Francisco: «Nuestro ser hijos comenzó el día del Bautismo»

Papa Francisco bautismo El Papa Francisco durante el ángelus del 9 de enero de 2022 (Vatican Media)
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«Aprendan la fecha de su Bautismo. ¿Cuándo fui bautizada? ¿Cuándo fui bautizado? Esto no deben olvidarlo, y recuerden aquel día como un día de fiesta». Fue el consejo del Papa Francisco para los fieles que se encontraban ayer en la Plaza de San Pedro, a los que se dirigió durante el rezo del ángelus dominical tras haber bautizado a unos niños en la Capilla Sixtina.

«Después de casi treinta años vividos en el escondimiento, Jesús no se presenta con algún milagro o subiendo a la cátedra para enseñar. Se pone en la fila con el pueblo que iba a recibir el bautismo de Juan», comentó Francisco antes del rezo mariano, analizando el evangelio del domingo.

«Jesús comparte la suerte de nosotros, los pecadores, desciende hacia nosotros: baja al río como en la historia herida de la humanidad, se sumerge en nuestras aguas para sanarlas y se sumerge con nosotros, entre nosotros. No se eleva por encima de nosotros con el alma desnuda, con los pies desnudos, como el pueblo. No va solo, ni con un grupo de elegidos privilegiados. No: va con el pueblo. Pertenece a aquel pueblo y va con el pueblo ha hacerse bautizar con aquel pueblo humilde», señaló.

El Pontífice destacó también la importancia de la oración: «Jesús reza. ¿Pero cómo? Él, que es el Señor, el Hijo de Dios, ¿reza como nosotros? Sí, Jesús – lo repiten muchas veces los Evangelios – pasa mucho tiempo en oración: al inicio de cada día, a menudo de noche, antes de tomar decisiones importantes… Su oración es un diálogo, una relación con el Padre».

La oración «no es una vía de escape», dijo el Papa, «no es un rito mágico ni una repetición de cantilenas aprendidas de memoria». «Rezar es el modo de dejar que Dios actúe en nosotros, para captar lo que Él quiere comunicarnos incluso en las situaciones más difíciles, rezar es para tener la fuerza de ir adelante», indicó el Santo Padre.

«Nuestro ser hijos comenzó el día del Bautismo, que nos ha inmerso en Cristo y, miembros del pueblo de Dios, nos ha hecho convertirnos en hijos amados del Padre. ¡No olvidemos la fecha de nuestro Bautismo! Si yo preguntara ahora a cada uno de ustedes: ¿cuál es la fecha de tu Bautismo? Tal vez algunos no lo recuerdan. Esto es algo hermoso: recordar la fecha del Bautismo, porque es nuestro renacimiento, ¡el momento en que hemos sido hijos de Dios con Jesús! Y cuando regresen a casa – si no lo saben – pregúntenle a la mamá, a la tía, a la abuela o a los abuelos: “Pero, ¿cuándo fui bautizado o bautizada?”, y aprender esa fiesta para celebrarla, para agradecer al Señor», explicó Su Santidad.

«Y hoy, en este momento, preguntémonos: ¿cómo va mi oración? ¿Rezo por costumbre, rezo desganado, sólo recitando algunas fórmulas, o mi oración es el encuentro con Dios? Yo, pecador, ¿siempre en el pueblo de Dios, jamás aislado? ¿Cultivo la intimidad con Dios, dialogo con Él, escucho su Palabra? Entre las muchas cosas que hacemos en la jornada, no descuidemos la oración: dediquémosle tiempo, utilicemos breves invocaciones para repetir a menudo, leamos el Evangelio cada día. La oración que abre el cielo», aconsejó finalmente Francisco.

Tras el rezo del ángelus, el Papa tuvo unas palabras de cercanía para el pueblo de Kazajistán, donde se están viviendo unas protestas que se han saldado con decenas de muertos.

