La noticia de los últimos días ha sido, sin duda, la publicación del Motu Proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco, el cual viene a abrogar el Summorum Pontificum de Benedicto XVI, que tenía la vocación de liberalizar la Misa Tradicional. Por este motivo, queremos ofrecerle un extracto del libro de Roberto de Mattei ‘Concilio Vaticano II’, en el que cuenta cómo se gestó la reforma litúrgica que hoy está en boca de todos. Como anécdota, comentar que en 1971, cien eminentes personalidades de todo el mundo pidieron a la Santa Sede que reconsiderara abrogar la Misa Tradicional; entre ellos, los famosos escritores Agatha Christie y Jorge Luis Borges.
El posconcilio y la liturgia
El Novus Ordo Missae
El Padre Giuseppe Dossetti veía en la Constitución Litúrgica el eje interpretativo del corpus conciliar y el criterio hermenéutico de interpretación de los documentos171. A su vez, el Cardenal Danneels172 consideraba que la reforma litúrgica promovida por el Concilio y realizada por Pablo VI era quizás el cambio más profundo en la vida de la Iglesia Católica173.
El artículo 54 de la Constitución Sacrosanctum Concilium, combinado con el artículo 40, relativo al papel de las Conferencias Episcopales, había confiado a estas últimas la posibilidad de introducir la lengua vulgar en la celebración de la Misa. Sobre esta base, el domingo 7 de marzo de 1965, durante el Concilio, tuvo lugar en Italia la celebración de una Misa que preveía muchas partes en lengua vulgar y los altares vueltos hacia el pueblo. Pablo VI celebró aquel día en italiano en una parroquia romana y exhortó a los párrocos a colaborar en la aplicación de la reforma. El 4 de marzo de 1967 fue autorizada la recitación del Canon de la Misa en voz alta y en lengua vulgar. Aquel mismo mes salió el libro “La tunica stracciata” de Tito Casini174, con una dura crítica de la reforma litúrgica en curso. Impresionó el hecho de que el Cardenal Bacci hubiese escrito el prólogo.
Pablo VI había confiado al Consilium ad exsequendam constitutionem de Sacra Liturgia, constituido en 1964, el encargo de la revisión de los libros litúrgicos (el Misal, el Breviario, el Ritual y el Pontifical) y de la aplicación de las reformas relacionadas con una más activa participación de los fieles, como el uso de las lenguas nacionales y la concelebración175. El culmen de la obra del Consilium, dirigido por Mons. Bugnini, fue la elaboración del nuevo Ordo Missae, promulgado por Pablo VI, en el Consistorio del 28 de abril de 1969176. El Consilium había cumplido su misión y fue sustituido, en 1970, por la recién creada Congregación para el Culto Divino. En mayo de 1970 estaba preparado el nuevo Misal. Se trataba -como ha observado el historiador jesuita Giacomo Martina – de “una auténtica revolución litúrgica, mucho mayor que la del tridentino”177.
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No faltaron quienes pretendieron atribuir toda la responsabilidad del Novus Ordo Missæ a Mons. Bugnini, interpretando su cese en el cargo como la respuesta del Papa Montini a la traición de la que habría sido víctima. Sin embargo, los testimonios en sentido contrario son aplastantes y eso no extraña. Pablo VI -escribió uno de sus biógrafos, Yves Chiron- quedará sin duda en la historia como el Papa que llevó a término el Concilio Vaticano II, pero también como aquel que dio a la Iglesia una nueva Misa178. En efecto, desde los años 30, el joven Montini, bajo la influencia del Padre Bevilacqua, había sido un adepto del “movimiento litúrgico”, en el que veía la expresión eclesial del humanismo de Maritain179.
Cuando entró en vigor el nuevo rito, fue objeto de severas críticas por parte de algunos miembros eminentes de la Jerarquía, como también de muchos teólogos y laicos180. En octubre de 1969, los Cardenales Ottaviani y Bacci presentaron a Pablo VI un “Breve análisis crítico del Novus Ordo Missæ”, redactado por un selecto grupo de teólogos de varias nacionalidades. En la carta que dirigieron al Pontífice se afirmaba que “el Novus Ordo Missæ (…) representa, tanto en su conjunto como en sus aspectos concretos, un impresionante alejamiento de la teología católica de la Santa Misa, tal como fue expresada en la XXII sesión del Concilio de Trento, en el que, estableciéndose definitivamente los ‘cánones’ del rito, se erigió una barrera insalvable contra toda y cualquier herejía que pudiese menoscabar la integridad del misterio”181.
