(Le Salon Beige/Michel Janva) Así se expresa, en relación al motu propio Traditionis custodes, el padre Louis-Marie de Blignières, prior y fundador de la Fraternidad San Vincente Ferrer, un instituto religioso masculino de derecho pontificio de inspiración dominicana.
Entrevistado por Anne Le Pape en la revista Présent, de Blignières responde así a la pregunta sobre si las nuevas restricciones sobre la forma extraordinaria del rito romano afectan a institutos como el suyo:
“En opinión de los canonistas más competentes no, al menos no directamente. Pues nuestros institutos se rigen por una ley propia, formulada por los decretos de erección y las constituciones aprobadas por la Iglesia. Esta ley incluye el uso de los cuatro libros tradicionales: misal, breviario, ritual y pontifical. ¡Pero sí, indirectamente estas Responsa tienen un impacto en nuestros institutos! Por un lado, los obispos pueden dudar en utilizar el antiguo Pontifical para nuestras ordenaciones. Por otra parte, el apostolado de los institutos hacia los fieles se verá fuertemente afectado, en particular por la prohibición de la confirmación en la forma antigua.
¿Por qué celebran exclusivamente en el rito tradicional?
Estamos vinculados a nuestro propio rito, a la riqueza del antiguo rito dominicano que la Iglesia nos ha confiado. Y si estamos alegres estar consagrados a ese rito es también porque la reforma litúrgica de Pablo VI subraya menos la realidad de la presencia real, la diferencia de naturaleza entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio jerárquico, y el carácter de sacrificio propiciatorio de la misa. Uno puede no compartir nuestro análisis. Pero no hay vuelta atrás en el hecho de que la Iglesia, al erigirnos sobre la base de los acuerdos de 1988, nos ha dejado plena libertad para celebrar según el rito tradicional.
Al no celebrar la misa y los sacramentos según el misal y los rituales reformados por Pablo VI, ¿considera que desobedece una regla esencial de la Iglesia?
¡Para nada! La obediencia es una virtud que tiene una naturaleza y unos límites muy precisos. Al igual que no se le puede pedir a un jesuita que lleve una vida dominicana, no se les puede pedir a los miembros de nuestros institutos que renuncien al carisma sobre el que han hecho voto. Le invito a que se suscriba a nuestra revista Sedes Sapientiæ, que incluirá en su próximo número un artículo que arrojará luz sobre esta cuestión.
Se les prometió, al igual que a los demás institutos Ecclesia Dei, que «se tomarán todas las medidas para garantizar su identidad en la plena comunión de la Iglesia católica». ¿Se siente ahora traicionado?
Me temo que vamos en esa dirección… Más que el sentimiento de traición, lo que predomina es la alegría de sufrir por una cosa hermosa y grande, el honor de luchar por uno de los mayores bienes que el Señor ha dejado a su Iglesia. Aunque la poción sea amarga, seguiremos dando testimonio de fidelidad.
¿Qué recursos tiene para oponerse al abandono de la forma tradicional del rito que se le pide?
El derecho natural que obliga a respetar los compromisos adquiridos. La naturaleza de la tradición en la Iglesia, que hace de los ritos antiguos un patrimonio indisponible. Nuestro propio derecho aprobado por la Iglesia. Por último, la determinación inquebrantable de una doble fidelidad. No abandonar nunca la comunión jerárquica con el Papa y los obispos. No abandonar nunca un patrimonio sagrado que nos da la alegría y procura la salvación a tantos fieles.
¿Cuáles son las similitudes y diferencias entre la actualidad y los años 70?
Similitudes: asistimos a un intento de suprimir las formas litúrgicas tradicionales, un intento que proviene de la propia jerarquía. En ambos casos, con muchos equívocos doctrinales e irregularidades canónicas. Con, sobre todo, un autoritarismo impresionante, en flagrante contradicción con otros aspectos del discurso oficial (diálogo, sinodalidad…).
