Lo que queda en pie en Haiti entre los escombros y el diluvio

Marcella Catozza terremoto Haití
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(Tempi)- Sor Marcella Catozza cuenta el calvario de los supervivientes del terremoto de Haiti, aislados por las inundaciones y por las bandas armadas. «Pero el pueblo sufre catástrofes, violencias y miseria cada día. Ayudadnos a ayudarlo»

En Haiti los escombros continuan devolviendo cadáveres y desesperados. 1.941 es el número de víctimas contadas hasta ayer [18 de agosto], 10.000 los heridos; son decenas de miles los desplazados a causa del terremoto de magnitud 7.2 que el 14 de agosto destrozó en pocos minutos el suroeste del país. Entre Les Cayes y Jérémie se contempla un cielo tormentoso, se imploran ayudas y rescates por helicóptero o avión, porque lo que separa a los supervivientes de las ciudades (y a los que se han quedado aislados en el altiplano) de las ayudas de bomberos, médicos, de la llegada de medicinas, agua, tiendas, víveres… no son las calles destrozadas por el terremoto y por las lluvias torrenciales de Grace, sino las despiadadas bandas armadas que matan como lo ha hecho el terremoto.

Las bandas armadas bloquean las ayudas

«Impiden que las ayudas lleguen a las zonas más golpeadas: desde hace meses los bandidos de Martissant tienen el control de la carretera que conecta el tráfico de la capital Puerto Príncipe con las localidades destrozadas por el terremoto. Parece que estén tratando con el gobierno: tras haber negociado una tregua con la ONU para que pudieran llegar los primeros equipos de emergencia, se habla de una petición de cien mil dólares para dejar pasar a los convoyes humanitarios. Es gente despiadada que actúa con absoluta impunidad desde hace meses, en un in crescendo de secuestros, tiroteos, extorsiones, venganzas y violencias que culminaron en junio con el tiroteo contra el hospital en las chabolas de Médicos sin fronteras, presentes desde hace décadas en el país. El único que de verdad funciona y es gratuito y que, obligado por las bandas, se ve obligado a cerrar», cuenta a Tempi sor Marcella Catozza, misionera en Haiti desde el año 2000. «Y ahora el terremoto, la lucha contra el tiempo para encontrar a alguien vivo bajo los escombros, los barrios pobres inundados, los pueblos de montaña completamente aislados, las conexiones de agua interrumpidas y los ambulatorios, al límite por el COVID, ahora llenos de heridos».

La mañana del terremoto

Haiti está a merced del caos, de las lluvias de la tormenta Grace, de los mercenarios y, pronto, de los saqueadores: todos recordamos los tiroteos entre los marines y los saqueadores que se agitaban entre las ruinas de Puerto Príncipe y los cuerpos de centenares de miles de víctimas hace once años.

Esta vez el terremoto no ha llegado a la capital, situada a 150 kilómetros del epicentro; sin embargo, el temblor ha llegado al inmenso barrio de chabolas de Walf Jeremie, a la misión Vilaj Italien y a la casa de acogida Kay Pé Giuss, construidas por sor Marcella después del terremoto de 2010: «lo hemos notado, era muy fuerte. Las pequeñas piscinas de los niños se han vaciado, el agua se ha desbordado: gracias a Dios era temprano por la mañana y los pequeños no estaban ahí. El suelo ha estallado, el ruido de las baldosas que reventaban recordaba a un atraco a mano armada, han caído algunos muros exteriores y algunas tejas. En un momento tan difícil, en el que escasea todo tipo de material, no sabemos aún cómo ni cuándo podremos reparar los daños».

Llevar a Cristo a Haiti

En cuanto al miedo, si es verdad que el pueblo de Haiti está acostumbrado a sufrir, también es cierto que el terremoto no le ha quitado a los niños de sor Marcella ni un ápice de entusiasmo y ganas de volver a la escuela, «esperando que el 6 de septiembre pueda volver a abrir sus puertas otra vez: el año escolástico en Haiti depende un poco siempre de las catástrofes y de los enfrentamientos armados». Pero los niños de sor Marcella (Tempi os había contado su historia aquí) están seguros que la única cosa que permanece en pie cuando todo se derrumba es que alguien te quiere.

