Viva Cristo Rey

Viva Cristo Rey
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No creo ser ni demasiado injusto ni demasiado suspicaz si digo que la festividad que se celebró este domingo, Cristo Rey, no es de las más populares para la particular ‘sensibilidad eclesiástica’ que domina actualmente la vida institucional de la Iglesia, aunque se trata de una desafección, casi diríamos una incomodidad, que tiene ya unas décadas.

Es como si en los últimos años el énfasis en la Misericordia de Dios hubiera eclipsado de algún modo otro aspecto obvio de Su Divinidad, lo que precisamente hace operativa Su Misericordia: Su Omnipotencia, el poder irresistible que tiene sobre todo el universo, sobre todas las cosas.

Este descuido apologético, que no solo hace referencia al propio Dios, sino a todo el mundo sobrenatural, se me hizo claro al leer un comentario reciente en Twitter del poeta y periodista Enrique García-Máiquez: “Tomándole la lección del catecismo a mi hijo, me explica que «los ángeles son buenos, inteligentes y poderosos». Admiro la triada”.

Se diría que es incómodo recordar que los ángeles, además de buenos e inteligentes, son poderosos. Y eso que se refiere a los ángeles -entidades personales de los que ya es difícil oír hablar en círculos eclesiales-, es igualmente cierto referido a la Santísima Virgen o al propio Cristo.

Incluso si se trata de hablar de la condición real de Nuestro Señor, no es infrecuente que se nos invite a hacerle “rey en nuestras vidas”, rey de nuestros corazones. Pero Cristo es verdaderamente Rey, lo aceptemos o no, se crea o no. El hecho comprobable de que el mundo parece haber dado la espalda a Dios, de que cada vez son más los regímenes que persiguen, acosan y discriminan a los creyentes, de que se diría que la Iglesia parece abocada a las catacumbas y a la insignificancia cultural no puede hacernos olvidar que Cristo es verdaderamente rey, es decir, que la victoria total y definitiva es suya. No vencerá al final: ya ha vencido al mundo.

Si se quiere, reconocer la realeza de Cristo es como ser leal al gobernante legítimo en un periodo oscuro en que el Reino está aparentemente en manos de un usurpador, no llamado por casualidad el Príncipe de este Mundo. Pero Cristo no necesita nuestra espera ni nuestra lealtad para ser Rey, para tener todo el poder. Y por eso en Misa entonamos cada vez estas palabras, que convendría recordar en los momentos de especial oscuridad: “Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor”.

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Comentarios
13 comentarios en “Viva Cristo Rey
  1. La fiesta de Cristo Rey ha sufrido la típica adulteración de la mentalidad moderna de hacerla muy grandilocuente y etérea para que pase a no significar nada. Pasó a llamarse “Cristo, Rey del Universo”, como para que nos olvidemos de que Cristo -y en ese sentido se promulgó Quas Primas- ha de reinar en las sociedades, en las leyes, en los parlamentos, en las costumbres, etc. Es decir, en las realidades con las que nos topamos cada día. Pero se predica que ha de reinar “en los corazones” y “en el Universo”, y la gente se queda sin saber muy bien qué significa eso. Es como la traducción del “Sanctus Dominus, Deus Sabaoth”, que pasó de ser algo tan significativo y terrible como “Dios de los ejércitos” a algo, de nuevo, tan etéreo y abstracto como “Dios del Universo”.

    1. Efectivamente, en la encíclica «Quas primas», S. S. Pío XI estableció la solemnidad de Cristo Rey, que debía celebrarse el último domingo de octubre, justo antes de Todos los Santos (así se sigue haciendo en el calendario litúrgico tradicional), y en ella deja bien clara la intención (bastante diferente a la que se le da hoy en día):

      «…el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes […] su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres».

  2. Si, verdaderamente hay una ambivalencia entre el Cristo de la Misericordia y la festividad de Cristo Rey, cuando son dos caras de la misma moneda. Los contrarrevolucionarios, vandeanos o cristeros, utilizaron la frase ¡Viva Cristo Rey! con toda la razón del mundo porque ellos ponían a Cristo por encima de todo, eran cristocéntricos. La prueba del algodón es que alguien que se juega todo lo que tiene, incluso la vida de su familia y de él mismo, excluye la idolatría. Pero para que la Misericordia de Dios tenga algún valor tiene que ser Rey, en el sentido de que es el Todopoderoso, porque si no vanas son nuestras súplicas a una misericordia de pacotilla. «Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria» decimos em misa como loros y no lo tomamos en serio.
    El cristocentrismo fue expresado en la Edad Media por el Pantócrator, desapareció en el Renacimiento, y volvió a resurgir en 1926 con la festividad de Cristo Rey instituida por Pío XI.