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy nos muestra la escena con la que comienza la vida pública de Jesús: Él, que es el Hijo de Dios y el Mesías, va a las orillas del río Jordán y se hace bautizar por Juan Bautista. Después de casi treinta años vividos en el escondimiento, Jesús no se presenta con algún milagro o subiendo a la cátedra para enseñar. Se pone en la fila con el pueblo que iba a recibir el bautismo de Juan. El himno litúrgico de hoy dice que el pueblo iba a hacerse bautizar con el alma y los pies desnudos, humildemente. Hermosa actitud, con el alma desnuda y los pies desnudos. Y Jesús comparte la suerte de nosotros, los pecadores, desciende hacia nosotros: baja al río como en la historia herida de la humanidad, se sumerge en nuestras aguas para sanarlas y se sumerge con nosotros, entre nosotros. No se eleva por encima de nosotros con el alma desnuda, con los pies desnudos, como el pueblo. No va solo, ni con un grupo de elegidos privilegiados. No: va con el pueblo. Pertenece a aquel pueblo y va con el pueblo ha hacerse bautizar con aquel pueblo humilde.

Detengámonos en un punto importante: en el momento en que Jesús recibe el Bautismo, el texto dice que “estaba orando” (Lc 3, 21). Nos hace bien contemplar esto: Jesús reza. ¿Pero cómo? Él, que es el Señor, el Hijo de Dios, ¿reza como nosotros? Sí, Jesús – lo repiten muchas veces los Evangelios – pasa mucho tiempo en oración: al inicio de cada día, a menudo de noche, antes de tomar decisiones importantes… Su oración es un diálogo, una relación con el Padre. Así, en el Evangelio de hoy podemos ver los “dos momentos” de la vida de Jesús: por una parte, desciende hacia nosotros en las aguas del Jordán; por otra, eleva su mirada y su corazón orando al Padre.

Es una gran enseñanza para nosotros: todos estamos inmersos en los problemas de la vida y en muchas situaciones intrincadas, llamados a afrontar momentos y elecciones difíciles que nos abaten. Pero, si no queremos permanecer aplastados, tenemos necesidad de elevar todo hacia lo alto. Y esto lo hace precisamente la oración, que no es una vía de escape, la oración no es un rito mágico ni una repetición de cantilenas aprendidas de memoria. No. Rezar es el modo de dejar que Dios actúe en nosotros, para captar lo que Él quiere comunicarnos incluso en las situaciones más difíciles, rezar es para tener la fuerza de ir adelante. Mucha gente que siente que no puede más y reza: “Señor, dame la fuerza para ir adelante”. También nosotros, muchas veces lo hemos hecho. La oración nos ayuda porque nos une a Dios, nos abre al encuentro con Él. Sí, la oración es la clave que abre el corazón al Señor. Es dialogar con Dios, es escuchar su Palabra, es adorar: estar en silencio encomendándole lo que vivimos. Y a veces también es gritar con Él como Job, otras veces es desahogarse con Él. Gritar como Job; Él es padre, Él nos comprende bien. Él jamás se enoja con nosotros. Y Jesús reza.