Diferencias: las reformas que se impusieron en los años 70 apenas dieron (¡subrayado!) los frutos que sus autores esperaban y anunciaban. Las diócesis se han vaciado en gran parte de fieles practicantes. El entusiasmo reformista ha desaparecido. Al mismo tiempo, las pedagogías tradicionales de la fe han dado frutos notables. Mucho más numerosos que los «integristas» (así se les llamaba…) de los años 70, los tradicionalistas de 2021 están organizados, tienen experiencia en la acción y están más unidos que antes. Muchos obispos han conocido su lado positivo. Estos obispos apreciaron la paz relativa lograda por las medidas de Juan Pablo II y Benedicto XVI. A menudo, aplican sin ganas las presiones romanas, lo que no era el caso hace 40 años.
¿Qué consejo podría dar a los fieles en la situación actual?
La primacía de la contemplación y la desconfianza hacia el pragmatismo (muy moderno) que apuntaría a un resultado (tener mi misa tradicional… ¡y ya está!) perdiendo de vista el conjunto de los factores que afectan al catolicismo. Hacer oración. Conocer la misa y la naturaleza de la Iglesia en sus diferentes aspectos: la liturgia pero también la comunión jerárquica como resultado del derecho divino. Agruparse (la unión Lex orandi), manifestarse (La voie romaine), presentar reclamaciones a los obispos y a la Santa Sede, apoyar a los institutos Ecclesia Dei y a los sacerdotes diocesanos que quieren celebrar la misa tradicional. Unas últimas palabras. Algunos de los que no nos desean el bien estigmatizan regularmente el combate tradicional diciendo que se trata sólo de un apego identitario (con la imagen del repliegue, el endurecimiento y la cerrazón) o de la bandera de un combate cultural de alcance esencialmente político.
Nuestra acción, la de los fieles que trabajan por la perpetuación de las «pedagogías tradicionales de la fe», debe desmentir este sesgo interpretativo. En primer lugar, rectificando la comprensión de la relación entre la naturaleza y la gracia, lo carnal y lo espiritual, como habría dicho Péguy. Es legítimo estar apegado a una herencia familiar, especialmente si proviene de una familia espiritual, en este caso la Iglesia. Además, haciendo que este combate sea una obra esencialmente teologal. Las pedagogías tradicionales, por su riqueza de signos, edifican la fe. Suscitan la esperanza por su forma de predicar sin vacilación los fines últimos. Constituyen una sustancial obra de caridad apostólica por su innegable carácter evangelizador. Desde 2007, en particular, hemos visto muchos testimonios de ello en las conversiones operadas por la liturgia tradicional y en el celo apostólico de estos conversos o “reconversos”.
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Sufres por tener un cuerpo formado, un buen trabajo, por solucionar los problemas de la familia, o por el campeonato de un equipo de fútbol, y solo llamas masoquista a quien sufre por Cristo.
¡Qué terribles son sus juicios!
No «masoquismo puro y duro…»… Imitaciòn del sufrimiento de Cristo, en expiaciòn de los pecados nuestros y de la iglesia, y por la salvaciòn de las almas.
Completamente de acuerdo contigo. Palabra por palabra.
Angeles wernicke,
Así es! Pero sólo los cristianos sabemos y entendemos q el sufrimiento es redentor.
Fuera del cristianismo no se acepta pq no se comprende.
Dios acoge nuestro sacrificio, nuestra victimación.
Pero Dios no pide imposibles y, si quieren estrangular Ecclesia Dei, habrá que plantearse medidas legítimas serias para sobrevivir. En libertad. Peter Kwasniewski lo define como «momento Lefevbre» y es verdad, es así.
No obstante, espero que los obispos sigan en la misma línea que hasta ahora: se acata pero no se cumple.
No respondan a un troll tan vago: que se lo curre, como hace el Probe Migue.
Encima que le defiendo, va usted y pone un comentarios de lo más incoherente. ¿Qué tiene que ver defender la fe con decir que no se responda a un troll? Sobre lo del voto, ¿de qué voto habla usted? ¿Ha bebido? Y déjese del rollo de los dictadores, que ya no engaña a nadie. A usted sí que le gusta sufrir, está claro.
