajenas a la fe católica, como la «salvación universal». Ergo, es usted un hereje. No lo digo yo, lo dice usted mismo. Punto.

          54. Replica PRIMERA:1) Si usted no cree en la inerrancia de las Sagradas Escrituras, no es católico, sino un hereje. ¿Quién te ha dicho que yo no creo en la inerrancia de las S.E? Yo no. ¿A que llamás tú inerrancia? esta pregunta tan básica es necesario me la contestes, puesto que así sabré «según su criterio» soy hereje o no. Por ejemplo: ¿Crees que hubo un patriarca antediluviano llamado Matusalén que vivió más de novecientos cincuenta años? 3) Si cree en lo que dice Cristo, debe aceptar el mandato dado por Él a sus apóstoles (que no era optativo): «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará» (Mc 16,15). Nada que objetar de esa afirmación, pero ´Él no dio ninguna cifra. Tú parece que sí. (sigo)

          55. R2ª: El apartado tuyo 6º no se sostiene. No lo voy a reproducir. Es que no sé ni por dónde empezar ante la barbaridad que has puesto. Sólo hay una cuestión que muestra su consciente ignorancia, tu cinismo. Es la siguiente: cuando hablas de los papas del CVII y postconciliares «yerras» a sabiendas, porque es más fácil «errar» que reconocer que tu exclusivismo salvífico es contrario a la LG del CVII y el Cat.Igle.cat de JPIIPP. Te puedo poner nuevamente los numerales del Cat….que incluyen cita de la LG del CVII donde claramente se defiende la visión inclusiva, más que pluralista, de la salvación de «los otros». Otra cosa es que no lo quieras reconocer. Si me respondes a este mensaje, te pongo los textos para que te veas enfrentado a esos documentos. No soy un verso suelto. ¿cuántos millones de hermanos creaturales se condenarían según tú? Millones. ¿el judío, de las cámaras de gas, al infierno? absurdo.

          56. Cat.Ig.cat JPIIPP: numeral 843: La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, «entre sombras e imágenes», del Dios desconocido pero próximo ya que es Él quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede encontrarse en las diversas religiones, «como una preparación al Evangelio y como un don de aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan la vida» (LG 16; cf NA 2; EN 53). UN APERITIVO. «Fuera de la Iglesia no hay salvación»: numeral 847: Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia.

          57. «¿Quién te ha dicho que yo no creo en la inerrancia de las S.E?» Yo no»

            Usted sí: Cristo afirma que quien no crea y se bautice se condenará (Mc 16,15). Usted lo niega. Salvo que no crea en la inerrancia de las Sagradas Escrituras sólo hay dos posibilidades: o Cristo miente, o quien miente es usted.

            No entiendo para qué pregunta a que llamo yo inerrancia, pues sólo existe un significado, que usted mismo puede comprobar en el Diccionario de la Real Academia Española: «Cualidad de estar exento de error». Las Sagradas Escrituras están exentas de error y son la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo. Espero que no salga con una soplapollez como la del despropósito jesuita Sosa, de que «en aquella época no había grabadoras».

          58. «Él no dio ninguna cifra. Tú parece que sí»

            Le contesta a su duda el mismo Cristo: «el que no creyere». Es decir, cualquiera que no crea; da igual la cifra (que yo no he dado, así que no invente). ¿Lee alguna excepción en la clarísima frase de Cristo? Porque yo no la veo, ni la Iglesia la ha visto nunca. Más que nada, porque no está.

            «…cuando hablas de los papas del CVII y postconciliares «yerras» a sabiendas, porque es más fácil «errar» que reconocer que tu exclusivismo salvífico es contrario a la LG del CVII y el Cat.Igle.cat de JPII»

            Naturalmente que no yerro: usted miente, simplemente. Ningún Papa desde Juan XIII hasta Francisco, ni ningú docuemento del CVII o posterior, afirma que exista salvación fuera de la Iglesia. Se lo ha inventado usted. ¿A que no es capaz de poner ningún docuemento que diga tal cosa? Claro que no, porque no existe.

          59. En cambio, lo que sí existe es un dogma de fe definido «ex cathedra» que es irreformable y de rango superior a cualquier supuesto documento posterior que dijera lo contrario (que no lo hay, dicho sea de paso), y menos del CVII, que según el propio Juan XIII en su discurso de inauguración, así como los propios textos del concilio, niegan que definan dogma alguno. Si no definen dogma alguno y ya hay uno que dice lo que dice, ¿cómo se le ocurre a usted decir o insinuar que un texto conciliar dice algo contrario a un dogma? Es que no lo dice, y de hecho sí reafirma que fuera de la Iglesia no hay salvación. Hasta la ambigua «Lumen Gentium» (que a pesar de titularse «constitución dogmática» no lo es, salvo en aquello que contiene previamente definido), dice: «El sagrado Concilio […] enseña, fundado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación».

          60. Y si lee la «Dominus Iesus» de Juan Pablo II, se lo aclara aún mejor.

            «¿cuántos millones de hermanos creaturales se condenarían según tú?»

            ¿Alguien le ha dicho alguna vez que, pese a lo mal que escribe, es usted un pedante (sin motivo) y un repipi? Está usted hablando en español, idioma en el que se dice «Dios», no «YHWH-Adonai», y «personas», no «hermanos creaturales» (palabra inventada por usted que ni siquiera existe en español).