La oración – para usar una bella imagen del Evangelio de hoy – “abre el cielo” (cfr. v. 21). La oración abre el cielo: da oxígeno a la vida, da respiro incluso en medio de las angustias, y hace ver las cosas de modo más amplio. Sobre todo, nos permite tener la misma experiencia de Jesús en el Jordán: nos hace sentir hijos amados del Padre. También a nosotros, cuando rezamos, el Padre dice, como a Jesús en el Evangelio: “Tú eres mi hijo, Tú eres el amado” (cfr. v. 22). Nuestro ser hijos comenzó el día del Bautismo, que nos ha inmerso en Cristo y, miembros del pueblo de Dios, nos ha hecho convertirnos en hijos amados del Padre. ¡No olvidemos la fecha de nuestro Bautismo! Si yo preguntara ahora a cada uno de ustedes: ¿cuál es la fecha de tu Bautismo? Tal vez algunos no lo recuerdan. Esto es algo hermoso: recordar la fecha del Bautismo, porque es nuestro renacimiento, ¡el momento en que hemos sido hijos de Dios con Jesús! Y cuando regresen a casa – si no lo saben – pregúntenle a la mamá, a la tía, a la abuela o a los abuelos: “Pero, ¿cuándo fui bautizado o bautizada?”, y aprender esa fiesta para celebrarla, para agradecer al Señor. Y hoy, en este momento, preguntémonos: ¿cómo va mi oración? ¿Rezo por costumbre, rezo desganado, sólo recitando algunas fórmulas, o mi oración es el encuentro con Dios? Yo, pecador, ¿siempre en el pueblo de Dios, jamás aislado? ¿Cultivo la intimidad con Dios, dialogo con Él, escucho su Palabra? Entre las muchas cosas que hacemos en la jornada, no descuidemos la oración: dediquémosle tiempo, utilicemos breves invocaciones para repetir a menudo, leamos el Evangelio cada día. La oración que abre el cielo.

Y ahora nos dirigimos a la Madre, Virgen orante, que ha hecho de su vida un canto de alabanza a Dios.


Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

He sabido con dolor que hubo víctimas durante las protestas que estallaron en los últimos días en Kazajistán. Rezo por ellas y por sus familias, y deseo que se reencuentre la armonía social lo antes posible mediante la búsqueda del diálogo, de la justicia y del bien común. Encomiendo al pueblo kazajo a la protección de la Virgen, la Reina de la Paz de Oziornoje.

Y saludo cordialmente a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos italianos y de varios países. De modo especial, saludo al grupo de Frattamaggiore, en Nápoles.

Esta mañana, como es costumbre en el Domingo del Bautismo del Señor, he bautizado a algunos niños, hijos de empleados del Vaticano. Ahora deseo extender mi oración y mi bendición a todos los recién nacidos que han recibido o recibirán el Bautismo durante este período. Que el Señor los bendiga y que la Virgen los proteja.

Y a todos ustedes, les encomiendo: aprendan la fecha de su Bautismo. ¿Cuándo fui bautizada? ¿Cuándo fui bautizado? Esto no deben olvidarlo, y recuerden aquel día como un día de fiesta.

Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.

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Comentarios
26 comentarios en “Francisco: «Nuestro ser hijos comenzó el día del Bautismo»
  1. Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído (cf. Concilio de Trento: DS 1511-1512). Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado «pecado» de manera análoga: es un pecado «contraído», «no cometido», un estado y no un acto. Catecismo de la Iglesia Católica, 404.

    1. ¿PORQUÉ BERGOGLIO NUNCA HACE REFERENCIA AL PECADO ORIGINAL NI AL MANDATO DE JESUCRISTO DE BAUTIZAR A TODAS LAS GENTES?

      Por otra parte, si la filiación divina está vinculada al bautismo, el Tutti Fratelli masónico se cae por sí solo.

      1. ¿Es un misterio o no tienen ni idea de cómo casar está doctrina con la razón?

        Me recuerda al problema del infierno. Lo mismo: pretender que aceptemos como bondad de Dios el crear el tipo de infierno que nos pintan algunos.

    2. ¿Es un misterio o no tienen ni idea de cómo casar está doctrina con la razón?

      Me recuerda al problema del infierno. Lo mismo: pretender que aceptemos como bondad de Dios el crear el tipo de infierno que nos pintan algunos.

        1. A un antro de perversión, de dolor insoportable que ni el mayor de los asesinos puede ni tan siquiera imaginar. Si nosotros no creamos esos antros de perversión y maldad ¿Vamos a imputar a Dios la creación de un infierno de esas características? No…toda persona de buena voluntad debe de repensarlo.

          Es como si dijéramos:

          – Ahora pongo la mejilla, pero luego…¡te vas a enterar!