Deje de decir disparates, que estamos hablando del P. Louis-Marie de Blignières, prior y fundador de la Fraternidad San Vincente Ferrer y sus declaraciones.
Verdaderamente eres Nadie, Juan; no podías haber elegido mejor nick para que represente tu ser:
«Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros».
—Mateo 5:11-12
Al leer la Respuesta a los dubia recientemente publicada por la Congregación para el Culto Divino, uno se pregunta si la Curia Romana podría caer más bajo para apoyar a Bergoglio con semejante servilismo en una guerra cruel y despiadada contra la parte más dócil y fiel de la Iglesia. En estos últimos años de gravísima crisis eclesiástica, nunca se habían mostrado tan determinadas y severas las autoridades de la Iglesia. No lo han hecho con los teólogos herejes que infestan los ateneos y seminarios pontificios; no lo han hecho con los clérigos y prelados fornicarios; como tampoco han aplicado castigos ejemplares en los casos de escándalos provocados por obispos y cardenales. Eso sí, contra los fieles, sacerdotes y religiosos que sólo piden que se pueda celebrar la Misa Tridentina, no hay piedad, piedad ni aceptación. ¿Fratelli tutti? ¿Todos hermanos?
Louis-Marie de Blignières, prior y fundador de la Fraternidad San Vincente Ferrer, no sufres por algo; SUFRES POR ALGUIEN, JESUCRISTO, EL FUNDADOR DE LA IGLESIA CATÓLICA, A QUIEN QUIEREN EXPULSAR DE LA IGLESIA QUE FUNDÓ, UN IMPOSIBLE.
La medidas tiránicas del tirano Bergoglio van a durar lo que él dure en el puesto para el que jamás debió ser escogido por un cuerpo electoral de insensatos. Así que, tranquilos.
Me parece muy bien, que quiera sufrir por causa de Cristo, pero lo primero, es que él esté en total comunión con la Iglesia.Por favor, Catholicvs, respetá mis opiniones, expresate sin descalificarme, gracias.
A eso se le llama poner la venda antes que la herida. Yo no le he dicho absolutamente nada. Pero si se pone así, se lo digo: imagino que se está refiriendo al P. Louis-Marie de Blignières, prior y fundador de la Fraternidad San Vincente Ferrer, un instituto de derecho pontificio y, por tanto, aprobado por la Santa Sede. ¿Tiene usted sospechas (pruebas ya sé que no tiene) de que el P. Louis-Marie de Blignières no esté en comunión con la Iglesia? ¿En qué se basan? ¿Ha apostatado o incurrido en algún tipo de excomunión o la ha declarado la autoridad competente? ¿Hay alguna verdad de fe que haya negado? ¿Rechaza la moral católica? ¿No reza en cada Misa por la Iglesia, por el Papa y por el obispo diocesano? Es que no sé en qué se basa para decir lo que dice. Vamos, como si yo le digo a usted que antes de comentar debería usted estar en plena comunión con la Iglesia. ¿Le parece gratuita la frase? Pues en su caso igual.
Es difícil estar en comunión con una caterva de herejes, a cual mas disparatado y pintoresco. Habría que hacer una galeria de herejes ilustres poniendo a Francisco a la cabeza del hereje egregio número uno.
En primer término, destaco un estudio muy completo titulado La subordinación del papa a la Tradición como límite legislativo, que constituye el capítulo 49, y cuyo autor es el editor del libro, Peter A. Kwasniewski. Allí, con abundancia de citas, recorre la historia de la Iglesia para demostrar que el papa no tiene poder para ir en contra de la Tradición de la Iglesia, y recuerda que durante 1500 años, en Occidente, los papas no intervenían para codificar la liturgia o para definir un libro litúrgico. Si finalmente San Pío V, a instancias de los padres del Concilio de Trento y sobre la base de los trabajos que ellos habían hecho y que no habían podido concluir por falta de tiempo, publicó una editio typica del rito usado en la Curia Romana, y que había alcanzado gran difusión gracias a la orden franciscana,
fue más que nada buscando evitar los abusos que se podían dar con la proliferación de las misas votivas y para dar su centralidad al ciclo temporal, que podía verse obscurecido por las celebraciones de los santos. Recomiendo una lectura atenta, armado de lápiz para subrayar y tomar notas según el talante y el tiempo de cada uno, ante las injustas pretensiones de Traditiones Custodes.