El mismo Mons. Ferdinando Antonelli, Secretario de la nueva Congregación para los Ritos, que había seguido todo el itinerario de la reforma litúrgica, desde Pío XII hasta Pablo VI, había expresado el 23 de julio de 1968 a Mons. Benelli, sustituto en la Secretaría de Estado, sus “preocupaciones sobre la reforma litúrgica que está cada vez más caótica y aberrante”182. También la parte progresista reconocía que el Novus Ordo Missæ reflejaba una nueva teología del “pueblo de Dios” que camina en la Historia: una visión eclesiológica inmanentista, que presuponía el sacerdocio común de los fieles, muy diferente – según Alberigo – de aquella de la Mediator Dei o de la Mystici Corporis de Pío XII183.
A partir de aquella fecha, empezaron a multiplicarse las exhortaciones de fieles de todas las nacionalidades que pedían el restablecimiento o, por lo menos, la “par conditio” de la Misa tradicional184. Recordemos, entre otros, un memorandum de 1971 en el que más de cien eminentes personalidades de todo el mundo pedían a la Santa Sede “que reconsiderase con la máxima gravedad la tremenda responsabilidad con la que quedaría ante la historia del espíritu humano si no consintiese en dejar en vigencia perpetua la Misa tradicional”185.
NOTAS
171 G. Dossetti, Per una “Chiesa eucarística”. Rilettura della portata dottrinale del Vaticano II. Lezioni del 1965, a cargo de G. Alberigo y G. Ruggieri, Il Mulino, Bolonia, 2002.
172 Godfried Danneels (1933), ordenado en 1957, Obispo de Amberes en 1977, después de Malinas-Bruselas entre 1979 y 2009, y nombrado Cardenal en 1983.
173 Cfr. G. Daneels, “La réforme liturgique de Paul VI et ses enjeux pour la vie de l’Église”, in Le rôle de G.B. Montini, op. cit., p. 4.
174 Cfr. Tito Casini, La tunica stracciata. Lettera di un cattolico sulla “Riforma liturgica”, con prólogo del Cardenal Antonio Bacci. Sates. Roma, 1967; Id., Nel fumo di Satana. Verso l’ultimo scontro.
Il carro di San Giovanni, Florencia, 1976.
175 El 26 de septiembre de 1964, el Consilium autorizó el uso facultativo de las lenguas vernáculas en todos los ritos, excepto en el Prefacio y el canon de la Misa.
176 El 3 de abril de 1969, se publicó la Constitución Apostólica Missale Romanum, que constaba de dos documentos: Institutio generalis Missalis Romani y el nuevo Ordo Missæ propiamente dicho, o sea, el nuevo texto de la Misa y las rúbricas que lo acompañaban (cf. AAS, 61 (1969), pp. 217-226). El Breviario recibió su nueva forma el 2 de febrero de 1971 con la Institutio generalis de liturgia horarum (cf. AAS, 63/2 (1971), pp. 527-535).
177 G. Martina, Storia della Chiesa, Morcelliana, Brescia, 1995, vol. III, p. 359.
178 Cfr. Y. Chiron, Paul VI, op. cit., p. 289.
179 Cfr. Virginio Pontiggia, “L’interesse per la liturgia in G.B. Montini: gli anni giovanili alla fuci”, in Liturgia: temi e autori, op. cit., pp. 35-82.
180 Entre los numerosos estudios críticos sobre la “Nueva Misa” y la reforma litúrgica, escritos en gran parte por estudiosos laicos, se destacan: A. X. Vidigal da Silveira, La nouvelle Messe de Paul VI: qu’en penser?, op. cit.; J. Vaquié, La Révolution liturgique, Diffusion de la Pensée Française. Chiré-en-Montreuil, 1971; L. Salleron, La Nouvelle Messe, Nouvelles Éditions Latines, París, 1976 (1971); Wolfgang Waldstein, Hirtensorge und Liturgiereform, Lumen Gentium, Schaan (Fl), 1977; Klaus Gamber, Die Reform der Römischen Liturgie, F. Pustet. Ratisbona, 1979 (para la versión francesa de esta obra, La réforme liturgique en question, Éditions Sainte-Madeleine. Le Barroux, 1992, con prólogo de los Cardenales Silvio Oddi, Joseph Ratzinger y Alfons M. Stickler); M. Davies, Pope Paul’s New Mass. The Angelus Press, Dickinson (Texas), 1980; Franz Breid, (org.), Die heilige Liturgie. Ennsthaler. Steyr, 1997; Autour de la Question Liturgique avec le cardinal Ratzinger, Association Petrus a Stella, Fontgombault, 2001, tr. it., La questione liturgica. Atti delle “Giornate liturgiche di Fontgombault”, 22-24 de julio de 2001, Nova Millennium, Roma, 2010; R. de Mattei, La liturgia della Chiesa nell’epoca della secolarizzazione, Solfanelli. Chieti, 2009; Martin Mosebach, Eresia dell’informe: la liturgia romana e il suo nemico, tr. it. Cantagalli, Siena, 2009.
