(Tempi)- Hoy 1 de diciembre, llega al Tribunal Supremo el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que podría anular el derecho al aborto en Estados Unidos. La mayoría de los jueces son conservadores, pero el resultado es incierto.
Desde hace 52 años, el aborto es un derecho constitucionalmente protegido en Estados Unidos, consagrado en la histórica sentencia Roe contra Wade de 1973. Verdadero tótem del pensamiento progresista, la libertad de las mujeres para hacer lo que les plazca con su propio cuerpo y, especialmente, con sus hijos durante el periodo de gestación, nunca se ha tambaleado. A pesar de los innumerables intentos de los Parlamentos locales y de los activistas provida, el aborto sigue siendo un derecho intocable en Estados Unidos desde hace más de medio siglo. A partir del hoy, por primera vez, esto puede cambiar.
El caso de Mississippi en el Tribunal Supremo
Hoy 1 de diciembre, el Tribunal Supremo de EE.UU. escuchará los argumentos orales en el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que pone explícitamente en el banquillo a Roe v. Wade. La sentencia no se espera hasta junio de 2022, pero Estados Unidos ya contiene la respiración, intuyendo que la historia puede volver a pasar por Washington.
El caso que le acelera el pulso a los progresistas nació en Mississippi. El 19 de marzo de 2018, declarando solemnemente que traía «la salvación para los niños no nacidos», el gobernador republicano del estado sureño, Phil Bryant, firmó una ley que declaraba ilegales en Misisipi todos los abortos realizados después de la décimo quinta semana de embarazo.
Se trata de una afrenta directa a las sentencias Roe v. Wade y Planned Parenthood v. Casey, en las que se estableció principalmente que el aborto es legal en cualquier caso siempre que el niño no pueda sobrevivir fuera del vientre materno. Esta condición se ha interpretado como una luz verde indiscriminada para abortar alrededor de la semana 24 o 28 de embarazo.
Anular la sentencia Roe v. Wade
La ley de Misisipi nunca entró en vigor porque la Organización de la Salud de la Mujer de Jackson, que opera la única clínica de aborto en todo el Estado, que tiene tres millones de habitantes, presentó una demanda en el tribunal federal de distrito, que bloqueó la ley en noviembre de 2018.
En Misisipi, el 93% de los abortos (datos de 2018) se realizan antes de la décimo quinta semana debido a las leyes adicionales que imponen restricciones al funcionamiento de las clínicas abortistas. Esto, según los activistas a favor del aborto, demuestra que a Misisipi le interesa más anular la sentencia Roe contra Wade que la propia ley. Por eso, señalan de nuevo, el momento no es casual.
«Batalla final sobre el aborto».
Mississippi no es el primer Estado que aprueba una ley de este tipo con la esperanza de llevarla al Tribunal Supremo. Pero nadie lo había conseguido, con muy pocas excepciones: faltaban las condiciones, es decir, una mayoría conservadora entre los nueve principales jueces de Estados Unidos. Hoy esa mayoría está ahí gracias a que Donald Trump ha nominado a Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett. Por consiguiente, se puede volver a intentar la hazaña.
Según Associated Press, el miércoles se producirá la «batalla final» entre dos puntos de vista radicalmente diferentes: el ministro de Sanidad de Misisipi, Thomas Dobbs, que ha presentado la demanda, pide explícitamente que el tribunal anule el caso Roe contra Wade y revoque el derecho constitucional al aborto. En cambio, la clínica abortista exige que se reafirme tal derecho. Dobbs exige que se devuelva a los Estados, es decir, a los ciudadanos, el derecho a legislar a su antojo sobre esta cuestión. La clínica quiere acabar con la posibilidad de que los parlamentos locales se interpongan en la libertad de las mujeres.
Según Sherif Girgis, profesor de Derecho de la Universidad de Notre Dame, «en este caso no habrá medias tintas». Como explica el Instituto Guttmacher, si se produjera un veredicto favorable en Misisipi, el aborto quedaría inmediatamente prohibido o severamente restringido en 26 Estados de EE.UU. (al igual que ocurría antes del caso Roe contra Wade). En los demás Estados puede que no cambie nada.
Es fácil decir conservador
A pesar de que los progresistas llevan meses dando la voz de alarma sobre el peligro que corre la libertad, señalando que la mayoría de los conservadores en el Tribunal Supremo es abrumadora (6 a 3), el resultado no se puede dar en absoluto por descontado. Aunque no es tan común que se anule una sentencia pasada, la historia demuestra claramente que «todo tribunal es imprevisible», como dijo a Tempi Paolo Carozza, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame, en Indiana: «Los jueces son independientes, no pueden encabezar una campaña política con toga, no hay contradicción entre la sentencia emitida y su enfoque de la Constitución, por lo que se puede llegar a resultados diferentes de los esperados, incluso dentro de una orientación moral y política común».
Lo que dice el profesor lo confirman los hechos: en 1992, un tribunal formado por nada menos que ocho jueces conservadores, en el famoso caso de Planned Parenthood contra Casey, en lugar de anular el caso Roe contra Wade, lo confirmó añadiendo que no se puede imponer una «carga excesiva» al derecho al aborto por parte de los Estados.
«Los Estados pueden abolir el aborto».
Fue una dura derrota para los provida, y no hay garantía de que no vuelva a ocurrir. El único juez al que se puede señalar es Clarence Thomas, que a lo largo de los años ha reiterado su oposición al derecho al aborto. Ya en 1973, resume el Washington Post, escribió que «la facultad de una mujer de abortar a su hijo no nacido» no es una libertad protegida por la Constitución. En una opinión disidente en 2020 añadió que «nuestros precedentes sobre el aborto son realmente erróneos y deben ser rechazados. La Constitución no restringe la capacidad de los Estados para regular o incluso abolir el aborto».
De hecho, según el juez Thomas, la Constitución de Estados Unidos no contempla ningún derecho al aborto y no le corresponde al Tribunal Supremo interpretarla para hacer que dicho derecho entre. También especificó en 2019 que el aborto se ha convertido en «una herramienta de la eugenesia moderna». Y a los que sostienen que los jueces deben basarse en los precedentes, respondió en una opinión de 2019: «En mi opinión, si el Tribunal encuentra una decisión que es claramente errónea -una que no es una interpretación posible de la Carta-, el Tribunal debe corregir el error, independientemente de que haya otros factores que apoyen el rechazo del precedente.»
Publicado por Leone Grotti en Tempi
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
El aborto es el mayor genocidio de la Historia. Con él, el número de asesinatos de seres humanos en un solo año, supera al de todos los muertos de las dos guerras mundiales juntas.
El final del aborto hubiera sido una buena intención de oración del Papa para el mes de diciembre. (Por cierto, no recuerdo que en ocho años de pontificado Francisco haya dedicado un mes al aborto).
Lo acabo de comprobar. El Papa Francisco NUNCA ha rezado por el fin del aborto, de la eutanasia ni de la ideología de género, en las intenciones de oración mensuales que publica la Red Mundial de Oración del Papa.
No me fío nada de los jueces conservadores. Acostumbrar conservar todas las ¿conquistas? de los progresos, especialmente sus porquerías, elevadas a rango de derecho. No obstante, vamos a rezar para que, al menos, el aborto no se califique como derecho sino como delito des penalizado en ciertos casos.
Padre Nuestro, que estás en el cielo .. Nuestro, de todos, en especial de los no nacidos, víctimas de un sistema globalista que ya no los protege, para reducir la población a 1000 millones.