Francisco: «Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad»

Papa Francisco humildad Navidad Francisco durante la audiencia general del 22 de diciembre de 2021 (Vatican News)
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Lo dijo el Papa Francisco durante la audiencia general en el Aula Pablo VI de esta mañana, en una catequesis que dedicó a la Navidad.

«Hoy, a pocos días de la Navidad, quisiera recordar con vosotros el evento del cual no puede prescindir la historia: el nacimiento de Jesús», dijo el Pontífice al comienzo de la catequesis. «Pensemos: ¡el Creador del universo… a Él no le fue concedido un lugar para nacer!», exclamó el Papa.

«Los pastores representan a los pobres de Israel, personas humildes que interiormente viven con la conciencia de la propia carencia, y precisamente por esto confían más que los otros en Dios», continuó diciendo Francisco.

También habló de los Ryes Magos: «Los Evangelios no dicen que fueran reyes, ni el número, ni sus nombres. Con certeza se sabe solo que desde un país lejano de Oriente (se puede pensar en Babilonia, Arabia o a en la Persia de aquella época) se pusieron en viaje para buscar al Rey de los Judíos, que en su corazón identifican con Dios, porque dicen que le quieren adorar. Los Magos representan a los pueblos paganos, en particular a todos aquellos que a lo largo de los siglos buscan a Dios y se ponen en camino para encontrarlo. Representan también a los ricos y a los poderosos, pero solo a los que no son esclavos de la posesión, que no están “poseídos” por las cosas que creen poseer».

«El mensaje del Evangelio es claro: el nacimiento de Jesús es un evento universal que afecta a todos los hombres», aseguró el Sucesor de Pedro.

Solo la humildad, dijo después, «es el camino que nos conduce a Dios y, al mismo tiempo, precisamente porque nos conduce a Él, nos lleva también a lo esencial de la vida, a su significado más verdadero, al motivo más fiable por el que la vida vale la pena ser vivida».

«Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad, de la alegría auténtica, del conocimiento que cuenta. Sin humildad estamos “aislados”, estamos aislados de la comprensión de Dios, de la compresión de nosotros mismos. Es necesario ser humildes para entendernos a nosotros mismos, mucho más para entender a Dios. Los Magos podían también ser grandes según la lógica del mundo, pero se hacen pequeños, humildes, y precisamente por esto logran encontrar a Jesús y reconocerlo. Aceptan la humildad de buscar, de ponerse en viaje, de pedir, de arriesgarse, de equivocarse…», señaló.

«Todo hombre, en lo profundo de su corazón, está llamado a buscar a Dios; todos tenemos esa inquietud y nuestro trabajo es no apagar esa inquietud, sino dejarla crecer porque es la inquietud de buscar a Dios; y, con su misma gracia, puede encontrarlo», explicó el Santo Padre a los fieles presentes en el Aula Pablo VI.

El Papa invitó «a todos los hombres y las mujeres a la gruta de Belén a adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Cada uno se acerque al pesebre que hay en su casa o en la iglesia o en otro lugar, y trate de hacer un acto de adoración.

Sin humildad, afirmó Su Santidad, «no encontraremos nunca a Dios: nos encontraremos a nosotros mismos».

«Y después, hermanos y hermanas, quisiera acompañar a Belén, como hizo la estrella con los Magos, a todos aquellos que no tienen una inquietud religiosa, que no se plantean el problema de Dios, o incluso combaten con la religión, todos aquellos que indebidamente son denominados ateos. Quisiera repetirles el mensaje del Concilio Vaticano II: «La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. […] La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano» (Gaudium et spes, 21)», señaló el Sumo Pontífice.

El motivo de nuestra alegría, indicó Francisco, es que «hemos sido amados, hemos sido buscados, el Señor nos busca para encontrarnos, para amarnos más. Este es el motivo de la alegría».

Saber que hemos sido amados «sin ningún mérito», siempre «somos precedidos por Dios en el amor, un amor tan concreto que se ha hecho carne y vino a habitar en medio de nosotros, en ese Niño que vemos en el pesebre. Este amor tiene un nombre y un rostro: Jesús es el nombre y el rostro del amor que está en el fundamento de nuestra alegría».