Cuando sor Marcella preguntó conmocionada «¿qué haremos ahora?» al obispo Joseph Serge Miot, que en el 2000 la había enviado a la dura, miserable y desesperada periferia de Walf Jeremie, completamente cerrada a los blancos, el obispo le respondió simplemente: «Llevaréis a Cristo y a la Iglesia». He aquí la diferencia entre el «hacer» y el «ser presencia» entre la gente que, ayer como hoy, parece estar privada de historia y de un vida futura imaginable entre catástrofes y desastres continuos. La presencia generó en seguida laboriosidad, los niños aprendieron a poner en marcha el yo, ¡para nada pasivos destinatarios de caridad y ayudas humanitarias! Y aprendieron a volver a empezar después de cada terremoto, huracán, enfermedad, muerte, homicidio.

Machetes, cadáveres y baldosas

«Perder la esperanza y no conseguir volver a empezar cada vez sería como ir en contra de la Resurrección de Cristo y afirmar que la muerte es la última palabra. El punto es la fe: ¿creemos de verdad que somos amados también cuando se suceden las tragedias?». En Haití, Marcella se ha enfrentado a jefes de banda, ha suturado heridas de machete, buscado a niños perdidos en el lodo durante un tifón, salvado de las plagas y de las hormigas a recién nacidos entrelazados al cadáver putrefacto de la madre abandonado en las tiendas de campaña de las víctimas del terremoto.

«Aquí hemos sudado por cada una de las baldosas que hemos puesto: he sudado para encontrar dinero, materiales, mano de obra, yo misma he puesto baldosas en pasillos enteros, pero entonces tenía 40 años. Ahora me tiemblan las piernas solo de pensar en volver a empezar con casi 60. Y aun así, esto es lo que nos espera: nos espera volvernos más firmes en la fe, en la esperanza y llevar a quién nos rodea hacia esta firmeza. Nos lo recuerda cada baldosa reventada».

El chantaje del cabecilla de la banda

Marcella volvió a Haití en mayo, junto a los niños «repatriados» de Italia después de dos años de estudios y de un «renacimiento» extraordinario en Casa Lelia, en Cannara, Asís. Y no fue una vuelta fácil: «La misma tarde nos «visitó» el cabecilla de la banda que nos pidió 25.000 dólares al mes por «dejar en paz» la misión (los gánsteres, armados hasta los dientes y brutales hasta el punto de llegar a realizar horrendos actos de canibalismo, han saqueado la Kay Pè Giusss en más de una ocasión, ndr)».

Junto a la disparatada petición del chantaje, sor Marcella cuenta que ha encontrado «aún más miseria, soledad, devastación en un país que se tambalea y que no sabe adonde ir. La gente tiene hambre, está sola, no tiene acceso a la atención médicas, los niños no tienen acceso a educación, no tenemos acceso a agua potable. No hay corriente, ni carburante, no hay seguridad. Por las mañanas los educadores llegan con lágrimas en los ojos contando que durante la noche las bandas armadas han irrumpido en sus casas y en sus pueblos para coger a los niños varones, las madres se arrodillan implorando por sus hijos. Hay continuos ataques y tiroteos, cadáveres por doquier. Pero lo que nos asombra es que con excepción del papa, Haití no le interesa a nadie. Es noticia cuando el terremoto devora su tierra, pero las víctimas de Haití se cuentan por miles cada día en un país donde casi siete millones de personas sobreviven amasadas como bestias en condiciones inhumanas. Y la situación degenera cada hora».

Cuando todo se derrumba

Tampoco ha sido fácil explicar a los niños por qué hay que interrumpir el colegio en Italia. El Ministerio de Exteriores no acepta el proyecto iniciado en Asís y no concede a los niños los visados de estudio. De hecho, la ley dice que, cuando se tiene menos de 14 años, no se puede venir a Italia a estudiar. Y no se atreven a crear un «precedente» y tampoco a abrir el camino a algo nuevo. Algo que durante dos años ha reunido en Cannara a familias, profesores, voluntarios, autoridades locales… todos siguiendo a la alegre brigada de Haití. Esto, hasta que llegó la intervención del tribunal de Perugia y la «repatriación» de los niños. Algo que los niños han llevado consigo y que permanece en pie cuando todo se derrumba.