            Además, no haga preguntas absurdas: eso sólo lo sabe Dios. Ni siquiera se van a salvar todos los bautizados por el hecho de estarlo. ¿En serio pretende pasar usted por católico, sin saber siquiera los rudimentos de nuestra fe, que hasta un niño de Primera Comunión sabe? A quien si puede creer es al mismo Cristo cuando habló de cuántos entrarán en el reino de los cielos: «Muchos son los llamados y pocos los elegidos» (Mt 22,14).

          61. ¿Y qué pasa con los «no elegidos»? También lo dice Él mismo justo en el versículo anterior: irán «…a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes» (que es una de las formas que emplea para describir el infierno, del que habla 15 veces en el Evangelio).

            «¿el judío, de las cámaras de gas, al infierno? absurdo»

            Absurdo para usted que, además de ser una persona ilógica, es un hereje que niega lo que el mismo Cristo aseguró. ¿A quién vamos a creer, a Él o a usted? No sabía yo que las cámaras de gas eran lo que proporcionaba la salvación eterna, o que eliminasen el pecado original, que priva de la entrada en el cielo (si ni siquiera cree eso, no es que no sea católico: es que ni siquiera es cristiano, pues en éso consistió la Redención, que para usted no debe de tener sentido alguno, pues cree que uno se puede salvar con el pecado origianal, sin contar con todos los demás pecados actuales, pues nadie… (SIGUE)

          62. …no bautizado es tan bueno que, además del original, no haya cometido pecado alguno, que se suma al anterior). ¿Ha descubierto usted solo esa teoría o ha tenido una revelación nueva, a pesar de que la Revelación terminó con la muerte del último apóstol? En serio, ¿son de su cosecha los disparates que dice o los copia de alguna parte?

            «JPIIPP: numeral 843 […] UN APERITIVO»

            ¿Dónde dice que fuera de la Iglesia haya salvación? Tendrá que buscar mejor, porque el texto transcrito no dice nada de eso. Se lo ha inventado usted. mejor cambie el aperitivo, que ha puesto un gato muerto en vez de aceitunas.

            «Fuera de la Iglesia no hay salvación»: numeral 847: Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia»

            Sorprende que alguien que niega un dogma definido «ex cathedra» en un concilio dogmático ecuménido, otorgue la «infalibilidad» a mun simple catecismo (cosa que jamás ha hecho la Iglesia).

          63. El contenido del catecismo recoge la doctrina católica en diversos grados: en él hay dogmas, doctrina, magisterio y cosas que no lo son. Incluso errores (fíjese el absurdo cambio del catecismo sobre la pena de muerte hecho por Francisco, contradiciendo lo que siempre ha creído la Iglesia, y que sólo puede cambiar las letras pero no la verdad).

            La frase que cita no es un dogma (si usted creía que sí, lo creía mal). Y si la analiza se dará cuenta de algo: si no se refiere a los que están fuera de la Iglesia por ignorancia, ¿se refiere acaso a los que están fuera de la Iglesia por masoquismo? Me explico: ¿conoce a alguien que sepa o crea que la Iglesia católica es la única verdadera y necesaria para la salvación, y a pesar de ello prefiera quedarse en otra religión que sabe falsa? Tal afirmación es una idiotez. No hay nadie: quienes profesan otras religiones creen que las mismas son verderas y viven en el error.

          64. ¿Qué tiene que ver la ignorancia? Por algo Cristo mandó evangelizar, para que no ignorasen el evangelio. Si se salvaran por ignorancia habría prohibido predicarlo, para evitar que alguien lo oyese y no lo aceptase (lo cual habría sido injusto y cruel, ya que sin evangelizarles se salvaban, según usted).

            De algo le está viniendo bien a usted este intercambio de comentarios: para enterarse de qué va la fe católica, de la ignora prácticamente todo, por más corta-pegas que haga, que además no dicen lo que usted pretende que digan, ni confirman sus errores doctrinales ni falsas creencias.

          65. En el último de mis comentarios, donde dice: «…de la ignora prácticamente todo», debe decir: «de la QUE ignora prácticamente todo».

            Igualmente, hay algunas erratas a lo largo de mi texto (como la palabra «docuemento», que obviamente es «documento»), debidas a la velocidad al escribir y a la mala costumbre de darle a enviar sin repasar lo escrito; pero creo que se entienden y no afectan al sentido de las frases.

          66. quintarréplica 1 a tu respueta 1: es importante recordar que para los musulmanes el corán fue dictado expresamente por Dios, con lo que todo lo que se pone es directamente de origen divino y no puede tener errores. Te informo que en la Biblia no es lo mismo. Se puede decir que es un libro inspirado, donde YHWH inspira al autor, pero no lo suple, con lo que en la Biblia se puede ver afirmaciones, datos, nombres discutibles. Por eso pregunto ¿a que llama inerrancia de la biblia? Si no me quieres responder a ésto ¿ Matusalén vivió 969 años? Responde a mis preguntas y no me vengas con tratados de teología o escriturísticos porque accedo con frecuencia ellos. El debate lo dirijo yo de facto ¡responde a mi preguntas! ¿crees que hubo canguros en el Arca? jeje. Como digas que sí, porque el diluvio fue universal, te prometo que enmarco tu respuesta. Estoy esperando y en función de tu respuesta sabré si según tu criterio, soy hereje o no.