    1. Muy de acuerdo con usted, doña María Jesús. El grito final, delante de los verdugos democráticos de la Revolución francesa fue «Dieu, le Roi» (Dios, el Rey), el de los cristeros fue: «¡Viva Cristo Rey!», a veces acompañado de «¡Viva México!» o «¡Viva la Virgen de Guadalupe!», pero siempre «¡Viva Cristo Rey!». En la España del 36, el grito ante los verdugos fue también: «¡Viva Cristo Rey!», muy a menudo acompañado de «¡Viva España!». Es esta connotación intransigente frente a los poderes del mundo la que incomoda dentro de la Iglesia conciliar del «diálogo entre religiones». Así pues, la fiesta de «Cristo Rey», para vandeanos, mexicanos y españoles está asociada al maririo dentro de la Edad Contemporánea de la Historia de la Humanidad que nos ha tocado vivir. «Estos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado sus vestidos en la sangre del cordero». Dios nos dé el valor de decir ante este mundo impío: «¡Viva Cristo Rey!»

  3. Hay bastantes similitudes entre la iconografía de Cristo Rey y la del Pantócrator si nos fijamos: los dos dedos de la mano derecha levantados y en la izquierda el Libro o la Bola del Mundo. En la iglesia de mi pueblo el Pantócrator, que figura encima de una de las puertas laterales, es la Primera Persona de la Santísima Trinidad, el Padre, pero, aunque no es el único de esas características, en general la representación es del Hijo.

  4. El antropocentrismo que supuso el Humanismo Cristiano, o desplazamiento de la centralidad de Cristo por la del Hombre, hizo desaparecer en Occidente el Pantócrator (en Oriente no) y los artistas renacentistas pintaban más escenas del Evangelio en el que la Majestad de Cristo no aparecía. Como consecuencia de la Revolución Francesa y sus ramificaciones, caso de Plutarco Elías Calles en México (Pío XI tiene tres encíclicas que tratan de la cuestión), se instituyó la Fiesta de Cristo Rey que venía a recordar lo que parecíamos haber olvidado. Es evidente que, como las cosas han ido como han ido, esta fiesta es incómoda. San Juan Pablo II instituyó el Cristo de la Misericordia y ésta si que es popular. Pero una recuerda una cosa y otra recuerda otra y ambas son compatibles porque el Señor es Dios de los Ejércitos, como nos recuerda el Apocalipsis, y también el Misericordioso. Sobre ambas ideas pivotamos, pero no podemos olvidar ninguna de las dos.

  5. Contra el moderno laicismo

    23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad.

    1. Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.

      CARTA ENCÍCLICA QUAS PRIMAS DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XI SOBRE LA FIESTA DE CRISTO REY

  6. el dia decristo Rey yo dije que mientras que este vivo no parara nada serio en el mundo, ni una gran gerra que afecte a muchos paises,yo como rey de israel sere como josias el ultimo rey de israel, pero claro cuando me muera ya no garantizo nada, digamos que en el periodo de mi vida sera un periodo de paz conpocas gurrras.

    1. Isaías 44:6
      Así dice el SEÑOR, el Rey de Israel, y su Redentor, el SEÑOR de los ejércitos: «Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios.

  7. Efectivamente ya reina en el Universo como cualquiera que haya dejado que se enseñoree de su corazón puede comprobar: el mal no puede contra su alma.

  8. La Misericorditis imperante, no es que sólo separe la Misericordia divina de la Realeza de Cristo, es que también la separa de la Verdad y de la Justicia, por lo que, como dice GK Chesterton, SE HA VUELTO LOCA, hasta el punto de negar el infierno, ¿verdad Scálfari?, o hablar de él para hacer bromas, de modo que ese infierno, de existir, estaría vacío. Y las pobres ánimas del purgatorio, que tampoco existiría, que se pudran, pues nadie se acuerda de ellas. ¡Todos, todos al Cielo! como dijo Bergoglio en la plaza de San Pedro uno de esos días inspirados por el diablo, que suele tener con harta frecuencia, salvo los católicos, los únicos que tienen que convertirse, de su rigidez, la misma que tenía Jesucristo, que no admitía ninguna contravención de la ley divina, ni siquiera el divorcio.

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