Cañizares sobre la evangelización de América: «Ofrecieron lo mejor, no oro y plata, sino a Jesucristo»

Enfado Cañizares
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El Arzobispo de Valencia, Monseñor Antonio Cañizares, ha reivindicado en su última carta pastoral, la labor evangelizadora de los españoles en América.

«¿Cómo dejar en estos momentos de dar gracias al Dios, Único y Verdadero, cuyas huellas rastrean todos los hombres de todos los tiempos, a veces sin saberlo, y que se nos ha dado en Jesucristo? ¿Cómo callar esta acción de gracias gozosa porque los predicadores del Evangelio cumplieron su misión sin desfallecimiento, con libertad e intrepidez, sin cálculos sugeridos por astucias humanas?», se pregunta el cardenal Cañizares.

El purpurado español defiende que «aquellos predicadores ofrecieron lo mejor que puede ofrecerse a los hombres: no oro y plata, sino a Jesucristo, en cuyo nombre todo hombre está llamado a caminar en verdad y justicia y será salvo». Ellos “predicaron en toda su integridad la Palabra de Dios, sin ocultar con el silencio las consecuencias prácticas que derivan de la dignidad de cada hombre, hermano en Cristo Jesús” (Juan Pablo II).

En su carta, destaca la figura de algunos personajes que «también les cabe la gloria de esta evangelización». Es el caso de Vasco de Quiroga, «una de las glorias que brilla con mayor esplendor en aquellos primeros tiempos de la obra evangelizadora por las tierras recién descubiertas». Cañizares asegura que “Tata” Vasco, como se ha escrito, “es una cumbre de humanismo cristiano, evangélico; se dedicó a promocionar al indio, con máximo y exquisito respeto, por todos los medios posibles, eficazmente; sigue vivo en el recuerdo de aquellas buenas gentes descendientes de los indios que él evangelizó y civilizó. A los que hizo hombres cristianos, cultos, letreros, artesanos, agricultores, alegres, con precisión social para todas sus necesidades, con amor…”.

El arzobispo de Valencia, pone de relieve la obra emprendida y la herencia de “Tata” Vasco «continuada a lo largo de los siglos, hasta hoy, por una larga historia de hombres y mujeres que han servido con toda ilusión esperanza y gozo a nuestros hermanos de Hispanoamérica. Todos ellos han escrito bellísimas páginas de cristianía, de humanidad, de inquietud por el hermano de proyección misionera entre los pueblos hermanos de América. Ellos y ellas son para nosotros motivo de alabanza y acción de gracias, de gloria y alegría, y estímulo y acicate en nuestra vida», ha destacado Cañizares.

Por otro lado, ha querido recordar que «no ha de faltar la llamada a la continuación de esta obra evangelizadora, cultural y servicial. Nuestra mejor aportación a esta memoria agradecida que ahora hago, habría de ser continuada e intensificada ahora». También ha insistido en que «América Latina pasa por momentos nada fáciles, no podemos dejar solos a aquellos países hermanos y a sus gentes, por ejemplo, ante la invasión cultural del pensamiento único, ante el relativismo dominador».

Por ese motivo, Cañizares pide «unirse más y cooperar mejor y más ampliamente a las Conferencias Episcopales de habla hispana y portuguesa a las diócesis españolas, a las órdenes religiosas a movimientos cristianos nuevos, a Universidades Católicas». El cardenal concluye su epístola insistiendo en que «es necesario unirse y colaborar, tenemos una responsabilidad de la que habremos de dar cuenta a Dios y ante el mundo y la historia. De esta unidad y colaboración en la obra evangelizadora y cultural dependerá el futuro universal, como hubo un futuro nuevo y esperanzador universal para el mundo del siglo XVI por la primera y eficaz evangelización de América».

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Comentarios
4 comentarios en “Cañizares sobre la evangelización de América: «Ofrecieron lo mejor, no oro y plata, sino a Jesucristo»
  1. Totalmente de acuerdo con Cañizares. España hizo un ímprobo esfuerzo en la evangelización de America. Hubo una época, en la que muchas familias españolas, tenían algún miembro que se había ido de misionero a algún país de America

  2. Pues a ver si se lo cuentas a Bergoglio. No creo, prefieres la prórroga y el jabón, pues hasta lo calificaste, con una mentira demasiado gruesa, de hombre enviado por Dios para la Iglesia de nuestro tiempo.

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