«La Iglesia católica está librando la misma batalla que libraron los anglicanos»

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«Fue la promoción de un camino sinodal lo que llevó a la Iglesia de Inglaterra a volverse tan porosa al espíritu de la época y a cambiar su riqueza espiritual por un revoltijo de potaje político».

La semana pasada era noticia el paso a la Iglesia católica de un nuevo obispo anglicano, en este caso Peter Forster, ex obispo anglicano de Chester. Se trata del cuarto obispo anglicano en ser recibido en la fe católica en un año.

Gavin Ashenden, que fuera capellán anglicano de la reina de Inglaterra y que también dio el paso de entrar en la Iglesia católica acaba de publicar un artículo en el Catholic Herald glosando lo sucedido:

“Peter Forster, que se retiró de su cargo de obispo anglicano de Chester en 2019, ha sido recibido en la Iglesia Católica Romana. Aunque la noticia acaba de conocerse, ocurrió discretamente el año pasado. Me lo contó en privado en su momento un amigo común, que me dijo que Peter no quería ninguna publicidad. Se había retirado a Escocia y buscaba discretamente la reconciliación.

Con el P. Michael Nazir-Ali, Jonathan Goodall y John Goddard, ya son cuatro los obispos de la Iglesia de Inglaterra que en el último año han abandonado el anglicanismo y han pedido reconciliarse con la Iglesia madre.

Algunas personas mirarán el recuento de conversos en aumento y simplemente agradecerán que tales personas de probado calibre espiritual hayan dejado de lado el trágico cisma que hirió al cuerpo de Cristo en estas islas y el proceso de su reconversión.

Pero no es tan sencillo como que los números crezcan. John Goddard (que se convirtió en 2014) y Jonathan Goodall ya estaban impregnados de espiritualidad y fidelidad católica. Su paso pudo ser doloroso al dejar atrás a amigos y comunidades de toda la vida, asediados por una Iglesia de Inglaterra cada vez más secularizada, pero Michael Nazir-Ali y Peter Forster eran veteranos evangélicos y estaban arraigados en un robusto protestantismo.

Hace diez años, si se hubiera planteado la posibilidad de que dos obispos evangélicos tan prominentes se convirtieran en católicos romanos al dejar sus responsabilidades formales, la gente se habría reído. Habría parecido francamente imposible.

¿Qué es lo que ha llevado a hombres tan distinguidos a recorrer semejante distancia teológica?

La respuesta requiere que desplacemos nuestra mirada de las disputas teológicas de hace quinientos años al conflicto espiritual del siglo XXI.

Se está produciendo una reconfiguración totalmente nueva de las líneas de fractura espirituales y teológicas. No tiene mucho que ver con las luchas de la Reforma entre las obras y la gracia, ni con la incapacidad de ver la conexión entre la bellota del Nuevo Testamento y el crecimiento del roble eclesial que surgió de él.

La cuestión de nuestra época es el choque entre la revolución política y la revolución espiritual; la ética política del poder y la ética espiritual de la conversión; entre el impulso de la igualdad socialista y la salvación del alma; entre los seres humanos como miembros de grupos favorecidos y desfavorecidos, y los individuos hechos a imagen y semejanza de Dios; entre el juicio de la historia progresiva en el tiempo y el juicio de Jesús al final de los tiempos.

Peter Forster fue un decidido partidario del feminismo. Fue él quien nombró a una mujer como obispo auxiliar. Pero no era partidario de acabar con la definición del matrimonio. Así que le debió resultar chocante descubrir que el caballo de Troya del feminismo contenía las tropas de choque del relativismo, que exigirían la legitimación del matrimonio de las parejas del mismo sexo.

Y el choque se habría profundizado cuando el feminismo de segunda ola se transformó en el de tercera ola. Y, de repente, el sexo daría paso al género, que se volvería fluido y daría lugar al nuevo crimen de pensamiento de la transfobia.

