Habla un médico católico: «Negar que la vacuna reduce la mortalidad es negarse a aceptar la realidad»

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El debate que han generado las vacunas contra el coronavirus ha sido intenso en el seno de la Iglesia católica -y fuera de ella. El conocido blog argentino The Wanderer nos trae el testimonio de Antonio Macaya Pascual, doctor en medicina, profesor universitario en Barcelona y diácono permanente.

El médico le hizo llegar al blog una carta que fue escrita para una religiosa dedicada al cuidado de personas gravemente discapacitadas, que decidió dejar los hábitos hace pocos días ya que la institución donde presta asistencia su comunidad le pedía que se vacunara.

Les ofrecemos la carta del doctor Macaya:

Apreciadísima hermana…

No tengo ningún derecho a escribirle ni a decirle nada, tanto por ser simplemente un voluntario, como por mi poca virtud… No soy religioso, ni siquiera he dejado el mundo…

Por lo tanto, en todo cuanto digo mi persona estorba más que ayuda, y si lo desea puede usted destruir ahora mismo esta carta.

Me daba miedo, de todas formas, que Dios me tuviera en cuenta no haber dicho ni hecho nada ante lo que ha sucedido.

Otras veces, por una pretendida prudencia, me callé, y luego vi que hubiera sido necesario manifestar lo que veo.

Lo único que le pido es que lea usted misma, usted misma, el contenido de la carta.

Además, creo que lo que le voy a explicar servirá a otros, pues en la situación actual veo a mucha gente sufriendo por motivos parecidos a los de usted… Está escrito con un poco de prisa, disculpe…

  • Crisis. Es verdad que vivimos en un momento único en la historia. La crisis moral afecta de forma particular a la Iglesia, Esposa de Cristo, en forma de escándalos financieros, abusos, persecución a sacerdotes buenos… que están ahora mismo totalmente indefensos, pues los últimos papas han suprimido la presunción de inocencia al permitir que se aparte de sus funciones sin juicio ni defensa. En muchos seminarios no se enseña la doctrina católica. Hay muchos sacrilegios en la celebración de la Santa Misa. En fin, sobre esto le podría escribir muy largamente.

Es cierto también, como usted dice, que Satanás se está manifestando actualmente de forma más clara. Es el padre de la mentira. El problema es saber detectar cuándo nos está engañando. El Diablo se disfraza de ángel de luz, y hay que mirar bien cuándo puede estar ante nosotros disfrazado.

  • Cómo eran algunos de los más fervorosos antes de la pandemia.

Muchos católicos buenos (fieles, preocupados de la salud de las almas) experimentan un gran desasosiego porque desconfían de las vacunas contra el coronavirus. Algunas personas consideran que el plan de vacunación generalizado que proponen los gobiernos tiene relación con toda la crisis moral a la que antes aludía.

Antes de entrar en el tema a fondo, tres consideraciones previas, sobre cómo eran muchos de los católicos más fervorosos antes de la pandemia, y que ahora están en contra de la vacuna.

  1. Eran gente que decía: «hay que obedecer al médico«. Eso era algo que formaba parte de la vida virtuosa: fiarse del profesional que tiene autoridad. A mí me decían siempre, cuando les daba a escoger: «no, Dr., usted dígame qué debo hacer… yo haré lo que me diga».

Esto tenía su importancia.

Significaba un respeto al principio de autoridad.

Un principio que muchos católicos anti-vacunas piensan que es clave para el ordenamiento de la sociedad, y lamentan que se haya perdido.

Ahora ya no dicen esto, y actuando así promueven la desobediencia de los hijos a los padres, de los alumnos a los maestros, de los trabajadores a los empresarios… de los feligreses a los pastores…

  1. Era gente que, en el mismo sentido, decía: «hay que obedecer al Papa y a los obispos». La

Santa Sede ya se ha pronunciado al respecto, con un documento emitido por la Congregación

para la Doctrina de la Fe, diciendo que el uso de células provenientes de un aborto en algunas vacunas es un mal, pero que es una colaboración muy remota y que además hay que considerar la gravedad del mal que conlleva el NO vacunarse. Dice la Congregación, finalmente, que vacunarse es «deseable».

Es un documento importante.

Podemos pensar personajes de la historia a los que les daría igual que el Sucesor de Pedro firme un documento magisterial.

Lutero, Zuinglio, Calvino… hoy en día curas y monjas progresistas… Son personas que decidieron o deciden que lo que diga la Iglesia como Madre y Maestra en materia de fe y costumbres no va a afectar a su conducta.

Se ríen cuando les dices, como argumento, que la Santa Sede se ha pronunciado.

Yo no quiero ser como Lutero. No me siento en comunión con los que ignoran el Magisterio. No tengo la misma fe que un cura progresista que le da igual la doctrina de la Iglesia.

A pesar de eso, tengo mi opinión, y no obedezco ciegamente, y tengo muchas reservas sobre algunos documentos recientes del Magisterio… Entonces me quedo siempre con lo que enseña la Tradición y el Magisterio perenne de la Iglesia. Leo el Magisterio actual bajo la luz de la Tradición y el resto del Magisterio… y uno siempre encuentra una bella armonía…

Pero cuando llegue mi juicio, quiero haberle tenido más respeto a la Congregación de la Doctrina de la Fe que a cualquier sacerdote particular, por más bien que predique.