«Hermanos y hermanas, os deseo feliz Navidad, una feliz y santa Navidad. Y quisiera que ―sí habrá felicitaciones, las reuniones de familia, esto es muy bonito, siempre― pero que haya también la conciencia de que Dios viene “por mí”. Cada uno diga esto: Dios viene por mí. La conciencia de que, para buscar a Dios, encontrar a Dios, aceptar a Dios hace falta humildad: mirar con humildad la gracia de romper el espejo de la vanidad, de la soberbia, de mirarnos a nosotros mismos. Mirar a Jesús, mirar el horizonte, mirar a Dios que viene a nosotros y que toca el corazón con esa inquietud que nos lleva a la esperanza. ¡Feliz y santa Navidad!», exclamó el Papa.

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

El nacimiento de Jesús

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, a pocos días de la Navidad, quisiera recordar con vosotros el evento del cual no puede prescindir la historia: el nacimiento de Jesús.

Para cumplir el decreto del emperador César Augusto, que ordenaba registrarse en el censo del propio pueblo de procedencia, José y María van de Nazaret a Belén. Nada más llegar, buscan en seguida alojamiento, porque el parto es inminente; pero lamentablemente no lo encuentran, y entonces María se ve obligada a dar a luz en un pesebre (cf. Lc 2,1-7).

Pensemos: ¡el Creador del universo… a Él no le fue concedido un lugar para nacer! Quizá fue una anticipación de lo que dice el evangelista Juan: «Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» (1,11); y de lo que Jesús mismo dirá: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58).

Fue un ángel quien anunció el nacimiento de Jesús, y lo hizo a los pastores humildes. Y fue una estrella la que indicó a los Magos el camino para llegar a Belén (cf. Mt 2,1.9-10). El ángel es un mensajero de Dios. La estrella recuerda que Dios creó la luz (Gen 1,3) y que ese Niño será “la luz del mundo”, como Él mismo se autodefinirá (cf. Jn 8,12.46), la «luz verdadera […] que ilumina a todo hombre» (Jn 1,9), que «brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron» (v. 5).

Los pastores representan a los pobres de Israel, personas humildes que interiormente viven con la conciencia de la propia carencia, y precisamente por esto confían más que los otros en Dios. Son ellos los primeros en ver al Hijo de Dios hecho hombre, y este encuentro les cambia profundamente. Cuenta el Evangelio que se volvieron «glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20).

En torno a Jesús recién nacido hay también tres Magos (cf. Mt 2,1-12). Los Evangelios no dicen que fueran reyes, ni el número, ni sus nombres. Con certeza se sabe solo que desde un país lejano de Oriente (se puede pensar en Babilonia, Arabia o a en la Persia de aquella época) se pusieron en viaje para buscar al Rey de los Judíos, que en su corazón identifican con Dios, porque dicen que le quieren adorar. Los Magos representan a los pueblos paganos, en particular a todos aquellos que a lo largo de los siglos buscan a Dios y se ponen en camino para encontrarlo. Representan también a los ricos y a los poderosos, pero solo a los que no son esclavos de la posesión, que no están “poseídos” por las cosas que creen poseer.

El mensaje del Evangelio es claro: el nacimiento de Jesús es un evento universal que afecta a todos los hombres.

Queridos hermanos y queridas hermanas, solo la humildad es el camino que nos conduce a Dios y, al mismo tiempo, precisamente porque nos conduce a Él, nos lleva también a lo esencial de la vida, a su significado más verdadero, al motivo más fiable por el que la vida vale la pena ser vivida.

Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad, de la alegría auténtica, del conocimiento que cuenta. Sin humildad estamos “aislados”, estamos aislados de la comprensión de Dios, de la compresión de nosotros mismos. Es necesario ser humildes para entendernos a nosotros mismos, mucho más para entender a Dios. Los Magos podían también ser grandes según la lógica del mundo, pero se hacen pequeños, humildes, y precisamente por esto logran encontrar a Jesús y reconocerlo. Aceptan la humildad de buscar, de ponerse en viaje, de pedir, de arriesgarse, de equivocarse…

Todo hombre, en lo profundo de su corazón, está llamado a buscar a Dios; todos tenemos esa inquietud y nuestro trabajo es no apagar esa inquietud, sino dejarla crecer porque es la inquietud de buscar a Dios; y, con su misma gracia, puede encontrarlo. Hagamos nuestra la oración de san Anselmo (1033-1109): «Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré» (Proslogion, 1).

