Lo dijo el Papa Francisco antes del Ángelus de ayer. También convocó un día de oración por la paz en Ucrania.
«A veces, sucede que nuestras predicaciones y nuestras enseñanzas permanecen genéricas, abstractas, no tocan el alma y la vida de la gente. ¿Y por qué? Porque les falta la fuerza de este hoy, ese que Jesús “llena de sentido” con el poder del Espíritu es el hoy. Hoy te está hablando. Sí a veces se escuchan conferencias impecables, discursos bien construidos, pero que no mueven el corazón, y así todo queda como antes», indicó Francisco antes del rezo mariano.
El Santo Padre explicó que «muchas homilías – lo digo con respeto pero con dolor – son abstractas, y en vez de despertar el alma la duermen. Cuando los fieles empiezan a mirar el reloj – “¿cuándo terminará esto?” – duermen el alma».
«La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad. Y este no es el camino. Pero una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente. Por esto quien predica, por favor, es el primero que debe experimentar el hoy de Jesús, para así poderlo comunicar en el hoy de los otros. Y si quiere dar clases, conferencias, que lo haga, pero en otro lado, no en el momento de la homilía, donde debe dar la Palabra para que sacuda los corazones», indicó Su Santidad.
Francisco quiso aprovechar la ocasión para dar las gracias «a los predicadores y los anunciadores del Evangelio que permanecen fieles a la Palabra que sacude el corazón, que permanecen fieles al “hoy”».
El Papa aseguró que la Palabra de Dios transforma una jornada cualquiera «en el hoy en el que Dios nos habla». «Entonces, tomemos el Evangelio en la mano, cada día un pequeño pasaje para leer y releer. Llevad en el bolsillo el Evangelio o en el bolso, para leerlo en el viaje, en cualquier momento y leerlo con calma. Con el tiempo descubriremos que esas palabras están hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida. Nos ayudarán a acoger cada día con una mirada mejor, más serena, porque, cuando el Evangelio entra en el hoy, lo llena de Dios. Quisiera haceros una propuesta. En los domingos de este año litúrgico es proclamado el Evangelio de Lucas, el Evangelio de la misericordia. ¿Por qué no leerlo también personalmente, entero, un pequeño pasaje cada día? Un pequeño pasaje. Familiaricémonos con el Evangelio, ¡nos traerá la novedad y la alegría de Dios!», exclamó.
Tras el rezo del ángelus, Francisco recordó que el sábado habían sido beatificados Rutilio Grande García y dos compañeros laicos, y el sacerdote franciscano Cosme Spessotto, «mártires de la fe», y pidió un aplauso para ellos.
El Papa dijo seguir con «preocupación» el aumento de las tensiones en Ucrania. «Hago un sentido llamamiento a todas las personas de buena voluntad, para que eleven oraciones a Dios omnipotente, para que cada acción e iniciativa política esté al servicio de la fraternidad humana, más que a los intereses de las partes. Quien persigue sus propios fines en detrimento de los demás, desprecia su propia vocación de hombre, porque todos hemos sido creados hermanos. Por esto y con preocupación, dadas las tensiones actuales, propongo que el próximo miércoles 26 de enero sea una jornada de oración por la paz», dijo el Pontífice.
Les ofrecemos las palabras del Papa durante el Ángelus, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de la Liturgia de hoy vemos a Jesús que inaugura su predicación (cfr Lc 4,14-21): es la primera predicación de Jesús. Se dirige a Nazaret, donde creció, y participa en la oración en la sinagoga. Se levanta a leer y, en el volumen del profeta Isaías, encuentra el pasaje sobre el Mesías, que proclama un mensaje de consolación y liberación para los pobres y los oprimidos (cfr Is 61,1-2). Terminada la lectura, «todos los ojos estaban fijos en él» (v. 20). Y Jesús inicia diciendo: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (v. 21). Detengámonos en este hoy. Es la primera palabra de la predicación de Jesús contada en el Evangelio de Lucas. Pronunciada por el Señor, indica un “hoy” que atraviesa toda época y permanece siempre válido. La Palabra de Dios siempre es “hoy”. Empieza un “hoy”: cuando tú lees la Palabra de Dios, en tu alma empieza un “hoy”, si tú la comprendes bien. Hoy. La profecía de Isaías se remontaba a siglos antes, pero Jesús, «por la fuerza del Espíritu» (v. 14), la hace actual y, sobre todo, la lleva a cumplimiento e indica la forma de recibir la Palabra de Dios: hoy. No como una historia antigua, no: hoy. Hoy habla a tu corazón.
