Andrea Tornielli, director editorial de los medios de comunicación del Vaticano, ha salido a defender a Ratzinger de las acusaciones, mientras éste elabora una respuesta al informe.
La semana pasada, los resultados de un informe elaborado por un despacho de abogados sobre la gestión de los casos de abusos en la archidiócesis de Munich en las últimas décadas coparon las portadas de periódicos de todo el mundo; en concreto, el supuesto mal manejo del entonces Joseph Ratzinger, que rigio la diócesis de la capital bávara de 1977 a 1982, de cuatro casos de abusos. Andrea Tornielli, director editorial de los medios de comunicación del Vaticano, ha salido a defender a Ratzinger, mientras éste elabora una respuesta a las acusaciones.
Les ofrecemos el artículo de Tornielli en Vatican News:
«Las palabras utilizadas durante la conferencia de prensa para presentar el informe sobre los abusos en la diócesis de Múnich, así como las setenta y dos páginas del documento dedicado al breve episcopado bávaro del Cardenal Joseph Ratzinger, han llenado las páginas de los periódicos en la última semana y han provocado algunos comentarios muy fuertes. El Papa emérito, con la ayuda de sus colaboradores, no eludió las preguntas del estudio de abogados encargado por la diócesis de Múnich de elaborar un informe que examina un período muy largo, desde el episcopado del Cardenal Michael von Faulhaber hasta el del actual Cardenal Reinhard Marx. Benedicto XVI respondió con 82 páginas, tras haber podido examinar parte de la documentación en los archivos diocesanos. Como era previsible, han sido los cuatro años y medio de Ratzinger al frente de la diócesis bávara los que acapararon la atención de los comentarios.
Algunas de las acusaciones ya se conocían desde hace más de diez años y ya habían sido publicadas por importantes medios de comunicación internacionales. Son cuatro los casos imputados actualmente contra Ratzinger, y su secretario particular, Monseñor Georg Gänswein, ha anunciado que el Papa emérito emitirá una declaración detallada cuando haya terminado de examinar el informe. Mientras tanto, se puede replicar con fuerza la condena de estos crímenes, siempre reiterada por Benedicto XVI, y se puede volver a lo que se ha hecho en los últimos años en la Iglesia desde su pontificado.
El abuso de menores es un crimen terrible. El abuso de menores por parte de los clérigos es posiblemente un delito aún más repugnante, y así lo han repetido los dos últimos Papas sin cansarse: clama en venganza ante Dios que los pequeños sufran violencia a manos de los sacerdotes o religiosos a los que sus padres les confían la educación en la fe. Es inaceptable que sean víctimas de depredadores sexuales que se esconden tras el hábito eclesiástico. Las palabras más elocuentes sobre este tema siguen siendo las de Jesús: quien escandalice a los pequeños, más vale que se ate una piedra de molino al cuello y se arroje al mar.
No hay que olvidar que Ratzinger, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ya había combatido el fenómeno en la última fase del pontificado de San Juan Pablo II, con el que había sido un estrecho colaborador, una vez convertido en Papa, promulgó normas durísimas contra los clérigos abusadores, verdaderas leyes especiales para combatir la pederastia. Además, Benedicto XVI dio testimonio, con su ejemplo concreto, de la urgencia del cambio de mentalidad tan importante para combatir el fenómeno de los abusos: escuchar y estar cerca de las víctimas a las que siempre hay que pedir perdón. Durante demasiado tiempo, los niños maltratados y sus familiares han sido mantenidos a distancia, en lugar de ser considerados como personas heridas a las que hay que acoger y acompañar por caminos de curación. Desgraciadamente, a menudo han sido distanciados e incluso señalados como «enemigos» de la Iglesia y de su buen nombre.
Fue el propio Joseph Ratzinger el primer Papa que se reunió con las víctimas de abusos varias veces durante sus Viajes Apostólicos. Fue Benedicto XVI, incluso en contra de la opinión de muchos autodenominados «Ratzingeristas», quien, en medio de la tormenta de escándalos en Irlanda y Alemania, propuso el rostro de una Iglesia penitente, que se humilla pidiendo perdón, que siente consternación, remordimiento, dolor, compasión y cercanía.
Es precisamente en esta imagen penitencial donde reside el corazón del mensaje de Benedicto. La Iglesia no es un negocio, no se salva sólo por las buenas prácticas o por la aplicación, aunque indispensable, de normas estrictas y eficaces. La Iglesia necesita pedir perdón, ayuda y salvación a quien puede darlo, al Crucificado que siempre ha estado del lado de las víctimas y nunca de los verdugos.
Con extrema lucidez, en el vuelo a Lisboa en mayo de 2010, Benedicto XVI reconoció que «los sufrimientos de la Iglesia provienen precisamente del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia». Esto también se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de una manera verdaderamente aterradora: que la mayor persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino que nace del pecado dentro de la Iglesia y que, por tanto, la Iglesia tiene una profunda necesidad de re-aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender el perdón, por una parte, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye a la justicia». Palabras precedidas y seguidas de hechos concretos en la lucha contra la lacra de la pederastia clerical. Todo esto no puede olvidarse ni borrarse.
Las reconstrucciones contenidas en el informe de Múnich, que -hay que recordar- no es una investigación judicial ni una sentencia definitiva, ayudarán a combatir la pederastia en la Iglesia si no se reducen a la búsqueda de chivos expiatorios fáciles y a juicios sumarios. Sólo evitando estos riesgos podrán contribuir a la búsqueda de la justicia en la verdad y a un examen de conciencia colectivo sobre los errores del pasado».
