Las cruzadas: la respuesta de la Cristiandad

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Este sábado me gustaría traerles la brillante reseña de la película ‘Las cruzadas’ (Cecil B. DeMille, 1935), que podemos encontrar entre las páginas del libro del sacerdote español José María Pérez Chaves: ‘100 películas cristianas’. Aprovecho para recomendarte este magnífico libro en el que encontrarás las 100 películas cristianas que, a juicio de su autor, un páter cinéfilo donde los haya, han dejado mayor impronta a lo largo de la historia del séptimo arte.

Saladino ha conquistado Jerusalén y ha esclavizado a todos los cristianos. Es por ello que Pedro el Ermitaño lo amenazará con llevar hasta allí a los reyes europeos para expulsarlo y restaurar la paz en la ciudad. Y así, como aquel le reta a que lo haga, este se dirigirá a los confines de la cristiandad para convocar la cruzada.

La película

Las cruzadas siempre han suscitado un interés muy especial en la cultura popular. No es extraño, pues, que el mundo del cine las haya abordado en varias ocasiones. Sin embargo, siempre lo ha hecho teniéndolas como telón de fondo, nunca con un interés real por conocer las motivaciones espirituales que las propiciaron. Por esta razón, podemos decir que la cinta que nos ocupa es prácticamente única en su género.

Cuando decidió afrontar la producción de esta película, Cecil B. DeMille estaba en la cresta de la ola. El motivo era que no solo había triunfado como director de éxito durante el cine mudo, sino que también lo estaba haciendo ahora con el sonoro. Y es que, mientras que muchos artistas cayeron en desgracia en cuanto las películas fueron habladas (recordemos el excelente film que refleja esta etapa: El crepúsculo de los dioses), él demostró mucha versatilidad y una capacidad de innovación sorprendente (títulos como El signo de la cruz o Cleopatra, así lo atestiguan). De hecho, si eligió realizar este largometraje sobre las cruzadas fue porque todavía no existía ninguno que lo hubiera hecho anteriormente.

Para llevarlo a cabo, contó con los servicios de Harold Lamb (1892-1962), un historiador de renombre que había publicado varios libros sobre estas campañas. DeMille le encargó el guion, pero le pidió que compendiara toda su obra en un solo libreto, de manera que el espectador se hiciera una idea general de lo que supusieron las cruzadas. Por este motivo, aunque la cinta se presente como un cuadro de la primera de ellas, recoge también elementos de las demás. Pese a esta mezcla, el resultado es más que aceptable, puesto que, en efecto, detalla muy bien la situación que vivía Europa en el siglo XII y las razones que la condujeron a intervenir en Tierra Santa.

Pero DeMille también sabía que debía ofrecerle al espectador la misma grandilocuencia de la que habían hecho gala sus anteriores obras. Es por ello que decidió otorgarle a esta cinta una escena de batalla épica: la que acontece en San Juan de Acre. Para ello, requirió la participación de un gran número de figurantes, y con el fin de alcanzar un grado de verismo creíble, la de decenas de jinetes y combatientes experimentados[1]. Y ciertamente lo consiguió, puesto que los críticos de la época no solo se postraron ante la película, sino que también calificaron esta secuencia como la mejor desde la llegada del sonoro[2].

Pese al aval de la crítica, el público le dio la espalda a Las cruzadas, y esto fue algo que DeMille nunca entendió, ya que la consideraba una gran película. No obstante, ganó cierto prestigio durante su exhibición en Europa, donde consiguió ser nominada a la Copa Mussolini en el Festival de Cine de Venecia (reconocimiento que finalmente recaería sobre Ana Karenina)[3]. Aunque hoy pase como un título menor de la filmografía del autor de Los diez mandamientos, su influencia se deja notar en cintas tan actuales como El reino de los cielos (Ridley Scott, 2005).

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¿Qué podemos aprender de ella?

A pesar de que actualmente sean planteadas como una maniobra de Occidente para expandir su influencia sobre Oriente, lo cierto es que las cruzadas tuvieron como único objetivo liberar los santos lugares del invasor turco. A la sazón, el flujo de peregrinos entre los reinos europeos y Tierra Santa era muy fluido, pero el islam lo atajó de raíz, esclavizó a los habitantes de la zona e implantó su propia ley: la sharía. Las cruzadas, pues, surgieron como una respuesta de toda Europa (por aquel entonces, la cristiandad) a lo que se consideró un ataque contra su propia civilización, que era intrínsecamente católica. Por lo tanto, es probable que los mitos que hoy abundan sobre ellas sean la verdadera maniobra, pero destinada realmente a desacreditar una época de la historia en la que la Iglesia estaba muy presente en la vida social del Viejo Continente.