          67. 2) mi objetivo con estas preguntas es plasmar un retrato tuyo en los mensajes – que ciertamente lo estoy consiguiendo -, porque quiero que te muestres tal cual eres y piensas. Tu comentario es: «usted miente, simplemente. Ningún Papa desde Juan XIII hasta Francisco, ni ningú docuemento del CVII o posterior, afirma … Se lo ha inventado usted. ¿A que no es capaz de poner ningún documento que diga tal cosa? Claro que no, porque no existe»// Estás demostrando ser un animal – menos mal que no te conozco en la vida diaria, lo pasaríamos mal los dos – : en la LG, por el corta-pega que he hecho de la web vatican.va ( donde se explica perfectamente este tema) no hay ninguna afirmaci´`on que se parezca a la tuya. Yo sigo de punta a cabo lo que dice la Iglesia en este documento y en el catecismo: no soy hereje por tanto. (porque de lo que se trata es demostrar que tu afirmación de que yo soy hereje es errónea.

          68. 3) has tenido mala suerte encontrándote conmigo: me vas a soñar. Dominus Ieus (yo corto y pego. Tú seguro que te sabes los textos de memoria) Numeral 14: Teniendo en cuenta este dato de fe, y meditando sobre la presencia de otras experiencias religiosas no cristianas y sobre su significado en el plan salvífico de Dios, la teología está hoy invitada a explorar si es posible, y en qué medida, que también figuras y elementos positivos de otras religiones puedan entrar en el plan divino de la salvación. En esta tarea de reflexión la investigación teológica tiene ante sí un extenso campo de trabajo bajo la guía del Magisterio de la Iglesia. (PROSIGUE) Es que cuando de cita, hay que leerse el documento, querido machupichu (lo digo por el término «zote»)

          69. Hay que leerse el documento entero, no sólo los t´ítulos, porque vengo yo y …zas! Prosigo: continúa numeral 14: El Concilio Vaticano II, en efecto, afirmó que « la única mediación del Redentor no excluye, sino suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única ».43 Se debe profundizar el contenido de esta mediación participada, siempre bajo la norma del principio de la única mediación de Cristo: « Aun cuando no se excluyan mediaciones parciales, de cualquier tipo y orden, éstas sin embargo cobran significado y valor únicamente por la mediación de Cristo y no pueden ser entendidas como paralelas y complementarias> Cristo es el único mediador. Todos se salvan en Él y por Él, por eso, la visión de la salvación del otro es «inclusiva» no excluyente como la tuya. Hay que distinguir entre el inclusivimos salv´´ifico ( Dominus Iesus) del exclusivismo ( de bestias como tú) y del pluralismo ( todo da igual)

          70. Y como sólo se salva por Cristo y en Cristo, aquí la frase conclusiva: «No obstante, serían contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de solución que contemplen una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo.» Todavía estoy esperando que me respondas (me gusta dirigir el debate a mí) – por las afirmaciones que haces – con citas de documentos donde – y espero que tu segundo intento sea mejor – se da a entender de modo claro que ni judíos, ni herejes, ni paganos, ni musulmanes, ni niños abortados irán al cielo o lo que es lo mismo, que irán al infierno a pasar el verano. Pero no una cita general. No: dime numerales. Así me demostrarás con esas citas de documentos postconciliares que soy hereje. Eres tú el que me acusaste de hereje: tienes que demostrarlo para no caer en juicio temerario.

          71. En el fondo me das pena. Eres un desgraciado que seguro que no dices públicamente lo que aquí sostienes con tanto ardor o si lo dices, seguro que será con la mirada huidiza, manos ´húmedas por el sudor y la voz baja y temblona. Tú, hom´`inido creyente, dices esta barbaridad: «¿el judío, de las cámaras de gas, al infierno? absurdo» Luego pones la frase más repugnante, asquerosa, que he visto de un catolicus como tú, diciendo que no sabías que las cámaras de gas fueron un salvoconducto para el Cielo. A parte que yo no he dicho eso (falacia) es estéticamente hablado un estercolero intelectual tu vómito de ideas. Tienen su juicio particular como todos, pero si el judío le reza con amor, con ternura, con confianza a YHWH- Adonai- Elohim-Jehová ( ¿sigo? jeje) y se arrepienten de sus pecados: son salvos. ¡Animal hijo de p…!

          72. 20. De todo lo que ha sido antes recordado, derivan también algunos puntos necesarios para el curso que debe seguir la reflexión teológica en la profundización de la relación de la Iglesia y de las religiones con la salvación.