Y para evitar la difusión de la misa luterana (Formula missae y Deutsche Messe) y husita. De ahí que se mantuvieran las que tenían más de 200 años.
Se alegra de servir a Cristo.
Hagamos una cosa. A ti te dejamos servir a tu equipo de futbol o lamerle el culo a algún sinvergüenza que tu tomas como tu gurú salvador. Y a cambio tu nos dejas en paz.
Sufrir por Cristo es duro; algo que nos avanzó en su Evangelio a todos los fieles . Por otra parte, se ve de una forma cada vez más evidente, que la persecución de la Misa de siempre alcanzará a esos institutos a los que se les permitió, porque se hizo pensando en dividir al tradicionalismo y que no se agrupase en torno a Lefebvre, El fin penúltimo de los modernistas reinantes en la Iglesia es acabar con ambos «tradis», para después acabar con la religión en sí. El problema es que al actual pontífice se le ha acabado la paciencia y, por precipitarse, ha dado un paso en falso. No sólo ofendió a su santidad Benedicto XVI rompiéndole en su cara su «Summorum», sino que todos los institutos en «comunión perfecta» con Roma, se dieron cuenta de que habían sido utilizados para la división de los fieles de la Misa de siempre. «Nos sentimos marginados» dijeron los de Ecclesia Dei, pero en realidad quieren decir: «Nos sentimos traicionados».
Catholicvs, cada vez que escribo, me acusás de algo, es por eso que me atajo. Que este fundador, esté en comunión con la Iglesia, aceptando íntegramente, todos los documentos del Concilio Vaticano segundo, me llena de alegría¡¡¡¡¡¡
Por expreso deseo de Juan XXIII y según se desprende de los mismos textos del CVII, éste no definió dogmas, por lo que lo único que se exige aceptar a un católico es todo aquello ya definido con anterioridad y que el concilio sólo repite. Ahora sólo falta que todos los modernistas que no aceptan los 20 concilios ecuménicos anteriores (clero incluido, sin exceptuar la alta jerarquía y conferencias episcopales completas, como la alemana), acepten íntegramente lo definido por ellos, y la alegría será completa.
El católico, debe aceptar el concilio vaticano segundo y punto. La alegría será completa, cuando con sencillez y humildad, cada uno acepte lo que debe creer.
«El católico, debe aceptar el concilio vaticano segundo y punto»
¿Quién le ha engañado a usted? Los concilios no van anulando los anteriores. Para que usted lo entienda: es acumulativo. Si usted no cree todo lo que definen todos los concilios ecuménicos (los 20 primeros son dogmáticos), no es católica. Salvo el CVII, que no hay nada que creer porque no define nada nuevo, como dice el propio CVII (ni siquiera es dogmático, sino pastoral). Punto.
Puede empezar a aceptarlo con sencillez y humildad cuando quiera, y la alegría será completa.
LA EUCARISTÍA ES EL SACRAMENTO PRINCIPE DE NUESTRA FE. EVIDENTEMENTE ALGUIEN TRATA DE SUPRIMIRLO PERO YO SUBO A MI BLOG LA SANCTA MISA EN LATIN CASI TODOS LOS DIAS. SUS ORACIONES Y PLEGARIAS ME LLENAN DE PAZ Y EN ELLAS TRATO DE EXPIAR MIS PECADOS. DAR DE LADO A ESTA TRADICIÓN MILENARIA (ESAS MISMAS ORACIONES BROTARON DE LOS LABIOS DE MILES DE CATÓLICOS) SERIA ACABAN CON LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO, CHRISTUS VINCIT CHRISTUS REGNAT CHRISTUS IMPERAT AUNQUE NO LO PAREZCA
Yo creo en todo lo que la Iglesia manda creer. Por eso soy católica.