181 El estudio, promovido por Una Voce-Italia, fue publicado por la misma asociación, junto con “Nuovo esame critico del Novus Ordo Missæ” (“Il Novus Ordo Missæ: due esami critici”,
in Una Voce, supl. a los números 48-49 (1979).
182 F. Antonelli, “Note sulla riforma litúrgica”, op. cit., in N. Giampetro, Il Cardenal Ferdinando Antonelli, op. cit., p. 257.
183 Cfr. G. Alberigo, “Il popolo di Dio nell’esperienza di fede”, in Concilium, 20 (1984),
pp. 940-958; Id., La riforma conciliare nel cammino storico del movimento liturgico e nella vita della Chiesa, in Transizione epocale, op. cit., pp. 505-525.
184 Tres peregrinaciones internacionales de católicos se desplazaron a Roma con el objetivo de afirmar su fidelidad a la Misa tradicional y al Catecismo de San Pío X (cf. Guglielmo Rospigliosi, “La manifestazione dei cattolici tradizionalisti riconfermano la fedeltà al messale e al catechismo”, in Il Tempo, 19 de junio de 1970). Para recopilación de las exhortaciones hasta 1980, … Et pulsanti aperietur (Lc 11, 10). Una Voce. Clarens, 1980.
185 Entre los firmantes figuraban: Romano Amerio, Jorge Luis Borges, Marcel Brion, Agatha Christie, Henri de Montherlant, Augusto Del Noce, Robert Graves, Graham Green, Julien Green, Yehudi Menuhin, Malcolm Mudderidge, Marius Schneider, Bernard Wall. Cfr. el texto y el elenco de los signatarios in Una Voce, 7 (1971), pp. 1-10.
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En general los católicos ingleses, Agatha Christie no lo era, como Evelyn Vaugh o Graham Greene, se mostraron en contra pero sus voces no nos llegaron hasta mucho después. El rito en latín costó la vida y la hacienda a muchos católicos ingleses y lo consideraban un bien siendo las misas en idioma vernáculo «anglicanas». La Iglesia toma sus decisiones pasando por encima de lo más querido de muchos y exige obediencia, la obediencia se le da pero la herida está ahí e importa poco si se cura o no. En eso cuando la Iglesia toma una decisión lo hace lastimando a muchos, sean los ingleses en 1965, sean los chinos ahora. Eso sí, después de cierto tiempo pueden que les hagan santos, como ha pasado con los católicos mexicanos que tuvieron que tomar decisiones al margen del Vaticano que se inhibió. Si el Vaticano se inhibe la decisión es tuya, incluyendo el apostatar, pero si habla no te queda otra que aguantar lo que te echen.
El nivel del elenco de intelectuales y artistas que lamentaron (y lamentan) la violación moral y cultural masiva perpetrada por la Comisión Bugnini y Pablo VI, es impresionante. No creo que haya un fenómeno igual en toda la historia reciente, fuera de las demagogias de abajofirmantes y mamandurrios típicas de la izquierda.
En 1970, Pablo VI era un chiquillo con su nuevo juguete, un adolescente que se creía Salvador del mundo… una misa típica de su época… todo muy 1960… demasiados presuntuosos…
En Inglaterra hubo sublevaciones en defensa de la Misa Tradicional frente a la que impuso la llamada Iglesia anglicana. Sublevaciones que fueron ahogadas en sangre.
Así es
Eso es lo que les hacen tragar, y se lo tragan. No es un santo acaso el destructor? Y ustedes creen lo que les pongan por delante.
El Santo siempre construye, nunca destruye.
Paulo VI nunca fue santo.
Fue «canonizado» por un modernista según el nuevo procedimiento de canonización que es una burla.
Se autosantifican para blindarse.
¿Por qué razón esta clase de pruebas contra el Misal de Paulo VI-Juan Pablo II carecen de fuerza?, ¿por qué no lo derriban?, ¿qué mantiene vigente ese Misal?, ¿acaso Dios Espíritu Santo QUIERE que la Segunda Parte de la Santa Misa se siga oficiando o celebrando tal como aparece en ese Misal post-conciliar?!!