            Ante todo, debe ser firmemente creído que la « Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia, y Él, inculcando con palabras concretas la necesidad del bautismo (cf. Mt 16,16; Jn 3,5), confirmó a un tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta ».77 Esta doctrina no se contrapone a la voluntad salvífica universal de Dios (cf. 1 Tm 2,4); por lo tanto, « es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación »

          73. 21. Acerca del modo en el cual la gracia salvífica de Dios, que es donada siempre por medio de Cristo en el Espíritu y tiene una misteriosa relación con la Iglesia, llega a los individuos no cristianos, el Concilio Vaticano II se limitó a afirmar que Dios la dona « por caminos que Él sabe …Ciertamente, las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen elementos de religiosidad QUE PROCEDEN DE DIOS y que forman parte de « todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones » La próxima vez que cite, le recomiendo el corta-pega: no se te dan bien las citas de memoria: jejejejeje. me parto de risa!!!!

          74. «para los musulmanes el corán […] Te informo que en la Biblia no es lo mismo»

            Claro: porque el islam es una religión falsa y la religión católica fue revelada por Dios. Y el corán es una invención, mientras que la Biblia está inspirada por Dios y goza de inerrania (es dogma de fe). Usted demuestra que es multi-hereje. A este paso no va a dejar títere con cabeza (no le va a quedar un solo dogma sin negar). Ni pierdo en tiempo en refutar sus herejías: ya hay montones de tratados de apologética católica que lo hacen.

            Tampoco voy a entrar en su juego de troll de cuarta regional: esta noticia se titula «El Papa: ‘La envidia está muy presente en las comunidades sacerdotales'». Si quiere saber sobre Matusalén busque en una enciclopedia, que mi tiempo vale oro para perderlo con sus idioteces.

          75. «mi objetivo con estas preguntas es plasmar un retrato tuyo en los mensajes»

            Me importa un cuerno cuál sea su objetivo. Nadie le ha pedido que me psicoanalice, ni usted es el más adecuado. Hablaré de mí si yo quiero. Y no quiero. Deje los psicologismos para cuando trate con su terapeuta.

            «ciertamente lo estoy consiguiendo»

            ¡Qué va! Lo ha conseguido desde el principio: ha quedado como un troll muy pesado, inculto y con neurosis obsesiva (casi nada), además de hacer el ridículo. No le puedo ayudar.

            «Estás demostrando ser un animal»

            Es usted quien está quedando como un sinvergüenza maleducado.

            «en la LG, por el corta-pega que he hecho de la web vatican.va ( donde se explica perfectamente este tema) no hay ninguna afirmaci´`on que se parezca a la tuya»

            Es usted un torpe: le he transcrito directamente de LG de la página web oficial de la Santa Sede. Si usted es un lerdo y no lo encuenta, es culpa suya, no mía.

          76. «no soy hereje por tanto»

            Usted es un hereje: ya ha negado varios dogmas de fe en estos comentarios.

            «has tenido mala suerte encontrándote conmigo»

            ¡Y encima con aires de grandeza! Lo tiene todo. Usted es completamente insignificante, y responderle a sus idioteces no me afecta ni poco, ni mucho, ni nada. Lo hago por caridad (hay que hacer proselitismo con todos; también con quienes tienen problemas psicológicos/psiquiátricos, pues no todos son ininputables).

            No sé para qué me pega un fragmento de la «Dominus Iesus», que yo mismo le he recomendado, y en la cual no podrá encontrar las hrejías que usted defiende, por más que se empeñe. Ni lo hace su corta-pega, ni ninguna otra parte de esa «Declaración» (con rango menor al dogma definido que usted niega, por cierto).

          77. «la visión de la salvación del otro es «inclusiva» no excluyente»

            No es mi visión, pesado: son las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, a quien usted contradice; no el documento, en el que usted ve lo que no pone. Vuelve a repetir la doctrina de siempre: no hay más mediador que Cristo, ni salvación fuera de la Iglesia. Debe de ser muy frustrante para usted darse cuenta de que no hay documento alguno de la Iglesia que ratifique su herejía. Eso le pasa por ser un hereje. Entre en la Iglesia: fuera no hay salvación.

            «aquí la frase conclusiva: «No obstante, serían contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de solución que contemplen una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo.»

            ¡Lo que llevo diciéndole todo el tiempo, y usted niega! Es usted tan bobo que pone las pruebas que le condenan. En fin…

          78. «Así me demostrarás con esas citas de documentos postconciliares que soy hereje»

            ¿Quién le ha dicho a usted que hereje es el que niegue documentos posconciliares? (que además mno niegan dogma alguno). La Iglesia tiene más de 2.000 años. ¿O cree que se fundó hace 50? Si usted niega un solo dogma de fe, aunque sea uno definido hace miles de años (por ejemplo, en el concilio de Nicea), es usted un hereje. Y ya lo ha hecho: niega un dogma de fe definido «ex cathedra» en el Concilio de Florencia, y en su ingenuidad pretende demostrar (infuctuosamente) que hay documentos posconciliares capaces de cambiar o anular un dogma de fe. ¡Usted no tiene ni pajolera idea de la fe católica!

            «En el fondo me das pena»

            Frase típica de un ignorante soberbio y setario: no sólo no se da cuenta de su propia ignorancia, sino que además cree que es muy sabio y trata a los demás con una condescandencia que en realidad merece él.

          79. «A parte que yo no he dicho eso (falacia) es estéticamente hablado un estercolero intelectual tu vómito de ideas»

            Como tiene problemas intelectuales, ya ni recuerda lo que usted mismo ha sostenido: en este caso, que era absurdo sostener que un judío puediera irse al infierno por haber muerto en una cámara de gas. No sólo dice esa imbecilidad, sino que ahora lo niega, estando a la vista de todos que la ha escrito.