Los paisanos de Jesús están admirados por sus palabras. Incluso si, nublados por los prejuicios, no le creen, se dan cuenta de que su enseñanza es diferente de la de otros maestros (cf. v. 22): intuyen que en Jesús hay más. ¿El qué? Está la unción del Espíritu Santo. A veces, sucede que nuestras predicaciones y nuestras enseñanzas permanecen genéricas, abstractas, no tocan el alma y la vida de la gente. ¿Y por qué? Porque les falta la fuerza de este hoy, ese que Jesús “llena de sentido” con el poder del Espíritu es el hoy. Hoy te está hablando. Sí a veces se escuchan conferencias impecables, discursos bien construidos, pero que no mueven el corazón, y así todo queda como antes. También muchas homilías – lo digo con respeto pero con dolor – son abstractas, y en vez de despertar el alma la duermen. Cuando los fieles empiezan a mirar el reloj – “¿cuándo terminará esto?” – duermen el alma. La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad. Y este no es el camino. Pero una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente. Por esto quien predica, por favor, es el primero que debe experimentar el hoy de Jesús, para así poderlo comunicar en el hoy de los otros. Y si quiere dar clases, conferencias, que lo haga, pero en otro lado, no en el momento de la homilía, donde debe dar la Palabra para que sacuda los corazones.
Queridos hermanos y hermanas, en este Domingo de la Palabra de Dios quisiera dar las gracias a los predicadores y los anunciadores del Evangelio que permanecen fieles a la Palabra que sacude el corazón, que permanecen fieles al “hoy”. Recemos por ellos, para que vivan el hoy de Jesús, la dulce fuerza de su Espíritu que vuelve viva la Escritura. La Palabra de Dios, de hecho, es viva y eficaz (cfr Hb 4,12), nos cambia, entra en nuestros asuntos, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y pone orden. Recordemos: la Palabra de Dios transforma una jornada cualquiera en el hoy en el que Dios nos habla. Entonces, tomemos el Evangelio en la mano, cada día un pequeño pasaje para leer y releer. Llevad en el bolsillo el Evangelio o en el bolso, para leerlo en el viaje, en cualquier momento y leerlo con calma. Con el tiempo descubriremos que esas palabras están hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida. Nos ayudarán a acoger cada día con una mirada mejor, más serena, porque, cuando el Evangelio entra en el hoy, lo llena de Dios. Quisiera haceros una propuesta. En los domingos de este año litúrgico es proclamado el Evangelio de Lucas, el Evangelio de la misericordia. ¿Por qué no leerlo también personalmente, entero, un pequeño pasaje cada día? Un pequeño pasaje. Familiaricémonos con el Evangelio, ¡nos traerá la novedad y la alegría de Dios!
La Palabra de Dios es también el faro que guía el recorrido sinodal iniciado en toda la Iglesia. Mientras nos comprometemos a escucharnos unos a otros, con atención y discernimiento – porque no es hacer una encuesta de opiniones, no, sino discernir la Palabra, ahí -, escuchamos juntos la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Y la Virgen nos conceda la constancia para nutrirnos cada día con el Evangelio.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer en San Salvador fueron beatificados el sacerdote jesuita Rutilio Grande García y dos compañeros laicos, y el sacerdote franciscano Cosme Spessotto, mártires de la fe. Ellos estuvieron al lado de los pobres testimoniando el Evangelio, la verdad y la justicia hasta la efusión de la sangre. Su heroico ejemplo suscite en todos el deseo de ser valientes trabajadores de fraternidad y de paz. ¡Un aplauso por los nuevos beatos!
Sigo con preocupación el aumento de las tensiones que amenazan con infligir un nuevo golpe a la paz en Ucrania y cuestionan la seguridad en el continente europeo, con repercusiones aún más amplias. Hago un sentido llamamiento a todas las personas de buena voluntad, para que eleven oraciones a Dios omnipotente, para que cada acción e iniciativa política esté al servicio de la fraternidad humana, más que a los intereses de las partes. Quien persigue sus propios fines en detrimento de los demás, desprecia su propia vocación de hombre, porque todos hemos sido creados hermanos. Por esto y con preocupación, dadas las tensiones actuales, propongo que el próximo miércoles 26 de enero sea una jornada de oración por la paz.