Los evangélicos de la generación de Forster siempre fueron conscientes de la primacía del Espíritu Santo. Creían en la conversión milagrosa del corazón y en el renacimiento del alma. Pero, para su consternación, la generación que le siguió encontró más convincente la política de identidad progresista que el arrepentimiento y cambió la salvación por la revolución social.

Observaron con consternación cómo las vocaciones se transformaban en cuotas para imponer la diversidad.

Cuando la Iglesia de Inglaterra adoptó cada vez más el mantra de la D.I.E (diversidad, inclusión e igualdad), Peter Forster, Michael Nazir Ali y Jonathan Goodall vieron que sólo la fidelidad de la Iglesia romana se interponía entre ellos y el colapso de la cultura cristiana.

La fuerza y la vitalidad de la tradición católica se han convertido en el antídoto contra la perversidad de la ambición política progresista.

La Iglesia católica está librando la misma batalla que libraron los anglicanos. Fue la conmoción de ver a la Iglesia de Inglaterra ceder en esa lucha lo que ha llevado a tantos anglicanos a reconsiderar las afirmaciones de la Iglesia católica y a descubrir que son verdaderas.

Independientemente de lo que resulte de seguir el camino sinodal que se ha lanzado tan recientemente, haríamos bien en no perder de vista el hecho de que fue la promoción de un camino sinodal lo que llevó a la Iglesia de Inglaterra a volverse tan porosa al espíritu de la época y a cambiar su riqueza espiritual por un revoltijo de potaje político.

El flujo de refugiados anglicanos no ha hecho más que empezar”.

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Comentarios
13 comentarios en “«La Iglesia católica está librando la misma batalla que libraron los anglicanos»
  1. La situación es terrible. Los católicos que queremos seguir siéndolo en la Iglesia Católica no vamos a poder serlo porque la Iglesia Católica está dejando de serlo y nos acabarán echando los mundanizados bergoliantes, que son la inmensa mayoría, salvo intervención divina, que nunca hay que descartar, pero que no sabemos ni cómo ni cuándo será. El Señor ha prometido que las puertas del infierno no prevalecerán, pero parece que están prevaleciendo.

      1. Los Munillas y cía llevan décadas sin reconocer que la demolición de la Iglesia Católica no hubiera sido posible sin la colaboración de la masa católica conservadora en la que ellos han actuado como líderes espirituales y maestros. Siguen sin reconocerlo. Lo hicieron con la mejor intención partiendo de una visión de la virtud de la obediencia hipertrofiada Expresamente lo afirma el liturgista alemán Klaus Gamber aunque él lo aplica a la destrucción de la Liturgia tradicional pero entiendo que del Culto se puede pasar al conjunto de la vida eclesial.

    1. No hay que desanimarse, Belzunegui.
      Hay que agradecer a este papado que se estén manifestando las verdaderas intenciones de muchos.
      En ningún otro papado salieron tantos monseñores del armario.
      Confía en el Señor, ten fe

  2. Estos señores anglicanos son unos rígidos por que huyen de lo que el modernismo católico quiere para si. Y es que como no cambien las cosas pronto, estos prelados anglicanos no tendrán ningún sitio en la tierra para cumplir con los preceptos de Cristo en la tierra. Se convirtió el anglicanismo en un revoltijo repugnante de mundialismo, y de vicios ahora tan confesables bendecidos contra natura. Es el triunfo de la masonería, con la cual no se distinguió en mucho las iglesias reformadas. Una vez aniquiladas, ahora los hijos de la viuda llevan a cabo la campaña mas difícil, cargarse a la iglesia católica, y oye, está resultando un éxito absoluto. Los caballos de Troya están dando unos frutos inmejorables. Agitación y propaganda es lo principal, y después ir sobornando a los prelados mas proclives al convoluto. La conquista es desde arriba, por que el pueblo como primitivo que es, está muy arraigado en sus tradiciones. Pero antes o después se entregará.

