(Le Point) Queridos compatriotas,
Desde hace meses se está elaborando un plan que pretende deconstruir la catedral de París con el pretexto de restaurarla. Ayer entró en su fase de ejecución.
Como amante del esplendor de nuestra civilización, no puedo quedarme callado ante este espantoso intento de alterar por completo la estructura más visitada del mundo, el centro de gravedad de la cristiandad francesa y el símbolo de nuestra nación.
La mañana siguiente al incendio, ¿qué debería haber decidido hacer Emmanuel Macron? Hacer reconstruir la catedral de forma idéntica, tanto por dentro como por fuera, y dejar que la comisión de Monumentos Históricos cumpliera su noble misión. En lugar de eso, impulsado por un orgullo desmedido, lanzó un concurso para modernizar la catedral y creó una estructura opaca dirigida por un general -un proyecto caro y extremadamente complicado- destinada a satisfacer sus caprichos.
El asunto de Notre Dame quedó entonces oculto bajo un sello de absoluto secreto. Hasta que nos enteramos de que había nacido un nuevo plan que pretende dar un giro radical al interior de la catedral. Emmanuel Macron está tan satisfecho con él que ha invitado al Palacio del Elíseo a su principal diseñador, un sacerdote progresista lleno de confusas fantasías . El presidente de la República trata de hacer pasar a los entusiastas de Notre Dame por nostálgicos atrasados. Pero, ¿desde cuándo la modernidad consiste en desfigurar una obra maestra extraordinaria para sustituirla por una fantasmagórica idiotez?
Dos años después del incendio, nuestra catedral sigue pereciendo, arrastrada por las llamas de lo políticamente correcto. «Espacios emocionales», «capilla ecológica», «viajes de iniciación», «pintura abstracta»: en un incendio de abstracciones cursis e imbéciles, los demonios del wokeísmo hacen estragos en el tesoro más conmovedor de París.
Los pilotos de este proyecto demuestran una comprensión sesgada y pervertida de la Historia. Ven en Notre Dame un pastel de capas donde cada líder puede dejar su huella, «cueste lo que cueste». Toman la fidelidad por una falta de audacia. Hay una razón para todo esto: no aman a Francia. Creen, como dice el propio Emmanuel Macron, que no hay cultura francesa. Alientan todo lo que es capaz de deconstruir el corazón de nuestra civilización.
Todavía no es demasiado tarde para hacer lo correcto. Emmanuel Macron debe dar la orden de cancelar este proyecto, lo antes posible. Y, si por casualidad persiste en permitir que se desfigure la catedral de París, cuando yo sea elegido presidente juro solemnemente que Notre Dame volverá a ser Notre Dame. Hago de esta intención una parte permanente de mi plataforma de campaña.
Viva nuestra Historia, viva el Arte y, sobre todo, viva Francia.
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¿Concurso para proyectos ?
Aquí en mi ciudad se quemó un mercado muy céntrico, por un corto circuito.
Y fueron tan eficientes los arquitectos, que todavía salía humo de los escombros, y ya tenían un plano con la nueva construcción,, sólo que aquí era feo el antes y el después.
El templo de Nuestra Señora, es un reflejo del estado actual de la Iglesia. Un botín que se quieren repartir, no para cuidarla, sino para acabarla.
Podrían encargar el proyecto de decoración a Kiko: corona mistérica de iconos, como en la catedral de la Almudena de Madrid, gran mesa cuadrada en lugar de altar, piscina olímpica bautismal etc. También podrían instalar una banda explicativa de la historia de la Iglesia, como en varias catedrales españolas (al menos Ávila y Pamplona, que yo recuerde), donde se cuentan las sombras de muchos siglos y las luces del concilio Vaticano II y Asís.
En fin, los tiempos son malos.
Es todo un símbolo de la descristianización de Europa y de todo el mundo, impulsada por un Bergoglio que se dice inspirado en el CVII, un concilio pastoral elevado a super dogma, que sustituye la evangelización y la condena del error y la herejía por el diálogo y la cháchara. Así nos va. Las anunciadas primaveras ni están ni se les espera, a pesar del cambio climático, otro dogma bergo liante.
Hasta hace bien poco era un protestante, Viktor Orban presidente de Hungría, el que daba y da ejemplo a la Iglesia entera creando un organismo con rango de ministerio para ayudar a los cristianos perseguidos y ahora -corríjanme si me equivoco- es un judío practicante el que nos enseña a guardar la herencia cristiana de Europa. Francisco sigue absorbido por los arrecifes coralíferos.