            «¡Animal hijo de p…!»

            Usted, simplemente, es un hereje sectario con mala leche. Mejor se toma un Lorazepán y da la plasta a los facultativos que cobran por ello. A mí sus exabruptos me afectan cero, pero usted queda bien retratado.

          80. ¡que apostolado o proselitismo! me contestas porque te da coraje y por eso lo haces, puesto que al loco no se le hace caso. En tu caso no es locura, es una especie de fanatismo unido a un conocimiento memorístico que luego, como gazpacho de ideas no digeridas, no sabes cuándo aplicarlas. Yo estoy disfrutando una barbaridad, porque sé que te fastidia y eso ya es un objetivo cumplido. Prosigo: NO TERGIVERSES: (falaz) yo no he sostenido que un judío por morirse en cámara de gas vaya al cielo. Hablé de rezarle a Dios, de arrepentimiento…de juicio particular, en definitiva. En cambio, cucaracha meapilas, tú sí sostienes que después de la cámara de gas, los judíos van ipso facto, por el hecho de serlo, al infierno. Un vómito, un estercolero de creencias es lo que es tu pensamiento. Deformación intelectual. Lo que me fastidia que seguro eres un machupicho. Reconozco que eso me fastidia mucho…¡desagradecido!

          81. sexta respuesta: Dijiste: «¿Quién le ha dicho a usted que hereje es el que niegue documentos posconciliares? (que además mno niegan dogma alguno)» No te centras en el debate. No se trata de demostrar que tú eres un hereje, sino de que tú demuestres que yo sí lo soy. Te dije que me citaras, con numeral incluido, documentos postconciliares donde de pueda colegir de su lectura, que la idea de la salvación que tienen, es tan exclusivista como la de bestias como tú. Aún estoy esperando. Yo lo que sí sospecho es que tú rozas con el cisma, que est´as cercano a los lefvebrianos. Yo no puedo ser un hereje, vuelvo a repetir por décima vez, puesto que yo me limito a creer sobre este punto del infierno lo que dice el CVII, la Domi. Iesus de JPII y el Cat.Igle.Cat, por lo tanto no soy un hereje. Por otra parte, un consejo, escoge mejor tus citas jejeje. Estoy esperando ese documento postconciliar. tic, tac, tic, tac….

          82. tupechimori 1 (te tomo ya a cachondeo): Tu frase: «No obstante, serían contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de solución que contemplen una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo.» pero mira que eres ¡¡torpe!! que encima que vales de mis citas para lanzarlas contra mí. ¡trabaja tu respuestas! Punto 1: no sabes interpretar los textos! lo que defiende la Dominus Iesus es una visión inclusivista de la salvación el pluralismo salvífico que critica la frase entrecomillada. O eres un ignorante o un manipulador. Elige tú, rata. Esa frase descontextualizada podría hacernos pensar en bestialismos teológicos como el tuyo, pero ponla en contexto y lee todo el documento. No intentes manipular con herramientas tan básicas de 1º de discusiones. Relee y rumia los textos citados por mí en los anteriores mensajes y luego escribe, pero o hagas al contrario…¡por favor!

          83. insisto: por que creo que me he expresado no muy bien. La frase entrecomillada critica el pluralismo salvífico, tiendo una visión más inclusiva que tú. Todo el texto pontificio rezuma inclusivismo y tienes frases tan lapidarias, que incluso habla de: «ofrecen elementos de religiosidad QUE PROCEDEN DE DIOS» de esta frase, que literalmente está sacada de documento, se puede concluir que el judío después de la cámara de gas, por el hecho de serlo, va al infierno? hipo de p… cucaracha! Supongo que sabes lo que es el inclusivismo salvífico y el pluralismo salvífico, de sus diferencias, de sus similitudes… No sé, parece que estás mostrando a esta altura, carencias formativas básicas.

          84. Recapitulando, resumiendo ( por si es más fácil para tí comprender esta última palabra) no quiero perder más tiempo contigo. Seré breve: 1- no me has citado un documento post CVII donde se desprenda una visión exclusivista de la salvación «del otro». En D. Iesus de JPII es inclusivismo lo que rezuma 2- no has podido demostrar que soy un hereje, puesto que suscribo de punta a cabo el credo nicenoconstantinopolitano y en relación con la salvación de los «otros» suscribo lo dicho por documentos de la propia Iglesia como D.I, la LG del CVII y el Catecismo Igl. Cat que tanto te gusta. 3- compartes la visión del ecumenismo y la salvación de don Marcelino Lefvebre y tienes coincidencias sospechosas con unos cismáticos. Esto es lo que no has conseguido. En el siguiente mensaje, te diré lo que has demostrado que eres.