  1. c) En tercer lugar: antes, los católicos más fervorosos deseaban el martirio… e incluso lo pedían. Ahora, en cambio, parecen huir de él. Cosa totalmente legítima. Lo único que digo es que antes los cristianos más fervorosos, más preocupados de las cosas de Dios, tenían incluso ansias de martirio. Ahora, en cambio, no se ve ese deseo.

Si las vacunas son parte de una persecución, los que sufren esa persecución bienaventurados por haber sido perseguidos por causa de Jesús.

3) Las vacunas y el aborto.

Respecto a las células de bebé abortado. Como puede suponer, yo creo que el aborto es un crimen abominable. Creo que en España ningún partido político sostiene la postura adecuada, que es la penalización del aborto como castigo justo y pedagógico a las madres que, sea por lo que sea, son las que deciden la muerte de su propio hijo. Por eso, al menos en España, votar a cualquier partido político es colaborar positivamente con el aborto.

La relación de las vacunas con el aborto es muy distinta.

Para empezar, la invito a pensar en una vacuna que seguramente usted lleva.

Es casi seguro que usted esté vacunada de la rubéola, como casi todas las mujeres del mundo. Es una vacuna obligatoria en casi todo el mundo.

Es una vacuna fabricada con células de la línea celular WI-38, que provienen del pulmón de un niño abortado en Suecia en 1962.[1] La otra marca de vacuna de la rubéola está fabricada con células MRC-5, que se han obtenido del pulmón de otro bebé abortado en 1966 en Reino Unido.

Es decir, usted probablemente ya está vacunada con una vacuna obtenida mediante células que provienen de un aborto.

Como de esto hace tantos años, a nadie le ha interesado decirlo, o saberlo, o considerarlo… ¿Por qué? Otra cosa: las personas que contraen el coronavirus y son ingresadas en un hospital, ¿estudian cada fármaco que les administran los médicos para ver si tiene alguna relación remota con el aborto? ¿Se niegan a que se les ponga alguna medicina de Atra-Zeneca ya que eso también es una colaboración con un laboratorio que utiliza células que provienen del aborto? ¡No!

La gente que sospecha de la vacuna, cuando tiene una neumonía bilateral y se está ahogando… ¡deja de sospechar y deja que le hagan lo que sea en el hospital!

Algunas vacunas del covid (NO la de Pfizer) se han obtenido mediante células HEK-293, de riñón de un embrión que murió en 1973, abortado.

La vacuna de Pfizer no utiliza estas células para su producción. Es cierto que las usa para un «control de calidad» del producto final.

Desgraciadamente, hoy en día todo está conectado de alguna u otra manera con el aborto. Youtube y su propietaria Google, y Windows, dan millones de dólares a la industria abortista. Si un sacerdote cuelga vídeos en Youtube, ¿está colaborando con el aborto? Si uno abre el ordenador y funciona con Windows, ¿es culpable de colaboración con el aborto? Si uno toma un autobús o el metro y ponen en una pantalla un anuncio indecente, ¿estoy colaborando con eso?

Quizás deberíamos evitar a toda costa mirar cualquier contenido publicado en Facebook, Youtube o Google. ¡Curiosamente, algunos sacerdotes, contrarios a las vacunas y a Facebook-Youtube-Apple, etc. ganan dinero publicando contenidos en esas mismas plataformas! Páginas web «súper-católicas» y anti-vacunas tienen publicidad obscena… y ahí no pasa nada…

Es, nuevamente, un pensamiento obsesivo, un bucle que se instala en el alma y que la puede destruir totalmente. Es un pensamiento además que nos centra en nosotros mismos, que nos tiene ocupados buscando más sospechosos, que nos distrae de darle gloria a Dios y de buscar ayudar al prójimo…

4) El efecto de las vacunas y el amor al prójimo.

Ayer mismo se comunicó que, a pesar de estar en la quinta ola, en Cataluña no murió nadie de Covid.

Y en las últimas semanas han muerto una, dos o tres personas al día.

Hoy vengo del Hospital de Bellvitge, donde ha muerto un chico de 30 años que no se había querido vacunar.

Hay algo en lo que yo sí veo algo muy raro… oscuro… no sé si llamarlo satánico, pero no lo entiendo. Veo gente buena, gente normal, que parece que no quiere pensar que en marzo de 2020 morían más de 1000 personas al día, y ahora hay días que no muere nadie… otros mueren 1, 2 o 3 personas.

Lo que me llena de estupor es que no piensen en eso.

Morían mil personas al día, con el dolor que eso suponía en todas esas familias, amigos.. almas a las que Dios ama… Yo le pregunto a algún católico de mi parroquia: «¿Por qué crees que morían 1000 personas y ahora ninguna?».

¡No quieren contestar!

¡¡¡Me dicen que no lo saben!!!

¡Eso no es verdad!

¡Están mintiendo!

Quizás no se dan cuenta, pero sí saben que eso es gracias a las vacunas.

Y sabiéndolo, hacen algo terrible: mentirse a sí mismos y decir que no lo saben.