En el contexto de la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos, he aceptado la propuesta llegada de varias partes y he proclamado a San Ireneo de Lyon Doctor de la Iglesia universal. La doctrina de este Santo pastor y maestro es como un puente entre Oriente y Occidente: por esto nos referimos a él como Doctor de la Unidad, Doctor Unitatis. El Señor nos conceda, por su intercesión, trabajar a todos juntos por la plena unidad de los cristianos.
Y ahora dirijo mi saludo a todos vosotros, queridos fieles de Roma y peregrinos venidos desde Italia y de otros países. Saludo en particular a la familia espiritual de los Siervos del sufrimiento y a los Scout Agesci del Lacio. Y veo también que hay un grupo de connacionales: saludo a los argentinos aquí presentes. Y también los jóvenes de la Inmaculada.
Os deseo a todos un feliz domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
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Y tanto, más que homilías, últimamente abundan discursos que parecen más bien protocolos de personal de servicios sociales que de sacerdotes del Señor. Más que pastores de almas, parecen trabajadores sociales o educadores socio-culturales. Más que conocedores de las debilidades y bondades del corazón humano, parecen directivos de alguna empresa o funcionarios que administran y gestionan expedientes.
«muchas homilías –lo digo con respeto pero con dolor– son abstractas, y en vez de despertar el alma la duermen. Cuando los fieles empiezan a mirar el reloj –“¿cuándo terminará esto?”– duermen el alma […] La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad. Y este no es el camino. Pero una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente».
El problema no es que muchas homilías sean abstractas o se caiga en el moralismo, sino justo lo contrario: son tan concretas, tan centradas en el «hoy» y alejadas de Dios, que para éso ya existen los telediarios y la gente no necesita ir a la iglesia a que le repitan lo que ya han visto en la televisión.
Ese moralismo del que habla sólo existe en su imaginación, cuando la realidad muestra justo lo contrario: lo que abunda es la laxitud moral o el silencio, cuando no la prédica de cosas contrarias a la moral católica. Y claro que el Evangelio está fuera del tiempo: no es para un tiempo concreto, no es para «hoy»: es para todos los tiempos, y su mensaje no cambia con éstos, sino que la Palabra permance inamovible y firme mientras el mundo gira. Las homilías no deben ayudar «a la vida de la gente», no son una charla psicológica o una conferencia de autoayuda, sino que deben llevar a Dios y mover a la conversión y al arrepentimiento de los pecados para la salvación del alma, que es la principal misión de la Iglesia, y no mejorar la vida terrena excluyendo la trascencencia.
» deben llevar a Dios y mover a la conversión y al arrepentimiento de los pecados para la salvación del alma, que es la principal misión de la Iglesia, y no mejorar la vida terrena excluyendo la trascendencia.» Con lo primero totalmente de acuerdo, faltaría más, pero también mejorar la vida de ahora, como hacía Jesús, esto no lo entiendo como opuesto a la trascendencia. Los Evangelios son claros, Jesús se presenta como Hijo de Dios, no como un taumaturgo, y sin embargo procura mejorar la vida de los hombres, la espiritual pero también la material.
No sé dónde verá eso en el Evangelio. Yo no lo veo por ninguna parte. Si a usted le parece que curar a un leproso que ha tocado su túnica mientras hacía su principal misión, que era anunciar el Reino de Dios y llamar a la conversión, ya le convertía en un asistente social, me temo que no ha entendido mucho el Evangelio, ni lo que es principal y secundario. De hecho, el propio Cristo lo dice clarísimo: que no nos preocupemos de qué vamos a comer o con qué nos vamos a vestir, sino que busquemos el Reino de Dios y su justicia (no la justicia social, como algunos malinterpretan, pues su Reino «no es de este mundo»). A Pilatos le resumió su misión con pocas palabras, diciéndole que Él había nacido «para dar testimonio de la Verdad», en ningún caso para arreglar los problemas mundanos, como le tentó el diablo con lo de los panes (sé realista, baja a la vida cotidiana, sé menos espiritual), y le espetó: «no sólo de pan vive el hombre…».
Zzzzzzzzzzzzz…
«Las homilías no deben ayudar «a la vida de la gente», no son una charla psicológica o una conferencia de autoayuda, sino que deben llevar a Dios y mover a la conversión y al arrepentimiento de los pecados para la salvación del alma, que es la principal misión de la Iglesia, y no mejorar la vida terrena excluyendo la trascencencia.» Excelente, Catholicus, lo repito igualito. Gracias por decirlo tan bien.
Perdòn. Corrijo. «Trascendencia».
Ya es el colmo. ¡Francisco dando lecciones sobre cómo hacer homilías!
