(Il Timone)- Thomas John Joseph Paprocki, obispo de Springfield, en Illinois, considera justo negar la Eucaristía a quien sostiene públicamente posiciones contrarias al Magisterio de la Iglesia. Il Timone lo ha entrevistado.
Monseñor Paprocki, en los últimos meses, en Estados Unidos se ha discutido mucho sobre la posibilidad de conceder o no la comunión a personas -políticos, pero no solo- que sostienen posiciones que son opuestas a lo que afirma el Magisterio de la Iglesia. Usted está de acuerdo con quienes pretenden negar esta posibilidad. ¿Sobre qué se basa para hacerlo?
La enseñanza de la Iglesia sobre la justa disposición para recibir la Santa Comunión se basa en las Sagradas Escrituras y en la tradición constante de la Iglesia, que se remonta al siglo I. En la Primera carta a los Corintios, san Pablo advierte: “De modo que quien coma del pan y beba del cáliz del Señor indignamente, es reo del cuerpo y de la sangre del Señor” (1 Cor 11,27). La Iglesia, cuya enseñanza no ha cambiado y permanece inmutable, afirma el mal del aborto desde el siglo I, declarando en un documento de la época sobre la enseñanza de la Iglesia llamado Didaché: “No mates al hijo por aborto, ni quites la vida al recién nacido” (2,2). El Colegio Episcopal junto al Romano Pontífice, en el Concilio Vaticano II afirmó que el aborto, tanto como fin como medio, es gravemente contrario a la ley moral y afirma: “La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables” (Gaudium et Spes, 51). El papa Francisco ha definido el aborto como un “pecado gravísimo” y un “crimen horrendo” (entrevista a la prensa italiana Tv2000 y Blu Radio, 20-11-2016). Estas enseñanzas fueron codificadas en el Código de Derecho Canónico de la Iglesia, que en el canon 915 dice: “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave”. Y en el canon 916 afirma: “Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; y en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes”. La Declaración sobre Católicos en la Vida Política, emitida por la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos en 2004 afirma: “No proteger la vida de los miembros inocentes e indefensos de la raza humana es pecar contra la justicia. Por tanto, quienes formulan las leyes tienen la obligación de conciencia de trabajar para rectificar las leyes que sean moralmente defectuosas, para que no sean culpables de cooperar en esa maldad y pecar contra el bien común”.
¿Qué le responde a quien le dice que negar la comunión genera escándalo?
Quien sostiene esta posición no entiende el significado del término escándalo. En el Catequismo de la Iglesia Católica, en el párrafo 2284, el escándalo es definido como “la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual”. Por consiguiente, el escándalo no es negar la Santa Comunión a quienes persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto, sino más bien dándola a tales personas. Es el caso de los políticos proaborto, porque es dar la Santa Comunión a personas que persisten obstinadamente en manifestar un pecado grave promoviendo y/o votando leyes permisivas sobre el aborto; además, también provocan escándalo mediante la financiación del aborto con el dinero de los contribuyentes, porque al hacerlo están transmitiendo el mensaje de que también ellos pueden estar votando impunemente leyes proaborto, sin consecuencias negativas con respecto a la recepción de la Santa Comunión.
Bajo una óptica constructiva, por tanto, ¿quién puede recibir la comunión?
Siguiendo los principios expuestos antes, quienquiera que no sea consciente de un pecado grave puede acercarse a la Santa Comunión, y debe ser admitido para recibirla, a no ser que haya persistido obstinadamente en un pecado grave manifiesto. Si una persona es consciente de haber cometido un pecado grave, o si ha persistido obstinadamente en un pecado grave manifiesto, debería acudir a un sacerdote para el sacramento de la confesión, a no ser que haya una razón grave y no exista la posibilidad de confesarse; en este caso, la persona debe ser consciente de la obligación de cumplir un acto de contrición perfecta, que incluye la intención de confesarse lo antes posible. Un acto de contrición perfecta es lamentar profundamente haber ofendido a Dios; no es solo el miedo por el castigo eterno, que constituye la contrición imperfecta. La persona debe también arrepentirse y hacer un propósito firme de enmienda para dejar de pecar. En el caso de un político proaborto, este arrepentimiento implicaría una conversión y una renuncia a las políticas abortistas, así como su compromiso en sostener la santidad de la vida humana desde la concepción a la muerte natural.