Me recuerda mucho a las personas que saben que Dios les llama, que se les manifiesta de mil maneras, que les explicas argumentos de todo tipo… y como dice San Pablo, se les entenebrece la mente y se les ofusca el corazón.

Hay allí una lucha interior: no quieren aceptar la verdad. Es una decisión libre, es un acto de la voluntad.

Quizás ellos mismos no perciben en sí mismos que es así.

Pero lo es.

Su mente no quiere considerar esta verdad.

Hay otros que dicen que es que ya se ha alcanzado cierta inmunidad colectiva con el paso de los meses, y por eso ha caído la mortalidad.

Eso es, otra vez, mentira.

No quieren saber la verdad.

Están horas mirando vídeos de youtube que buscan premeditadamente para sentirse reforzados en su mentira, para no ver todas las evidencias que desmontan sus prejuicios.

Mucha gente de 70-80 años, vacunada, ahora o no contrae la enfermedad, o la contrae pero raramente muere (siempre hay anécdotas de abuelitos de 96 años que sí mueren como pueden morir de una diarrea a esas edades).

Negar que la vacuna reduce la mortalidad es negarse a aceptar la realidad. A parte de las muertes, el Covid llena los hospitales y pasan cosas como ésta:

Estas dos fotos son de dos pacientes que acudieron a mí en abril de 2020. Tenían un melanoma y un sarcoma pleomórfico, ambos son tumores mortales. Les diagnostiqué, pero pasaron los peores días de su vida al ir de hospital en hospital buscando quien les operara. No se podía. Los quirófanos estaban cerrados por culpa del Covid. El Covid se contagia tanto -todos lo sabemos- que el hospital se puede llenar en una semana… y entonces ya no hay sitio para atender a la gente que tiene una embolia, un cólico nefrítico, o un melanoma maligno…

Y tienes que estar en tu casa sabiendo que tienes un tumor mortal, pero no te lo pueden sacar porque el hospital está saturado.

A estos pacientes les tuve que intervenir en una consulta, haciendo una extirpación compleja, con exposición de una arteria importante en el caso de la señora con un sarcoma en el brazo… ¡porque no había donde operarla!

Si la gente se vacuna, baja la incidencia de la enfermedad, y hay más casos leves, que no requieren ingreso… y si tienes un melanoma, te lo pueden quitar… no tienes que tener ese sufrimiento…

La verdad es armónica, la verdad es luminosa; la verdad, al saberse, da como una alegría. Por eso decía Santa Teresita: «yo digo siempre la verdad; si no quieren saberla, no vengan a buscarme».

1000 personas muertas o vivas al día, durante muchos días… ¡Y hay gente que piensa que eso da igual!

Usted se acuerda de Quique, el único fallecido por Covid en nuestra casa (providencialmente). Estoy casi seguro de quién metió el virus en la casa.

Esa persona, ¿usted cree que no tiene ninguna culpa de la muerte de Quique? ¿Usted cree que no sabía que no podía entrar y salir de la casa, relacionarse con gente sin mascarilla, etc? Yo creo que lo podía saber pero no quiso pensar en ello.

Lo mismo pasa con el Padre JCS, párroco de 10 parroquias, uno de mis mejores amigos. Gran sacerdote, devoto del Corazón de Jesús, persona de la confianza del Obispo. Falleció hace 3 meses a los 60 años. Sospechamos de una persona que le contagió, por unas notas que dejó. ¿Usted cree que alguien que sabe que estamos en una pandemia, que han muerto en España 150000 personas, que sabe que hay que guardar unas medidas, etc. y contagia a Quique o al Padre JCS, no tienen ninguna responsabilidad moral? Yo creo que Dios sabe todo, conoce nuestros corazones, sabe lo que sabemos, y tendremos que rendirle cuentas.

Si no nos arrepentimos y hemos contagiado a alguien por una conducta irresponsable, nos podría decir: «apártate de mí, porque estaba sano y me contagiaste».

Yo tuve eso muy en cuenta al tomar mi decisión. Pensaba: «mañana puedes tener fiebre, estás visitando a mucha gente cada día… si alguno muere o enferma, ¡soy responsable! Si alguno pasa 10 días en la UCI, porque yo no me quise vacunar, ¡no puedo esconderme ante Dios! ¡Yo sé que es culpa mía!».

Perdone si le parece duro este juicio, pero no quiero ser ni duro ni blando, estoy exponiendo hechos porque lo que más le molesta a Satanás es la Verdad.

Hay muchas familias que pierden a sus familiares, que se quedan sin padre o madre, etc, y algunos puede que sea porque alguien no quiso vacunarse…

El hecho es que en marzo-abril de 2020 había 1000 muertos diarios en España por el Covid, y ahora hay 0-1 al día, y eso es gracias a la vacuna…

No sé si en unos meses o años tendremos efectos secundarios… Sé que no son vacunas que se hayan desarrollado normalmente.

¡¡¡Pero así ha sido siempre en estos casos a lo largo de la historia!!! Ante una emergencia, hay que actuar como se puede…

Mire, el padre de un amigo mío, sacerdote, vicario episcopal, se murió hace 20 años de leucemia mieloide crónica porque en ese momento sólo teníamos un medicamento llamado hidroxiurea. En ese momento, sólo había eso. A los enfermos les salían llagas en las piernas, tenían anemia… y además la enfermedad avanzaba y se morían en 2-3 años.