          Ésto no es perdón es venganza en diferido.

          1. Hace mal en tratar de enmendar la plana al mismo Cristo y de negar un dogma de fe que forma parte de la Revelación. El infierno existe y no debe de ser un sitio muy agradable, habida cuenta de cómo lo describe el Señor:

            Allí será el llanto y el crujir de dientes; donde el gusano no muere y el fuego no se apaga; horno de fuego; fuego eterno; fuego inextinguible; lago de fuego que arde con azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos… (Mt 8,12; 13,42; 13,50; 18,8; 24,51; 25,41; 25,30; 22,13; Lc 13,28; 16,24; Apoc 19,20; 20,10; etc.).

            Es dogma de fe, definido ‘ex cathedra’ en el Concilio Ecuménico de Florencia, de acuerdo con la enseñanza del Señor, que: «las almas de aquellos que mueren en pecado mortal actual o con sólo el original, bajan inmediatamente al infierno, para ser castigadas, si bien con penas desiguales».

          2. Respuesta a Catholic:
            Veo que hace referencia al concilio de Florencia….pero se le escapa que en el Concilio de Florencia se declara – usted lo ha puesto – que los que mueren con pecado original van al infierno. Hoy en día eso se ha desestimado…¡Lo que estableció un concilio! Y se ha desestimado.

            Yo no entiendo la plana a Cristo, sino a las personas que como usted interpretan el infierno como ese lugar que no el peor de los hombres podría imaginar . Es minoría su pensamiento, pero incordia.

            Dios tendrá misericordia con los condenados y tendran rebaja de condena. Tendremos sorpresas en ese sentido.

          3. «Hoy en día eso se ha desestimado»

            Está usted muy desinformado. Los dogmas de fe son irreformables, como las palabras de Cristo. Si alguien le ha dicho tal cosa, le ha engañado. En cualquier caso, esta noticia no trata sobre el infierno.

          4. Estoy perfectamente informado cuando digo que las personas que mueren con el pecado original ( es decir, sin bautizar) van al infierno. Eso dijo un santo como San Agustín – creo recordar – y ya ve usted, es una hipótesis teológica.
            Pregunto ¿ sólo se salvan, como mucho, los católicos bautizados? ¿y los luteranos y ortodoxos….tienen un purgatorio más duradero? jejejeje Los budistas van al infierno y los taoístas y los de religión animista. Por dios, huelen a polilla esas opiniones, a parte de mostrar una profunda falta de caridad. Es minoritario…A Dios Gracias!!

          5. Está totalmente equivocado: no es ninguna «hipótesis teológica», sino un dogma de fe definido «ex catedra» por un Concilio Ecuménico (el de Florencia) y, por tanto, irreformable. Dicha creencia no es optativa, aunque usted no la acepte. Si para usted un dogma de fe huele a polilla (querría decir a «naftalina»), sus creencias heterodoxas huelen a azufre. Para falta de caridad la suya, pues ésta es incompatible con el error contumaz y la impiedad manifiesta que desprenden sus comentarios. Da igual lo «mayoritaria» que sean las herejías en las que cree: la verdad no es una cuestión numérica, ni a usted le van a servir de abogados otros herejes el día de su juicio particular. Yo que usted apostaría por la verdad, por muy minoritaria que le parezca su aceptación (lo que tampoco sabe, pues no tiene una máquina medidora de creencias ajenas, ni ha preguntado a nadie para hacer esa afirmación gratuita que sólo le consuela a usted).

  2. Francisco se equivoca al decir que todos los hombres son hijos de Dios, ya que la filiación divina empieza en el bautismo.

    1. Además el Papa contradice las Escrituras al afirmar que «Jesús no se presenta con ningún milagro», cuando precisamente en el Jordán se produjo un milagro, porque se abrió el Cielo, se escuchó la voz del Padre, y el Espíritu se visibilizó en forma de paloma.

