El sínodo de la palabrería hueca

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A veces pienso que la verdadera finalidad de prescindir del latín en la vida de la Iglesia, no solo en la liturgia, es que, como idioma ‘fijado’ por la historia, inalterable, se presta mal a la imprecisión y la charlatanería hueca, y de eso tenemos en abundancia en los círculos clericales, incluso los más altos.

Decía Confucio que el primer paso para restablecer el buen gobierno es definir cuidadosamente el significado de las palabras. Y nunca como en esta época se da uno cuenta de la sabiduría del filósofo chino en ese aserto: pruebe, si no me cree, a traducir en palabras normales, comprensibles para un niño de diez o doce años, la mitad de las consignas de moda.

Tengo ante mí el Documento Preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, ya saben, el Sínodo sobre Sínodos, específicamente el Vademécum enviado a los obispos para que lo preparen, y me pregunto si alguna vez ha hablado así la Iglesia de Cristo, en este vacío lenguaje más propio de un programa electoral o de un curso de márketing que de un pastor.

Lo primero que uno advierte, además de lo dicho, es el acento en las novedades. Fuera de la absoluta novedad que es Cristo, que representa la Nueva Alianza, la Iglesia, a lo largo de la historia, jamás ha teñido la idea de cambio por sí mismo con un tono positivo. Porque, obviamente, no hay nada intrínsecamente positivo en el cambio o en lo nuevo, que puede ser a peor tanto como a mejor y que se compadece especialmente mal con una doctrina que se pretende permanente, atemporal. Es, en cambio, la palabra fetiche de la publicidad comercial; ‘nuevo’ es, después de ‘gratis’, la palabra con más tirón en una campaña publicitaria.

La vaguedad llega a límites insultantes. Entendemos que frases como “Si alguno dijere que estos sacramentos fueron instituidos por el solo motivo de alimentar la fe sea anatema» pueden resultar ‘rígidos’, pero tienen la enorme ventaja de estar diciendo algo perfectamente concreto, algo que es frente a lo que no es, definido y claro. Pero, ¿qué significa “los sínodos son un tiempo para soñar y pasar tiempo con el futuro”? Nada. Absolutamente nada. O, mejor, lo que queramos que signifique.

El propio verbo “soñar”, tan del gusto de Francisco, es profundamente polisémico y una indicación clara de que no se está tratando con realidades. Uno sueña lo que no existe, sin contar con que una pesadilla es una forma de sueño. ¿Quién quiere una Iglesia que dependa de lo que “sueñen juntos” sus pastores? ¿Qué fiabilidad tiene lo que salga de un sueño (metafórico) compartido? Yo no quiero saber lo que sueñan mis prelados; yo quiero que me den la Palabra de Dios, surgida de la Escritura y la Tradición. Los sueños personales son irrelevantes, mucho más cuando lo que está en juego es la Verdad.

¿Y qué decir del ‘pasar tiempo con el futuro? El futuro, literalmente, no existe. Existe aún menos que el pasado que, aunque haya quedado atrás, ha dejado su huella, nos ha hecho como somos. Hay una razón por la que todos los políticos deshonestos hacen constantes referencias al futuro, porque se puede pintar del color que uno prefiera, y por el que los futurólogos y novelistas de anticipación se equivocan invariablemente.

Y es todo así: diálogo, novedad, escucha, mirada innovadora (sic), cambio: palabras que hay que llenar con un contenido concreto y que puede ser cualquiera. Puedo dialogar con el mal tanto como con el bien; puedo escuchar atentamente los peores errores o las ideas más necias tanto como puedo escuchar la Palabra de Dios; tan novedad es que la Iglesia se disuelva como cualquier otra cosa. Ninguna de esas palabras corresponden a cosas concretas.

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Comentarios
16 comentarios en “El sínodo de la palabrería hueca
  1. Hablar así y decirse obispo de la Iglesia de Cristo, o es hipocresía o es ignorancia supina. Que no es de hoy. Empieza a rozar la perfección. Tanto, que ya nadie los cree obispos ni que tengan nada que decir al mundo. Son carne de cañón, muerte andante, miseria como la que la Iglesia triunfante ha hollado tantas veces. Dios tenga piedad de ellos. Porque aquí los fieles ya miran para otro lado.

  2. Francisco debería ser fiel a la doctrina de la Iglesia, y dejarse de tanta innovación que nace de las ideologías del mundo. Que abandone el camino de la sinodalidad tal como él lo interpreta, y que no es más que la excusa para implementar sus criterios subjetivos.

  3. Se acaba de dar cuenta del lenguaje modernista que San Pío X condenó: Mucho hablar sin decir nada concreto para que creas que no tienen las ideas muy claras y que dudan, parece que dicen una cosa y luego dicen lo contrario, pero en realidad tienen un pensamiento muy bien elaborado y lo que pretenden es colarte la h3r3jia entre la palabrería. Llevamos desde 1958 así en la Iglesia.