          85. lo que sospecho eres. 1- un machupicho – desagradecido por cierto con un español – con una mente que ha digerido conceptos más allá de lo que puede digerir y por esa diarrea mental de saber enciclopédico, no sabe aplicar los conceptos que me imputas, como el de falaz, puesto que tus mensajes están preñados de falacias. 2- Persona que no se trabaja las citas y sólo sabe de nombres o lee con lupas tradicionalistas y no sabe interpretar en su totalidad el texto, yendo «a la caza» de la frase para descontextualizada, lanzarla al rival. 3- Cobarde: puesto que he necesitado muchos mensajes para que reconozcas públicamente tu perversa idea de la salvación. Si tan convencido estás de esta basura intelectual ¿por ´que has necesitado varios mensajes para admitirla? 4- manipulador: puesto que me imputas cosas que yo no sostengo, como que los judíos, por el hecho de morir en ´cámaras de gas van al cielo, así, sin más.

          86. «me contestas porque te da coraje y por eso lo haces, puesto que al loco no se le hace caso»

            Tiene razón en lo segundo, haciendo cierto el dicho: «nunca discutas con un idiota, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia». Así que, aplicaré lo que dice el dicho y usted mismo recomienda: «al loco no se le hace caso».

            No insista, que ya ha dejado claro que usted es un hereje contumaz. No necesita seguir repitiendo lo mismo.

            Con esta frase suya terminó el debate: «¡Animal hijo de p…!».

            Que Dios tenga piedad de su alma. Adiós.

        2. A Soy Legionario: Aunque usted lo ha dicho con ironía, lo cierto es que yo NO me considero un candidato ideal para ser pontífice, si bien estoy convencido que un servidor lo haría mucho mejor que Francisco (pues lamentablemente su perfil es tan bajo que es fácil de superar).

          1. No tema usted, que salvo intervención divina directa, con el perfil que tienen los señores cardenales electores (ya son mayoría los creados por Francisco), no elegirán a un Papa muy ortodoxo que le ponga a usted las peras al cuarto. Lo cual no significará que la verdad, a la que usted tiene tanta alergia, haya cambiado o pueda cambiar: sólo evidenciará otra metedura de pata cardenalicia (que, tarde o temprano, y mal que le pese a usted, se solventará, por puro instinto de supervivencia).

        3. Como decía Pio XII y dice S.S.Benedicto XVI el problema no es pecar, – es consecuencia de nuestra naturaleza caída – sino perder la conciencia de pecado. Y en el tema del aborto y la ideología de género, es evidente que es así. Por tanto, lo normal de un verdadero Papa que ejerciera de tal sería hablar con profusión del tema y condenar estas aberraciones.

        4. «incurrías públicamente en lo que interiormente eres: un cismático»

          Deje de decir paridas, que se supone que es adulto: usted no puede ver, y mucho menos juzgar, el interior de las personas (sin incurrir en juicio temerario, que es lo que está haciendo).

          Usted es un hereje y punto. Acepte los dogmas definidos «ex cathedra» y déjese de cuentos. Además, es evidente que necesita un psiquiatra. A mí no me pagan por aguantar sus idioteces. Así que, o se comporta como una persona normal (aunque tenga que fingir que lo es) o se va a quedar con tres palmos de narices. Si su único interés es insultar, puede practicar con su señor padre (cuando le conozca).

  2. Francisco habla mucho de las cercanías, pero si con ellas no se lleva la predicación para ganar almas para Cristo, el sacerdocio se puede quedar en un simple altruismo vacío.
    Además, Francisco no es precisamente un ejemplo de cercanía (siempre acosa e insulta a los que no piensan según su ideología).

    1. He aquí una caracteristica que comparten: «Además, Francisco (O «Sacerdote» mariano) no es precisamente un ejemplo de cercanía (siempre acosa e insulta a los que no piensan según su ideología)».

      1. Señale un solo insulto proferido por Sacerdote mariano, que lo quiero ver.

        Mientras, yo le pongo unos cuantos descalificativos proferidos por Francisco contra todos los católicos que no son de su cuerda:

        Fomentador de la coprofagia, Especialista del Logos, Contador de Rosarios, Neo-pelagiano, autorreferencial y prometeico, Restauracionista, Pelagiano involucionista, Sr. y Sra. Quejas, Triunfalista, Cristiano líquido, Cara de momia, Cortesano leproso, Ideólogo, Cara de funeral, Gnóstico, Carrerista, Desencantado con cara de vinagre, Cristiano simulador, Papagayo, Conejo, Rígido, etc…

    1. No sólo de los sacerdotes: de ningún católico que sea coherente con la fe que profesa (de forma íntegra, que es la única manera en que puede hacerse) y que defienda la moral católica que la Iglesia ha enseñado siempre. Los halagos quedan para los enemigos de la Iglesia y los «buenos» «católicos» como el pro-abortista Biden y similares.

      1. He aquí otro fragmento de hace unos años: «A Ustedes que, como el Cura de Ars, trabajan en la “trinchera”, llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor (cf. Mt 20,12) y, expuestos a un sinfín de situaciones, “dan la cara” cotidianamente y sin darse tanta importancia, a fin de que el Pueblo de Dios esté cuidado y acompañado. Me dirijo a cada uno de Ustedes que, tantas veces, de manera desapercibida y sacrificada, en el cansancio o la fatiga, la enfermedad o la desolación, asumen la misión como servicio a Dios y a su gente e, incluso con todas las dificultades del camino, escriben las páginas más hermosas de la vida sacerdotal».