Pretendes acaso darnos lecciones tú?
Hasta usted podría hacerlo, pues difícilmente lo podría hacer peor, que ya es decir.
La Palabra es actual por eso nos interpela.
No: la Palabra es atemporal, por eso es la misma en todas las épocas. Lo actual es efímero, pasa, pero la Palabra de Dios permanece siempre igual y somos nosotros los que debemos adaptarnos a ella, y no ella al tiempo actual. Lo dice el mismo Cristo: «cielo y tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará».
ACS ,a usted no la interpela.
Porque usted va a su bola.
Se inventa la moral y la doctrina.
Se ha hecho un Evangelio a la medida de su soberbia.
Usted es desobediente como el coludo.
Hasta le busca seguidores con los errores doctrinales que predica y dispersa.
ACS, la Palabra no es actual, es eterna, por definición. No pierde usted la oportunidad de exponer sus errores de bulto.
Es irónico que Francisco quiera enseñar la forma de hacer homilías cuando él no sabe hacerlas. No selecciona los temas de interés pastoral, no edifica en la fe sino que dispersa, incurre en errores doctrinales y teológicos, introduce en las homilías elementos ideológicos, es pobre en contenido, su lenguaje es paupérrimo, utiliza expresiones vulgares, se obsesiona con ideas secundarias, no conecta con la realidad, en las homilías se muestra áspero con ciertos sectores de la Iglesia, elude las cuestiones mal vistas en la sociedad, etc.
Ya va siendo habitual que Francisco critique aquello en lo que él es el primero en fallar.
Cuando puedas comparte una de las tuyas, para poder leerlas y poder ver cómo enseñas a tus fieles.
Con seguridad se le pasará por el mismo filtro y por el mismo nivel que tú exiges para todos los demás.
Qué fácil es estar siempre criticando¡¡¡
Al contrario: qué difícil es no poder hacer otra cosa (y qué triste).
por Dios bendito! Sacerdote Católico,
un poquito de humildad, no???
que tenga que decirle esto a un sacerdote casi que me averguenza pero es que…hay que abajarse un poquito eh…
«…un poquito de humildad, no??? que tenga que decirle esto a un sacerdote casi que me averguenza pero es que…hay que abajarse un poquito eh…»
Usted siempre predicando con el ejemplo, ¿verdad? Pues que no le averguence «casi»: debería estar avergonzada del todo. No sólo se dedica a difundir errores con sus comentarios, sino que se permite el lujo de corregir a otros que dicen la verdad. Hay que tener una cara de cemento armado.
ACS,NO TOME EL NOMBRE DE DIOS EN VANO…!!!!
Habla usted como los mundanos.
El sacerdote católico hace una descripción perfecta de las homilías de Francisco,usted no la comparte porque no es católica.
Y por favor,no vuelva a tomar el nombre de Dios en vano.
ACS, ¿qué tiene que ver la humildad con la corrección fraterna? Se pueden ser ambas cosas a la vez.
Es curioso como los portavoces del catolicismo new age, tan hipermegaconcienciados en «no juzgar» cuando se trata de temas LGBTI, luego se disponen a juicios temerarios y radicales al prójimo a la mínima de cambio.
Si el comentarista «sacerdote católico» es o no humilde es algo que usted (ni yo) sabe ni puede juzgar, ni tampoco deducirlo gratuitamente de una crítica que se formule, por dura que sea.
Dice el refrán castellano «d´ime de lo que presumes y te diré de lo que careces». Cuando uno presume del «no juzgar» (con la intención de aplaudir o tolerar el mal) luego se comprueba que son jueces de todo el mundo.
¡Pobres sacerdotes, que no reciben más que críticas de Bergoglio-disco-rayado! ¿Homilías abstractas? ¿Cuándo te has atrevido a concretar, Bergoglio, que no se puede comulgar en pecado mortal, que la homosexualidad es un pecado y la masturbación, tan extendida, también? Consejos vendo, para mí no tengo.
Qué obsesión ten´eís algunos con el sexo, es para que los hagáis mirar, desde luego. Esto es todo lo que se te ocurre decir para una homilía?, de esto es de lo que habló Jesús en el Evangelio?