En este mes de junio, todos ustedes, los obispos estadounidenses, están llamados a expresar su opinión sobre la oportunidad de publicar un texto para afrontar la cuestión de la “coherencia eucarística”. ¿Puede anticiparnos y darnos los motivos sobre su posición, a la luz de los que serán presumiblemente los contenidos del texto?
Mi posición es que sería muy útil para la Conferencia Episcopal de Estados Unidos publicar un documento sobre la coherencia eucarística, que esencialmente refleje lo que los obispos de Latinoamérica, incluido el entonces arzobispo Jorge Bergoglio (ahora Papa Francisco), dijeron en su Documento de Aparecida, en el párrafo 436: “Esperamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia; esta es su responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales que son injustas a la luz de la fe y la razón, se debe favorecer la objeción de conciencia. Debemos atenernos a la ‘coherencia eucarística’, es decir, ser conscientes de que no pueden recibir la sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propician el aborto, la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la familia. Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los legisladores, gobernantes, y los profesionales de la salud”.
A mediados de abril, el debate sobre la comunión ha visto en posiciones enfrentadas al cardenal Blase Cupich, de Chicago y al arzobispo Samuel Aquila, de Denver: uno de los motivos del desacuerdo ha sido la afirmación según la cual los sacramentos actúan ex opere operato, independientemente de la condición de quién los celebra y de quién los recibe. ¿Qué piensa usted al respecto?
No puedo hablar de lo que piensan el uno y el otro, pero puedo decirle qué dijeron. El cardenal Cupich escribió: “Observo respetuosamente que afirmar que podemos hacer cualquier cosa para disminuir la Eucaristía, o sus efectos, es contrario a la enseñanza tradicional de la Iglesia. La teología sacramental católica se basa en la premisa de que los sacramentos son obra de Cristo, que es el significado de la afirmación de la Iglesia en Trento (DS, 1608), que los sacramentos actúan ex opere operato o, como escribió santo Tomás en la Suma III, 68,8: “Porque la eficacia del sacramento no depende de la justicia del hombre que lo administra ni de la justicia del hombre que lo recibe, sino del poder de Dios”. A causa de la naturaleza de Dios, Cristo y sus obras no pueden ser disminuidos por ningún acto que provenga de nuestra parte.
Publicado por Giulia Tanei en Il Timone
Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana
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Para el que no cree en Jesucristo, la comunión no significa nada. Y si encima se tiene el poder de darla o de retirarla, la sagrada Hostia se convierte en moneda de cambio para obtener favores y ventajas.
Triste pero cierto. Venden al Señor por unas monedas
Dios nos mantenga la Fe
Cupich sale del tema, habla de la eficiencia, pero evita pronunciarse sobre el escándalo que crea en los fieles, que unos sacerdotes que supuestamente pertenecen a la Iglesia Católica, y que deberían por tanto, seguir las normas de derecho canónico y sostener lo que dice el catecismo al respecto, de pronto consideren justo y bueno administrar la comunión a los que no creen en lo que la Iglesia cree, si se trata de comunión al interior de la Iglesia, lo contrario es admitir que no existe la verdad, que es lo mismo que preguntó Pilato a Cristo ¿qué es la verdad? Aunque la tenía ante sus ojos.
Es la ley De Dios, la que hay que obedecer, el aborto es un crimen. Si callas eres cómplice.-
Jesús sacramentado
Yo amo, adoro, creo y espero.
Os pido perdón por los que no aman, no adoran, no creen, no esperan.
Ya que han citado el documento de Aparecida de CELAM vean el art. 437 inc. J que caramente dice «Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo las orientaciones del Magisterio, a las parejas que viven en situación irregular, teniendo presente que a los divorciados y vueltos a casar no les es permitido comulgar».