Por otro lado, la película también pretende establecer un paralelismo entre la religión cristiana y la mahometana, de manera que no se pueda culpar por completo a una o a otra de los pecados concretos de quienes las profesan. De este modo, aunque los mahometanos sean presentados como enemigos de los cristianos, tienen a veces un comportamiento más digno que estos últimos; y al revés: aunque los cristianos sean presentados como “los buenos”, tienen en ocasiones conductas que desacreditan su fe (es el caso del rey Ricardo, interesado más en su devenir amoroso que en su comportamiento ético). Además, sus dos protagonistas principales –cristiano y mahometano, respectivamente– se enamoran de una misma mujer, haciendo ver que ambos credos tienen un objetivo común.

[1]        DeMille quería tal grado de verismo para esta escena que no dejó de rodar durante la misma, pese a que varios extras fueron heridos y algunos caballos murieron.

[2]        The Film Daily, 5 de agosto de 1935.

[3]        La Bienal de Venecia fue fundada en 1932 por Benito Mussolini, quien dio su nombre al mejor premio del palmarés: la citada Copa Mussolini (hoy, el León de Oro).

Esta reseña, y 99 más, las pueden encontrar en el libro ‘100 películas cristianas’, publicado por Homo Legens.

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Comentarios
12 comentarios en “Las cruzadas: la respuesta de la Cristiandad
  1. Frente a lo que enseñaba la vieja historiografía marxista, que las presentaba como una empresa colonialista, de mentalidad lucrativa y expansionista, lo cierto es que las evidencias históricas son determinantes: la Cruzada, tal y como se convoca a finales del siglo XI por el Papa Urbano, fue una empresa militar (por tanto, limitada a profesionales de la milicia y sus auxiliares), defensiva (pretendía evitar o retrasar el sablazo yihadista islámico sobre la Cristiandad, es decir, sobre Europa) y de idiosincrasia espiritual (buscaba recuperar Tierra Santa, no el enriquecimiento material).

    Cosa distinta es que la idea de Cruzada se pervirtiera luego y diera lugar a espectáculos siniestros como el saqueo de Constantinopla, una ciudad cristiana. Pero nació como nació, y no debe ser manipulado.

  2. La cruzadas fueron una obra santa, en defensa de la cristiandad frente a la invasión y violencia musulmana. El que hubiera algunos excesos colaterales no las desacredita en su conjunto.

    1. Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

      Si no somos el ejemplo del mundo no somos católicos de verdad.

          1. Miguel, ir a crear un frente secundario en Tierra Santa para que la amenaza mortal no prosiga en casa es defensa y de las más inteligentes.

            Además, Tierra Santa no era «otro país».

            En fin, que le recomiendo aprender un poco de historia y leerse el artículo, ya de paso.

          2. Esa verdad a medias que silencia la parte incómoda por qué no lo podéis presentar como algo católico cuando fuimos totalmente demoníacos? Tal vez necesite profundizar usted más.

          3. Miguel, ¿qué «parte incomoda» es la que se silencia?

            La Cruzada es expresión de la cristianísima idea de la legítima defensa, de demoniaco nada. Demoniaco es pregonar la indefensión de la Cristiandad ante una amenaza mortal física, directa e inminente.

            Lo único incómodo acá es su proverbial incultura.

          4. Miguel, ¿tan perfecto y santo se cree usted como para juzgar a todos los cruzados de «demoniacos»?

            Punto primero: la Cruzada es expresión de la legítima defensa, y para el cristiano, eso es derecho y deber.

            Punto segundo: algunos cruzados se mantuvieron fieles a la finalidad originaria de la Cruzada y otros la pervirtieron.

            Punto tercero: gracias a las Cruzadas usted puede escribir tranquilamente sus nimiedades de diletante osado sin represalias, es decir, gracias a esos cruzados existe la civilización cristiana y occidental.

            Tres puntos que usted no puede rebatir. Tres puntos que usted ignoraba. Pero tres puntos que seguirá cuestionando por pura tontería.

  3. El Rey San Luis de Francia , paradigma del Cruzado , tenia con fin primero la conversión de los musulmanes y la protección de los Cristianos de Tierra Santa .

    El fracaso de las Cruzadas , ocurre por las ambiciones de ciertos cruzados .

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