Finalmente, el Papa Francisco viajará unas horas a la capital de Hungría, Budapest, para clausurar el Congreso Eucarístico que allí tendrá lugar, celebrando la misa final. Ya informamos que, tras varias conversaciones diplomáticas, el Pontífice sí se reunirá con las autoridades del país húngaro, entre ellos Viktor Orbán. Después el Papa, ya de manera oficial, a Eslovaquia.
Es llamativo que, tras esa brevísima estancia, Francisco vaya a realizar un viaje de casi cuatro días al país vecino: Eslovaquia. Ciertamente, en Eslovaquia hay un mayor porcentaje de católicos, el 66 % de la población, según datos de 2011; en Hungría, sin embargo, no llegan al 40 %. Pero este es un dato que nunca parece haber importado al Papa argentino, que ha viajado a países donde la población católica era muy minoritaria, como Japón, Marruecos o Irak.
“Como anunció el Santo Padre en el Ángelus de esta mañana, por invitación de las Autoridades civiles y de las Conferencias episcopales, el domingo 12 de septiembre de 2021, el Papa Francisco viajará a Budapest con ocasión de la Santa Misa concluyendo el 52 Congreso Eucarístico Internacional; más tarde, del 12 al 15 de septiembre de 2021, iré a Eslovaquia, visitando la ciudad de Bratislava, Prešov, Košice y Šaštin. El programa del viaje será publicado a su tiempo”, se lee en un comunicado de la Santa Sede publicado ayer.
Francisco, antes de dirigirse al hospital Gemelli para ser intervenido por una complicación en el colon, cumplió con su cita con los fieles recitando el Ángelus desde la ventana de su despacho en el Palacio Apostólico. “Me alegra anunciar que del 12 al 15 del próximo septiembre, si Dios quiere, viajaré a Eslovaquia para realizar una visita pastoral”, anunció el Papa tras el rezo del Ángelus.
“Antes [la mañana del domingo 12 de septiembre] concelebraré en Budapest la Misa conclusiva del Congreso Eucarístico Internacional. Doy las gracias de corazón a los que están preparando este viaje y rezo por ellos. Recemos todos por este viaje y por las personas que están trabajando para organizarlo”, dijo el Pontífice.
“Cuando hacemos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender”, afirmó Francisco antes del rezo mariano comentando el evangelio del día.
“Nosotros controlamos, con la costumbre, con los prejuicios. Al final sucede que muchas veces, de la vida, de las experiencias e incluso de las personas buscamos solo confirmación a nuestras ideas y a nuestros esquemas, para nunca tener que hacer el esfuerzo de cambiar”, señaló.
“Y esto puede suceder también con Dios, precisamente a nosotros creyentes, a nosotros que pensamos que conocemos a Jesús, que sabemos ya mucho sobre Él y que nos basta con repetir las cosas de siempre. Y esto no basta con Dios”.
“Pero sin apertura a la novedad y, sobre todo —escuchad bien— apertura a las sorpresas de Dios, sin asombro, la fe se convierte en una letanía cansada que lentamente se apaga y se convierte en una costumbre, una costumbre social”, aseguró Su Santidad.
Estas han sido las palabras del Papa en la oración mariana, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio que leemos en la liturgia de este domingo (Mc 6,1-6) nos habla de la incredulidad de los paisanos de Jesús. Él, después de haber predicado en otros pueblos de Galilea, vuelve a Nazaret, donde había crecido con María y José; y, un sábado, se pone a enseñar en la sinagoga. Muchos, escuchándolo, se preguntan: “¿De dónde le viene toda esta sabiduría dada? Pero, ¿no es el hijo del carpintero y de María, es decir, de nuestros vecinos a los que conocemos bien?” (cfr. vv. 1-3). Delante de esta reacción, Jesús afirma una verdad que ha entrado a formar parte también de la sabiduría popular: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio» (v. 4). Lo decimos muchas veces.