      1. Además, inició su vida pública con el milagro de las bodas de Caná, luego desde su presentación ya comenzó con milagros.

    2. Sería conveniente que en su discurso, Francisco disertara sobre el hecho de que el bautismo nos perdona el pecado, nos abre las puertas del Cielo, y que es necesario para la salvación.

  3. Pero qué empanada mental tiene este tío. A ver, Bergoglio, si nuestros ser hijos de Dios empieza con el sacramento del Bautismo, no todos los seres humanos somos hijos de Dios como te empe´ñas en repetir un día sí y otro también. Reconoce que te equivocas y que quien tiene razón es la Santa Iglesia Católica.

    1. Dijo que éramos hermanos de los islamistas… ¿Y ahora ya no? Porque esos no se bautizan. Creo que lo más saludable para nuestra vida espiritual es no escuchar nada de lo que diga este papa.

  4. «Su oración es un diálogo […] no es un rito mágico ni una repetición de cantilenas aprendidas de memoria»

    «Y orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. No os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis. Así, pues, habéis de orar vosotros: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…» (Mt 6,7-8).

    El Señor nos enseña cómo orar: no hablar mucho o dialogar como los paganos, sino usando el Padrenuestro, que todo católico ha aprendido de memoria.

    1. «¿Cómo va mi oración? […] Yo, pecador, ¿siempre en el pueblo de Dios, jamás aislado?»

      «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres […] Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo dará».

      Orar es un acto individual incluso cuando se rinde culto público a Dios. Al orar se establece una relación entre el individuo y Dios, por lo que Nuestro Señor destaca este hecho previniendo de la hipocresía de quienes quieren ser alabados por el pueblo al verle rezar públicamente» (Mt 6,5-6).

      1. Errata: el final del comentario ( » (Mt 6,5-6). ) corresponde al final la cita que he puesto en mitad del mismo y que termina: «…que ve en lo escondido, te lo dará», debiendo quedar así: «…que ve en lo escondido, te lo dará (Mt 6,5-6)».

  5. Esto de decir una cosa y la contraria se ha convertido en un verdadero arte. ¿En qué quedamos?. A la vez todos hijos de Dios e hijos de Dios por el bautismo no puede ser. A no ser que se esté diciendo una cosa aún peor: unos son hijos por el bautismo, otros son hijos por el corán, otros por buda…
    Y ací zucecivamente.

  6. La clave está en la definición de bautismo que hacen los «neo pseudo católicos»: «acto de entrada en la comunidad».
    Mientras que el pecado original dicen que lo adquieres cuando cometes el primer pecado.
    Pablo VI, por lo visto santo y por tanto ejemplo a seguir, ya tenía esta forma de pensar cuando eliminó el exorcismo del bautismo donde se declaraba claramente «ya no perteneces al demonio». Porque como decía otro de estos neo Santos que yo me sé, «por la encarnación, Cristo (ya) se ha unido a todo hombre para siempre». ¿Bautismo entonces para qué si puedo ser hijo de Dios por buda?

  7. «El bautismo nos hace hijos de Dios». Es lo que los católicos fieles le hemos repetido una y otra vez al santo padre, que ahora él nos dice al rebaño. Pero sí el bautismo nos hace «hijos de Dios» y, por tanto, hermanos de todos los bautizados, no somos «Fratelli tutti», hermanos de todos, aunque los queramos e intentemos ganarlos para la Iglesia (ignorando la condena papal al proselitismo). El bautismo nos otorga el título más hermoso que existe para un ser humano. El propio Jesús dice que su madre y sus hermanos son «los que cumplen la voluntad de Dios». ¡Qué alegría ser adoptado por Dios!¡Con el título de hijo, ni más ni menos!. ¡Qué alegría ser miembro de la asamblea de los hijos de Dios, la Iglesia!.¿Cómo no desear para nuestro prójimo tamaña felicidad?¿Cómo no decirle, ven a ser hijo del Altísimo?.

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