De eso también habló, naturalmente: léase el pasaje en que condena el adulterio, por ejemplo; o cuando ponía verde a Herodes (sin meternos en lo que al respecto dicen las cartas apostólicas). Lo malo es que hoy en día de eso no se habla en ninguna homilía, a pesar de ser uno de los motivos de mayor abandono de la religión: la contraposición de la verdad objetiva de la sexualidad humana proclamada por Cristo, incompatible con la visión hedonista y egoísta actual. Nadie deja la religión porque le suponga un problema el cuarto mandamiento que manda honrar padre y madre. Simplemente hay que dar pautas morales. Si es de sexo, de sexo; y si es de otros temas, de otros temas. Pero sustituirlo con temas sociales tampoco va a acercar a nadie a la Iglesia, que ya hay muchas ONGs (con las que la mayoría de los jóvenes tampoco colaboran, por cierto).
Señor Carlos Daniel,obsesión con el sexo????
Más obsesión con el sexo en televisión,anuncios y Gobierno,pervirtiendo en las aulas menores de edad,no puede haber.
Hasta tenemos el anuncio de un Banco ING Direct, que para vendernos una cuenta bancaria» libre de condiciones » nos saca la poligamia y un niño de 5 años travestido.Ustedes están tan metidos en la inmundicia del mundo que ya no distinguen una hormiga de un oso.
Mateo 15:19
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Él, que se rodea de maricas y corruptos a quienes puede extorsionar como hace la masonería, y les somete así a obediencia, él, que ha encubierto a curas pederastas en Argentina intentando liberar -al menos a uno- de la justicia, o contrata a clero abiertamente sodomítico en el Vaticano, él, al que se le atribuye una cuenta bancaria de casi 30 millones de euros, él, que se ha vendido a la Pfizer para hacer propaganda de la tóxica vacuna, él, que entroniza a una diosa pagana en el corazón de la Cristiandad, él, que se codea con la élite genocida y es adalid de la agenda globalista criminal, incluyendo las vacunas, él, que en el colmo de la hipocresía actúa sigilosamente para hacer aceptables el aborto y la sodomía en la Iglesia, él, que no se sabe ni la bendición en latín, es el mismo que se escandaliza porque las homilías son abstractas, aburridas.
No sé si son aburridas, pero es casi seguro que no son heréticas ni anticristianas como las de Bergoglio, quien cuela sibilinamente, entre un alud interminable de palabras, su furia anticatólica. Por cierto, también arremetió en su día contra los sermones que duran más de 5 minutos. Pero se ve que esta regla no rige para él, más aburrido que un disco rayado.
Desfachatez, cinismo, estulticia, carrerismo, egolatría, mundanidad, idolatría, relativismo, apostasía…, virtudes 2.0 necesarias para convertirte en bergocapellán del NOM.
Para muestra un botón, Desde hace años que no leo ni veo las homilías de Francisco, ni sus discursos, ni sus documentos. Y no lo hago porque no me edifican, segundo, porque, al contrario, me escandalizan y no me mueven a devoción ni a conversión.
Como hablando de las suyas. Poco leídas, que se entera uno de todo su ideario al terminar el segundo párrafo mas el resumen de Infovaticana.
¡Bravo!, entiendo que se deja de hablar en las homilias de inmigracion, calentamiento y cualquier tema ajeno al evangelio (No, no he fumado nada), pero reconocerlo que suena bien
Nada en este Papa es sublime ni tiene sabor a eternidad, es pedestre, rustico, mediocre, nada edificante.
Discursos prefabricados en Buenos Aires para una masa analfabeta de catolicismo.
Él, que se rodea de maricas y corruptos a quienes puede extorsionar como hace la masonería, y les somete así a obediencia, él, que ha encubierto a curas pederastas en Argentina intentando liberar -al menos a uno- de la justicia, o contrata a clero abiertamente sodomítico en el Vaticano, él, al que se le atribuye una cuenta bancaria de casi 30 millones de euros, él, que se ha vendido a la Pfizer para hacer propaganda de la tóxica vacuna, él, que entroniza a una diosa pagana en el corazón de la Cristiandad, él, que se codea con la élite genocida y es adalid de la agenda globalista criminal, incluyendo las vacunas, él, que en el colmo de la hipocresía actúa sigilosamente para hacer aceptables el aborto y la sodomía en la Iglesia, él, que no se sabe ni la bendición en latín, es el mismo que se escandaliza porque las homilías son abstractas, aburridas.
No sé si son aburridas, pero es casi seguro que no son heréticas ni anticristianas como las de Bergoglio, quien cuela sibilinamente, entre un alud interminable de palabras, su furia anticatólica. Por cierto, también arremetió en su día contra los sermones que duran más de 5 minutos. Pero se ve que esta regla no rige para él, más aburrido que un disco rayado.