Luego apareció el imatinib, y de repente esa enfermedad ha dejado de ser mortal. Es la enfermedad que tiene Javier. Él está vivo, y el padre de ese sacerdote, muerto…

Los médicos hacemos hoy lo que se puede a día de hoy…

La ciencia ha hecho un gran esfuerzo, hay miles de equipos en todo el mundo estudiando, y se ha logrado lo que se ha logrado. Saldrán vacunas mejores y con menos riesgos… Pero si esperamos a eso, morirán 1000 personas al día… los hospitales seguirán llenos… y los que no han hecho nada para evitar que el virus se propague tendrán parte de culpa.

«Es que la vacuna no es del todo eficaz y tiene riesgos»… ¡Es verdad! ¡Siempre ha sido así! Imagine usted que tiene un hijo de 6 años con una leucemia promielocítica aguda. El tratamiento actual es el trióxido de arsénico y el ácido transretinoico total (ATRA). Con ese tratamiento la supervivencia es del 85%. Es un tratamiento con muchos efectos secundarios.

¿Qué diría usted?

¿Que un tratamiento que a veces falla y tiene riesgos? ¿Que no lo quiere?

Hace muy poco atendí a esta señora con un tumor que le ocupa toda la frente y se extiende hasta el párpado y no le deja ver. La han operado dos veces y el tumor vuelve a crecer. Resulta que hace 9 meses apareció un medicamento nuevo pero que sólo se le ha dado a niños con este tumor. Además produce náuseas y diarreas en el 50% de los pacientes que lo toman, y puede provocar también inflamación muscular. La señora va a perder la visión si no hacemos algo. ¿Qué hago? ¿Le digo que hay que esperar que el medicamento se apruebe en adultos? ¿O pido un permiso especial al Ministerio para que autorice su uso compasivo y salvarle la visión a la paciente?

Algo así pasa con la vacuna: falla y tiene riesgos. Saldrá una mejor, pero la que tenemos tiene un efecto demostrado, y ha salvado muchas vidas.

¿Está en fase experimental?

Eso era verdad.

Ahora ya no.

El tiempo pasa… los meses pasan… y esta semana la FDA ya dejó de considerar la vacuna de Pfizer como experimental. Ya ha pasado

todos los controles habituales. El volumen de información es impresionante, pero hay que querer leer literatura científica para verlo. En 19 meses se ha investigado más que lo que se han estudiado otras vacunas y enfermedades en 20 años.

Me sorprenden los escrúpulos en la vacuna y los 5G y el Nuevo Orden Mundial y tan poco en el daño irreparable que se hace a los contagiados, y en el daño de provocar miedo y desasosiego entre los demás. Satanás es muy inteligente.

A los que creen que él está detrás de la vacuna del Covid (cosa que ya le he dicho que de ser cierta, es un pasaporte el cielo), ya les tiene distraídos de dónde sí está.

El mismo nombre de Diablo es «el que divide»… una parroquia, una diócesis, una congregación…

¿Cómo se mide el efecto de una intervención en medicina?

La evidencia del efecto de los medicamentos o cualquier otra intervención fue el objeto de mi tesis doctoral, publicada hace 5 años.

El tema es el siguiente: ¿cómo saber si algo funciona? ¿Cómo saber que no te están engañando o si tú te estás engañando a ti mismo?

Hay unos grados de evidencia. Evidencia es una palabra ambigua en castellano, porque parece que «lo evidente» es «lo obvio». En inglés, evidence significa que hay demostración de algo que se afirma, que hay pruebas.

El grado más bajo de evidencia son las opiniones personales, aunque sean de un catedrático. Son una fuente de engaño. Hay un riesgo alto de equivocarse. Ya sea mi opinión, o la de otros médicos. Un señor de mi parroquia, por ejemplo, me quería convencer de su postura antivacunas porque la Doctora Chinda Brandolino lo había dicho. Esta doctora, que dice que el 100% de los cánceres se deben a un shock psicológico (curioso: el que me la recomendaba es un anti-vacunas con un cáncer de próstata, pero en vez de recurrir a esta doctora o a sus métodos recurrió a mí para ayudarle a consultar a especialistas de verdad, con currículum). Chinda es especialista en medicina legal, no atiende enfermos directamente, ni he encontrado ensayos clínicos o artículos suyos en revistas médicas. Defiende la «nueva medicina germánica». Tiene cierta fama por su lucha contra el aborto, cosa que la honra. Pero la cuestión es que, hablando en términos de evidencia, su opinión sobre la vacuna del Covid es tan válida como la mía… o como la de cualquier persona de la calle. Una opinión… y nada más.

Tampoco se puede averiguar la verdad recurriendo a las anécdotas. Ayer me dijo otro anti-vacunas: ayer murieron dos personas por Covid que se habían vacunado. Le pregunté la edad y resulta que tenían 85 y 96 años… unas edades a las que una simple infección de orina puede llevarte a la muerte. Si les enseñaramos a los alumnos de medicina en base a opiniones personales o en base a anécdotas… ¿qué aprenderían?