Queridos hermanos y hermanas, quisiera invitar a todos los hombres y las mujeres a la gruta de Belén a adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Cada uno se acerque al pesebre que hay en su casa o en la iglesia o en otro lugar, y trate de hacer un acto de adoración, dentro: “Yo creo que tú eres Dios, que este niño es Dios. Por favor, dame la gracia de la humildad para poder entenderlo”.

En primera fila, al acercarse al pesebre y rezar, quisiera poner a los pobres, que ―como exhortaba san Pablo VI― «debemos amar, porque en cierto modo son sacramento de Cristo; en ellos ―en los hambrientos, en los sedientos, en los exiliados, en los desnudos, en los enfermos y en los prisioneros― Él ha querido místicamente identificarse. Debemos ayudarles, sufrir con ellos, y también seguirles, porque la pobreza es el camino más seguro para la plena posesión del Reino de Dios» (Homilía, 1 de mayo 1969).  Por esto debemos pedir la humildad como una gracia: “Señor, que no sea soberbio, que no sea autosuficiente, que no crea ser yo mismo el centro del universo. Hazme humilde. Dame la gracia de la humildad. Y con esta humildad yo pueda encontrarte”. Es el único camino, sin humildad no encontraremos nunca a Dios: nos encontraremos a nosotros mismos. Porque la persona que no tiene humildad no tiene horizontes delante, solamente tiene un espejo: se mira a sí mismo. Pidamos al Señor que rompa el espejo y poder mirar más allá, hacia el horizonte, donde está Él. Pero esto debe hacerlo Él: darnos la gracia y la alegría de la humildad para hacer este camino.

Y después, hermanos y hermanas, quisiera acompañar a Belén, como hizo la estrella con los Magos, a todos aquellos que no tienen una inquietud religiosa, que no se plantean el problema de Dios, o incluso combaten con la religión, todos aquellos que indebidamente son denominados ateos. Quisiera repetirles el mensaje del Concilio Vaticano II: «La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. […] La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano» (Gaudium et spes, 21).

Volvamos a casa con el deseo de los ángeles: «Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor». Y recordemos siempre: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó […]. Él nos amó primero» (1 Jn 4,10.19), nos ha buscado. No olvidemos esto.

Este es el motivo de nuestra alegría: hemos sido amados, hemos sido buscados, el Señor nos busca para encontrarnos, para amarnos más. Este es el motivo de la alegría:

saber que hemos sido amados sin ningún mérito, siempre somos precedidos por Dios en el amor, un amor tan concreto que se ha hecho carne y vino a habitar en medio de nosotros, en ese Niño que vemos en el pesebre. Este amor tiene un nombre y un rostro: Jesús es el nombre y el rostro del amor que está en el fundamento de nuestra alegría.

Hermanos y hermanas, os deseo feliz Navidad, una feliz y santa Navidad. Y quisiera que ―sí habrá felicitaciones, las reuniones de familia, esto es muy bonito, siempre― pero que haya también la conciencia de que Dios viene “por mí”. Cada uno diga esto: Dios viene por mí. La conciencia de que, para buscar a Dios, encontrar a Dios, aceptar a Dios hace falta humildad: mirar con humildad la gracia de romper el espejo de la vanidad, de la soberbia, de mirarnos a nosotros mismos. Mirar a Jesús, mirar el horizonte, mirar a Dios que viene a nosotros y que toca el corazón con esa inquietud que nos lleva a la esperanza. ¡Feliz y santa Navidad!

Saludos

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Que el nacimiento de Cristo llene sus corazones y el mensaje de los ángeles: «Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor» presida sus vidas, recordando que Dios nos ha amado primero. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias y feliz Navidad.