Detengámonos en la actitud de los paisanos de Jesús. Podemos decir que ellos conocen a Jesús, pero no lo reconocen. Hay diferencia entre conocer y reconocer. De hecho, esta diferencia nos hace entender que podemos conocer varias cosas de una persona, hacernos una idea, fiarnos de lo que dicen los demás, quizá de vez en cuando verla por el barrio, pero todo esto no basta. Se trata de un conocer diría ordinario, superficial, que no reconoce la unicidad de esa persona. Es un riesgo que todos corremos: pensamos que sabemos mucho de una persona, y lo peor es que la etiquetamos y la encerramos en nuestros prejuicios. De la misma manera, los paisanos de Jesús lo conocen desde hace treinta años y ¡piensan que lo saben todo! “¿Pero este no es el joven que hemos visto crecer, el hijo del carpintero y de María? ¿Pero de dónde le vienen estas cosas?”. La desconfianza. En realidad, no se han dado nunca cuenta de quién es realmente Jesús. Se detienen en la exterioridad y rechazan la novedad de Jesús.
Y aquí entramos precisamente en el núcleo del problema: cuando hacemos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender. Nosotros controlamos, con la costumbre, con los prejuicios. Al final sucede que muchas veces, de la vida, de las experiencias e incluso de las personas buscamos solo confirmación a nuestras ideas y a nuestros esquemas, para nunca tener que hacer el esfuerzo de cambiar. Y esto puede suceder también con Dios, precisamente a nosotros creyentes, a nosotros que pensamos que conocemos a Jesús, que sabemos ya mucho sobre Él y que nos basta con repetir las cosas de siempre. Y esto no basta con Dios. Pero sin apertura a la novedad y sobre todo —escuchad bien— apertura a las sorpresas de Dios, sin asombro, la fe se convierte en una letanía cansada que lentamente se apaga y se convierte en una costumbre, una costumbre social. He dicho una palabra: el asombro. ¿Qué es el asombro? El asombro es precisamente cuando sucede el encuentro con Dios: “He encontrado al Señor”. Leemos en el Evangelio: muchas veces, la gente que encuentra a Jesús y lo reconoce, siente el asombro. Y nosotros, con el encuentro con Dios, tenemos que ir en este camino: sentir el asombro. Es como el certificado de garantía que ese encuentro es verdad, no es costumbre.
Al final, ¿por qué los paisanos de Jesús no lo reconocen y no creen en Él? ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? Podemos decir, en pocas palabras, que no aceptan el escándalo de la Encarnación. No lo conocen, este misterio de la Encarnación, pero no aceptan el misterio. No lo saben, pero el motivo es inconsciente y sienten que es escandaloso que la inmensidad de Dios se revele en la pequeñez de nuestra carne, que el Hijo de Dios sea el hijo del carpintero, que la divinidad se esconda en la humanidad, que Dios habite en el rostro, en las palabras, en los gestos de un simple hombre. He aquí el escándalo: la encarnación de Dios, su concreción, su “cotidianidad”. Y Dios se ha hecho concreto en un hombre, Jesús de Nazaret, se ha hecho compañero de camino, se ha hecho uno de nosotros. “Tú eres uno de nosotros”: decirlo a Jesús, ¡es una bonita oración! Y porque es uno de nosotros nos entiende, nos acompaña, nos perdona, nos ama mucho. En realidad, es más cómodo un dios abstracto, distante, que no se entromete en las situaciones y que acepta una fe lejana de la vida, de los problemas, de la sociedad. O nos gusta creer en un dios “de efectos especiales”, que hace solo cosas excepcionales y da siempre grandes emociones. Sin embargo, queridos hermanos y hermanas, Dios se ha encarnado: Dios es humilde, Dios es tierno, Dios está escondido, se hace cercano a nosotros habitando la normalidad de nuestra vida cotidiana. Y entonces, a nosotros nos sucede como a los paisanos de Jesús, corremos el riesgo de que, cuando pase, no lo reconozcamos. Vuelvo a decir una bonita frase de San Agustín: “Tengo miedo de Dios, del Señor, cuando pasa”. Pero, Agustín, ¿por qué tienes miedo? “Tengo miedo de no reconocerlo. Tengo miedo del Señor cuando pasa. Timeo Dominum transeuntem”. No lo reconocemos, nos escandalizamos de Él. Pensemos en cómo está nuestro corazón respecto a esta realidad.