La evidencia aumenta muchísimo cuando analizamos datos que provienen de estudios clínicos. Los hay observacionales, pero pueden ser fuente de sesgo. Los hay de muchos tipos.

TODO EL MUNDO PUEDE ELABORAR UN ESTUDIO CLINICO.

¿Qué hay que hacer?

Sólo una cosa: querer.

Si a uno le importa la verdad, si uno quiere aproximarse a la verdad lo más posible, primero hace un diseño de un ensayo clínico, lo somete a la aprobación del comité de ética de su hospital. Luego toma una muestra poblacional, la divide en dos brazos, forma un equipo para estudiar los dos brazos del estudio ocultando los datos a las personas que los analizarán. Hace el estudio estadístico, lo redacta, y lo envía a una revista científica, en la que un comité de médicos estudia el artículo y lo acepta o lo rechaza.

A mí me han rechazado el último artículo que he escrito. Me han enviado una carta respetuosa indicándome los errores cometidos, que hacen que no acepten publicar ese artículo. ¿Y sabe qué? Tienen razón. Debo corregir esos errores, porque en caso contrario afirmaré cosas que pueden ser falsas, y eso puede provocar daño real en personas reales.

Lo mismo pasa con las vacunas, con la artemisa y con el cloro. Si a alguien le importa de verdad estudiar el efecto de estas sustancias, hace un estudio de verdad, no va afirmando cosas que no sabe.

Hablar de lo que no se sabe… ¿a qué vicio capital corresponde?

Si alguien dice que es mejor no vacunarse del coronavirus sin saberlo realmente, sin haber estudiado lo suficiente, pero la realidad es que la vacuna sí que funciona… ¿a qué vicio capital corresponde ese acto?

Claramente, no es un acto propio del vicio de la lujuria, ni la avaricia, ni la envidia… Es un acto de soberbia, madre y reina de todo pecado (II-II, q132), principio y fin de todo vicio, por el que se desea sobrepasar lo que se es (II-IIae, q162).

El que sí que sabe que la vacuna funciona, y lo dice para aumentar su fama, comete pecado de vanagloria…

O sea que siempre hemos de cuidar nuestras intenciones y pedir al Señor que nos purifique. Por ejemplo, podemos aprender a buscar evidencia para acercarnos lo más posible a la verdad en un tema tan grave.

Mire qué fácil es.

Yo llevo años explicándolo en la Facultad de Medicina y en la de Psicología, y ayuda mucho. Una pregunta antes de seguir: ¿debemos enseñarles esto a los futuros médicos? ¿O les decimos que busquen en cualquier página de internet cómo deben tratar a la gente? ¿O que se fíen de las anécdotas y de opiniones personales no demostradas?

Uno se conecta a una base de datos en que sólo se recogen revistas científicas, en que se revisa todo el contenido publicado (Pubmed, Google Scholar, Psycinfo, etc), e introduce las palabras clave. Por ejemplo, he introducido «covid» y «vaccine»:

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/?term=covid+vaccine&filter=pubt.review Aparecen más de 17000 resultados.

¿Cuáles son los mejores?

¡No tengamos miedo a la verdad!

Los mejores son los ensayos clínicos aleatorizados y las revisiones sistemáticas. Yo he publicado dos. Le aseguro que suponen muchos años de esfuerzos y de trabajo. Una de ellas es «políticamente incorrrecta» porque demuestra que las intervenciones conductuales que se realizan para prevenir enfermedades venéreas y embarazo en jóvenes no sirven para nada.

Me lo publicaron sin problema, porque estaba bien hecha.

No había nadie en el comité de la revista que rechazara el artículo por motivos ideológicos.

Estamos hablando de ciencia, y si un estudio está bien hecho, se publica.

Pues bien, si aplicamos un filtro a nuestra búsqueda y sólo seleccionamos «ensayos clínicos aleatorizados» (randomized controlled trials) nos aparecen ya sólo 51 artículos publicados en 2021. Pero son estudios de altísima calidad, donde uno puede hacerse una idea mucho más válida de la realidad.

Por ejemplo, ¿por qué no leerse este ensayo clínico? Durante 7 meses, reclutan a 23000 participantes.

¿Puede ser esto del mismo valor que lo que dice un doctor en un vídeo de Youtube porque ha oído rumores, o ha tratado a 10 pacientes, que lo que se aprecia en un estudio en 23000 pacientes realizado por decenas de médicos?

En el mencionado estudio, a un grupo le ponen la vacuna de Astra-Zeneca, y a la otra mitad, la vacuna del meningococo (que no hace nada contra el coronavirus, es para comparar). Así se estudia bien el efecto de un medicamento: evaluando el efecto en muchas personas, durante mucho tiempo. Los investigadores NO saben a qué personas se les inocula una vacuna u otra, para no sufrir un sesgo, un auto-engaño. Otros investigadores miran los resultados y ven que la eficacia de la vacuna fue del 70%. En el grupo NO vacunado hubo una muerte y 10 enfermos muy graves, cosa que no se dio en el grupo que había sido vacunado.