Ayudar a quien ayuda a Haití

Es decir, cuando nosotros nos acordamos de la existencia de Haití y queremos hacer algo: «Ahora los precios subirán de manera desorbitada; lo que se puede hacer son campañas de recogida para ayudar a quien está ayudando. No solo están las grandes organizaciones, con sus correspondientes y grandes aparatos que hay que mantener, sino muchos misioneros que trabajan en primera línea y que utilizan cada ofrenda que reciben directamente in situ. Los caminos son muchos, cada uno debe encontrar el suyo para ayudar a Haití a volver a empezar».

Publicado por Caterina Giojelli en Tempi.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.

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Comentarios
13 comentarios en “Lo que queda en pie en Haiti entre los escombros y el diluvio
  1. Si leerlo es doloroso, qué será vivirlo, hasta se estremece el alma de pensar en tanto horror que sufren. En verdad que sólo Dios debe sostenerlas ahí, , igual a los sacerdotes. Como decía Santa Teresa de Calcuta, » Yo tampoco haría éso ni por miles de dólares »
    en respuesta al periodista.
    Dios es su «cargador» de energía,
    sólo Él puede ayudarles.

    1. No dejo de sorprenderme, la cantidad de desgracias, una tras otra, sobre esa tierra. Con autoridades asesinadas, con desastres climáticos, no me explico. Dios no se apiada, de hecho, pienso que los demonios poseen esa tierra, eso que dice que el evangelio, de que vuelve y la encuentra barrida y trae otros demonios y la vuelve a ocupar. Se necesita un exorcismo, pero ¿Cómo se exorciza un país?

      1. La respuesta a su pregunta ya nos la dio nuestra Señora cuando pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón.
        Como muy bien dice usted ese país es tierra de demonios por culpa de los ritos paganos que en abundancia se practican en él

        1. Así es, y no solo por lo que usted dice. Haití se consagró solemnememte a satanás por 200 años. Y cuando cumplió ese plazo (hace unos años) la volvieron a consagrar.

          1. Muchas gracias por la información.
            Desconocía por completo eso que usted dice, me he puesto a buscar y me he quedado estupefacto.
            Siempre me había preguntado porqué el territorio de Santo Domingo que forma parte de la misma isla y donde tengo muy buenas amistades, nunca se veía afectado por las desgracias que sucedían en Haití.
            Ahora tengo la respuesta.

      1. Continuamente se dice aquí cuando se habla de ayudar a los que no os gustan diciendo que dejen de preocuparse por esas cosas y se preocupen por salvar las almas.

        1. Me parece que es usted bastante corto de entendederas, si no es algo peor.
          Lo que creo es que muchos comentaristas insisten en que la labor primordial de la Iglesia es la que usted señala en segundo lugar -salvar almas- y no ser una ONG. Lo cual no está en absoluto reñido con la labor asistencial, en la que la Iglesia desarrolla una magnífica labor, reconocida incluso por sus enemigos, muchos de los cuales se largan cuando hay una crisis mientras que los misioneros se quedan.

          A usted le ciega una pasión de la que haría muy bien en liberarse.
          Lo que no entiendo es porqué sigue usted en esta página si tan incómodo se encuentra con la mayor parte de los comentaristas. Nadie le obliga a quedarse. Yo, por ejemplo, hace años que dejé de asomarme al ese estercolero llamado «Religión Digital». Tal vez se sienta usted más a gusto allí.

          1. Yo no estoy incómodo en ninguno de los dos sitios pero sí creo que os resulta incodo es que no diga amén a todos vuestros planteamientos y manipulaciones.

          2. Telémaco: Totalmente de acuerdo con usted. ¿Qué espera usted de un troll? Si no es infiltrado de Herejía Digital, debería pedir que le contraten allí (si aún está en edad laboral, que no lo sé, porque leyendo sus disparates a veces dudo entre si es adolescente o está senil).

  2. Mucha pena da, lo que están sufriendo en Haiti, desde su independencia; que hay que recordar, que la consagraron al demonio y lo han vuelto a hacer a los 200 años.
    Tendrían que exorcisar a ese pais y despues ¿Porqué no son valientes sus obispos y junto con sus sacerdotes no la Consagran a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria y ponen a su pais bajo Su protección divina?
    Mientras esté bajo el poder del malingno, no se les solucionara el problema.

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