Ahora, en la oración, pidamos a la Virgen, que ha acogido el misterio de Dios en la cotidianidad de Nazaret, tener ojos y corazón libres de los prejuicios y tener ojos abiertos al asombro: “¡Señor, haz que te encuentre!”. Y cuando encontramos al Señor se da este asombro. Lo encontramos en la normalidad: ojos abiertos a las sorpresas de Dios, a Su presencia humilde y escondida en la vida de cada día.
Después del Ángelus Francisco ha anunciado el viaje a Hungría y Eslovaquia:
Queridos hermanos y hermanas:
Desde la querida nación de Esuatini, en África meridional, llegan noticias de tensiones y violencias. Invito a aquellos que tienen responsabilidad y a los que manifiestan las propias aspiraciones por el futuro del país a un esfuerzo común por el diálogo, la reconciliación y la composición pacífica de las diferentes posiciones.
Y me alegra anunciar que del 12 al 15 del próximo septiembre, si Dios quiere, viajaré a Eslovaquia para realizar una visita pastoral. La tarde [del 12]. ¡Están contentos los eslovacos allí! [en la plaza están presentes numerosos peregrinos eslovacos]. Antes [la mañana del domingo 12 de septiembre] concelebraré en Budapest la Misa conclusiva del Congreso Eucarístico Internacional. Doy las gracias de corazón a los que están preparando este viaje y rezo por ellos. Recemos todos por este viaje y por las personas que están trabajando para organizarlo.
Y os saludo con afecto a todos vosotros, romanos, peregrinos de Italia, de varios países, ¡especialmente a los eslovacos! En particular saludo a los grupos de Cosenza, Crotone, Morano Calabro y Ostuni. Os deseo a todos un feliz domingo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias! ¡Adiós!
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Cuanto menos tiempo esté en Hungría -o en cualquier parte-, mejor.
Infovaticana siempre ha tenido un problema con la moderación de comentarios. Por un lado permiten insultos y por otro lado, de tanto en cuanto censuran a los que escribimos con respeto. Hoy mismo me han borrado todos mis comentarios. Eso provoca una fuga de comentaristas que perjudica a Infovaticana.
Estoy totalmente de acuerdo. ¿Donde están Sacerdote católico y Belzunegui?
En mi caso participo muy poco pero también he sido censurado y además sin saber el motivo.
P.S.: espero que éste comentario no lo censuren también.
Para Sacerdote mariano: A mí también me ha ocurrido alguna vez.
Siendo el papa tan elegetebero el, me parece muy bien que se retrate.
Que Dios le enseñe como sabe. A latigazos si es necesario.
TODO OBEDECE A LAS «NORMAS» TAN QUERIDAS POR D.JORGE
Para su «agenda mundialista» la GRAN HUNGRIA del GRANDISIMO ORBAN es «territorio enemigo» (defensor de la Civilización
Cristiana, enemigo de la islamización, de la invasión musulmana, del lobby homosexual, del nefasto judío SOROS…).
Sinceramente creo por la salud moral y mental del pueblo hungaro cuanto menos vaya MEJOR.
Totalmente de acuerdo con usted, es curioso que el único gobierno de la UE que combate el aborto (con excelentes resultados, por cierto) e incentiva, con ayudas a las mujeres, para que no aborten.
Combate el adoctrinamiento lgtbyxwz a los niños en las escuelas.
Con estos antecedentes y otros es lógico que bergoglio sólo esté unas pocas horas.