El obispo de la diócesis de Las Vegas, George Leo Thomas, ha salido al paso de un artículo publicado por un político «católico» de Las Vegas en el que pide que «el Senado debe codificar el derecho al aborto ahora».
El prelado estadounidense comienza su carta afirmando que desde su llegada como obispo de la diócesis de Las Vegas, «el 15 de mayo de 2018», en su primera homilía predicó «sobre la convicción más profunda de la Iglesia Católica de que toda vida es sagrada, desde el momento de concepción hasta la muerte natural. En una palabra, creemos que todas las personas, sin excepción, son dones únicos e irrepetibles de Dios. Sostenemos que cada uno está formado a la imagen de Dios, y por lo tanto, no debe haber personas desechables, ni almas desechables, ni ciudadanos de segunda clase».
El obispo prosigue asegurando que «esta convicción explica la reverencia de la Iglesia Católica por la vida por nacer, nuestro cuidado por los que tienen hambre y las personas sin hogar, nuestra inversión en servicios integrales de adopción, nuestro apoyo a la reforma migratoria legal y nuestra defensa entre los pobres y vulnerables de la comunidad».
En esa homilía, insiste Leo Thomas, «dije claramente que somos una Iglesia que nunca permanecerá en silencio cuando la vida humana esté amenazada, ya sea en el vientre materno o en el lecho de muerte». Siempre afirmaremos una «opción preferencial por los pobres» al distribuir nuestros recursos y energía. Sostengo que el bebé nonato debe ser contado entre los más vulnerables entre nosotros».
El obispo prosigue su carta explicando el motivo de la misma; Una columna publicada en el periódico «Las Vegas Sun», el 24 de enero de 2022. Dicho artículo lo firma Susie Lee, «una católica auto identificada», quien «articuló una posición que contrasta con la sagrada enseñanza moral de la Iglesia Católica. Sin embargo, afirmó «tener una comprensión profunda del dilema moral que presenta la elección de abortar». Su «comprensión profunda» es altamente defectuosa, insiste el obispo.
El obispo hace referencia a un trozo de ese artículo en el que Lee afirmó que «siempre seré un defensor feroz en la lucha para garantizar que las mujeres tengan la libertad de buscar consejos de sus médicos sin restricciones y médicamente precisos y tomar sus propias decisiones sobre su salud y sus cuerpos. Proteger el derecho al aborto seguro y legal será una batalla cuesta arriba, pero nunca retrocederé». A esta afirmación, el obispo de Las Vegas contesta que «Lee ofrece su apoyo a la atención reproductiva sin restricciones, sin mencionar nunca las consecuencias de su defensa del bebé nonato, más de 60 millones de los cuales han sido aniquilados en el útero desde la promulgación de Roe vs. Wade, hace 49 años».
En noviembre pasado, los obispos de los Estados Unidos produjeron una declaración titulada «El misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia». Los obispos escribieron, recuerda Thomas, que «la Eucaristía es el sacramento de la comunión eclesial, ya que significa y realiza más plenamente la comunión con Cristo que comenzó en el Bautismo». El prelado manifiesta su deseo de que «los políticos católicos y los católicos en general aprovechen este momento para mirar profundamente en sus propios corazones y reexaminar la convicción moral de la Iglesia sobre la inviolabilidad y la dignidad de la vida humana».
«Si un político de la Diócesis de Las Vegas se encuentra en desacuerdo con la enseñanza de la Iglesia sobre el carácter sagrado de la vida humana, le pido voluntariamente que se abstenga de la recepción de la Sagrada Comunión mientras ocupa un cargo público. Coloco la responsabilidad de esa decisión sobre los hombros del político individual, y no sobre las espaldas de los párrocos o ministros eucarísticos», zanja el obispo.
De igual modo, advierte que la declaración de los obispos es clara y convincente: «Si un católico en su vida personal o profesional rechazara a sabiendas y obstinadamente las doctrinas definidas de la Iglesia, o a sabiendas y obstinadamente repudiara su enseñanza definitiva sobre cuestiones morales, él o ella disminuirían seriamente su comunión con la Iglesia. La recepción de la Sagrada Comunión en tal situación no estaría de acuerdo con la naturaleza de la celebración eucarística, por lo que él o ella deberían abstenerse».
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