        1. Nadie ha dicho que no hable de forma positiva nunca (en el caso que usted cita, de los sacerdotes). Pero eso no refuta lo que he dicho, pues no demuestra que se refiera a todos, sino sólo a los que son de su cuerda y actúan como él quiere. Para los demás tiene los mismos descalificativos que para el resto de los fieles que él considera «rígidos» y a los que ha dedicado tropecientos «halagos» del mismo calibre.

          1. EStimado Catholicvs,mi respuesta iba dirigida a ese comentario de Enrique «Si se han fijado nunca habla bien de los sacerdotes» y mi intención era simplemente hacerle ver que las afirmaciones universales muchas veces no son las más adecuadas. No era entrar en una guerra de citaciones, sino simplemente hacerle ver que según mi apreciación dicho comentario no correspondía a la verdad evidenciada en el artículo.

          2. «mi intención era simplemente hacerle ver que las afirmaciones universales muchas veces no son las más adecuadas»

            Es cierto que las generalizaciones no siempre se ajustan al 100% con la realidad. A veces incluso ni se aproximan. Pero otras, simplemente son exageraciones que se hacen como recurso estilístico al expresar algo, para destacarlo, y que responden a cosas reales, aunque necesiten matización: en este caso, no siempre habla mal de los sacerdotes… si éstos responden al modelo de lo que él piensa que debe ser un sacerdote. Si no, ya lo creo que habla mal. Y no porque lo que él critica sea malo en sí mismo, sino simplemente porque a él no le gusta o porque no responde a lo que él piensa.

    2. Se ha fijado que precisamente en este artículo ha hablado bien de los sacerdotes? He aquí la muestra: «A veces es una lucha. Me decía un sacerdote que trabaja aquí en la Curia de poner orden, es joven, me decía que volvía cansado, volvía cansado, pero descansaba antes de ir a la cama delante a la Virgen con el Rosario en la mano. Tenía necesidad de esa cercanía, uno ‘curial’, uno puede decir un empleado del Vaticano. Se critica mucho a la gente de la curia -muchas veces, es verdad- pero también puedo testimoniar que aquí dentro hay santos, y es verdad esto».

      1. ¿Qué pretende exactamente copiando y pegando cualquier declaración positiva hacia los sacerdotes como él entiende que deberían ser, si hay montones de ellas justo en la dirección opuesta? ¿Demostrar la esquizofrenia que suponen sus declaraciones en un sentido y en el contrario? Porque si quiere podemos hacer una guerra de citas, que es lo que va a demostrar. Fíjese:

        «Chismorrear es un hábito de los grupos cerrados, un hábito incluso de los sacerdotes que se convierten en solterones: van, hablan, cotillean…»
        (Francisco, en la audiencia del lunes 7 de junio de 2021 con la comunidad sacerdotal de San Luis de los Franceses de Roma)

        (SIGUE)

        1. Y en la misma audiencia también soltó lo siguiente:

          «El sacerdocio ministerial es consecuencia del sacerdocio bautismal del santo pueblo fiel de Dios. Esto, no lo olviden […] eso no es sacerdocio católico, no; ni tampoco cristiano».

          El sacerdocio ministerial es de origen divino, por institución del mismo Cristo, y no derivado ni «consecuencia del sacerdocio bautismal del santo pueblo fiel de Dios».

          1. Pongo la parte que he obviado con los puntos suspensivos (en principio por economía de caracteres y por no tener nada que ver con lo anterior), porque si no, no se entiende el final de la cita: «Si ustedes piensan en un sacerdocio aislado del pueblo de Dios…», aunque, como he dicho, no guarda relación con lo dicho previamente, ni es la consecuencia lógica de la que se deria, pues que el sacerdote no esté aislado de los fieles (¿quién defiende que lo esté?) no significa que su sacerdocio sea «consecuencia del sacerdocio bautismal del santo pueblo fiel de Dios». Ese ‘aislamiento’ del que habla es una «falacia del hombre de paja» empleada para parecer que refuta un argumento que en realidad nadie ha sostenido.

          2. Donde pone: «ni es la consecuencia lógica de la que se DERIA»,
            debe decir: «ni es la consecuencia lógica de la que se DERIVA».

  3. Pues yo no soy sacerdote, evidentemente, pero me he sentido muy identificada con todo lo q ha dicho.Yo entiendo así la fe. Cercanía, ternura, compasión. Relación íntima con Dios. Silencio sonoro…la Palabra escrita en un corazón que late, q está en movimiento, en un corazón flexible, tierno, que se dilata…que se da, que intenta comprender, que no envidia, q no guarda rencor, que perdona, que busca la santidad.

    Es un texto muy extenso que toca muchos temas y que, al menos yo, necesitaría leerlo varias veces para poder asimilar bien todo cuanto dice y enriquecerme con ello.

    1. «…me he sentido muy identificada con todo lo q ha dicho»

      Pues ninguna novedad: ¿cuándo no? Usted se siente tan identificada siempre con los discursos y documentos de Francisco (incluso con los que son infumables, por muy farragosos que sean o aunque contradigan el magisterio de sus 265 predecesores), que como el siguiente pontífice no sea de la misma cuerda, lo va usted a pasar fatal. Por cierto, ¿también se siente identificada con la «cercanía, ternura, compasión» que ha mostrado hacia los obispos, sacerdotes y laicos apegados a la Liturgia tradicional? Porque una cosa es predicar y otra dar trigo.