Llamamiento

Durante mi viaje a Chipre y Grecia pude tocar con la mano, una vez más, la humanidad herida de los refugiados y de los migrantes. También constaté que solo algunos países europeos están soportando la mayor parte de las consecuencias del fenómeno migratorio en la zona mediterránea, mientras que en realidad esto requiere una responsabilidad compartida por todos, de la cual ningún país puede eximirse, porque es un problema de humanidad.

En particular, gracias a la generosa apertura de las autoridades italianas, he podido traer a Roma un grupo de personas, que conocí durante mi viaje: hoy están aquí en medio de nosotros algunos de ellos. ¡Bienvenidos! Nos haremos cargo, como Iglesia, en los próximos meses. Es un pequeño signo, que espero sirva de estímulo para otros países europeos, para que permitan a las realidades eclesiales locales a hacerse cargo de otros hermanos y hermanas que deben ser urgentemente ubicados, acompañados, promovidos e integrados.

Son muchas las Iglesias locales, las congregaciones religiosas y las organizaciones católicas que están preparadas para acogerlos y acompañarlos hacia una integración fecunda. ¡Solo es necesario abrir una puerta, la puerta del corazón! ¡No dejemos de hacerlo en esta Navidad!

 

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Comentarios
16 comentarios en “Francisco: «Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad»
  1. Como siempre, ni una palabra de la conversión necesaria para alcanzar la gloria. Jesús murió por nosotros gratuitamente, pero todos somos corredentores de la salvación. De nuevo hace creer a los incautos al estilo protestante, que la salvación es gratuita por la cara, sin que sea necesario ni fe ni obras, una estafa que tendrá en el futuro trágicas consecuencias.

    1. Francisco va por libre, no se sujeta a la doctrina de la Iglesia, y por eso los católicos no debemos sujetarnos al Papa. No hay que hacerle caso.

      1. Contrariamente a lo que dice Francisco, el beneficio del nacimiento de Jesús llega a todos los hombres que se abren a su gracia, pero no a los incrédulos ni a los pecadores impenitentes.

      2. El Papa se equivoca al hablar de «acompañar a Belén…a los que no tienen inquietud religiosa», porque la misión que Cristo nos ha dado no consiste en acompañar sino en convertir.

      3. También yerra al decir: «aquellos que indebidamente son denominados ateos». No es impropio llamarles como lo que son, pues quien no cree en Dios es ateo.

        1. ¿En serio? ¿Un musulmán es ateo? Porque no cree en Jesucristo (al menos que sea Dios, que es lo que es) ¿Un judío es ateo? (Ídem). ¿Y un mormón? ¿Y un Testigo de Jehová? Nadie, nadie, nadie ha denominado «ateos» a ninguno de éstos, aunque no crean en la divinidad de Jesucristo, Nuestro Señor. Deje de intentar defender lo indefendible intentando la cuadratura del círculo. Ya dice usted suficientes disparates propios, como para que sienta esa necesidad imperiosa de justificar disparates ajenos, y, para ello, tener que volver a decir usted un nuevo disparate.

        2. ¿Pero que disparates dice? Por más que adopte esa pose condescendiente, el que necesita que le hagan un mapa es usted: ¿Cómo pretende sacar conclusiones lógicas partiendo de premisas falsas? Según usted: «Todos los que no creen en Jesucristo son ateos». Sólo ésto ya es una estupidez. Todos los que no creen en Jesucristo NO son ateos. Justo lo contrario de su disparate. Tras decir esa chorrada, que es falsa, usa un «pero» (como si guardase alguna relación) para enlazar tal falsedad con algo cierto: que los ateos no creen en Dios. Se lo voy a explicar a usted adaptado a su nivel: todos los lapiceros (los que creen en Jesucristo pero NO son ateos) no son pulgares, por lo cual da igual que todos los dedos sean o no pulgares: los lapiceros no lo son, como tampoco son ateos los grupos mencionados. Sólo son ateos los que NO creen en Dios, y sólo a esos se les llama así. Sacerdote mariano tiene razón. Usted no, para variar.

        3. ¡Vaya por Dios! Una errata. ¡Lo que le faltaba a usted, que se pierde hasta en la ducha!:

          Donde dije: «(los que creen en Jesucristo pero NO son ateos)», debe decir: «(los que NO creen en Jesucristo pero NO son ateos).