  3. Hemos estado ciegos todos estos años, aceptando cada día, cada mes, cada año, un nuevo atentado contra nuestras tradiciones mas sagradas. La buena gente no reaccionó por que confiaba plenamente en los que nunca debió de confiar. Cómo desconfiar del papa cuando destronó a Cristo Rey, se cargó la unidad católica e impuso la libertad de cultos. Las buenas gentes nunca pudieron pensar ni por asomo que un pontífice les fuera a traicionar. Fe ciega en los Pastores de la iglesia. Y además siempre estaban los acólitos que con sus paños calientes, le daban la vuelta a la tortilla y justificaban cualquier barbaridad. Resultado, que nos dieron gato por liebre, nos secuestraron a nuestra iglesia y nos han dado a cambio la iglesia de la masonería, que si vamos a cualquier tenida masónica, no es muy diferente de lo que predican estos prelados renegados.

  4. Los frutos del concilio Vaticangate II. Si tuvieran un poco de verguenza los prelados conciliares, visto su éxito arrollador, se tirarían por el tajo pollero de mi tierra uno detrás de otro. La mayor estafa sangrienta de la historia de la iglesia. Resultados la desaparición no solo de la fe sino también de la cultura asociada a ella. Los niños de ahora no se bautizan, y si lo hacen les ponen nombres de las series gringas americanas. Verguenza da escuchar los nombres paganos de los jóvenes con esos tatuajes satánicos por todo el cuerpo. Más éxitos del concilio, iglesias vacías, seminarios cerrados, la primera comunión convertida en un rito iniciático. ¿ Confirmación ?, De joven nos confirmábamos todos, en mi caso en la catedral por el arzobispo. Hoy ni está ni se le espera, qué va a confirmar un joven no investido con Cristo sino del mundo. Pues nada. Mientras, Francisco aplaude, desde la televisión italiana……..

  5. Recuerdo una frase de Félix Rodríguez de la Fuente; pusimos herbicidas en los trigales para protegerlos de las malas hierbas, y cuando nos quisimos dar cuenta, habíamos exterminado a los conejos, a las perdices, y después a zorros y a las águila. El fin de la cadena trófica. La destrucción de la naturaleza. Pues igual ha actuado y actúa el modernismo eclesial, tan ecologeta, con sus políticas de exterminio de la fe y de la iglesia.

    El traje talar es el sobrescrito del alma y el fiador de la persona. Por eso empezaron cargándose las sotanas, fue la orden del modernismo conciliar que mas trauma nos causó en aquella generación de los 50 del siglo pasado. Lo que no sabíamos, es que era el primer ataque del modernismo contra un pueblo inocente y desvalido para cargarse a nuestra iglesia. Por eso no entendimos la medida ni todas las posteriores. Ahora estamos en la contraofensiva, estamos en guerra, y sabemos quien es el enemigo. No lo olviden.

  6. Sí, pero no es solo la división del siglo XX; es la del siglo XVII, entre Carlos I (filocatólico) y Cromwell (la dictadura de la «sinodalidad». Y para al´la vamos.

    1. Siempre yo tuve esa sospecha.
      Todos creen que la cosa comenzó durante la revolución francesa, sin embargo, me parece que realizaron el ensayo derrocando a Carlos I e instalándose la primera república en Europa que duró diez u once años.
      Cromwell fue quien permitió el retorno a Inglaterra de los judíos que habían sido expulsadoss por los Plantagenet.

      1. Cuidado, la primera república en Europa fue Roma, y después las repúblicas italianas. Y Cromwell no presidió una república sino una dictadura sangrienta.

  7. Este señor pone en un mismo nivel a la Iglesia instituida por Cristo, con una religión humana como es el anglicanismo. La Iglesia Católica permanece como la roca firme que es; no así la patochada bergogliana que se puede asimilar al anglicanismo o a cualquier secta protestante.

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