    1. Pura izquierda; utilizar el lenguaje como instrumento a favor de los propios intereses. Como las feministas que después sólo defienden a las mujeres de izquierdas. Que le pregunten a Rita Barberá o a otras mujeres del pp que feminista ha salido a defenderlas frente al acoso y las amenazas; aqui igual todo mentira y cortinas de humo para después hacer lo que ya tenemos decidido.

  4. El «sueño» corresponde a ideologías idealistas y éstas remiten a Hitler, Mussolini y Stalin, el sueño de una sociedad nacional socialista, de una sociedad fascista y de una sociedad comunista sin clases, y no al comunista Martín Luther King y su I have a dream, pues su contexto era simplemente elevar al estatus de plenamente ciudadanía a un colectivo que no tenía tal estatuto personal.

  5. «¿Y qué decir del ‘pasar tiempo con el futuro? El futuro, literalmente, no existe.»

    Cierto, desde la Escuela de Salamanca siempre se ha dicho que el futuro en realidad está compuesto de futuribles, es decir, Dios conoce todos los futuribles posibles, o sea, todas las posibilidades lógicas y racionales que pueden darse en la historia humana.

    La proposición «pasar el tiempo con el futuro» corresponde de nuevo a la filosofía idealista, que se remite a ilusas y delirantes quimeras y utopías sociales, siempre dañinas para el hombre, y de nuevo nos vuelve a reenviar hacia los totalitarismos europeos hitleriano, mussoliniano y estalinista, y a la utopía contraria, el mito del libre mercado como única solución social, propia del liberalismo.

  6. «es todo así: diálogo, novedad, escucha, mirada innovadora (sic), cambio»

    Aquí observamos un cambio en la psicología del que ha redactado dicho documento vaticano hacia la cultura anglosajona: hace referencia a la psicología de autoayuda, de la psicología profunda, de la programación neurolingüística, de los estudios de psicología social y marketing.

    En síntesis, vendría a ser la utilización de palabras clave en un sentido optimista y enfocado hacia la búsqueda de la felicidad y el bienestar, es decir, hacia la más pura palabrería hueca y huera, que solo sirve para ilusionar, para consolar, para alegrar, para ser optimista, pero sin ningún contenido racional y objetivo relevante, sin ninguna referencia a verdades objetivas ni a razonamientos lógicos, los cuales son absolutamente rechazados, puesto que este tipo de psicología anglosajona remite a las emociones, a los sentimientos y a las ideaciones de búsqueda de la felicidad, propias de los EEUU.

  7. Cuando las palabras no se refieren a ninguna realidad y se utilizan en beneficio y al servicio de los propios intereses, tenemos mentiras utilizadas ideológicamente; es lo que siempre ha hecho el marxismo basado en el idealismo filosófico, ninguno de los dos cree en la posibilidad de la existencia de la verdad.

  8. Hay bastantes palabras clericales vacías, pero «sueño» no es una de ellas. Es una palabra de gran tradición bíblica y cristiana.

    Además de José (el de los sueños del faraón) como interpretador de sueños y de San José, a quien Dios conducía mediante sueños, la gran alusión es la profecía de Joel, 2,28 en la cual los sueños (la visión de futuro, lo que Dios muestra como objetivo deseable) guían al pueblo y es un signo de que actúa el Espíritu Santo.

    «Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán SUEÑOS los ancianos y VISIONES los jóvenes. 29 En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los siervos y las siervas», dice Dios a través de Joel. Se supone que los cristianos, que tenemos el Espíritu Santo, hemos de vivir eso. San Pedro aludió a esto en su potente discurso de Pentecostés, el que convirtió a miles.

    1. Cierto, Jose Angel. Pero justo aquí NO se emplea la palabra sueño en ese bello sentido bíblico, que se refería siempre a sueños concretos, usted cita algunos; sino de la manera vaga hueca y buenista de nuestros días, que hasta se anuncia un yogur diciendo «anímate a soñar»… No compare

  9. Tiene usted razón, D. Carlos Esteban: la idea de cambio, de progreso, es un cuerpo extraño en la Iglesia, que es portadora y defensora de una verdad eterna, revelada.

    Ésta es una de las claves para comprender el CV II y sus consecuencias.

  10. Una vez escuché de alguien que sabía bien latin que los divagues de Cantinflas en sus películas no eran posible hacerlo en latín, porque es un lenguaje algo marcial.

  11. Si pretenden provocar vergüenza, desafección y hastío lo están consiguiendo. Esa farfolla sensiblera, cursi, confusa, caducadamente hortera, machacona y hueca, tan grata a su mentor Satanás y con frutos que ya no están sólo podridos, sino que son pestilentes lixiviados de la Gran Ramera en que ha devenido Roma.

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