Como éste, hay muchos otros estudios, sobre todos los temas (efectos secundarios de las vacunas, mortalidad de vacunados respecto a los no vacunados, comparaciones de ingresos hospitalarios entre vacunados y no vacunados). Los médicos nos reunimos a menudo y hacemos revisiones bibliográficas, como ésta, para estudiar todo lo que se publica, para saber más, para atender mejor… Se demostró que la cloroquina y la ivermectina no hacían nada, y se dejó de usar. Se vio que el tocilizumab sólo es eficaz en un pequeño sub-grupo de pacientes… y se va estudiando cada vez más, y se actúa en consecuencia.

Todo el mundo puede hacerlo.

5) Sobre la calumnia y la difamación.

Al explicarle estos estudios a algunos católicos, responden que eso puede ser mentira. También lo dicen de las muertes atribuidas al Covid: que mucha gente muere de otra cosa y lo registran como Covid.

Es otra cosa que me sorprende mucho en algunos católicos, que buscan una vida santa y virtuosa, que invocan a los santos, tienen una piedad fuerte, que luchan contra el demonio, que luchan por la vida y por la pureza… ¡pero, de repente, toda su rectitud moral desaparece al juzgar a otras personas o instituciones!

Yo no sé realmente qué intención tienen los fabricantes de vacunas. No conozco a los directivos, no conozco los detalles de sus investigaciones…

¿Cómo voy a conocer sus intenciones?

¿Cómo voy a decir que quieren controlarnos con un chip?

¿Cómo tener el atrevimiento de decir que esos estudios son mentira sin tener ni una sola prueba? En esas empresas trabajan padres de familia, médicos, enfermeras, secretarias… habrá todo tipo de gente…

¿No tienen temor de Dios acusándolos sin pruebas?

¿No ven que no puedes acusar a los médicos de falsificar los certificados de defunción?

¿Podrían decir delante del Santísimo que saben que hay personas concretas que falsifican certificados de defunción o los resultados de los ensayos clínicos?

Y algunos católicos que tienen escrúpulos por cosas que no son sino imperfecciones morales, resulta que no tienen ninguno al sugerir que algunas personas de esas empresas son unas personas malvadas y corruptas, porque se compinchan para escribir datos falsos y publicarlos, engañando a la población.

Otros católicos escuchan estas acusaciones y pecan de omisión al no reaccionar en contra, pues la reacción justa sería proteger la fama de las personas hasta que haya pruebas fehacientes de un delito. ¡Qué difícil es ser juez!

¡Y nosotros jugamos a ser médico, teólogo, juez, fiscal!

«Del modo en que juzguéis, así seréis vosotros juzgados». Es decir, Jesús explicó claramente que si juzgamos sin pruebas, sin pruebas seremos juzgados. «Si dices sin prueba alguna que alguien quiere controlar a la población con un chip, y así socavas su fama (difamas), y dices cosas muy graves sobre ellos que son mentira (calumnias), así también serás tú juzgado».

Es muy grave decir que una investigación médica falsea los datos. El que lo dice puede estar diciendo una mentira muy grave. Eso pone en peligro la vida de mucha gente. Pero es que es una calumnia en toda regla. Será pecado mortal material o formal, pero es pecado mortal.

Si se tienen pruebas de que esos estudios son fruto de un engaño, no basta con decirlo en un blog de internet. Existe la grave obligación de ir al juzgado y denunciarlo.

Pero no lo harán, en no pocos casos porque la verdad no les importa tanto como para redactar una denuncia, o como para diseñar un estudio científico y publicarlo.

6) El descrédito de la Iglesia.

Qui prodest?

¿A quién le aprovecha que muchos buenos católicos se hayan ofuscado en este tema?

No parece que sea esto bueno para la causa de Dios, ni de la fe, ni de la Iglesia.

Los católicos, como nos explicó el Wanderer, fueron los primeros en colaborar con las autoridades cuando hubo epidemias de peste.

Ahora, muchos médicos y otros profesionales sanitarios no creyentes asisten atónitos a los comentarios irracionales de algunos católicos sobre las vacunas, el grafeno, los chips, etc… ¿Cómo intentar que abran su mente y su corazón a la verdad católica cuando están viendo que muchos católicos tienen su mente y su corazón cerrados a la verdad científica?

El padre de la mentira, Satanás, parece estar sacando provecho de esta situación.

7) La libertad de vacunarse.

No existen actos moralmente indiferentes.

Nuestras obras son buenas o malas.

Si es verdad que el efecto de la vacuna es real, y si es verdad que los beneficios superan a los riesgos, entonces vacunarse es un bien y no vacunarse es un mal.

«¡Oiga, pero a mí nadie me puede obligar!».

La doctrina católica del Bien Común dice que no sólo se puede obligar a alguien, sinó que se le debe obligar cuando así lo exige el Bien Común.

El Bien Común está por encima del bien particular.

El Estado tiene la obligación de obligar a las personas a detener su coche en un semáforo en rojo. El

Estado tiene la obligación de favorecer el bien espiritual de sus súbditos con medios abundantes (León XIII, Libertas praestantissimum, n.14). El Estado no sólo tiene la capacidad de obligar: tiene la obligación de obligar, por ejemplo, a que se potabilice el agua corriente. Si usted quiere tener agua de este pozo, le obligo a que tome unas medidas para asegurar su potabilidad y así no le haga daño a la gente.