        4. «Y que tiene que ver los lápices con los dedos?»

          Lo mismo que los que no creen en Cristo con los ateos, que es el disparate que ha dicho usted: nada. Los lápices no son dedos, como tampoco son ateos los que no creen en Cristo. Su ejemplo de los pulgares es una completa estupidez por ese motivo: usted cuenta como pulgares (o como dedos, que lo mismo da), lo que sencillamente no es ni una cosa ni la otra. He dicho lapiceros como podía haber dicho ranas, nubes o coches. Y paro aquí la explicación porque seguro que usted ya se ha perdido. Y no diga disparates: no existen «falsas erratas», o es una errata o no lo es. No tengo ni idea, con su mente calenturienta, que líos mentales se hace con que «ha salido mi verdadero yo» y bla, bla, bla. Es usted tan torpe, que «los que NO creen en Jesucristo pero NO son ateos» se los había citado previamente: judíos, musulmanes, etc. ¿Cuál es la «falsa»errata, pues?

        5. Y al final, tanto llevar la contraria, para acabar aplicando la ley del embudo (ancho para usted y estrecho para los demás): yo me como «NO» en una frase que ya había explicado anteriormente, y usted dice que es «una falsa errata», que «sale su verdadero yo», que
          «Eso explica su odio» (a la Iglesia, nada menos). Pero luego, dice que hay una errata en su comentario inicial, que casualmente también es «NO». Pero, en este caso, como la errata es suya, no la tilda de «falsa», ni se atribuye «odios a la Iglesia» a usted mismo, ni nada semejante a lo que me ha dicho a mí. De nuevo, se evidencia una vez más su falta de caridad y su nulo arrepentimiento, que queda en evidencia por la ausencia de una disculpa.

      4. Y en el llamamiento final, el Papa se muestra como demoledor de la civilización cristiana, al impulsar la invasión musulmana de Europa mediante la inmigración masiva e ilegal.

  2. Pus no es que demuestres mucha humildad creyéndote, en vez del servidor de la Liturgia, que es De Dios, el dueño absoluto de la Misa Sacrificio del Calvario, hasta el punto de enmendarle la plana a Jesucristo y espetarle que no tenía que morir en la Cruz, que es lo que le dices anulando la Misa, cosa que nunca lo conseguirás, pues te desobedeceremos, ya que «Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres», pues Jesucristo, en contra de tus deseos, mandó a los apóstoles «Haced esto en memoria mía».

  3. Solo es humilde quien acepta vivir de y en la Gracia De Dios.Cualquier pescado es un acto de soberbia y no aceptar que se necesita la Gracia De Dios para dejar de pecar es querer vivir indefinidamente en la soberbia.
    Por tanto uno no es humilde porque se lo proponga a fuerza de voluntad uno es humilde únicamente por la Gracia De Dios.

  4. La HUMILDAD de Nuestra madre FIAT, esa humildad que nos hace ver que no hay nada que cambiar o agregar a nuestra FE, solo creer y confiar!

    ósea No hay evolución, No hay actualización, el señor viene en unos días, y sus enseñanzas son eternas, ojala este hombrecillo, fuera humilde, y se acepte por debajo de DIOS, como todos nosotros, HUMILDAD de reconocernos pecadores y desear ser buenos, no solo en apariencia, como se plantea hoy los Neofariseos que solo imponen normas humanas de convivencia, el buenismo, acompañado de aceptacion de la homosexualidad, aceptación de toda migración, aceptación de las vacunas, aceptar el pecado como regla, de la moral no hablemos, todos somos hijos de DIOS, que tiene la obligación de aceptar todas nuestras inequidades.

    1. Los que han rechazado la luz de Cristo han elegido una oscuridad culpable. Cuando se aparenta desconocer la piedra angular, no es ficción estrellarse contra ella. Cuando venga Jesucristo, permaneceremos para siempre en la actitud que hayamos tenido hacia Él. Todos los que quieran organizar su vida lejos de Él, podrán hacerlo, serán para siempre liberados de su presencia. Ahora es el juicio de este mundo……

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