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Debe estar deseando que el tirano Bergoglio lo misericordie. Se ve que aún le queda algo del pundonor que había perdido.
Muy bien por el Sr. Tornielli. En cambio muy mal por Francisco, que todavía no ha salido a defender a Su Santidad Benedicto XVI.
Tornielli no es de fiar, absolutamente nada. Lo suyo no es una defensa convencida, sino un distanciamiento, a sabiendas que a Bergoglio le quedan cuatro telediarios.
JESUITAS ESPAÑOLES FALLECIDOS. Por La Cigüeña De La Torre
Puede haber algún error por mi parte y faltar uno o dos en cada año. En estas cifras no figuran los que dejan la Compañía por otras causas. Los abandonos en el periodo formativo: noviciado, juniorado, filosofía, maestrillos, teología son abundantes. Llegan a la ordenación menos de la mitad de los que entran. Seguramente ni una tercera parte. Y, además, una vez ordenados, siempre hay algunos que por diversos motivos abandona o le hacen abandonar.
En los dos años de la pandemia me constan las siguientes defunciones:
2020: 85 jesuitas
2021: 45 jesuitas
En lo que llevamos de 2022 ya han fallecido cuatro. Y lo trágico es que para paliar esa sangría ingresan dos, cuatro o seis al año de los que no persevera ni la mitad.
¿Cuántos quedan hoy en España? Pienso, y el error no será muy relevante, algunos más de seiscientos. De los cuales aproximadamente más de la mitad sobrepasa los 70 años. Y de los restantes. la mayoría supera los 60.
Pues ya me dirán el futuro.
Comentario: Pero quieren morir matando, como Bergoglio.
Se ve que Andrea Tornielli quiere distanciarse de la masacre. Me temo que es un poco tarde.
Un ataque mediático- judicial tan burdo y torpe promovido -casualmente- por cardenal Marx, se está volviendo en contra. Hemos vivido seis días de silencio oficial, silencio esperando que rumbo tomaban las cosas y al final entramos en una defensa oficial de Benedicto XVI. El Vaticano se ha pronunciado tarde y eso hace que entendamos que su defensa es estratégica y no muy sincera. Todo el mundo sabe que Ratzinger fue el clérigo que más ha hecho, considerando su papel como cardenal y todavía relevante como papa , para contrarrestar el flagelo del abuso. El cambio de ritmo y las incoherencias son tan evidentes que realmente no se puede entender cómo en el Vaticano no se dan cuenta. Pero, ¿quién gestiona estas operaciones?
El objetivo de toda la operación es desacreditar tanto al Papa Benedicto XVI, deslegitimarlo ante los ojos del mundo para justificar un cambio radical en la Iglesia católica utilizando una base emocional-mediática, es un modus operandi típico de este pontificado.
La cruel e incoherencia mediática que golpea a Benedicto ha despertado una gran simpatía hacia el anciano Papa que parecía haber sido olvidado y que ahora aparece exactamente como lo que es: una víctima. Andrea Tornielli en un largo editorial publicado ayer por la mañana en Vatican News es el que sale en defensa de Benedicto XVI.Se subraya que «las reconstrucciones contenidas en el informe de Munich, que -hay que recordarlo- no es una investigación judicial ni una sentencia definitiva, ayudarán a combatir la pederastia en la Iglesia si no se reducen a buscar chivos expiatorios fáciles y juicios sumarios.
Solo evitando estos riesgos podrán contribuir a una búsqueda de justicia en la verdad y a un examen de conciencia colectivo sobre los errores del pasado”.
En Alemania hay católicos y mucha más gente son sentido común de la que podamos imaginar. Michael Hesemann, experto en la Iglesia Católica en Alemania, ensayista y erudito alemán, nos ofrece su versión de los recientes ataques a Su Santidad el Papa Benedicto XVI tras las acusaciones vertidas por el bufete de abogados Westpfahl-Spilker-Wastl de München: “La sensación es la de no estar ante un informe judicial, sino ante un intento de confirmar con hechos los propios supuestos teóricos”. Después de todo, todo este ruido es cosa vieja, sopa recalentada varias veces en el pasado. «Sin presentar ningún informe escrito, sino anunciando únicamente la llegada de un expediente, el abogado Martin Pusch rechaza con dureza la memoria de 82 páginas presentada por Benedicto XVI.
Cualquiera que busque pruebas, pistas o incluso hechos concretos que puedan condenar al Papa Ratzinger por mentir, se decepcionará muy rápidamente. «Todo el pasaje del informe de Munich sobre el cardenal Ratzinger, nada menos que 72 páginas, no trata de un solo caso de abuso sexual, al menos en lo que se refiere a su diócesis y al período de su cargo. No hubo una sola víctima de esto, ni niño ni niña, hombre o mujer, ni menor ni adulto. Por lo tanto, es absurdo acusarlo de no haber protegido a las víctimas».
Después de abrirse los armarios alemanes esperábamos, que previsible empieza a ser todo, alguna gracieta del Papa Francisco intentando anular el efecto mediático de lo sucedido.
El Papa pide a los padres que «nunca» condenen a sus hijos, ni siquiera por su orientación sexual. Pero incluso las mimadas asociaciones arco iris están molestas y si bien reconocen al Papa Francisco una apertura, lo acusan de tibieza: hablan de «ambigüedad», «paternalismo» y sobre todo no les gusta ese acercamiento con las personas con problemas, ya que el Papa en un mismo discurso junta enfermedades, muchachos y la cuestión de la homosexualidad. Specola.