Si se demuestra que una vacuna previene miles de muertes, el Estado tiene el derecho y puede tener la obligación de vacunar a la población.

El que no tiene derecho a obligar a otro a arriesgarse a contraer el coronavirus es un particular. Una persona que no se quiere vacunar está obligando a otros, está forzando la libertad de otros, no les deja escoger: aumenta el riesgo de que otros contraigan la enfermedad.

Otra cosa sucede con personas que ya superaron la infección por Covid. Pueden razonablemente suponer que el riesgo de contagiar a terceros es bajo, y pueden escoger no vacunarse sin poner en peligro a nadie.

8) Sobre el tema de la Sagrada Comunión. La Iglesia fue aumentando con los siglos su consideración y reverencia hacia la Sagrada Eucaristía, y es cierto que recibirla en la boca directamente, sin tocarla, facilita esta reverencia.

En mi parroquia, en la diócesis de Tarrasa, el Obispo no prohibió la comunión en la boca, pero me tocó discutir fuertemente ante feligreses que increpaban a mi Párroco por distribuirla así.

Algunos han dejado de venir por eso, pero son más los que vienen porque les hemos respetado. Bajo mi punto de vista, es mejor recibir la Sagrada Comunión en la boca… y así lo he hecho yo durante toda la pandemia.

La evidencia disponible al respecto del contagio a través de objetos es cada vez más abrumadora… el riesgo de transmisión a través de objetos, o a través de la Comunión en la boca, es nulo o mínimo. También es mejor, por supuesto, recibir la Sagrada Comunión con las mismas disposiciones que los santos, «con la misma humildad y devoción con que te recibió la Santísima Virgen María». Ahora bien, examine la historia.

San Juan Crisóstomo, Doctor de la Iglesia, recomendaba en el siglo IV extender las dos manos haciendo “con la izquierda un trono para la derecha, pues esta debía recibir al Rey” (5.ª Catequesis Mistagógica, n. 21, PG 33, 1125; S. Juan Crisóstomo, Hom. 47, PG 63, 898, etc.).

No creo que San Juan Crisóstomo, que por cierto era muy exigente en el tema de tratar a los pobres como a Cristo, deba ser considerado un hereje.

Vea el triste fin de los jansenistas que no osaban comulgar y se escandalizaban de que otros comulgasen. Al final, ellos quedaron ex-comulgados. Separados de la Iglesia y, si no se arrepintieron, es de temer que fueron condenados eternamente.

Esto sirve para muchos otros temas. Hay dos reacciones a los problemas doctrinales o pastorales: la de los santos y la de «los otros».

«Los otros» nunca, nunca, nunca han acabado bien. Porque se introduce en ellos el virus de la sospecha. Si la Iglesia está equivocada en que a veces se puede distribuir la Comunión en la mano, ¿por qué no lo estará en otras cosas? ¿Cómo saber si el sacerdote que me confiesa fue ordenado válidamente? Si le ordenó como sacerdote un obispo que autoriza la comunión en la mano, quizás su ordenación fue inválida. Quizás el Papa no es Papa, quizás el Concilio Vaticano II fue del demonio… quizás esto, quizás lo otro… si uno contempla este modo de razonar, verá en seguida que pierde la paz, que está insegura de todo, que se bloquea…

Yo quiero estar en comunión con la Iglesia. La Iglesia es la única Esposa del Señor, y está definido, es de fe, que para estar en comunión hay que tener 3 cosas: la fe de la Iglesia, la comunión con la jerarquía (aunque nos resistamos a algunas cosas, no podemos salirnos de la estructura jerárquica) y los sacramentos (celebrados válidamente por un ministro designado por la Iglesia).

9) Todo lo que he escrito tiene menos importancia que lo último que le quiero decir. Lo más importante, lo único importante, es lo que viene del Señor, es estar con Él.

¿Cómo sabemos que algo nos viene del Señor?

A este respecto, el tema principal que deseo y suplico que considere es lo que llama San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales el discernimiento de espíritus. Entre los que están en gracia, es propio del buen espíritu consolar y animar, dar paz, alegría, serenidad. En cambio, el mal espíritu «muerde», dice San Ignacio. Hace daño interior, te deja intranquilo. Un ejemplo muy bello es el espíritu que le llevó a consagrarse como esposa de Cristo. Fíjese en lo que la movía.

¡Qué espectáculo tan bonito! He podido verlo con mis ojos: la mujer que se confía a su Esposo está enamorada, está movida por el Espíritu Santo. Está, en cierto sentido, apasionada. No la mueve el miedo o la sospecha de nada. Es todo lo contrario de ese espíritu interior que bloquea, que sospecha. No dice en su interior: «entro en la vida religiosa por miedo al demonio en mi familia, o en el trabajo en el mundo». Eso sería muy malo. Me atrevo a decirle que a usted no la movió el miedo, sino el amor. La movió el amor a Cristo… y Cristo crucificado…

La esposa de Cristo profesa solemnemente ante Cristo Eucaristía, ante su Altar, feliz, los votos solemnes de pobreza (que incluye la pobreza espiritual), castidad (que incluye tener el corazón en Cristo, no en un esposo ni en ningún otro hombre por muy carismático que sea, o aunque sea obispo o papa… o un sacerdote muy piadoso pero anti-vacunas), y obediencia.

