Parece, mirado desde fuera, un acto de equilibrismo: la protesta vaticana contra la Ley sobre Homofobia y Transfobia italiana y la nota del cardenal arcipreste de San Pedro sobre las misas particulares, que parece confirmar la vigencia del Summorum pontificum se ven como una compensación a las medidas más ‘innovadoras’ de los últimos años.
Son demasiadas y demasiado fiables las fuentes que han hablado de una ‘revisión’ del motu proprio Summorum pontificum, por el que Benedicto XVI ‘liberó’ la celebración de la Misa Tradicional, como para pensar que la idea no tuvo su borrador cuando fue anunciada como insistente rumor por diversos medios. Pero nada impide pensar que, en efecto, se tratara del proverbial ‘globo sonda’ y que, al final, se haya juzgado más conveniente dejar el documento en el cajón para tiempos más oportunos.
Al menos, es lo que podría deducirse de la nota del cardenal arcipreste de San Pedro, Mauro Gambetti, en la que aclara la prohibición de las misas particulares en la basílica mayor de la cristiandad, que tanta tinta hizo correr.
La nota señala que «para las celebraciones con el Missale Romanum de 1962 se debe hacer todo lo posible para cumplir los deseos de los fieles y de los sacerdotes, tal como se prevé en el Motu Proprio Summorum Pontificum», y aunque estas palabras no cierren la puerta explícitamente a la abolición de las misas tridentinas, sí parecen indicar que el proyecto se ha retrasado sine die.
Hablábamos recientemente de las críticas que empiezan a lloverle al Papa desde esa ‘izquierda eclesial’ que había hecho de Francisco ‘su’ pontífice, del que esperaban un cambio radical en la Iglesia en el sentido más progresista. Pero el Santo Padre, si bien amaga en esa dirección, no acaba de satisfacer sus deseos, al menos en el sentido de algo definitivo que comprometa a la Iglesia. Es más de ‘gestos’.
Y esos gestos los reparte en ambas direcciones, para desconcierto de todos. Hemos hablado –y en estas páginas hemos informado de ello– de la nota de Gambetti sobre las misas tridentinas. Pero está también la protesta (informal, ciertamente, pero aun así sin precedentes) del Vaticano contra la llamada ley Zan que criminaliza lo que considera, en un sentido extraordinariamente amplio, discriminación contra los colectivos LGTBI. Y esta protesta, de la que el Santo Padre no puede ser ajeno, ha provocado un aluvión de amargas críticas.
El Papa nunca ha dicho una palabra que le comprometa a favor de la homosexualidad activa y contradiga lo que la doctrina católica tiene que decir sobre el asunto, pero es innegable que ha tenido muchos de sus famosos ‘gestos’ en simpatía hacia esos colectivos, los suficientes como para insuflar esperanzas en los émules del mediático jesuita padre James Martin.
Por ejemplo, ha promocionado y elevado al cardenalato a los prelados norteamericanos más ‘gay-friendly’, como Wilton Gregory, de Washington, Blase Cupich, de Chicago, o Joseph Tobin, de Newark, y ha protegido a otros directamente acusados de acoso sexual como el obispo emérito de Orán, Gustavo Zanchetta.
Pero ahora llega esto otro, un poner pies en pared ante la imposición por ley de la antropología derivada de la teoría de género, que no otra cosa es la Ley Zan, lo que parece indicar que, a la hora de la verdad, el Vaticano entiende perfectamente dónde están los límites.
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No creo que el Vaticano entienda dónde están los límites. Más bien el tándem de arena se debe al disimulo, al no querer «mostrar las cartas» de forma demasiado evidente. Porque los silencios del Papa Francisco, que en ocho años NUNCA ha predicado contra la ideología de género, junto a sus nombramientos y otras disposiciones, demuestran más bien que tenemos un pontificado que se mueve en cal viva.
Francisco es como una roca caliza, pero no en la defensa incólume de la recta doctrina, sino en la implementación, en muchos aspectos, de la ideología del NOM.
Pero para todos los efectos en los documentos es lo suficientemente ambiguo. Estos son actos un poco más comprometidos.
¿Alguien sabe quienes son los dos fulanos cuyas fotos abren la noticia?
Sería bueno que Infovaticana pusiese siempre un pie de fotografía. Hay veces que nos ilustran las noticias con obras de arte preciosas que a veces no son muy conocidas y poner un pie de fotografía nos ilustraría mucho.
El del pañuelito al cuello, debe ser Alessandro Zan, el testaferro de la inicua ley italiana, que de aprobarse terminará criminalizando a los cristianos y prohibiendo la biblia, el catecismo, etc. Es la estocada que piensan dar. El otro debe ser Mauro Gambetti, el nuevo arcipreste de la basílica de San Pedro. Se entiende al leer la nota.
Muchas gracias, Carmen.
Lo suponía pero al ver al segundo vestido de fraile y no de cardenal me entraron dudas.
Si me lo permite, visto el atuendo del primero me da la impresión de que el que va a recibir «estocadas» en salva sea la parte es el propio Zan.
Así es.
Al invocar el concordado, Roma no está defendiendo toda la verdad sobre matrimonio, hombre, sexualidad, más bien está pidiendo de poder continuar a predicar la recta doctrina. -fuente Radio Spada-