    2. Deja ya de reírte de todos nosotros.
      Eres una persona adulta para ser tan ingenua.
      Ese hombre con sus palabras llenas de muchísima pobreza, hacen muchísimo daño a la Iglesia católica.

  4. «El Pueblo de Dios nos pide pastores del Pueblo y no “clérigos de estado” o “profesionales de lo sagrado”- ; pastores que sepan de compasión, de oportunidad; hombres con valentía capaces de detenerse ante el caído y tender su mano» ¡que frase tan hermosa! es un ejemplo más de que la plenitud de la auto-revelación de YHWH-Adonai en su Palabra ya se ha realizado. Así debe de ser el sacerdote y el católico en general. Una prueba más que YHWH-Adonai gradualmente se ha ido manifestado en las S.Escrituras. No hay que sino releer el libro de Josué y ver cómo era la idea de Dios de los sacerdotes de la escuela deutoronomista y leer este documento y el Evangelio, que es su raiz y fundamento. A pesar de todo, hay personas que condenan al infierno a judíos, herejes, niños no nacidos abortados y seguidores de otras creencias. ¡cuan lejos están de la plena Revelación! Minoría, ruidosa, pero minoría al fin y al cabo.

    1. «A pesar de todo, HAY PERSONAS que condenan al infierno a judíos, herejes, niños no nacidos abortados y seguidores de otras creencias. ¡cuan lejos están de la plena Revelación! Minoría, ruidosa, pero minoría al fin y al cabo»

      Así que, ¿»hay personas..»? Sí, el Papa Eugenio IV, que es el que definió «ex cathedra» este dogma en el Concilio Ecuménico de Florencia (irreformable):

      «Las almas de aquellos que mueren en pecado mortal actual, o sólo el original, descienden inmediatamente al infierno para ser castigadas con penas desiguales». (SIGUE)

      1. Y en el mismo Concilio tenemos esta otra definición «ex cathedra»:

        «La sacrosanta Iglesia romana… cree firmemente, confiesa y predica que ninguno que esté fuera de la Iglesia católica, no sólo pagano, sino aun judío o hereje o cismático, podrá alcanzar la vida eterna; por el contrario, que irán al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles, a menos que antes de morir sean agregados a ella. Y tan importante es la unidad del cuerpo de la Iglesia, que sólo los que permanecen en ella les aprovechan los sacramentos de la Iglesia para vida eterna. Y que sólo a ellos les proporcionan frutos de vida eterna los ayunos, las limosnas y las restantes obras de piedad y los ejercicios de la ascética cristiana. Y que por muchas limosnas que haga, aunque derrame su sangre por Cristo, nadie puede salvarse si no permaneciere en el seno y en la unidad de la Iglesia católica». (SIGUE)

        1. Pero, ¿qué se puede esperar de alguien que en vez de decir «Dios» escribe «YHWH-Adonai» en sus disparatados comentarios?

          ¿O que suelta cosas como: «te combatiré a tí y a todas las personas que piensan como tú , para que en la Iglesia – se está consiguiendo – las personas que piensan como tú, queden marginadas de cualquier puesto de responsabilidad en el seno de la Iglesia» (ayer, jueves 17 de febrero de 2022 a las 10:16 am, en la noticia «Francisco: ‘El discípulo de Jesús es una persona humilde y abierta, sin prejuicios ni rigidez'»)?

    2. Don Manuel, de rancia y prosapia alcurnia, póngase el bozal y deje de hacer el rídiculo hablando de lo que desconoce. La verdad no es cuestión de mayorías ni de minorías, y la depositaria de la Verdad Revelada es la Iglesia Ca´tólica, no se engañe.

  5. ¿Pero este tío no se cansa de tirar porquería contra la Iglesia y sus hijos? Que se quite, por lo menos, el disfraz de papa cada vez que nos insulta en público a los católicos. Qué asco da el bergoglio este.

  6. Lo tuyo es una pura maniobra de distracción: no me respondes a las preguntas que te formulo. Hablas de falacia y me atribuyes sin conocer mis creencias, el no compartir el credo niceno… y fe católica. ¡dime que afirmación mía es susceptibles de esas acusaciones! ´Céntrate en esas cuestiones y no vengas con los insultos que te digo, porque son descriptivos al necesitar muy poca vergüenza para atribuir y acusar de no compartir la fe católica. Meapilas me deriva la rae a santurrón y santurrón a gazmoño: Que afecta devoción, escrúpulos y virtudes que no tiene. ¿acaso tu imagen no es fiel reflejo de esta definición? No es nada personal. Tú no eres nada más que letras en un determinado orden, pero debo combatir a opiniones como la tuya hasta el infinito, pudiendo estar horas, días, años, décadas. No me puedo retirar porque la lucha está en el campo de las ideas, previas a toda actuación.

    1. Ya he respondido a su disparatado y heterodoxo comentario más arriba, a pesar de que usted y su boca de cloaca no lo merezcan. Pero es usted el ejemplo viviente de lo que es un hereje modernista, que además tiene mala baba. Así sirve de ejemplo visual para otros.

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