El resto de fieles nos miramos en ese momento que vive la consagrada, para intentar imitarlo en nuestro estado… para vivir de amor…

Por eso yo creo que, ahora, en este momento, debería actuar movida por ese mismo espíritu, con alegría…

10)El buen espíritu, pues, da paz y consuelo. Hay un descanso del corazón en el Amado, que es el testigo fiel, dice el Apocalipsis. Que es fiel quiere decir que no engaña.

El Testigo Fiel no le dice a alguien que la quiere para ser su esposa, para la vida religiosa en un lugar concreto, pero lo que está haciendo es engañarle.

Engañar es obra de Satanás. Jesucristo es fiel. No engaña nunca. Cuando Él le propone a alguien la consagración, ve el pasado, el presente y el futuro. Jesucristo es fiel en la oración, acompañando, consolando, mostrando su voluntad de forma distinta y clara.

Creo sinceramente que Jesucristo, que todo lo sabe -también sabía que habría una epidemia, que habría vacunas, y sólo él conoce el fondo de los corazones-, sabiendo lo que sabía, la llamó a la vida consagrada, y usted ha tenido mucho tiempo confirmada en este sentimiento como para que fuera un engaño.

Hoy precisamente leemos un Evangelio que seguro que la ilumina: «El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna».

Disculpe que sea claro en esto: usted hizo un voto solemne, aunque no fuera perpetuo, de obedecer a la Madre General. Un voto es un juramento ante Dios. Uno queda atado por voluntad propia.

Si se desea deshacer el voto, hay que seguir los pasos que marcan las constituciones.

Precisamente el voto es como una protección, un seguro que se da uno a sí mismo: «yo quiero esto firmemente, y es algo tan de Dios, que quiero prometer que no romperé mi voto por nada». Creo de verdad que el demonio ha hecho un daño inmenso a la Iglesia promoviendo que personas consagradas rompan su voto, que es sagrado. Por la experiencia que tengo (he visto varios casos de religiosas), este pensamiento saldrá a la luz, volverá a su mente, y es algo que le puede hacer un daño irreparable, más pronto que tarde.

Si lo quisiera, le puedo dar sus nombres y explicarle cómo están ahora al menos 3 de las que me acuerdo y sé dónde viven y cómo están.

Cuando usted quiso entrar en la Congregación, e hizo sus primeros votos, sentía el consuelo del buen espíritu, el Espíritu que dan Cristo y su Padre… NO la pueden haber estado engañando tanto tiempo. Más bien será al revés: Satanás quiere que desconfíe de todo eso que ha visto en la oración, que ha experimentado cuidando los cuerpos y las almas de tantos enfermos que son Cristo mismo pobre y sufriente. Satanás quiere, además, introducir la zozobra y la duda en el corazón de otras religiosas.

11) Por último: el Espíritu del Señor también es un Espíritu que actúa sin prisas y con transparencia… Que mueve a conversar las cosas con personas de criterio, sin miedo, porque el Espíritu es la Verdad… y la verdad se comparte, se difunde alegremente, se manifiesta. Yo creo, sinceramente, que ocultarse y decidirse de forma precipitada en temas tan graves no ayuda nada a acertar…

Es bueno hablar para ayudarse mutuamente a ver la verdad.

Y comparto con usted que hay muchas cosas en el mundo actual, y en la Iglesia, que son preocupantes. Y hay que hablarlas. Nuevamente nos ilumina el ejemplo de los santos. Le invito a que usted misma lea la vida de San Felipe Neri, de San Juan Bosco, de San Pío de Pietrelcina… que vivió cosas terribles en su congregación, pero que se quedó allí, diciendo lo que pensaba, no callándose… pero siendo fiel a sus votos y al carisma inicial, a su vocación, a la llamada del que siempre es fiel…

En fin, hermana… prefiero seguir llamándole así…

Le confieso que he visto a la Congregación pasar por momentos duros. De mucho dolor por parte de las hermanas. Pero en este caso le digo que es un dolor distinto por el aprecio especial que le tienen las hermanas. En otros casos no las había visto llorar…

Se hace difícil saber que no está.

Como se le hace difícil a los pobrecitos y enfermos a los que usted cuidaba y acercó a Dios de un modo ejemplar.

Disculpe que haya sido tan directo en todo cuanto he dicho, y disculpe también cualquier expresión desafortunada.

Yo soy el último en este mundo con autoridad moral para decir todas estas cosas. No soy monja, ni sacerdote, yo no he dejado el mundo…

Y eso me frenaba mucho a decir nada.

Providencialmente, cuando me escribió usted, yo acababa de llegar a Fátima (Portugal), por lo que he podido escribir esta carta ante Nuestra Señora, que se apareció a los pastorcitos.

Le dejo a Ella inspirarle, le dejo a Ella que le diga toda la Verdad, que es su Hijo, el Testigo Fiel, que no engaña, que la quiere y la moverá interiormente a tomar sus decisiones.

Antonio Macaya

[1] https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-55003547

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